El examen de fin de carrera o extraordinario constará de cuatro preguntas cortas tipo ensayo y durará 1 hora y media




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Teoría auditiva de la percepción del habla


Según esta teoría, la percepción del habla no requiere ningún sistema especializado de procesamiento, sino que el habla se percibe por medio de los mismos mecanismos que cualquier otro estímulo auditivo. A diferencia de la teoría motora, los enfoques auditivos tienden a rechazar la idea de que la percepción del habla sea específica de “dominio y especie”. Rechazan las explicaciones basadas en mecanismos de análisis por síntesis a favor de mecanismos en general más analíticos. Asi, los partidarios de este tipo de explicación, tienden a investigar los mecanismos de procesamiento temprano de la señal, situados en los niveles auditivos de análisis.

Esto puede traer 2 consecuencias diferentes:

  • Hay autores (Blumstein y Stevens) para quienes la señal de habla no es tan variable como se supone, sino que en el nivel acústico existen propiedades invariantes que permiten efectuar un acoplamiento microestructural (tiene lugar en la etapa de análisis auditivo central) directo entre las propiedades físicas y las representaciones fonéticas.

  • En cambio, otros autores (Klatt; Studdert-Kennedy) sostienen que las propiedades invariantes de la señal acústica NO emergen en el nivel micrfoestructural, sino al contrario, en niveles macroestructurales, y en concreto, en el nivel léxico. Desde este punto de vista, que llamaremos acoplamiento macroestructural, se mantiene que la señal de habla estimula unos “patrones neurosensitivos” que representan formas léxicas almacenadas en la memoria. En la versión de Klatt, estas representaciones léxicas están formadas por “plantillas espectrales”, o secuencias de representaciones espectrales prototípicas. A medida que el oyente recibe fragmentos de la cadena hablada, va computando sobre la marcha representaciones espectrales de la señal (que Klatt denomina “difonos”) y comparando estas representaciones con las que tiene almacenadas en la memoria (plantillas). La característica fundamental tanto de las plantillas como de los difonos es que contienen información sensible al contexto acústico en el que se producen, esto es, que son dependientes del contexto. Esto permite resolver el problema de la ausencia de invarianza en el plano acústico. Sin embargo, estas representaciones no corresponden a unidades fonémicas discretas, es decir, no existe en este modelo ningún nivel de representación fonética o fonológica, sino que del nivel acústico se accede directamente al nivel léxico. Por ello, al modelo de Klatt de reconocimiento de palabras, basado en un acoplamiento macroestructural, se le conoce como “acceso al léxico a partir de espectros”.


LA PERCEPCIÓN DEL HABLA CONTINUA

El habla no se puede producir segmento a segmento, sino únicamente de forma continua. Esto es una de las paradojas de la percepción del habla, que siendo el habla humano un estímulo que se despliega de forma continua, tenga que pasar por un estadio en el que se identifican segmentos discretos. Los sonidos del habla se encuentran inmersos en un contexto lingüístico (sílabas, palabras, oraciones, etc.) que el sujeto perceptor analiza e interpreta mediante procesos que operan de forma concurrente con los procesos de identificación de sonidos. Por consiguiente, es posible que los procesos psicolingüísticos más inmediatos a los de la percepción del habla (ej. reconocimiento de palabras, análisis sintáctico o comprensión del significado oracional) ejerzan un influjo descendente o de “arriba-abajo” sobre ellos.

Una consecuencia bastante obvia del carácter activo de la percepción del habla continua es que no es preciso identificar todos y cada uno de los segmentos fonémicos de la entrada sensorial para acceder a otros niveles superiores de procesamiento, tales como el reconocimiento de palabras. En consecuencia, puede decirse que a partir de los niveles de análisis fonético y fonológico, se produce una interacción entre procesos de identificación de segmentos fonéticos a partir de claves acústicas, por un lado, y procesos de acceso al léxico a partir de representaciones fonológicas, por otro.

Ejemplos de interacción entre procesos perceptivos y procesos lingüísticos de orden superior: un experimento de Pollack y Pickett en el que se presentaba a los oyentes fragmentos de una conversación, consistentes en palabras completas extraídas de su contexto oracional, y se les pedía que las identificaran. El porcentaje de RR correctas apenas sobrepasó el 50%, lo que se interpretó como indicio de que la señal de habla permanece ininteligible hasta que el perceptor no dispone de suficiente información contextual para formular hipótesis sobre el contenido fonético del mensaje. Esta información contextual incluye información léxica y supraléxica (prosódica, sintáctica y semántica), dado que de no ser así, los sujetos hubieran podido identificar fonemas a partir de las palabras sueltas suministradas, cosa que no fueron capaces de hacer.

A pesar de sus llamativos resultados, el experimento no puede aducirse como prueba contundente a favor del carácter activo de los procesos de percepción del habla. Esto se debe a que el juicio que se les pedía a los sujetos era de reconocimiento de palabras, y NO un juicio estrictamente perceptivo. Por consiguiente, se puede argüir que el nivel de procesamiento involucrado en esta tarea incluye otros procesos además de los propiamente destinados a la identificación de fonemas.

Las pruebas más fehacientes del influjo de procesos superiores de reconocimiento sobre mecanismos perceptivos elementales, proceden del estudio de fenómenos que caen dentro de la categoría de las “ilusiones perceptivas”.

Tres de estos fenómenos son:

  • El efecto de restauración de fonemas (Warren): consiste en la sustitución inconsciente de material fonético, ausente de la señal acústica, por un estímulo de no habla presente en la señal. A los sujetos se les presentaba auditivamente oraciones como: “Los gobernantes se reunieron con sus respectivas legi*laturas antes de mayo” en el ej., sustituían el fonema /s/ por un sonido de no habla (tos o un zumbido); más tarde se les preguntaba si notaban la falta de algún sonido y dónde. La mayoría afirmaron haber percibido la palabra crítica intacta, o sea, con todos sus fonemas. Este efecto persistía incluso al repetir la grabación y aunque el sujeto supiera que en realidad el fonema /s/ había sido extraído de ella. El efecto desaparecía cuando el fonema ausente pertenecía a una pseudopalabra (ej.: apismatura). En posteriores estudios sobre este efecto, se pudo comprobar que la restauración también se efectúa cuando el fragmento sustituido abarca más de un fonema (ej.: “le***latura”). Así, cuando la ausencia de información acústica origina una secuencia ambigua desde el punto de vista léxico (ejm. ca*a, donde la restauración de un fonema u otro puede dar lugar a distintas palabras “casa”, “cama”, etc.), y además se dispone de un contexto oracional desambiguante (ej. “la ca*a no tenía puertas”), el efecto de restauración se acomoda a una palabra semánticamente congruente con el contexto oracional inmediato.

  • El efecto de restauración de errores: es cuando el sujeto, también de forma inconsciente, sustituye EE de habla erróneos por las formas correctas (ej. “serveza” por “cerveza”). Este efecto se registra con bastante consistencia con el uso de la tarea de seguimiento (shadowing), en la que el oyente recibe un mensaje verbal por vía auditiva y tiene que repetirlo en voz alta de forma simultánea. Las correcciones efectuadas por los sujetos son sensibles a información tanto léxica como sintáctica y semántica, por lo que sobre la marcha corrigen los 3 tipos de errores. Estos hallazgos ponen de relieve que la información lingüística de orden superior se halla disponible desde las primeras etapas del reconocimiento y puede influir sobre los procesos de percepción del habla continua.

  • La escucha selectiva: cuando a un oyente se le somete a una tarea de escucha dicótica, instruyéndole para que efectúa seguimiento de un solo canal y omita el otro, se comprobó que, si bien advierte cambios en el mensaje del oido no atendido (ej. una voz masculina por una femenina), NO es capaz de recordar el significado de dicho mensaje. Sin embargo, en ciertas circunstancias, el mensaje no atendido puede provocar interferencias en la tarea de seguimiento, cuando comparte ciertas características con el mensaje atendido (ej. semejanzas acústicas, léxicas, semánticas). Asimismo, cierta información del mensaje no atendido puede influir sobre el procesamiento del mensaje atendido: Lackner y Garrett: si un mensaje atendido contiene una palabra ambigua, y el no atendido presenta una palabra asociada con uno de los significados de la palabra ambigua, el oyente hace uso de esta información para interpretar el mensaje presentado por el canal atendido. Ej.: “El hombre divisó la presa a lo lejos”, la palabra “presa” se interpretaba en su acepción de “víctima” cuando en el canal no atendido se presentaba la palabra “animal”, y en su acepción de “embalse” cuando la palabra no atendida era “agua”.

Conclusiones: los procesos de reconocimiento del habla están abiertos a influencias de niveles superiores de procesamiento: es decir, la información léxica, sintáctica y semántica impone restricciones sobre los procesos de percepción del habla continua, y estas restricciones operan de forma automática e inconsciente.

No obstante, se debe subrayar que la percepción del habla es un proceso sujeto a 2 tipos de determinantes:

  • restricciones impuestas por las propiedades físicas de la señal y,

  • restricciones impuestas por las representaciones lingüísticas que se recuperan en niveles superiores de procesamiento.

Ambas clases de información convergen e interactúan en algún punto. Lo difícil es establecer a partir de qué momento del procesamiento de la señal comienzan a ejercer sus efectos los procesos de identificación de unidades lingüísticas de carácter superior (ej. palabras y oraciones). Los procesos de reconocimiento de palabras podrían ser un terreno adecuado para ello.
PERCEPCIÓN DEL LENGUAJE ESCRITO (optativo)

Examinaremos los componentes básicos de los procesos de lectura ubicados en el nivel perceptivo. Comenzando por el estrato más básico de la percepción visual del lenguaje, nos encontramos con 2 problemas: es importante determinar cuáles son los niveles de representación de la información visual que median entre la señal estimular y el léxico; y es preciso conocer los mecanismos a través de los cuales se extrae la información visual del texto durante la lectura, y el funcionamiento de éstos.
Niveles de procesamiento en la lectura y sus relaciones

El lenguaje escrito, lo mismo que el oral, consta de diversas clases de unidades que se superponen jerárquicamente. Así, los textos, unidades mayores, se componen de oraciones; las letras están constituidas por unidades más pequeñas: los trazos o rasgos visuales (líneas verticales, horizontales, etc.). Atendiendo a esta característica, la lectura puede definirse como un proceso de identificación de estas diversas clases de unidades, y de su integración en unidades superiores y, ocasionalmente a la inversa, como un proceso de descomposición de unidades mayores (ej. palabras) en unidades más elementales (ej. letras).

Una idea que ha recibido abundante confirmación empírica, es que las palabras son unidades “privilegiadas” de identificación durante la lectura. Las unidades “palabra” se identifican de ordinario con mayor rapidez que las letras o sílabas, es decir, el acceso a la palabra se produce antes que a las partes integrantes de la misma. A esta hipótesis se la conoce con el nombre de modelo de reconocimiento directo o global de palabras, y mantiene que los procesos de reconocimiento de letras y rasgos son independientes e innecesarios para los procesos de identificación de palabras. Es compatible con la observación de que las palabras (orales y escritas) se reconocen a menudo antes de ser percibidas (o presentadas) en su totalidad.

El efecto de superioridad de la palabra, (Catell y Pillsbury) es el efecto experimental más contundente a favor del “modelo de reconocimiento global de palabras. Según este efecto, la latencia de reconocimiento de una letra (ej. “L”) es más breve, y superior el porcentaje de identificaciones correctas de la misma cuando la letra forma parte de una palabra (ej. ABRIL), que cuando forma parte de una no-palabra (ej. IRBAL).

Pollatsek y Rayner explican este efecto con 2 interpretaciones alternativas:

  1. en términos de “arriba-abajo”: afirma que el sistema de reconocimiento dispone de “plantillas” o representaciones internas globales de las palabras a las que se acopla la entrada sensorial, sin que haya intervención de representaciones intermedias (rasgos y/o letras).

  2. una interpretación interactiva: apela a un procesamiento en paralelo de letras y palabras, de modo que la identificación de una palabra facilita la identificación de las letras que la componen. Esta interpretación ha sido formulada en términos de un modelo conexionista o de activación interactiva (McClelland y Rumelhart): a raíz de la presentación de un estímulo visual, se produce una activación en cascada de los nodos de rasgos, letras y palabras que configura un patrón de activación global en el sistema. Las unidades que alcanzan niveles superiores de activación son “seleccionadas” para la decisión perceptiva. Así, puede suceder que una palabra alcance el nivel requerido de activación antes que algunas de las letras que la integran, o que una determinada letra consiga sumar más activación cuando se halla incluida en una palabra que cuando está aislada, o pertenece a una no-palabra.

Los modelos de plantillas han sido criticados en psicología de la percepción por su incapacidad para librarse de los rasgos más superficiales e irrelevantes de los EE. Parece incuestionable que nuestra memoria no puede almacenar tantas plantillas correspondientes a una determinada palabra, como formas visuales distintas puede adoptar (¿algún lector tiene dificultades para descifrar alguna de estas versiones de la misma palabra?: ABRIL, abril, aBrIL, AbRiL).

De lo expuesto, las letras (y probablemente sus rasgos visuales) son unidades que tienen un papel específico y relevante en el procesamiento lector, aunque su identificación se vea desplazada por la saliencia perceptiva de las palabras. Hay razones para creer que el proceso de identificación de rasgos y letras se inicia antes (aunque concluya después) que el de palabras.

En cuanto al carácter serial o paralelo de los procesos de identificación de letras en palabras, los datos son contradictorios:

  • La evidencia más concluyente a favor de la identificación serial de las letras, procede de estudios cronométricos de la duración de las fijaciones oculares durante la lectura. Just y Carpenter, han comprobado que las fijaciones oculares presentan una duración proporcional a la longitud, medida en número de letras, de la palabra sobre la que se fija la mirada, cosa que no tendría por qué ocurrir si las letras fuesen procesadas en paralelo.

  • Frente a estos resultados, hay pruebas de que los mecanismos de identificación de letras pueden abarcar varias letras de una vez (paralelo). Así lo confirma, por ejemplo, la observación de que las palabras con caja alterna entre letras mayúsculas y minúsculas (ej. aBrIl) se leen más despacio que las de caja uniforme (ej. abril o ABRIL).

Como hemos comprobado, la cuestión de la naturaleza de las unidades de procesamiento (rasgos vs fonemas o letras vs palabras, en la percepción; sílabas vs palabras, en el reconocimiento léxico; o cláusulas vs proposiciones en la comprensión de oraciones), es un debate inconcluso. En gran medida, ello se debe a que la elección de unidades óptimas de procesamiento en tareas de actuación lingüística es un fenómeno sujeto a numerosos factores condicionantes.

En el caso de la lectura, se han señalado 4:

  1. El contexto en el que se halla la palabra.

  2. Ciertas características de la palabra (longitud, frecuencia de uso, regularidad ortográfica o semejanza con otras palabras), tienen que introducir variaciones en las estrategias de identificación.

  3. La destreza del lector puede facilitar o dificultar la utilización de ciertas estrategias de análisis visual y acceso al léxico.

  4. La naturaleza de la tarea: algunas tareas empleadas en la investigación (ej. detección de EE) resultan artificiales y, por ello, pueden requerir el empleo de estrategias ad hoc de las que no se hace uso en la lectura en condiciones naturales.


Mecanismos de extracción de la información visual

El uso de la técnica de registro de los movimientos oculares durante la lectura, presenta 2 ventajas metodológicas:

  1. permite examinar lo que ocurre en los procesos de identificación del lenguaje escrito en condiciones más naturales.

  2. garantiza una medida simultánea o “en curso” (on-line) de las actividades cognitivas que acontecen durante la lectura.

Al leer, la mirada se desplaza por el texto en dirección izquierda-derecha. Este desplazamiento no es continuo y uniforme, sino que avanza a pequeños saltos discontinuos, (la mirada NO barre cada una de las letras del texto) se posa en sucesivos puntos del mismo a gran velocidad. A estas rápidas secuencias de movimientos discontinuos son los movimientos sacádicos. Después de cada movimiento sacádico existe un periodo de duración variable en el que la mirada queda detenida en un punto del texto; son las llamadas fijaciones oculares. Su objeto extraer la información visual necesaria para la identificación del lenguaje escrito, y presentan una duración variable (200 - 250 mseg.). Asimismo, los movimientos sacádicos presentan una duración variable, dependiendo de la longitud o distancia entre cada dos puntos de fijación, (sacádico típico entre 25 - 50 mseg). A la región de texto que queda entre dos puntos de fijación, se le denomina ámbito de fijación.

Además de los movimientos sacádicos, hay otro tipo de movimientos oculares que avanzan en sentido inverso a los sacádicos (derecha- izquierda), que se denominan regresiones y se utilizan para retroceder hacia zonas del texto previamente leídas, y que requieren una “segunda pasada” o revisión. Estos movimientos regresivos, constituyen normalmente entre un 15 y 20% del total de movimientos oculares efectuados en la lectura.

Pese a la ilusión de continuidad y linealidad que experimentamos durante la lectura, empleamos cerca del 90% del tiempo dedicado a leer en detener la mirada en el texto, con el objeto de extraer información de él, y tan sólo un 10% en recorrer el texto en busca de información nueva.

Ahora bien, ¿cómo se extrae la información de la página escrita? Hay dos factores que ayudan a esclarecer esto:

  • Por una parte, la distribución de fijaciones oculares, es decir, los puntos del texto en los que se fija la mirada.

  • El segundo factor son aquellos indicios que contribuyen a desvelar los procesos que se ponen en marcha durante cada fijación ocular, como es la duración de las fijaciones, y el ámbito o región del texto que abarca cada fijación ocular.


Ámbito de fijación y unidades lingüísticas

La amplitud media de los movimientos sacádicos es 8-10 caracteres (tanto letras como espacios), pero existe gran variabilidad entre personas. El límite superior del ámbito de fijación está en torno a los 20 caracteres, lo que hace suponer que NO todas las palabras reciben una fijación ocular. En general, las palabras cortas (hasta 3 letras) son “saltadas” con mayor frecuencia que las largas; las de mayor frecuencia de uso reciben menos fijaciones y de menor duración que las menos frecuentes; las palabras funcionales (o de clase cerrada) reciben menos fijaciones y más breves que las de contenido (o de clase abierta), ya que además de ser más cortas (en general), las funcionales suelen ser más frecuentes que las de contenido. Sin embargo, no resulta fácil desentrañar, en cada caso, cuáles son los motivos específicos que justifican la preferencia por realizar fijaciones en ciertas clases de unidades lingüísticas, ni tampoco, calibrar el tiempo de fijación. Así, en el caso del procesamiento visual de palabras, se constata la importancia de factores como la longitud, la frecuencia de uso o la clase de vocabulario. Asimismo, se ha descubierto que los verbos principales de las oraciones suelen registrar más fijaciones y de mayor duración.
Alcance perceptivo e integración de información en fijaciones sucesivas

Un inconveniente de la técnica de registro de movimientos oculares es su imprecisión en lo que concierne a las causas de la duración de las fijaciones. Una parte sustancial del tiempo de fijación se consume en procesos de niveles superiores (léxicos, sintácticos y semánticos). Ahora bien, lo que interesa es determinar qué ocurre durante el tiempo de fijación. Un aspecto a destacar de los movimientos sacádicos es que son de naturaleza balística: una vez iniciados no admiten correcciones sobre la marcha. Por ello, el punto de destino de cada movimiento sacádico debe estar establecido de antemano. La única manera de explicar esta especie de “don adivinatorio” es que el sistema visual tiene acceso a la información situada por delante (o a la derecha) del punto de fijación, y utiliza esa información para programar el alcance del siguiente desplazamiento.

También se ha comprobado que el ritmo de lectura es más veloz cuando al lector se le muestran simultáneamente la palabra que ocupa el punto de fijación y la que le sigue, que cuando tan sólo se le muestra en pantalla la palabra fijada.

La técnica usada para desvelar el tamaño de la región que abarca cada fijación es la técnica de la ventana móvil(Mcconkie y Rayner), que consiste en acotar una región de texto alrededor del punto de fijación y mantenerla constante a medida que el sujeto va desplazando su mirada a lo largo del texto. La amplitud de esta “ventana móvil” y su localización son establecidas y controladas por el experimentador. Así, el sujeto dispone sólo de un fragmento del texto. Un dato interesante recogido mediante el uso de esta técnica es que cuando la región exterior a dicha ventana se halla ocupada por letras y espacios asignados aleatoriamente (ej. A), los sujetos rara vez son conscientes de los cambios en el desplazamiento a lo largo del texto; en cambio, si la región exterior está formada por una secuencia de X (ej. B), los lectores sí distinguen entre la porción de texto interna a la ventana y la zona exterior a la misma.

La oración completa sería: “Con mucho, la sustancia simple más abundante en la biosfera

Ejemplo A: Oqm kxemw, fa sustancia simple zif ewipsldyf vr pq copzmwlh

Ejemplo B: xxx xxxxx, xa sustancia simple xxx xxxxxxxxx xx xx xxxxxxxx

Para Pollatsek y Rayner, esto revela que el alcance perceptivo puede exceder la región percibida por la visión periférica. ¿Entonces, cómo se integra la información obtenida en 2 fijaciones sucesivas?. Rayner intentó responder a esta pregunta con latécnica de los límites. Consiste en seleccionar una palabra crítica de un texto que ha sido objeto de una fijación durante la lectura (ej. “boda”) y reemplazar esta palabra por otra (ej. “cera”) o por cualquier otro estímulo gráfico.

Los experimentos en los que se empleó la técnica de los límites ofrecen resultados contradictorios, aunque parecen indicar que, cuando el estímulo sustituyente comparte con la palabra original las primeras letras (ej. boxx y boda, o bota y boda), se da un efecto de facilitación, es decir, una reducción en el tiempo de fijación de la palabra crítica. No obstante, cuando la semejanza entre ambos EE es semántica (ej. coche-auto, pelea-lucha), el efecto facilitador desaparece por completo. En suma, no hay pruebas de que exista significación funcional en la codificación parafoveal de otros EE, que no sean las representaciones abstractas de las letras.
La percepción del lenguaje oral y escrito: algunas conclusiones

Podemos destacar unos pocos puntos convergentes entre los procesos de identificación del habla y del lenguaje escrito, y algunos puntos más de divergencia. Entre los convergentes hay que señalar la presencia de niveles de procesamiento similares en ambas modalidades. Los procesos de percepción del lenguaje tienen un cometido común, la obtención de una representación de los elementos léxicos que integran el mensaje verbal.

Entre las divergencias más notorias, el distinto papel que se debe atribuir a las características físicas de la entrada sensorial, que en el caso de la escritura, no parecen suscitar dificultades de decodificación e integración comparables a las que plantea el lenguaje oral. Problemas como el de ausencia de invarianza o la segmentación fonética no parecen existir en el dominio del procesamiento visual del lenguaje. Si bien, es verdad que nos hemos limitado al lenguaje escrito que menos problemas se segmentación e identificación puede generar, el lenguaje impreso. No hay duda de que la escritura manual es más variable e irregular que el lenguaje impreso, y tiene que plantear forzosamente problemas de segmentación similares a los que suscita el lenguaje oral. Una segunda divergencia radica en la mayor relación de interdependencia que hay entre la percepción y la producción del habla, frente a una más clara autonomía funcional de los procesos de lectura, con respecto a la escritura, a excepción, naturalmente, de la percepción de la escritura manual.


TEMA 5

RECONOCIMIENTO Y COMPRENSIÓN DE PALABRAS
INTRODUCCIÓN
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