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DINÁMICA DE GRUPOS JUAN CARLOS ESCRIBANO MARTÍNEZ TEMA 4: FUNDAMENTOS DE PSICOLOGÍA APLICADOS A LA ANIMACIÓN: DESARROLLO EVOLUTIVO 4.1. INTRODUCCIÓN El desarrollo evolutivo es el conjunto de cambios físicos y psicológicos que experimentan los seres vivos -en nuestro caso, la especie humana- desde el nacimiento hasta la muerte, cuando pueden pasar por las distintas etapas que constituyen su vida. El desarrollo evolutivo no es una biografía individual (cada cual tendrá su propia vida), sino que constituye un estudio de aquellos pasos propios de la especie, condicionados por la biología, la fisiología, la psicología y la vida social de los humanos. El conocimiento de dichas etapas es muy provechoso para un animador deportivo, ya que podrá disponer de recursos adecuados con los que resolver determinados conflictos y podrá estar en mejor disposición para comprenderlos. 4.2. LAS ETAPAS DE LA VIDA HUMANA Dividir la vida humana en etapas es algo artificioso y ninguna de las propuestas que se han intentado es perfecta, ya que siempre existen casos que no encajan totalmente en el molde propuesto. Así, no todos los niños aprenden a andar al mismo tiempo, pero sí lo suelen hacer sobre el mismo tiempo. Lo mismo pasa con la adquisición del lenguaje, con la llegada de la primera menstruación o con el deterioro senil. Hay muchas diferencias individuales, pero no por ello es interesante descartar el conocimiento de lo que sucede por término medio usualmente. Contemplaremos las siguientes etapas:
Puede observarse que destacamos más etapas en el primer tercio de la vida. Ello se debe a que el estudio evolutivo se ha centrado más en estas etapas debido a que corresponden a las épocas en las que los humanos se están formando y educando. Como los psicólogos y pedagogos se han interesado mucho en estas edades, es lógico ver más diferencias. Además esta época es muy larga en la especie humana. Cuando el individuo llega a ser un adulto joven las cosas empiezan a ser otro modo. No queremos decir que no experimente cambios ni que lo que le quede (madurez y ancianidad) sea muy previsible y repetitivo, simplemente que, hasta ahora no ha sido objeto de la especial atención que se ha brindado a las épocas "preparatorias" anteriores. 4.3. LA ETAPA PRENATAL La etapa prenatal no presenta un gran interés para los conocimientos necesarios para un animador deportivo de forma directa. El hecho de contemplarla es porque ciertos hechos que se evidenciarán en etapas posteriores tienen ya su origen en ella (como la diferente madurez de los órganos nerviosos). Sobre esta etapa se han escrito muchas cosas y no siempre todas correctas ni probadas. Pertenecen al terreno de la charlatanería y la fantasía, así que las obviaremos. La etapa prenatal se extiende desde el momento de la concepción hasta el del parto; dura unas 40 semanas (280 días, 9 meses, 10 meses lunares). A lo largo de este período se va desarrollando el sistema nervioso de forma caudo-craneal. Esto quiere decir que la primera estructura nerviosa en madurar es la médula, después el bulbo raquídeo y, finalmente, la corteza cerebral. No hay evidencias electroencefalográficas de que antes de la semana 28 de vida exista actividad mental. A partir de entonces sí que se observan cambios electroencefalograficos de interés, que pueden sugerir actividad mental. Por ello se habla de que ciertos cambios de humor de la madre pueden influir en el feto y de que podrían captar estímulos propioceptivos procedentes de sí mismos (Mendiguchía, 1980: 24), así como responder a estimulaciones consistentes en luces brillantes o sonidos fuertes con respuestas de evitación (Corbellá, 1994a). Esto se ha podido comprobar con prematuros. Ha habido autores que han utilizado los sonidos de los latidos cardíacos, por ejemplo, para lograr que los niños pequeños se duerman. Se supone que en la base de esto se encuentra el hecho de que estos niños condicionaban estos sonidos con el momento en el que los escuchaban por primera vez, en el vientre materno, lo que podría serles muy relajante y placentero. Los psicoanalistas sostienen que la posición fetal puede volver a ser adoptada por algunas personas con problemas psíquicos importantes, en busca de protección mediante una regresión a esta etapa prenatal. En cuanto a los aspectos preventivos, se recomienda a las embarazadas no realizar ejercicios físicos bruscos (correlaciona mucho con amenazas de aborto), no consumir alcohol (riesgos neurológicos graves para el feto), tabaco (correlaciona mucho con recién nacidos de bajo peso), ni drogas o medicamentos (diferentes efectos y malformaciones). 4.4. EL RECIÉN NACIDO El parto implica un sufrimiento real tanto para la madre como para el feto. Éste pasa de encontrarse en un ambiente confortable y protegido a enfrentarse a presiones durante el paso por el canal del parto, a ruidos, luces, manipulaciones varías, el aire, etc. El recién nacido es un ser muy poco activo, que pasa del sueño a la vigilia con gran facilidad, y que tiene tendencia a mantener los miembros en flexión. La cabeza está girada hacia un lado, aunque cuando está sentado es inclinada hacia delante. Entre los reflejos típicos de esta etapa se encuentran:
Estos reflejos se mantienen los primeros meses. El reflejo plantar persiste durante el primer año. El recién nacido aprecia la luz -aunque no ve aún bien por cierta hipermetropía-, es sensible al frío y al calor, parece que aprecia los sabores fundamentales y es poco sensible a los olores. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() 4.5. EL PRIMER AÑO A los tres meses es capaz de mantener la cabeza erguida, a los ocho meses se mantiene sentado, y a los diez meses se puede mantener erguido si se le sujeta. El gateo aparece hacia los ocho o nueve meses, momento en que también empieza a andar -también sujeto-. Todo ello se debe a que maduran antes los músculos próximos a la extremidad cefálica (los de los ojos, los de la boca, después los del cuello, los del tórax, abdomen, pelvis, muslos, piernas y pies, por ese orden), (Álvarez, 1978: 169). Va distinguiendo las voces familiares de la de los extraños sobre los tres meses, apareciendo nerviosismo y ansiedad ante estos últimos, y pudiendo ir copiando ciertas expresiones faciales desde los cinco meses. Sobre los cuatro meses, habiendo desaparecido el reflejo de prensión, empieza a coger cosas entre el meñique y la eminencia hipotenar. Esta prensión empieza por la zona cubital, para irse desarrollando hasta la zona radial, utilizando al principio los últimos dedos y terminando por utilizar el pulgar hacia los siete meses o algo más tarde (logrando la oposición de los pulgares). A partir de los seis meses, el niño manipula objetos cogiéndolos, apartándolos y tirándolos. Si durante los dos primeros meses se comunica con el llanto y los chillidos, entre el tercero y el cuarto aparece el balbuceo. 4.6. EL SEGUNDO AÑO Al principio de este segundo año el niño empieza a caminar sin ayuda. Al año y medio sube, con ayuda, los escalones. La prensión manual ha mejorado mucho. Al final del segundo año emborrona con los lápices y es capaz de pasar las páginas de un libro de una en una "aunque las arruga" (Mendiguchía, 1980: 39). Desde el punto de vista social, el niño está empezando a saber comportarse con las personas que le rodean, aunque no lo entienda todo. En sus juegos se dedica a lo suyo y no le gusta compartir sus juguetes con otros. Aprende a pedir ayuda para sus necesidades excretoras y empieza a ir controlando sus esfínteres. El lenguaje pasa por la fase de las palabras-frase (con un palabra expresa un pensamiento o una idea), sobre los dieciocho meses, para empezar a unir palabras (prefrases) al final de este año. Utiliza mucho el "no" y el "mi". 4.7. EL NIÑO DE DOS A SEIS AÑOS El niño a esta edad está muy centrado en sí mismo y es muy egocéntrico. Entra en contacto con otros niños y surgen conflictos porque tiene que socializarse con ellos. Los principios de adaptación, en estas edades serán en primer lugar la adaptación a las normas de higiene, de alimentación, de descanso, etc La inteligencia va en aumento y pasa por la fase de preguntar "¿por qué?" ante todo. Su pensamiento atraviesa la fase mágica, que consiste en relacionar o asociar la realidad con fantasías, encontrando explicaciones absurdas (para los adultos) ante las diversas situaciones. Comienza el desarrollo en la forma de pensar, razonar y resolver problemas. El lenguaje progresa hasta que a los cuatro o cinco años construye frases complejas. El juego consiste en romper todos los objetos, hasta que a los tres o cuatro años empieza a construirlos, debido a que ya está más preparado para la manipulación fina de los objetos. También a los tres o cuatro años comienza el juego comunitario, aunque no exento de egocentrismo y de riñas. Es una etapa clave para el inicio de una socialización basada en el respeto a los otros. 4.8. EL NIÑO DE SEIS A DOCE AÑOS: LA EDAD ESCOLAR Sobre los siete años aparecen cambios físicos denominados primera desarmonización, que consiste en el "primer estirón", con alargamiento del tronco y de las extremidades. Esto conlleva una cierta torpeza en los juegos, al principio, para pasar, en los siguientes años a una gran actividad física mejor controlada y regulada. La influencia social, y el trato diferenciado para los sexos, empieza a evidenciarse en la elección de los juegos por niños y niñas. Sobre los siete años empieza lo que Piaget llama el período de las operaciones concretas, abandonando poco a poco el sistema de pensamiento mágico. Es el comienzo de cierta capacidad de juicio (lo que se denominó hace años como "'uso de razón") ante la realidad concreta, porque aún no es capaz de ser previsor ante el futuro o ante lo que no está inmediatamente presente. Si bien la capacidad de concentración no es muy alta, puede verse la aparición de cierta responsabilidad ante las tareas. Los patrones motores con respecto a las diversas habilidades básicas van mejorando. Hay estudios que indican cierta superioridad en estos logros de los niños sobre las niñas, pero otros estudios no los confirman, por lo que cabe pensar en la influencia de los distintos programas físicos y juegos seguidos. En el salto a la pata coja hay mayor habilidad entre las niñas de 6 a 8 años que entre los niños (Wickstrom, 1990: 86). En los lanzamientos, se observa un patrón muy distinto entre los sexos en esta edad: los niños rotan el brazo y el tronco hacia detrás mientras adelantan la pierna contraria; las niñas elevan más los brazos y adelantan la pierna del mismo lado, efectuando un lanzamiento menos efectivo. ![]() En las patadas a un balón parado los niños suelen ser más efectivos al echar más hacia atrás la pierna de golpeo, mientras que las niñas no las doblan tanto y empujan, más que golpean, el balón. También, las niñas mantienen los brazos más rígidos en este golpeo, mientras que los niños se ayudan con movimientos amplios de los mismos. A pesar de los desarrollos físicos distintos, que se evidenciarán en la siguiente fase sobre todo, hay que pensar que la elección social hacia los juegos -distintos según los sexos- también influyen y condicionan el desarrollo de estas habilidades. Por ejemplo, en el salto con la cuerda o los juegos con elásticos las niñas se muestran superiores, entre otras cosas porque los niños no suelen practicarlo. 4.9. PUBERTAD Y ADOLESCENCIA Aunque son términos que se utilizan conjuntamente, distinguiremos entre ellos. La pubertad consiste en los cambios físicos que se experimentan entre los doce y los dieciseis años (más o menos), mientras que la adolescencia consiste en los cambios psicológicos que experimentan los humanos entre los doce y los dieciocho años (también, más o menos). Los cambios psicológicos persisten más tiempo que los cambios físicos. Los cambios de la adolescencia no son universales, en cuanto a su duración, para todas las culturas. En las sociedades occidentales el paso de niño a adulto es más lento que en las sociedades más "primitivas". Incluso en los ámbitos rurales esta duración es más corta que en los ámbitos urbanos. Se produce una segunda desarmonización con crecimiento en estatura y alargamiento de los miembros. Se desarrollan los caracteres sexuales primarios (aumento de tamaño del pene, los testículos, la vagina, la vulva y los labios mayores) y los secundarios (vello púbico, vello axilar, bigote, barba, cambios en la voz, desarrollo de las mamas, etc.). A estos cambios le sigue enseguida la capacidad fisiológica para reproducirse. La curiosidad y el interés sexual, si bien pueden estar presentes en la fase anterior, alcanzan ahora un mayor nivel concomitantemente con la aparición de las evidencias físicas y fisiológicas. El interés por el desarrollo y los cambios del propio cuerpo hacen del adolescente un sujeto continuamente atento a ellos (exploraciones ante el espejo, comparaciones, temores ante su nuevo aspecto...). La conducta sexual autoerótica y heteroerótica empieza a manifestarse, si bien las normas sociales obligan a ocultarlas y/o reprimirlas, en distinto grado según las culturas. El adolescente experimenta, poco a poco, el desarrollo intelectivo que le podrá conducir a un tipo de pensamiento denominado abstracto: frente a lo concreto de la etapa anterior, el individuo comprende mejor las relaciones entre los elementos -estén o no presentes-, calcula y reflexiona hacia el futuro, maneja conceptos elevados y abstractos (amor, libertad, injusticia, infinito, humanidad...), intuye las contradicciones del mundo adulto y de la vida, etc. Este desarrollo hace que se puedan producir crisis enojosas con respecto a la posición de los adultos (la autoridad; los padres, los profesores...) ya que, por su tendencia al razonamiento, ponen en cuestión los planteamientos serviles y prosaicos de la existencia. El adolescente pasa por crisis emotivas que le pueden hacer buscar la soledad, el distanciamiento de los adultos y la búsqueda de compañeros que sientan como él. Sus actitudes de enfrentamiento hacia los mayores hacen a éstos víctimas, por una buena temporada, de su desprecio e ignorancia. Suelen dejarse influir por modelos (escritores, deportistas, artistas varios, políticos...) que representan o dan una imagen -real o artificial- de desafío, de rebeldía o de compromiso social. Sus relaciones con los mayores no son buenas, excepto hacia aquellos que parecen coincidir con algunos de los planteamientos anteriores. Es bastante típica la formación de la pandilla de amigos en este período. Esta pandilla se convierte en el núcleo central de la vida, en una nueva y más importante “familia”, por lo tanto, su influencia en el adolescente es mucho mayor que en etapas anteriores. Esta influencia es más fuerte al principio de la adolescencia, pero conforme la persona llega al final de esta etapa, va adquiriendo mayor razonamiento moral y habilidades intelectuales que irán debilitando la influencia que el grupo ha ejercido hasta entonces.. También la aceptación en el grupo es un factor crucial para el desarrollo de la confianza y de la autoestima del adolescente. En un afán por distinguirse del mundo adulto, el adolescente adoptará aspectos estrafalarios (para los adultos): barbas, pelo largo, pelo rapado, pelo teñido, calzados imposibles, tatuajes, colgantes diversos, camisetas rotas, y cuantas curiosidades sean más chocantes para el uso actual. La influencia de los medios de comunicación y de la industria adolescente (sobre todo cinematográfica y musical) es enorme (se ha desarrollado todo un mercado para el mismo, en el que se potencia esta sed de distinción con respecto al aburrido y equivocado rumbo del mundo adulto, sea éste el que sea). La adolescencia puede ser el principio -asumido y casi ritualizado por nuestra sociedad- de una serie de contactos y escarceos con realidades sociales marginales o ilegales. Este conglomerado de cambios y de tomas de postura (a veces radicales) forma parte de un intento de búsqueda de identidad personal que se va a dar durante toda la etapa y que culminará al final de la misma, cuando se llegue a un equilibrio-acuerdo-aceptación (o ruptura total) con el mundo adulto. Mientras tanto surgirán crisis familiares, crisis en los estudios, crisis personales y crisis sociales. 4.10. LA JUVENTUD (de los 20 a los 30 años) No hay un período bien establecido para considerar esta etapa, pero asumiremos como acertado la edad situada entre el final de la adolescencia (hacia los dieciocho años) y los 30 años. El joven alcanzará el final del crecimiento físico al principio de esta etapa. Los temores y dudas acerca de su aspecto físico se han superado y asumido. Se ha alcanzado la talla máxima, aunque no el peso (que en nuestra sociedad tiene tendencia a ir aumentando por la especial cultura gastronómica que tenemos). El joven se va a enfrentar al trabajo (unos antes que otros) o bien se dispone a rematar su educación con estudios más complejos. El hecho es que la sociedad le exige una mayor responsabilidad y le hace tener que enfrentarse definitivamente a su futuro profesional. Este primer contacto con el mundo laboral (o con su cercanía, si sigue preparándose y estudiando) lo aleja de los planteamientos adolescentes y empieza a aceptar y/o comprender en cierto grado a los adultos y al mundo en general. Comienza a conocer lo que significa la competición laboral En este período se suelen correr ciertos riesgos, lo que está corroborado por el hecho de ser el grupo de edad que más muertes aporta a la estadística de accidentes de tráfico. Suele ser un período en el que se consolidan algunas de las aficiones adquiridas en la etapa anterior, aunque hay otras que se abandonan. Este es el caso de muchos jóvenes que abandonan la práctica deportiva en estos momentos, porque dicha práctica ya ha cumplido con su objetivo de hacerle sentir más fuerte o más seguro con su propio cuerpo. Desde el punto de vista físico, en este periodo se alcanzarán los mayores logros. La mayoría de deportistas de élite se encuentran en esta franja de edad, con la excepción de ciertos especialistas deportivos que basan su rendimiento en la flexibilidad o en la resistencia. Puede ser, aunque la edad en la que esto se produce se ha ido atrasando, que se mantengan relaciones afectivas con una persona determinada con la que aspire a vivir en pareja. Este planteamiento, si se da, hace que se asuman ciertas responsabilidades para asegurar la continuidad de la relación (se busca más la relación entre dos que el "pandilleo", y se potencian las relaciones con otras parejas similares). A medida que este período avanza, y según los planteamientos de cada individuo, se vislumbra la posibilidad de tener descendencia o, simplemente, se tiene. Aunque parece haber aumentado la tendencia –prácticamente inexistente hace algunas décadas- a formar parejas sin hijos, no es la norma ni mucho menos. Otro aspecto importante es que la independencia económica, si se ha conseguido, conlleva muy frecuentemente un cambio de domicilio, una circunstancia que acrecienta la responsabilidad del joven Hay que hacer notar también que la incorporación de la mujer al mercado laboral –también un hecho novedoso- ha influido enormemente en las expectativas que las parejas terminan conformando para su futuro. En el estado actual de las cosas, puede que persistan ciertos comportamientos adolescentes o propios de la juventud, durante un período de tiempo mayor, debido a que las dificultades laborales y de empleo han hecho que muchos jóvenes permanezcan en casa de sus padres bastante más tiempo del que estos últimos quisieran. 4.11. EL ADULTO JOVEN (de los 30 a los 40 años) Consideraremos este período para las personas que tienen entre 30 y 40 años. Generalmente, se habrá conseguido la independencia económica y familiar. Lo más probable es que se haya tenido descendencia y tengan que atenerse al cuidado de hijos aún pequeños. La estabilidad laboral y familiar será la norma (aunque se pueden producir alteraciones como los que suponen cambios de trabajo o situaciones de divorcio). En esta etapa el individuo empieza a comportarse de forma más realista. Se ha hecho un poco más sobrio en su comportamiento. En este período el joven adulto está consolidando lo sembrado en la etapa anterior -afectiva y laboralmente-, a la vez que va asistiendo al progresivo envejecimiento de sus padres. Desde el punto de vista intelectual, se considera que el máximo rendimiento se consigue en este período. No quiere decirse que no se pueda mantener una vida intelectual hasta bien avanzada la vida y hasta la vejez, sino que es este el momento en el que se alcanza el máximo. El tipo de actividad física y deportiva que puede afrontar, para la mayoría de personas de este período, es de menor intensidad y es el comienzo de ciertos temores acerca de su propia vitalidad. A esta edad se suele haber perdido flexibilidad, velocidad de desplazamiento y cierta fuerza. Únicamente, y sobre todo si se ha mantenido un régimen de ejercicios adecuado, la capacidad de resistencia aeróbica se mantiene en buen estado. 4.12. EL ADULTO (de los 40 a los 60 años) Consideraremos adulto a la persona que tiene más de 40 años. Generalmente se han alcanzado los objetivos fundamentales desde el punto de vista social (independencia, familia, estabilidad laboral) y es el momento en el que se evalúan los mismos. La tan traída y llevada "crisis de los cuarenta" intenta describir la situación que atraviesan algunos adultos cuando sus logros actuales no casan con sus aspiraciones. La crisis puede ser por motivos laborales, por motivos afectivos o por motivos existenciales. La preocupación por el aspecto físico y por la salud se hace muy evidente a esta edad, ya que han empezado a objetivarse algunos signos de deterioro (cansancio, canas, obesidad...). Si se ha tenido descendencia, las preocupaciones familiares pasan por el trato con hijos adolescentes. El deterioro físico se evidencia en una disminución de la condición física (menor en los sujetos con hábitos deportivos). Existe el peligro de que personas sedentarias intenten, irresponsablemente, recuperar el tiempo perdido y someterse a regímenes deportivos poco adecuados. Sin embargo, a pesor de estas generalidades, se aprecia un buen número de personas -jóvenes adultos e incluso adultos- que parecen haber madurado un ritmo más lento: son los "adolescentes de treinta y tantos años o más". Debido a la tardanza en independizarse de los padres y a la tardanza en establecer una familia o una relación afectiva estable, encontramos personas que, además, parecen razonar muy radicalmente -como los adolescentes- y que no terminan de asumir sus responsabilidades, por ejemplo, laborales. Hay que tener en cuenta también que otro factor que agrava este tipo de cosas es la continua revalorización de la juventud -del sentirse joven- por parte de la sociedad y de los medios de comunicación de masas. Hay un cierto intento de no avanzar hacia delante, de no asumir los cambios inevitables y de no parecer una persona mayor. 4.13. LA VEJEZ A partir de los 60 años, más o menos, comienza esta temida etapa. El individuo ha llegado a la época en la que puede aspirar a un cierto descanso y a disfrutar de lo conseguido hasta entonces. Debido a que es una edad en la que laboralmente las personas no son productivas, existe un cierto rechazo hacia esta etapa. No se quiere envejecer ni se quiere estar cerca de ancianos. Esto conecta con lo que se conoce como teoría de la desvinculación: el anciano necesita replegarse sobre sí mismo, alejarse de la sociedad y aislarse, en un retiro de la actividad y del contacto o el compromiso. Existe, por el contrario, la teoría de la actividad: el anciano necesita seguir manteniéndose activo y útil para la sociedad (Corbellá, 1994b). La preparación de las personas para cuando llegue este periodo es muy importante. Muchos caen en la tristeza y la depresión, al no encarar debidamente un papel menos activo y considerarse una carga, debido a un sentimiento de inutilidad y a la pérdida de estatus social y económico. Es muy conveniente contar con recursos adecuados, fundamentalmente aficiones que puedan desarrollarse a esa edad. Otro temor es la pérdida de capacidades intelectuales. Es también conveniente mantener, a lo largo de la vida, una actividad intelectual suficiente, una gimnasia intelectual (lectura, estudio, curiosidad...) que garantice un buen bagaje mental para cuando seamos ancianos. Las personas que así lo han hecho mantienen la frescura mental hasta el final. También es una etapa en la que se produce La pérdida de las personas queridas. Ya se trate de la pareja o de los amigos, es otro aspecto importante en la vida. Las relaciones entre iguales y familiares ayudarán a llenar los espacios vacíos que ha dejado la pérdida de la pareja. Por último, existen nuevos espacios de educación permanente, ocio y tiempo libre, voluntariado, etc. En este contexto, los animadores e integradores deben tener en cuenta que cada vez más se van a necesitar más espacios de creación, recreación, inserción y protagonismo social para este colectivo. Las actividades físicas que pueden desarrollarse a esta edad son el golf, la natación, el baile, los paseos, el tenis... o trabajar en el jardín. |