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29. Lo que más habla contra el supuesto freudiano es que el hombre prehistó-lco no era más agresivo que el civilizado, sino menos. 30. Quiero señalar una vez más el cambio ds Freud acerca de la relación entre 460 LA TEORÍA FREUD1ANA DE LA AGRESIVIDAD 4. CRÍTICA AL MEOLLO DE ESTA TEORÍA Debemos ir ahora de la crítica inmanente a la teoría freudiana de los instintos de vida y muerte, a lo sustancial de su argumentación. Como se ha escrito mucho de esta necesidad no me pondré a discutir todos los puntos de esa crítica. Sólo mencionaré los que presenten un interés particular para mi punto de vista o que no hayan sido debidamente tratados por otros autores. Quizá esté la mayor debilidad del supuesto freudiano aquí, y en relación con algunos otros problemas, en el hecho de que el teórico y el edificador de sistemas que llevaba dentro iban más adelantados que el observador clínico. Además, Freud, se dejaba llevar exclusivamente por la imaginación intelectual, y no por la experimental; de no haber sido así, hubiera advertido que el sadismo, la agresividad, la destructividad, el dominio y la voluntad de poder son cualitativamente fenómenos muy diferentes, aunque no siempre esté claramente trazada la línea que los divide. Pero Freud pensaba en términos teóricos abstractos que entrañaban que todo cuanto no fuera amor era instinto de muerte, ya que toda tendencia tenía que entrar en la nueva dualidad. El resultado de poner tendencias psíquicas diferentes y parcialmente contrarias en una categoría tenía que conducir necesariamente a que no se entendiera ninguna de ellas; nos vemos así obligados a hablar en un lenguaje extraño acerca de fenómenos de que sólo podemos hablar lógicamente si nuestras palabras se refieren a formas de experiencia diferentes y específicas. Pero da fe de la capacidad que tenía Freud de transcender a veces su compromiso con una teoría dualista de los instintos el descubrimiento de que veía algunas diferencias de cualidad esenciales entre las diversas formas de agresividad, aunque no las distinguiera, con términos diferentes. He aquí las tres formas principales que advertía: 1. Impulsos de crueldad, independientes de la sexualidad, basados en los instintos conservadores del individuo; su objetivo es darse cuenta de los peligros reales y defenderse de los ataques. (Freud, 1905.) La función de esta agresión es la supervivencia, esto es, la defensa contra amenazas a los intereses vitales. Este tipo correspondería aproximadamente a lo que yo llamo "agresión defensiva". 2. En su concepto de sadismo veía Freud una forma de destructividad para la cual es placentero el acto de destruir, violentar, torturar (aunque explicaba la índole particular de esta forma de destructividad como una mezcla de placer sexual e instinto de muerte, no sexual). Este tipo correspondería al "sadismo". instinto y civilización. Según la teoría de la libido, la civilización entraña Ja represión de los anhelos sexuales y puede ser causa de neurosis. En su teoría nueva, la civilización conduce a la represión de la agresividad y produce enfermedades físicas. LA TEORÍA FREUDIANA DE LA AGRESIVIDAD 461 3O Finalmente, Freud reconocía un tercer tipo de destructividad que describía así: "Pero aun cuando emerge sin ningún propósito sexual, con el más ciego furor destructivo, no podemos dejar de reconocer que acompaña a la satisfacción de este instinto un grado extraordinariamente elevado de goce narcisista, debido a que presenta al ego la satisfacción de los deseos que éste tiene de omnipotencia." No es fácil decir a qué fenómeno se refiere aquí Freud, si a la destructividad pura de la persona necróñla o a la forma extrema del sádico miembro, ebrio de poder, de una turba linchadora o violadora. Tal vez radique la dificultad en el problema general de diferenciar entre las formas extremas de la furia sádica omnipotente y la necrofilia pura, dificultad que ya he comentado en el texto. Pero como quiera que sea, ello es que Freud reconocía fenómenos diferentes, mas abandonaba esta diferenciación cuando tenía que acomodar los hechos clínicos a sus requisitos teóricos. ¿Dónde quedamos después de analizar así la teoría freudiana del instinto de muerte? ¿Es éste esencialmente diferente de la idea que muchos psicoanalistas tienen de un "instinto destructor", o de la primera idea freudiana, la de la libido? Er el curso de este estudio hemos señalado cambios y contradicciones sutiles en el modo freudiano de tratar la teoría de la agresión. Hemos .visto tn la respuesta a Einstein cómo por un momento se entregó Freud a especulaciones que tendían a hacer su posición menos dura y menos susceptible de servir para justificar la guerra. Pero si miramos una vez más por encima del edificio teórico freudiano advertimos claramente que a pesar de todo eso, el carácter fundamental del instinto de muerte sigue en cierto modo la lógica del modelo hidráulico que Freud aplicara en un principio al instinto sexual. En toda sustancia viviente se engendra constantemente un deseo de muerte, que sólo deja una alternativa: o se hace la labor destructora del hombre dentro o se dirige al exterior en forma de "destructividdad" y salva al hombre de la autodestrucción destruyendo a los demás. Como dijo Freud: "La represión de la agresividad es en general insana y conduce a enfermedades (a la mortificación)." {S. Freud, 1938.) Resumiendo este examen de la teoría freudiana de los instintos de vida y muerte, es difícil evitar la conclusión de que Freud, desde 1920, se enredó en dos conceptos fundamentalmente diferentes y dos modos distintos de enfocar el problema de !a motivación humana. El primero, el conflicto entre conservación del individuo y sexualidad, era el concepto tradicional de razón contra pasión, obligación contra inclinación natural o hambre contra amor, fuerzas motrices del hombre. La segunda teoría, basada en el conflicto entre la inclinación a vivir y ia tendencia a morir, entre integración y desintegración, entre amor y odio, era del todo diferente. Podemos decir que se basaba en la idea popular de que el amor y el odio son las dos fuerzas que mueven al hombre, pero en realidad era algo más profundo y original: seguía la tradición platónica de Eros y consideraba el amor la energía que unifica toda la sustancia viva y garantiza la 462 LA TEORÍA FREUDIANA DE LA AGRESIVIDAD vida. Aún más concretamente, parece serguir la idea de Empédocles de que el mundo de las creaturas vivas sólo puede existir mientras siga la lucha entre las fuerzas opuestas de Discordia y Afrodita, o de amor (poder de atracción) y repulsión.3' 5. EL PRINCIPIO DE REDUCCIÓN DE LA EXCITACIÓN, BASE PARA EL PRINCIPIO DEL PLACER Y EL INSTINTO DE MUERTE Las diferencias entre la teoría freudiana antigua y la nueva no deben empero hacernos olvidar que había un axioma, hondamente fijado en la mente de Freud desde que estudió con von Brücke y que es común a ambas. Es el "principio de reducción de la tensión", subyacente en el pensamiento de Freud desde 1888 hasta su último estudio del instinto de muerte. Ya cuando empezaba su obra, en 1888, hablaba Freud de una "cantidad estable de excitación". (S. Freud, 1888.) Formuló el principio de una manera más explícita en 1892 cuando escribía: "El sistema nervioso tiende a mantener constante en sus relaciones funcionales algo que podríamos denominar la 'suma de la excitación1. Pone por obra esta precondición de la salud deshaciéndose asociativamente de todo aumento sensible de excitación (Erregungszuwachs) o descargándolo mediante una reacción motriz apropiada. " (S. Freud, 1892. Subrayado mío.) De acuerdo con eso definía así un trauma psíquico, según lo empleaba en su teoría de la histeria: "Cualquier impresión que el sistema nervioso tiene dificultad en eliminar mediante una reacción asociativa o motriz se convierte en trauma psíquico. " (S. Freud, 1892. Subrayado mío.) En el Proyecto de una psicología para neurólogos (1895a) hablaba Freud del "principio de inercia neurónica" que afirma que "las neuronas tienden a despojarse de Q. Y debe basarse en esto el entendimiento de la estructura y el desarrollo así como las funciones (de las neuronas)." (Freud, 1895a.) No está del todo claro lo que Freud entendía por Q. En este trabajo lo define como "lo que distingue la actividad del resto" (Freud, 1895a),32 refiriéndose a la energía nerviosa.33 En todo caso, esta- 31. Las semejanzas entre el concepto de Empédocles y el de Freud quizá no sean tan reales como parecen a primera vista. Para Empédocles, Amor es atracción entre desemejantes, y Discordia, atracción entre iguales. Una comparación seria requeriría examinar todo el sistema de Empédocles. (Cf. W. K. C. Guthrie, 1965.) 32. Para un examen detallado de lo que significa "Q" véase I, Strachey, Stan-dard edition, t. 3, apéndice C. 33. Véanse las notas aclaratorias de J. Strachey en el L 3 de la Standard edn~ ion, donde subraya el hecho de que el concepto de energía psíquica no se halla en ninguna parte del Proyecto, mientras lo usa comúnmente en La interpretación de los LA TEORIA FREUDIANA DE LA AGRESIVIDAD 463 rrtos en terreno seguro diciendo que en aquellos primeros años está el comienzo de lo que Freud denominó después el principio de "constancia" 0 se implica la reducción de toda actividad nerviosa a un nivel mínimo. Veinte años después, en Más allá del principio del placer exponía Freud el principio en términos psicológicos de este modo: "El aparato mental se esfuerza en tener la cantidad de excitación presente en él lo más baja posible o por lo menos en mantenerla constante." (S. Freud, 3920, Subrayado mío.) Freud habla aquí del mismo principio -"constancia" o "inercia"-* como si tuviera dos versiones; una, la de mantener la excitación constante y otra, la de reducirla al nivel más bajo posible. A veces emplea-ha Freud cualquiera de los dos términos para referirse a una u otra versión del principio básico.34 El principio de placer se basa en el principio de constancia. La excitación libidinal producida químicamente debe ser reducida a su nivel normal; este principio de mantener constante la tensión rige el funcionamiento del sistema nervioso. La tensión que tiene que elevarse por encima de su nivel normal se siente como "desplacer" y su reducción al nivel constante como "placer", "Los hechos que nos hicieron creer en la dominancia del principio de placer hallan también expresión en la hipótesis de que el aparato mental se esfuerza en conservar la cantidad de excitación presente en él lo más baja posible o al menos en mantenerla constante . . . El principio de placer se deriva del de constancia. " (S. Freud, 1920. Subrayado mío.) Sin entender el axioma freudiano de la reducción de la tensión no se entenderá jamás su posición, que no estaba ubicada en torno al concepto hedonista del anhelo de placer sino en el supuesto de la necesidad fisiológica de reducir la tensión y con ella -psíquicamente- el desplacer. El principio del placer se basa en mantener la excitación en cierto nivel constante. Pero sueños. Llama además Strachey !a atención hacia el hecho de que en las obras de Freud pueden hallarse vestigios del antiguo trasfondo neurológico mucho después de tober aceptado el concepto de una energía "psíquica" distinta de la física: todavía en 1915, en el trabajo acerca de Lo inconsciente habla I;reud de energía "nerviosa" más 9Ue de energía psíquica. Declara Strachey que de hecho, "muchas características capitales de Q sobrevivieron en forma modificada hasta e! fin de los escritos de rreud" (t, 1, p. 345J. El mismo Freud llegó a la conclusión que no sabíamos cuáles k solución de Q. En Más allá del instinto del placer escribe: "La indefinición de todas nuestras discusiones acerca de lo que llamamos metapsícología se debe, naturalmente, 1 hecho de que ignoramos por completo la índole del proceso excitativo que se esarrolla en los elementos de los sistemas psíquicos y que no nos sentimos justifica-Os al idear ninguna hipótesis al respecto. Por consiguiente, estamos operando continamente con un gran factor desconocido, que nos vemos obligados a tomar en ^ntaen toda fórmula nueva." (S. Freud, 1920.) 34. j. Bowlby, en su excelente estudio del problema, dice que originalmente sideraba Freud primario el principio de inercia y secundario el de constancia. La Ura de los trozos relevantes me conduce a una suposición diferente, que parece ^bién corresponder a la interpretación de J. Strachey. (Cf. J. Bowlby, 1969.) 466 LA TEORÍA FREUDIANA DE LA AGRESIVIDAD Los hechos que nos han movido a creer en el predominio del principio del placer en la vida mental hallan también su expresión en la hipótesis de que el aparato mental trata de mantener lo más baja que puede la cantidad de excitación posible en él, o por lo menos de mantenerla constante. Esta última hipótesis es otro modo de exponer el principio del placer; porque si el trabajo del aparato mental se orienta a mantener baja la cantidad de excitación, todo cuanto está calculado para incrementar esa cantidad nos tiene que semejar adverso al funcionamiento de ese aparato, o sea no placentero. El principio del placer sigue el principio de constancia; en realidad, éste se infirió de ios hechos que nos obligaron a adoptar el principio del placer. Además, un examen más detallado nos mostrará que la tendencia que atribuimos así al aparato mental está contenida como un caso especial en el principio fechneriano de la "tendencia a la estabilidad", con que ha relacionado las sensaciones de placer y desplacer. (S. Freud, 1920.) Pero no era Fechner el único representante del principio de reducción de la tensión. Estimulado por el concepto de energía de la física, el concepto de energía y conservación de la energía se popularizó entre los fisiólogos. Si influyeron en Freud estas teorías físicas, hubiera parecido que implicaban que el instinto de muerte era sólo un caso particular de la ley física general. Pero la falacia de semejante conclusión se echa de ver cuando consideramos la diferencia entre materia orgánica e inorgánica. Rene Dubos ha expuesto esto muy sucintamente: Según una de las más fundamentales leyes de la física, la tendencia universal en el mundo de la materia es que todo corra para abajo, para caer en el nivel de tensión más bajo posible, con una pérdida constante de energía potencial y organización. En contraste, la vida crea constantemente y conserva el orden en lo desordenado de la materia. Para comprender el hondo significado de este hecho basta pensar lo que sucede a cualquier organismo vivo -al más ínfimo como al mayor y más evolucionado- cuando finalmente muere. (R. Dubos, 1962.) Dos autores ingleses, R. Kapp (1931) y L. S. Penrose (1931), han criticado los intentos hechos por algunos escritores para relacionar la teoría física con el instinto de muerte de modo tan convincente que finalmente "hay que renunciar a la idea de que pudiera haber alguna relación entre la entropía y el instinto de muerte".36 No importa mucho el que Freud tuviera o no presente la relación muerte . . ." (S. Freud, 1923.) Esta "bajada hacia la muerte" no se halla en lo que dice Fechner, y es la versión especial freudiana de un ensanchamiento del principio fechneriano. 36. E. Jones (1957). Cf. la literatura citada por Jones, en especial S. Bemfíeld y S. Feitelberg (1930). Cf. también K. H. Pribram (1962). LA TEORÍA FREUDIANA DE LA AGRESIVIDAD 467 entre la entropía y el instinto de muerte. Aunque no pensara en ello, el principio entero de la reducción de excitación y la energía al nivel mínimo inferior se basa en el error fundamental que señala Dubos en el trozo citado: el error de no tomar en cuenta la diferencia fundamental entre la vida y la no vida, entre los "organismos" y las "cosas". Para liberarse de las leyes válidas sólo para la materia orgánica, en años posteriores se ha preferido otra analogía a la de la entropía, a saber, el concepto de "homeostasis", creado por Walter B. Cannon (1963). Pero Jones y otros, que ven en este concepto una analogía con el principio del Nirvana freudiano, confunden los dos principios. Por otra parte Cannon, y muchos investigadores posteriores, hablan de la necesidad de mantener un medio interno relativamente estable. Esta estabilidad implica que el medio interior tiende a permanecer estable, pero no que tienda a reducir la energía a un punto mínimo. La confusión nace al parecer de la ambigüedad de las palabras "estabilidad" y "constancia". Un ejemplo sencillo puede demostrar la falacia. Si la temperatura de una pieza se ha de mantener en un nivel constante o estable mediante un termostato, significa que no debe subir ni bajar de determinado nivel; pero si la idea fuera que la temperatura se mantuviera en un nivel mínimo, la cuestión sería del todo diferente; de hecho, el principio homeostático de la estabilidad se opone al principio del Nirvana, de reducción total o relativa de la energía. |
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