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solidaridad y de valores comunes por encima de lo que le es dado instintualmente. La solución del animal al

hacinamiento es biológica e instintiva; la del hombre es social y política.

LA AGRESIÓN EN LA SELVA

Por fortuna, hay estudios recientes de animales en libertad que muestran claramente cómo la agresividad que

se observa en condiciones de cautividad no se presenta cuando los mismos animales viven en su habitat

natural.9

9. Los primeros estudios sobre el terreno de primates no humanos los hicieron H. W. Nissen (1931) con el chimpancé, H. C. Bingham (1932) con

el gorila y C. R. Carpenter (1934) con el mono aullador. Durante casi veinte años después de estos estudios, todo el asunto de los estudios de

campo de los primates quedó parado. Aunque en los años que mediaron se hizo cierto número de breves estudios sobre el terreno, no empezó una

nueva serie de observaciones cuidadosas por largo plazo sino mediados ios cincuentas, con la fundación del Japan Monkey Center du la

Universidad de Kyoto y el estudio que hizo S. A. Altrnan de la colonia de macacos de la India en Cayo Santiago. Actualmente hay bastante más

de cincuenta personas dedicadas a estos estudios. La mejor colección de trabajos sobre el comportamiento de los primates se halla en DeVore, ed.

(1965), con una bibliografía muy amplia. Entre los trabajos de este volumen quiero mencionar aquí el de fí. R. L. Hall y DeVore (1965), el de C.

H. Southwick, M. Btíg y M, R. Siddiqi (1965) sobre los macacos del norte de la India (Rhesus monkeys in north India); el de G. B. Schailer

(1965) sobre el comportamiento del gorila montañés {The behavior of the mountaingorilla); el de V. y F. Reynolds (1965) sobre los chimpancés

de la selva de Bodongo y el de Jane Goodall sobre Chimpanzees of the Gombe stream reserve. Goodal! prosiguió con la misma investigación

hasta 1965 y publicó sus ulteriores descubrimientos jurtu con los ante-

EL COMPORTAMIENTO ANIMAL

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Entre los simios, los cinocéfalos tienen la fama de ser algo violentos, y los han estudiado atentamente S. L.

Washburn e I. DeVore (J 971). Por razones de espacio sólo mencionaré la conclusión a que llegan Washburn

y DeVore, o sea que si no se trastorna la estructura social general, son poco agresivos; como quiera que sea,

el comportamiento agresivo se compone esencialmente de ademanes o posturas de amenaza. Es digno de

nota, considerando lo antes dicho sobre el hacinamiento, que no comunican haber observado combates entre

las tropillas de cinocéfalos que se reunían en el aguadero. Una vez contaron más de cuatrocientos en torno a

un bebedero y no observaron ningún comportamiento agresivo entre ellos. También observaron que los

cinocéfalos no eran nada agresivos con los animales de otras especies. Confirma y completa este cuadro el

estudio realizado con el cinocéfalo de Chacina (Papio ursinas) por K. R. L. Hall (1960). ~

.....*~-

El estudio del comportamiento agresivo entre los chimpancés, los primates más parecidos al hombre, ofrece

particular interés. Hasta hace unos años era casi nada lo que se sabía de su modo de vida en el África

ecuatorial. Pero últimamente se han llevado a cabo por separado tres estudios de observación de los

chimpancés en su habitat natural que presentan material muy interesante en relación con el comportamiento

agresivo.

V. y F. Reynolds, que estudiaron los chimpancés de la selva de Bodongo, comunican una incidencia de

agresión sumamente baja. "Duran-~tT~3'0TP'horas de observación vimos 17 conflictos con combate real o

actitudes de amenaza o enojo, y nunca con duración superior a unos cuantos segundos." (V. y F, Reynolds,

1965.) En cuatro sólo de estos diecisiete conflictos entraron dos machos adultos. Las observaciones con

chimpancés de la reserva del rí.o^GgrnJje por Jane Goodall son esencialmente iguales: "Se advirtió

comportamiento amenazador sólo en cuatro ocasiones en que un macho subordinado trató de comer antes que

el dominante . . . Raramente observamos casos de ataque y sólo en una ocasión vimos pelear a machos

maduros." (J. Goodall, 1965.) Por otra parte, hay "cierto número de actividades y gestos como el

comportamiento de cuidados sociales de la piel y el de cortejo", cuya función principal parece ser establecer

y mantener buenas relaciones entre los miembros de la comunidad chimpancé. Sus formaciones son en gran

parte temporales, y no pudieron descubrirse otras relaciones estables que las de madre-hijo, (7. Goodall,

1965.) No se observó una jerarquía de dominancia propiamente dicha entre estos chimpancés, aunque se

observaron setenta y dos interacciones de dominancia claramente caracterizada.

A. Kortlandt menciona una observación relativa a la incertidumbre de

riores con su nombre de casada. Jane van Lawíck-GoodaÜ (] 968). En lo que sigue me han servido también A. Kortlandt (1962) y K. R. L. Hall

(1964).

124 PRUEBAS CONTRA LA TESIS INSTINTIVISTA

en ocasión en que un macho adolescente estaba comiendo del único racimo maduro de una palmera. Un

macho mayor subió pero no trató de obligar al otro a irse sino que se puso junto ai joven y ambos comieron

mano a mano. En condiciones semejantes, un chimpancé subordinado llegaría hasta el dominante, pero antes

de ponerse a comer lo tocaría en los labios, los muslos o la región genital. La tolerancia entre los machos es

particularmente advertible en la estación del apareamiento, como por ejemplo, en la ocasión arriba descrita,

en que se observó la copulación de siete machos con una hembra sin que hubiera entre ellos señales de

agresión;uno de aquellos machos era adolescente. (J. van LawickGoodall, 1971.)

En gorilas observados en libertad, G. B. Schaller comunica que en general era pacífica la "interacción" entre

grupos. Hubo cargas de alarde agresivas por parte de un macho, como ya se dijo, y "una vez observé una

agresividad débil en forma de cargas incipientes contra intrusos de otro grupo por parte de una hembra, un

animal joven y un pequenuelo. La mayor parte de la agresividad intergrupal se limitó a miradas fijas y

bocados al aire". Schaller no presenció ataques agresivos serios entre gorilas. Esto es tanto más digno de

atención por cuanto los territorios domésticos de los grupos de gorilas no sólo se traslapaban, sino que parece

frecuente que los compartiera la población gorila, cosa que hubiera propiciado de sobra las fricciones. (G. B.

Schaller, 3963, 1965.)

Debemos conceder atención especial a lo que comunica LawickGoodall acerca del comportamiento de

alimentación, porque sus observaciones han sido utilizadas por algunos autores como argumento en favor del

carácter carnívoro o "depredador" de los chimpancés. Dice que "los chimpancés de la reserva del río Gombe

(y probablemente de la mayoría de los lugares por donde estT"ex"tendida toda esta especie) son omnívoros...

El chimpancé es primordialmente vegetariano; quiero decir que la mayor parte, con mucho, de los alimentos

que constituyen su régimen en general son vegetales". (J. van Lawick-Goodall, 1968.) Había algunas

excepciones a esta regla. En el curso de su primer estudio, ella o su ayudante vieron chimpancés comer ia

carne de otros mamíferos en veintiocho casos. Además, examinando muestras ocasionales de heces fecales

en los dos primeros años y medio y otras regulares en los dos y medio últimos, descubrió en total en el

estiércol restos de treinta y seis tipos de mamíferos, además de los que vieron devorar a los chimpancés.

Informa por otra parte de cuatro casos en aquellos años, tres de un chimpancé macho que agarraba y mataba

a un pequenuelo de cinocéfalo y otro en que fue muerto un mono rojo colobus, probablemente hembra, amén

de sesenta y ocho mamíferos (en su mayoría primates) devorados en cuarenta y cinco meses,

aproximadamente uno y medio por mes, por un grupo de cincuenta chimpancés. Estas cifras confirman la

declaración anterior del autor de que "el régimen de los chimpancés es en general vegetal" y por ello es

excepcional el que coman carne. Pero en su conocida

EL COMPORTAMIENTO ANIMAL

125

obra In the shadow of man dice la autora llanamente que ella y su marido vieron "chimpancés que comían

carne con bastante frecuencia" (J. van Lawick-Goodalí, 1971), mas sin mencionar los datos atenuantes de su

obra anterior, que señalan la relativa infrecuencia de la dieta cárnea. Insisto en esto porque en publicaciones

realizadas de acuerdo con este estudio se comenta el énfasis en el carácter "depredador" de los chimpancés,

con base en la versión de los datos de van Lawick-Goodall de 1971. Pero los chimpancés son omnívoros,

como han declarado muchos autores, y su régimen es principalmente vegetariano. Comen carne de vez en

cuando (en realidad raramente), y ese hecho no los hace carnívoros y menos animales depredadores. Pero el

empleo de las palabras "depredador" y "carnívoro" insinúa que el hombre nace con una destructividad innata.

TERRÍTORIALISMO y DOMINANCIA

En el cuadro popular de la agresividad animal ha influido mucho el concepto de territorialismo. La obra de

Robert Ardrey The territorial ímperative (1967j3e]ó en el público general la impresión de que en el hombre

domina el instinto de defender su territorio, instinto heredado de sus antepasados animales. Este instinto sería

una de las principales causas de la agresividad animal y humana. Es fácil sacar analogías, y a muchos les

seduce la idea tan a ía mano de que la fuerza de ese mismo instinto es la que ocasiona las guerras.

Pero esta idea es totalmente errada, por muchas razones. En primer lugar, hay muchas especies anímales a las

que no se aplica el concepto de territorialidad. "La territorialidad se encuentra sólo en los animales
superiores, como los vertebrados y los artrópodos, y aun en éstos en forma muy irregular." (J. P. Scott,

1968a.) Otros estudiosos del comportamiento, como Zing Yang Kuo,
se sienten "más bien inclinados a

pensar que la llamada 'defensa territorial' no es en definitiva sino un nombre imaginado para designar las

pautas de reacción a los extraños, con sabor de antropomorfismo y darwínismo decimonónico. Son

necesarias otras exploraciones experimentales más sistemáticas para decidir el caso." (Zing Yan Kuo, 1960.)

N. Tinbergen distingue entre el terrítorialismo de las especies y el del individuo: "Parece seguro que los

territorios se escogen ante todo con base en propiedades a que los animales reaccionan de modo innato. Esto

hace que todos los animales de la misma especie, o por lo menos de la misma población, escojan el mismo

tipo general de habitat. Pero la vinculación^ personal de un macho a su territorio -representación particular

del hábitat o criadero de la especie- es consecuencia de un proceso de aprendizaje."^) (R Tinbergen, 1953.)

126

PRUEBAS CONTRA LA TESIS INSTINTIVISTA

En la descripción de los primates hemos visto cuan frecuente es que los territorios se corten o traslapen. Si la

observación de los monos nos enseña algo es que los diversos grupos de primates son muy tolerantes y

flexibles en relación con su territorio y sencillamente no presentan un cuadro que autorice la analogía con

una sociedad que guarda celosamente sus fronteras e impide por medio de la fuerza la entrada a cualquier

"extranjero".

Es además erróneo por otra razón suponer que el territorialismo sea la base de la agresión humana. La

defensa del territorio cumple la misión de evitar la grave lucha que sería necesaria si invadieran el territorio a

tal grado que llegara a faltar el espacio. La pauta de amenaza en que se manifiesta la agresión territorial es el

modo instintivamente configurado de mantener el equilibrio espacial y la paz. El bagaje instintivo del animal

tiene la misma función que la organización jurídica en el hombre. De ahí que el instinto caduque cuando hay

otros medios simbólicos de demarcar un territorio y advertir: "prohibido el paso". Vale también la pena

recordar que, como después veremos, muchas guerras se desencadenan para conseguir ventajas de distintos

tipos y no en defensa contra ninguna amenaza al territorio. Los únicos que no lo piensan así son los fautores

de guerra.

Abundan también las impresiones erróneas acerca del concepto de dominancia. En muchas-especies, pero no

en todas, vemos que el grupo está organizado jerárquicamente. El macho más fuerte tiene preeminencia en la

comida, el sexo y los cuidados sociales de la piel sobre los otros machos que le son inferiores en jerarquía.''

Pero la dominancia, como el territorialismo, no existe de ninguna manera en todos los animales y tampoco se

halla regularmente en los vertebrados y mamíferos.

En lo referente a la dominancia entre los primates no humanos advertimos una gran diferencia entre algunas

especies de simios como los cinocéfalos y macacos, en que hallamos sistemas jerárquicos estrictos y bastante

bien desarrollados, y los antropoides, que tienen normas de dominancia mucho menos fuertes. Dice Schaller
a propósito de los gorilas montañeses:

Se observaron 110 veces interacciones definidas de dominancia. Lo más frecuente es que ésta se afirmara a

lo largo de angostas sendas cuando un animal pretendía tener el derecho de paso o en la elección de asiento,
en que el animal dominante suplantaba al subordinado. Los gorilas manifestaban su dominancia con un

mínimo de acciones. Por lo general un animal

II. Ks más raro que se trace un paralelo entre esta jerarquía y las raices "insliniivas" de la dictadura que entre el territorialismo y el patriotismo,

aunque no sería menos lógico. La razón de este diferente modo de razonar está probablemente en que es menos popular la idea de una base

instintiva para la dictadura que para el "patriotismo".

EL COMPORTAMIENTO ANIMAL

127

de categoría inferior sencillamente se quitaba del lugar en cuanto se acercaba uno superior o lo miraba fijamente por un momento. El ademán más

frecuentemente observado de contacto físico era un golpecito que el dominante aplicaba al cuerpo del subordinado con el dorso de la mano. (G.

B. Schaller, 1965.)

En su comunicación relativa a los chimpancés de la selva de Bodongo dicen V. y F. Reynolds:

Aunque había algunas señales de diferencias de categoría entre individuos, las interacciones de dominancia formaban una fracción mínima del

comportamiento observado en los chimpancés. No se hallaron pruebas de una jerarquía lineal de dominancia entre machos ni hembras; no se

observaron derechos exclusivos a las hembras receptivas, y no había jefes de grupo permanentes. (V. y F. Reynolds, 1965.)

En su estudio de los cinocéfalos se pronuncia T. E. Rowell contra todo el concepto de dominancia y dice que "las pruebas circunstancíales indican

que el comportamiento jerárquico parece ir de la mano con el estrés ambiental de diversos tipos, y con la fatiga por él producida, es el animal de

rango inferior eí que primero acusa síntomas fisiológicos (menor resistencia a las enfermedades, por ejemplo). Si es el comportamiento su-
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