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Impacto ambiental de la ganadería de leche en Colombia y alternativas de solución Enrique Murgueitio Fundación Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) Cali, Colombia enriquem@cipav.org.co Resumen Este artículo contiene una breve reseña histórica sobre las actividades ganaderas en América Latina evidenciando la fuerte tradición cultural de esta actividad a partir de los conquistadores, luego describe los principales impactos ambientales de la ganadería en la actualidad con énfasis en los efectos sobre la ocupación del territorio, los suelos y el agua. Se presentan datos recientes de investigaciones realizadas por el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) en el departamento del Quindío (Colombia) sobre los impactos de la ganadería de pastoreo intensivo para leche sobre el suelo y el agua. Los datos sobre este último recurso son inéditos. Se revisan una serie de alternativas para reducir los daños ocasionados e iniciar una nueva era de ganadería basada en principios de sostenibilidad que incluye una activa gestión en las microcuencas (revegetalización, protección de nacimientos, reducción de vertimientos contaminantes) y la transformación de los pastizales homogéneos en sistemas silvopastoriles. Finalmente se discute sobre la posibilidad de articular estos cambios con la generación de servicios ambientales (Captura de Carbono, Biodiversidad y Calidad de Agua) que tendrá como prueba un proyecto piloto regional en Costa Rica, Colombia y Nicaragua que inició actividades el presente año. Palabra claves: Ganadería de leche, impacto ambiental, suelos, agua, microcuencas, sistemas silvopastoriles, reconversión, servicios ambientales. Breve reseña histórica En épocas prehispánicas en algunos territorios de la cordillera de los andes en Bolivia, Perú y Ecuador se logró la domesticación de especies animales como la llama Lama glama, la alpaca Lama pacos y el cuy o curí Cavia porcellus (Patiño 1970, Pinzón 1984). No hay evidencia que esto sucediera en territorio colombiano a excepción del sur de Nariño hasta donde llegó la influencia del imperio INCA. A diferencia de América, en España y Portugal hace cinco siglos la ganadería tenía gran importancia económica y política para la sociedad ibérica. Estaba adaptada a condiciones de permanente movilidad debido a las guerras que durante varios siglos tuvieron lugar en toda la península contra los moros y era consideraba como una de las más desarrolladas de Europa en esa época (Patiño 1970). Los animales domésticos que hoy ocupan la mayor proporción de las poblaciones pecuarias de América llegaron en las naves de los españoles desde el segundo viaje de Cristóbal Colón hace cinco siglos a las islas del Caribe y de ahí fueron trasladadas al continente a través de las distintas expediciones de conquista (Pinzón 1984). Los conquistadores ibéricos, vinieron acompañados a América por los equinos y perros mastines, animales destinados al combate que serían definitivos para la victoria militar sobre las grandes civilizaciones azteca e inca y las demás culturas y pueblos indígenas. Pero también con ellos llegaron otros animales utilizados para el transporte como asnos y mulas, la alimentación y el vestido como los bovinos, ovinos, caprinos y porcinos (Bennett y Hoffmann 1992). La ganadería se inició en América aprovechando los ecosistemas de sabanas naturales presentes en varias regiones del Caribe, la Orinoquia y la Pampa argentina. Poco a poco avanzaría acompañando los desmontes de los bosques de los ecosistemas secos y húmedos así como las laderas de las montañas y los altiplanos. Los animales ibéricos con el paso del tiempo se fueron adaptando a las nuevas condiciones y varios núcleos se transformaron en razas regionales llamadas criollas por los expertos. La importación de animales de razas europeas como Shorthorn, Aberdeen Angus, Holstein, Charolais y Normando más especializadas hacia la producción de leche o carne solo se daría en la época republicana a finales del siglo XIX e inicios del XX. Más importante para la transformación de millones de hectáreas fue, la difusión de gramíneas africanas como el puntero (Hyparrhenia rufa), gordura o yaraguá (Melinis minutiflora) y Guinea (Panicum maximum) por su agresividad, tolerancia al fuego y la capacidad de producir semillas de fácil multiplicación en grandes cantidades. El uso del fuego se aplicó como estrategia de manejo para repeler la sucesión vegetal y también como herramienta de transformación de bosques nativos (Parsons 1972). Las zonas bajas con climas extremos bien por largas sequías, altas temperaturas o exceso de lluvias fueron barreras para los bovinos europeos hasta la introducción de las razas cebuinas en el siglo XIX en Brasil y en el primer tercio del siglo XX en Colombia. En las regiones semidesérticas naturales y en expansión por efectos antrópicos, los pobladores mestizos han contado con las cabras y los burros como principal actividad productiva. Las zonas inundables de las grandes cuencas hidrográficas invadidas por gramíneas agresivas y poco consumidas por los bovinos dejaron de ser una barrera natural para la ganadería con la introducción del búfalo de río asiático en el siglo pasado. En las regiones de alta montaña y altiplanos donde el clima más moderado permite la crianza y reproducción de las razas europeas especializadas, la importación desde las montañas africanas del pasto kikuyo(Pennisetum clandestinum) alrededor de 1920 (Parsons 1972) marcó un momento definitivo para el inicio de la producción de leche destinada al creciente mercado urbano. Con el tiempo estos animales de pastoreo fueron determinantes para consolidar el modelo político y económico de control del territorio a través de la propiedad privada, que luego pasó de las colonias ibéricas a las repúblicas y perdura hasta nuestros días de diferentes maneras. La ganadería basada en pastoreo ha realizado el mayor cambio en los paisajes rurales hasta llegar a una escala continental y debe reconocerse como un proceso de enormes repercusiones ambientales y sociales (Bennett y Hoffmann 1992). Ganadería bovina y ocupación del territorio El término ganadería bovina incluye una variedad de sistemas productivos manejados por distintos grupos sociales, situados en distintos biomas terrestres y por lo tanto enmarcados en diferentes regímenes climáticos, tipos de suelos y formaciones vegetales (Murgueitio y Calle 1998). En América tropical la mayor proporción de ecosistemas naturales transformados se encuentra en sistemas ganaderos de pastoreo y suman en la actualidad 548 millones de hectáreas (33% de la región y 11% de las tierras agrícolas del mundo). Esto significa que el 77% de la frontera agropecuaria (agroecosistemas) son sistemas destinados al pastoreo de animales domésticos con predominio de los bovinos sobre otras especies como ovinos, equinos, cabras y búfalos (FAO 1996). La ganadería se practica muchas veces en sitios inapropiados lo que promueve la degradación ambiental, como en la Amazonia donde ya un 35% de las pasturas están abandonadas ante el fracaso económico y los suelos improductivos (Da Silva et al 1996). En América Central las pasturas se degradan en una alta proporción (> 40%) y son dominadas por especies nativas de baja calidad y productividad, con cargas animales inferiores a 0,7 UA ha-1 (Szott et al 2000). Un fenómeno similar ocurre en grandes áreas de Suramérica. La degradación de pasturas está asociada con baja eficiencia de producción, pérdida de biodiversidad y emisiones de gases de calentamiento global (Veldkamp 1993; Kaimowitz 1996). Una investigación reciente evidenció las tendencias históricas del poblamiento de Colombia y su relación con la transformación de los ecosistemas naturales en cinco períodos desde antes de la conquista española hasta nuestros días. Se encontró una estrecha relación entre la baja densidad de la población rural con la alta transformación de los ecosistemas con presencia de pastizales. Este patrón es más marcado en zonas bajas, menos de 1000 metros sobre el nivel del mar, que en la región andina y se manifiesta a una tasa más rápida en los períodos 1920-1970 y 1970-1990 donde la presencia de pastos en las nuevas áreas es de 94,1 y 97,2%, respectivamente (Etter y Wynaagarden 2000). Como en muchas regiones del continente americano, la ganadería en Colombia sigue siendo un símbolo de poder económico y político y de apropiación legal del territorio. También para muchos es un negocio de largo plazo caracterizado por un menor riesgo que la agricultura y otras actividades rurales. La acumulación de todo tipo de capitales a lo largo de la historia se invierte con frecuencia en ganadería (Murgueitio y Calle 1999). Los sistemas de pastoreo que ocupan la mayor parte de la frontera agropecuaria son desarrollados por una diversidad de actores sociales y tienden a expandirse en todos los biomas de las cinco regiones biogeográficas del país (Murgueitio 1999). Las cifras del uso del suelo en los últimos años evidencian la misma tendencia de ampliación de pasturas. Así entre el año 1987 y 1999 el área utilizada para la ganadería se incrementó en un 208% y supera ya en 214% el potencial de uso por aptitud de suelos que es de 19,2 millones de hectáreas. En contraste en el mismo período la agricultura solo llegó al 30,9% de su potencial de aptitud. (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural 2001). En Colombia los sistemas ganaderos de pastoreo son ampliamente dominados por la especie bovina con alrededor de 26´088.000 cabezas, seguidos por ovinos con 2´540.000 millones, equinos 2´450.000 ejemplares, 963.000 caprinos, 760.000 asnos y 586.000 mulares (FAO 1996). También existe una pequeña pero creciente población de búfalos de río. En la región andina colombiana las actividades ganaderas ocupan todo tipo de terrenos y predios de tamaños que varían desde 1 ó 2 ha hasta más de 500 ha y son realizadas por empresarios agropecuarios de sistemas mixtos o exclusivamente ganaderos pero también por campesinos, indígenas y colonos. Los sistemas de producción ganadera tienden a ser de lechería en las zonas de altiplanos y altitudes entre 2000 y 3000 msnm; de doble propósito (carne y leche) en los climas medios (1000 a 2000 msnm) y páramos (>3500 msnm); de cría para carne en las zonas más bajas (500 a 1000 msnm) y hay sistemas menores para engorde (ceba), búfalos, ganado de lidia, ovinos y caprinos (Murgueitio 2002). Después de la región Caribe, los Andes son la zona de mayor población de ganado bovino. El total de reses de todas las edades para la región llega a 6´690.101 que representan el 31% del total nacional (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural 2000), pero la cifra debe ser mayor porque las estadísticas oficiales incluyen al departamento de Antioquia en la región norte (Caribe) y existe una importante población ganadera en este departamento que se ubica en los andes centrales y occidentales. Impactos ambientales de la Ganadería En la transformación de los ecosistemas naturales existe una conexión directa e indirecta entre la ganadería y la tala y quema de bosques. La magnitud con que este proceso se ha realizado en América Latina condujo en las décadas pasadas al señalamiento internacional de la ganadería como una gran amenaza ecológica del bosque tropical (Kaimowitz 1996). El impacto ambiental de estos sistemas fluctúa entre el desgaste absoluto e irreversible de los suelos hasta la restauración parcial de ecosistemas degradados. Pero también en las actividades pecuarias de pastoreo se generan otros impactos ambientales negativos como la erosión y compactación del suelo; la uniformidad genética al privilegiarse el monocultivo de gramíneas mediante quemas estacionales y eliminación de la sucesión vegetal por medios químicos (herbicidas) o físicos; la desecación de humedales; la construcción de vías de penetración; la demanda creciente de madera para cercos, corrales de manejo y camiones ganaderos; la contaminación del agua y el suelo por fertilizantes sintéticos y plaguicidas, así como las emisiones de gases producidas por la quema de combustibles en el transporte terrestre y fluvial de animales vivos o sus productos (Murgueitio 1999). Otros impactos agregados se generan en las industrias y agroindustrias que procesan carne, leche y pieles bien por vertimientos puntuales a las aguas y emisiones al aire o por el uso masivo de empaques no biodegradables (plásticos, polietilenos, mezclas de aluminio y plástico) para todos los insumos y productos (drogas, fertilizantes, suplementos, leche, queso) que se arrojan después de su uso y solo en el mejor de los casos terminan en los rellenos sanitarios de las grandes ciudades. Los impactos ambientales son diferentes según el sistema ganadero empleado. Lamentablemente existen muy pocas investigaciones destinadas a aclarar estas diferencias. Este vacío de conocimiento fue señalado como una de las dificultades mayores para asumir el reto de iniciar los procesos de reconversión ambiental y social que requiere la ganadería en general (Murgueitio 1999). En la Tabla 1 se resumenlos principales impactos de la Cadena Láctea en Colombia en sus cuatro etapas:
Se subraya la falta de información cuantitativa que permita precisar la magnitud de los impactos. Es de esperarse que este reto sea asumido por los primeros acuerdos de producción limpia entre el sector y las autoridades ambientales como en el caso de Antioquia o por actividades pioneras de los mismos productores como en el caso del Valle del Cauca.
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