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Teoría auditiva de la percepción del hablaSegún esta teoría, la percepción del habla no requiere ningún sistema especializado de procesamiento, sino que el habla se percibe por medio de los mismos mecanismos que cualquier otro estímulo auditivo. A diferencia de la teoría motora, los enfoques auditivos tienden a rechazar la idea de que la percepción del habla sea específica de “dominio y especie”. Rechazan las explicaciones basadas en mecanismos de análisis por síntesis a favor de mecanismos en general más analíticos. Asi, los partidarios de este tipo de explicación, tienden a investigar los mecanismos de procesamiento temprano de la señal, situados en los niveles auditivos de análisis. Esto puede traer 2 consecuencias diferentes:
LA PERCEPCIÓN DEL HABLA CONTINUA El habla no se puede producir segmento a segmento, sino únicamente de forma continua. Esto es una de las paradojas de la percepción del habla, que siendo el habla humano un estímulo que se despliega de forma continua, tenga que pasar por un estadio en el que se identifican segmentos discretos. Los sonidos del habla se encuentran inmersos en un contexto lingüístico (sílabas, palabras, oraciones, etc.) que el sujeto perceptor analiza e interpreta mediante procesos que operan de forma concurrente con los procesos de identificación de sonidos. Por consiguiente, es posible que los procesos psicolingüísticos más inmediatos a los de la percepción del habla (ej. reconocimiento de palabras, análisis sintáctico o comprensión del significado oracional) ejerzan un influjo descendente o de “arriba-abajo” sobre ellos. Una consecuencia bastante obvia del carácter activo de la percepción del habla continua es que no es preciso identificar todos y cada uno de los segmentos fonémicos de la entrada sensorial para acceder a otros niveles superiores de procesamiento, tales como el reconocimiento de palabras. En consecuencia, puede decirse que a partir de los niveles de análisis fonético y fonológico, se produce una interacción entre procesos de identificación de segmentos fonéticos a partir de claves acústicas, por un lado, y procesos de acceso al léxico a partir de representaciones fonológicas, por otro. Ejemplos de interacción entre procesos perceptivos y procesos lingüísticos de orden superior: un experimento de Pollack y Pickett en el que se presentaba a los oyentes fragmentos de una conversación, consistentes en palabras completas extraídas de su contexto oracional, y se les pedía que las identificaran. El porcentaje de RR correctas apenas sobrepasó el 50%, lo que se interpretó como indicio de que la señal de habla permanece ininteligible hasta que el perceptor no dispone de suficiente información contextual para formular hipótesis sobre el contenido fonético del mensaje. Esta información contextual incluye información léxica y supraléxica (prosódica, sintáctica y semántica), dado que de no ser así, los sujetos hubieran podido identificar fonemas a partir de las palabras sueltas suministradas, cosa que no fueron capaces de hacer. A pesar de sus llamativos resultados, el experimento no puede aducirse como prueba contundente a favor del carácter activo de los procesos de percepción del habla. Esto se debe a que el juicio que se les pedía a los sujetos era de reconocimiento de palabras, y NO un juicio estrictamente perceptivo. Por consiguiente, se puede argüir que el nivel de procesamiento involucrado en esta tarea incluye otros procesos además de los propiamente destinados a la identificación de fonemas. Las pruebas más fehacientes del influjo de procesos superiores de reconocimiento sobre mecanismos perceptivos elementales, proceden del estudio de fenómenos que caen dentro de la categoría de las “ilusiones perceptivas”. Tres de estos fenómenos son:
Conclusiones: los procesos de reconocimiento del habla están abiertos a influencias de niveles superiores de procesamiento: es decir, la información léxica, sintáctica y semántica impone restricciones sobre los procesos de percepción del habla continua, y estas restricciones operan de forma automática e inconsciente. No obstante, se debe subrayar que la percepción del habla es un proceso sujeto a 2 tipos de determinantes:
Ambas clases de información convergen e interactúan en algún punto. Lo difícil es establecer a partir de qué momento del procesamiento de la señal comienzan a ejercer sus efectos los procesos de identificación de unidades lingüísticas de carácter superior (ej. palabras y oraciones). Los procesos de reconocimiento de palabras podrían ser un terreno adecuado para ello. PERCEPCIÓN DEL LENGUAJE ESCRITO (optativo) Examinaremos los componentes básicos de los procesos de lectura ubicados en el nivel perceptivo. Comenzando por el estrato más básico de la percepción visual del lenguaje, nos encontramos con 2 problemas: es importante determinar cuáles son los niveles de representación de la información visual que median entre la señal estimular y el léxico; y es preciso conocer los mecanismos a través de los cuales se extrae la información visual del texto durante la lectura, y el funcionamiento de éstos. Niveles de procesamiento en la lectura y sus relaciones El lenguaje escrito, lo mismo que el oral, consta de diversas clases de unidades que se superponen jerárquicamente. Así, los textos, unidades mayores, se componen de oraciones; las letras están constituidas por unidades más pequeñas: los trazos o rasgos visuales (líneas verticales, horizontales, etc.). Atendiendo a esta característica, la lectura puede definirse como un proceso de identificación de estas diversas clases de unidades, y de su integración en unidades superiores y, ocasionalmente a la inversa, como un proceso de descomposición de unidades mayores (ej. palabras) en unidades más elementales (ej. letras). Una idea que ha recibido abundante confirmación empírica, es que las palabras son unidades “privilegiadas” de identificación durante la lectura. Las unidades “palabra” se identifican de ordinario con mayor rapidez que las letras o sílabas, es decir, el acceso a la palabra se produce antes que a las partes integrantes de la misma. A esta hipótesis se la conoce con el nombre de “modelo de reconocimiento directo o global de palabras”, y mantiene que los procesos de reconocimiento de letras y rasgos son independientes e innecesarios para los procesos de identificación de palabras. Es compatible con la observación de que las palabras (orales y escritas) se reconocen a menudo antes de ser percibidas (o presentadas) en su totalidad. El “efecto de superioridad de la palabra”, (Catell y Pillsbury) es el efecto experimental más contundente a favor del “modelo de reconocimiento global de palabras”. Según este efecto, la latencia de reconocimiento de una letra (ej. “L”) es más breve, y superior el porcentaje de identificaciones correctas de la misma cuando la letra forma parte de una palabra (ej. ABRIL), que cuando forma parte de una no-palabra (ej. IRBAL). Pollatsek y Rayner explican este efecto con 2 interpretaciones alternativas:
Los modelos de plantillas han sido criticados en psicología de la percepción por su incapacidad para librarse de los rasgos más superficiales e irrelevantes de los EE. Parece incuestionable que nuestra memoria no puede almacenar tantas plantillas correspondientes a una determinada palabra, como formas visuales distintas puede adoptar (¿algún lector tiene dificultades para descifrar alguna de estas versiones de la misma palabra?: ABRIL, abril, aBrIL, AbRiL). De lo expuesto, las letras (y probablemente sus rasgos visuales) son unidades que tienen un papel específico y relevante en el procesamiento lector, aunque su identificación se vea desplazada por la saliencia perceptiva de las palabras. Hay razones para creer que el proceso de identificación de rasgos y letras se inicia antes (aunque concluya después) que el de palabras. En cuanto al carácter serial o paralelo de los procesos de identificación de letras en palabras, los datos son contradictorios:
Como hemos comprobado, la cuestión de la naturaleza de las unidades de procesamiento (rasgos vs fonemas o letras vs palabras, en la percepción; sílabas vs palabras, en el reconocimiento léxico; o cláusulas vs proposiciones en la comprensión de oraciones), es un debate inconcluso. En gran medida, ello se debe a que la elección de unidades óptimas de procesamiento en tareas de actuación lingüística es un fenómeno sujeto a numerosos factores condicionantes. En el caso de la lectura, se han señalado 4:
Mecanismos de extracción de la información visual El uso de la técnica de registro de los movimientos oculares durante la lectura, presenta 2 ventajas metodológicas:
Al leer, la mirada se desplaza por el texto en dirección izquierda-derecha. Este desplazamiento no es continuo y uniforme, sino que avanza a pequeños saltos discontinuos, (la mirada NO barre cada una de las letras del texto) se posa en sucesivos puntos del mismo a gran velocidad. A estas rápidas secuencias de movimientos discontinuos son los movimientos sacádicos. Después de cada movimiento sacádico existe un periodo de duración variable en el que la mirada queda detenida en un punto del texto; son las llamadas fijaciones oculares. Su objeto extraer la información visual necesaria para la identificación del lenguaje escrito, y presentan una duración variable (200 - 250 mseg.). Asimismo, los movimientos sacádicos presentan una duración variable, dependiendo de la longitud o distancia entre cada dos puntos de fijación, (sacádico típico entre 25 - 50 mseg). A la región de texto que queda entre dos puntos de fijación, se le denomina ámbito de fijación. Además de los movimientos sacádicos, hay otro tipo de movimientos oculares que avanzan en sentido inverso a los sacádicos (derecha- izquierda), que se denominan regresiones y se utilizan para retroceder hacia zonas del texto previamente leídas, y que requieren una “segunda pasada” o revisión. Estos movimientos regresivos, constituyen normalmente entre un 15 y 20% del total de movimientos oculares efectuados en la lectura. Pese a la ilusión de continuidad y linealidad que experimentamos durante la lectura, empleamos cerca del 90% del tiempo dedicado a leer en detener la mirada en el texto, con el objeto de extraer información de él, y tan sólo un 10% en recorrer el texto en busca de información nueva. Ahora bien, ¿cómo se extrae la información de la página escrita? Hay dos factores que ayudan a esclarecer esto:
Ámbito de fijación y unidades lingüísticas La amplitud media de los movimientos sacádicos es 8-10 caracteres (tanto letras como espacios), pero existe gran variabilidad entre personas. El límite superior del ámbito de fijación está en torno a los 20 caracteres, lo que hace suponer que NO todas las palabras reciben una fijación ocular. En general, las palabras cortas (hasta 3 letras) son “saltadas” con mayor frecuencia que las largas; las de mayor frecuencia de uso reciben menos fijaciones y de menor duración que las menos frecuentes; las palabras funcionales (o de clase cerrada) reciben menos fijaciones y más breves que las de contenido (o de clase abierta), ya que además de ser más cortas (en general), las funcionales suelen ser más frecuentes que las de contenido. Sin embargo, no resulta fácil desentrañar, en cada caso, cuáles son los motivos específicos que justifican la preferencia por realizar fijaciones en ciertas clases de unidades lingüísticas, ni tampoco, calibrar el tiempo de fijación. Así, en el caso del procesamiento visual de palabras, se constata la importancia de factores como la longitud, la frecuencia de uso o la clase de vocabulario. Asimismo, se ha descubierto que los verbos principales de las oraciones suelen registrar más fijaciones y de mayor duración. Alcance perceptivo e integración de información en fijaciones sucesivas Un inconveniente de la técnica de registro de movimientos oculares es su imprecisión en lo que concierne a las causas de la duración de las fijaciones. Una parte sustancial del tiempo de fijación se consume en procesos de niveles superiores (léxicos, sintácticos y semánticos). Ahora bien, lo que interesa es determinar qué ocurre durante el tiempo de fijación. Un aspecto a destacar de los movimientos sacádicos es que son de naturaleza “balística”: una vez iniciados no admiten correcciones sobre la marcha. Por ello, el punto de destino de cada movimiento sacádico debe estar establecido de antemano. La única manera de explicar esta especie de “don adivinatorio” es que el sistema visual tiene acceso a la información situada por delante (o a la derecha) del punto de fijación, y utiliza esa información para programar el alcance del siguiente desplazamiento. También se ha comprobado que el ritmo de lectura es más veloz cuando al lector se le muestran simultáneamente la palabra que ocupa el punto de fijación y la que le sigue, que cuando tan sólo se le muestra en pantalla la palabra fijada. La técnica usada para desvelar el tamaño de la región que abarca cada fijación es la “técnica de la ventana móvil” (Mcconkie y Rayner), que consiste en acotar una región de texto alrededor del punto de fijación y mantenerla constante a medida que el sujeto va desplazando su mirada a lo largo del texto. La amplitud de esta “ventana móvil” y su localización son establecidas y controladas por el experimentador. Así, el sujeto dispone sólo de un fragmento del texto. Un dato interesante recogido mediante el uso de esta técnica es que cuando la región exterior a dicha ventana se halla ocupada por letras y espacios asignados aleatoriamente (ej. A), los sujetos rara vez son conscientes de los cambios en el desplazamiento a lo largo del texto; en cambio, si la región exterior está formada por una secuencia de X (ej. B), los lectores sí distinguen entre la porción de texto interna a la ventana y la zona exterior a la misma. La oración completa sería: “Con mucho, la sustancia simple más abundante en la biosfera Ejemplo A: Oqm kxemw, fa sustancia simple zif ewipsldyf vr pq copzmwlh Ejemplo B: xxx xxxxx, xa sustancia simple xxx xxxxxxxxx xx xx xxxxxxxx Para Pollatsek y Rayner, esto revela que el alcance perceptivo puede exceder la región percibida por la visión periférica. ¿Entonces, cómo se integra la información obtenida en 2 fijaciones sucesivas?. Rayner intentó responder a esta pregunta con la “técnica de los límites”. Consiste en seleccionar una palabra crítica de un texto que ha sido objeto de una fijación durante la lectura (ej. “boda”) y reemplazar esta palabra por otra (ej. “cera”) o por cualquier otro estímulo gráfico. Los experimentos en los que se empleó la técnica de los límites ofrecen resultados contradictorios, aunque parecen indicar que, cuando el estímulo sustituyente comparte con la palabra original las primeras letras (ej. boxx y boda, o bota y boda), se da un efecto de facilitación, es decir, una reducción en el tiempo de fijación de la palabra crítica. No obstante, cuando la semejanza entre ambos EE es semántica (ej. coche-auto, pelea-lucha), el efecto facilitador desaparece por completo. En suma, no hay pruebas de que exista significación funcional en la codificación parafoveal de otros EE, que no sean las representaciones abstractas de las letras. La percepción del lenguaje oral y escrito: algunas conclusiones Podemos destacar unos pocos puntos convergentes entre los procesos de identificación del habla y del lenguaje escrito, y algunos puntos más de divergencia. Entre los convergentes hay que señalar la presencia de niveles de procesamiento similares en ambas modalidades. Los procesos de percepción del lenguaje tienen un cometido común, la obtención de una representación de los elementos léxicos que integran el mensaje verbal. Entre las divergencias más notorias, el distinto papel que se debe atribuir a las características físicas de la entrada sensorial, que en el caso de la escritura, no parecen suscitar dificultades de decodificación e integración comparables a las que plantea el lenguaje oral. Problemas como el de ausencia de invarianza o la segmentación fonética no parecen existir en el dominio del procesamiento visual del lenguaje. Si bien, es verdad que nos hemos limitado al lenguaje escrito que menos problemas se segmentación e identificación puede generar, el lenguaje impreso. No hay duda de que la escritura manual es más variable e irregular que el lenguaje impreso, y tiene que plantear forzosamente problemas de segmentación similares a los que suscita el lenguaje oral. Una segunda divergencia radica en la mayor relación de interdependencia que hay entre la percepción y la producción del habla, frente a una más clara autonomía funcional de los procesos de lectura, con respecto a la escritura, a excepción, naturalmente, de la percepción de la escritura manual. TEMA 5 RECONOCIMIENTO Y COMPRENSIÓN DE PALABRAS INTRODUCCIÓN |