Modulo 4 Teorías de la Personalidad I




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MODULO 4 Teorías de la Personalidad I

H) Skinner , El Desafío del conductismo

Compilador: Lic. Hugo Andrés Romero Calderón

Psicólogo UMSA-UBA

  1. BIOGRAFIA DE B. F. SKINNERS

Burrhus Frederic Skinner nació el 20 de marzo de 1904 en la ciudad ferroviaria de Susquehanna, Pennsylvania.

Se le llamó Burrhus por el nombre de soltera de su madre. Skinner tuvo una niñez feliz. Exploraba la campiña alrededor de Susquehanna, mostrando un interés inventivo por varios aparatos. Éstos incluían un dispositivo de flotación para separar las fresas maduras de las verdes, una máquina de movimiento perpetuo y un artefacto para acordarse de colgar sus pijamas (B. F. Skinner, 1967, 1976). Escribió poesía y prosa en Hamilton College en el norte de Nueva York.

En 1928 empezó a estudiar psicología en una escuela de graduados en Harvard. Leyó mucho para compensar la falta de cursos previos. Estudió asiduamente muchas fuentes primarias en psicología, fisiología y filosofía en sus idiomas originales (francés y alemán).

En Harvard, Skinner encontró importantes teóricos de la personalidad. Se inscribió en el curso de Henry Murray de Psicología del Individuo e informó que se convirtieron en grandes amigos. Gordon Allport se unió al cuerpo docente a tiempo para escuchar a Skinner defender su disertación, pero demasiado tarde para que éste tomara algún curso con él.

El primer animal experimental de Skinner fue, cosa rara, una ardilla. Pronto cambió a las ratas de laboratorio. Investigó el aprendizaje en el nuevo aparato que había inventado (al que luego Hull llamaría la caja de Skinner). El aparato pretendía aislar aspectos particulares del aprendizaje, los cuales eran confundidos en los laberintos que en esa época dominaban los estudios del aprendizaje.

Skinner ya estaba trabajando en una nueva teoría del condicionamiento que contrastaba con la de Pavlov. En 1931 Skinner recibió su doctorado de la Universidad de Harvard. Sus estudios en esta universidad se prolongaron en medio de la Gran Depresión gracias a becas posdoctorales del Consejo Nacional de Investigación (1931-1933) y de la Sociedad de Compañeros de Harvard (1933-1936). Se casó con Yvonne Blue justo antes de empezar su primer trabajo docente en la Universidad de Minnesota (1936-1945). Tuvieron dos hijas y criaron a la más pequeña durante sus primeros años en una cuna diseñada para proporcionar un ambiente controlado a la que denominó Cuna de aire (B. F. Skinner, 1945a).

Aunque los críticos sentían que era inhumano colocar a un ser humano en una caja de Skinner modificada, se vendieron cientos de estas cunas. Uno de los esfuerzos más inusuales de Skinner fue el Proyecto Paloma. Durante la Segunda Guerra Mundial entrenó a palomas para guiar misiles hacia sus blancos, que eran barcos enemigos en el océano. Aunque era una tecnología poco común, el trabajo preliminar demostró que era efectivo. Sin embargo, el gobierno abandonó el proyecto antes de ponerlo en práctica. Los esfuerzos se canalizaron más bien al desarrollo de la bomba atómica (D. Cohen, 1977). Si bien el interés principal de Skinner seguía siendo el condicionamiento, puede encontrarse la evidencia de sus intereses anteriores en un curso titulado Psicología de la Literatura. Además de sus trabajos científicos, escribió una novela, Walden Dos (B. F. Skinner, 1948b), y tomó extensas notas en un diario que llevó por muchos años (1958a). En 1945, aceptó un puesto como jefe del Departamento de Psicología en la Universidad de Indiana. En 1948 se le persuadió para volver a Harvard con la oferta de una plaza de profesor de tiempo completo y apoyo para laboratorio, y ahí permaneció, continuando su investigación, la construcción de su teoría y ejerciendo la docencia hasta su muerte por leucemia el 18 de agosto de 1990, a la edad de 86 años.

Según las encuestas aplicadas a psicólogos (por ejemplo, Heyduk y Fenigstein, 1984), Skinner fue uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX. Recibió muchos reconocimientos profesionales, incluyendo el Premio a la Contribución Científica Distinguida de la Asociación Psicológica Americana (American Psychological Association, 1958) y un honor sin precedentes, la Mención por la Contribución Excepcional de Toda una Vida a la Psicología, entregada por la Asociación Psicológica Americana justo antes de su muerte (American Psychological Association, 1990).

  1. CONDUCTISMO RADICAL

B. F. Skinner propuso una teoría de la conducta basada en los principios del reforzamiento. Esta teoría describe cómo influyen en la conducta sus efectos, conocidos popularmente como recompensa y castigo. Aunque la mayor parte de su trabajo fue con animales, en particular con ratas, Skinner escribió mucho acerca de las implicaciones del conductismo para los seres humanos. Su modelo animal de aprendizaje es muy respetado, pero las implicaciones que extrajo para los humanos son sumamente controvertidas.

Perspectiva de las teorías de skinner

La teoría de Skinner tiene implicaciones para las principales cuestiones teóricas, como se presenta en la tabla 1.

Tabla 1 Avance de las teorías de Skinner

Diferencias individuales: Los individuos difieren en sus conductas debido a las diferencias en las historias de reforzamiento.

Adaptación y ajuste: En lugar de considerar la “salud” y la “enfermedad”, es más fructífero especificar qué conductas deberían ser eliminadas y cuáles deberían incrementarse y cambiarlas mediante las terapias del aprendizaje (modificación de conducta).

Procesos cognoscitivos: Los procesos mentales son difíciles de estudiar porque los científicos no tienen acceso a ellos. En principio, los procesos mentales pueden ser explicados en términos conductuales. En la práctica, de acuerdo con conductistas radicales como Skinner, probablemente no vale la pena el problema; en lugar de ello, el énfasis debería ponerse en la conducta observable.

Sociedad: La sociedad proporciona las condiciones de aprendizaje, y por ende da forma a la personalidad. Los principios conductuales sugieren que deberían mejorarse algunos aspectos de la sociedad (por ejemplo, la educación). Puede imaginarse una sociedad en la cual el uso más efectivo del reforzamiento haga a la gente más feliz y productiva, usando recompensas en lugar de castigos o coerción para controlar la conducta.

Influencias biológicas: Las diferencias entre las especies influyen en las capacidades de respuesta y la efectividad de diversos reforzamientos.

Desarrollo infantil: Los niños aprenden qué conductas conducirán al reforzamiento positivo y cuáles al castigo y responden en consecuencia. El control del estímulo y los programas de reforzamiento influyen en este aprendizaje.

Desarrollo adulto: El desarrollo adulto se explica de acuerdo con los mismos principios que el desarrollo infantil. Se construye sobre el aprendizaje anterior.

  1. LA CONDUCTA COMO LA INFORMACIÓN PARA EL ESTUDIO CIENTÍFICO

A diferencia de otros teóricos Skinner (1954b) no propuso causas de la conducta dentro de la personalidad del individuo. De hecho, descartó a la personalidad como una disciplina que no era del todo científica y que estaba contaminada por suposiciones teóricas precientíficas. Para Skinner, debería abandonarse la idea de que la conducta es causada por fuerzas dentro del individuo (rasgos, pensamientos, necesidades, etc.) a favor de explicaciones más científicas fuera de la persona.

Por tanto, su teoría no presenta un concepto de personalidad en el sentido usual, sino más bien un desafío a la idea de que una teoría de la personalidad pueda ser parte de la ciencia. Este enfoque se centra en predecir y controlar la conducta manifiesta y observable.

Dicha conducta puede ser registrada confiablemente por observadores independientes, quienes pueden estimarla o medirla de otra forma. Además, afirma que las causas de la conducta son externas al individuo. En contraste, la teoría de la personalidad tradicionalmente ha buscado las causas dentro de las personas: rasgos, necesidades, etc. Skinner argumentaba que es ilógico considerar que los rasgos de personalidad (como la extroversión) o los motivos internos (como la autorrealización y la ansiedad) puedan ser las causas de la conducta. Las causas internas implican un razonamiento circular. Los rasgos se infieren de la conducta, sea de la observación anecdótica o de un análisis más formal.

Los rasgos son por ende simples descripciones sumarias de las conductas. Decir que (1) “Juan es agresivo porque golpea a la gente” (una inferencia) y que (2) “Juan golpea a la gente porque es agresivo” (una explicación) es un razonamiento circular que no puede defenderse lógicamente. Skinner afirmaba que pasar de las explicaciones internas, como los rasgos, a las explicaciones externas, como los reforzamientos y los estímulos, era un avance científico. Las variables externas son convenientes para la ciencia. Pueden ser manipuladas por el experimentador de forma que no se tenga duda de su estatus como causas de la conducta. El conductismo de Skinner es más rigurosamente externo que otros enfoques conductuales. Se le llama conductismo radical para distinguirlo de otras teorías del aprendizaje que incluyen algunas causas internas de la conducta como los impulsos (Dollard y Miller) y las variables cognoscitivas (Mischel y Bandura).

Para muchos conductistas modernos, esta negativa radical a considerar variables interventoras (variables que no son directamente observables) es innecesaria e impide el desarrollo de la teoría psicológica (por ejemplo, Kimble, 1994). El sentido común nos dice que los pensamientos pueden causar conducta. “Pensé en mi amigo, de modo que lo llamé por teléfono.” A menudo se proponen también las intenciones como explicación: Una persona intenta hacer algo y la intención se considera como la “causa” de la acción. ¿Por qué descartaría Skinner los pensamientos, las intenciones y otros estados internos como causas en su teoría?

Primero, los estados mentales no pueden ser observados por otros. Son experiencias privadas y sólo pueden ser inferidas de la conducta, como los autorreportes. Una ciencia empírica debería basarse en observaciones directas.

Segundo, el individuo no conoce con precisión sus estados internos. A menudo los autorreportes están sesgados. Skinner (por ejemplo, 1963, 1975, 1990) afirmaba que el progreso científico en la psicología requería que se abandonara el mentalismo, que explica la conducta en términos de estados mentales internos.

En el psicoanálisis se invoca frecuentemente a la ansiedad como el estado mental responsable de varias conductas defensivas. La ciencia cognoscitiva moderna, que en la actualidad es muy popular, también fue desechada por Skinner (1985) por aceptar la opinión tradicional de que las causas de la conducta residen dentro del organismo (Hayes y Brownstein, 1985; Landwehr, 1983; Wessells, 1981, 1983).

Para Skinner, no debería considerarse que la vida interna de sentimientos y pensamientos causa la conducta observable. Más bien, los pensamientos y sentimientos internos son sencillamente “productos colaterales” (por ejemplo, B. F. Skinner, 1975, p. 44) de los factores ambientales que ocasionan la conducta manifiesta.

En el ejemplo anterior, ver el anuncio de una película que uno vio con un amigo puede causar (1) que se piense en el amigo y (2) que se llame al amigo por teléfono. La causa real es externa (el anuncio), no interna (el pensamiento). Los eventos privados —pensamientos y sentimientos— son simplemente epifenómenos (Allen, 1980; Creel, 1980; Natsoulas, 1983; B. F. Skinner, 1974).

El lenguaje de los sentimientos es adecuado para la vida cotidiana, para la literatura y la filosofía, no para la ciencia (B. F. Skinner, 1985). Además de centrarse en la conducta observable y las causas externas, Skinner destacó la importancia del control de la conducta manifiesta. Si la ciencia puede proporcionar formas de controlar la conducta, podemos estar seguros de que ha identificado sus causas.

Las explicaciones de la conducta en términos de rasgos y otros determinantes internos permiten su predicción y explicación, pero no su control, por lo que son inconsistentes con la orientación conductual de Skinner (Zuriff, 1985).

La teoría de Skinner influyó en la psicología quizá más que cualquier otra teoría moderna. Centró la atención en los factores situacionales que determinan la conducta. Skinner cuestionó las ideas acerca de la importancia de los determinantes internos de la conducta, las cuales son ampliamente aceptadas no sólo en buena parte de la psicología sino también en la cultura occidental (Day, 1983). El modelo de condicionamiento de Skinner ha sido el centro de un debate intelectual activo acerca de la condición humana. ¿Somos agentes libres o instrumentos en el universo?

El contexto evolutivo de la conducta operante

Los seres humanos son adaptables. Aprenden a ajustarse a sus ambientes. Más que los animales inferiores, que responden al ambiente principalmente con instintos fijos, los seres humanos pueden aprender a responder de formas diferentes, dependiendo de lo que sea adecuado en una situación determinada. La evolución es un proceso mediante el cual se seleccionan características físicas adaptativas en respuesta al ambiente. También la conducta puede ser seleccionada.

Los sociobiólogos describen un proceso evolutivo de selección de algunas conductas (Barash, 1982; E. O. Wilson, 1975). Pero la evolución es un proceso lento que requiere generaciones. Skinner afirmaba que la conducta adaptativa también puede ser seleccionada dentro de la experiencia de un individuo. En efecto, la capacidad humana para adaptarse al ambiente puede ser la característica más destacada de la especie. La capacidad para adaptarse ha sido seleccionada por el proceso evolutivo.

La idea básica es que la conducta es determinada por los resultados ambientales contingentes a la conducta, es decir, los que se derivan regularmente de ella. Skinner describía el condicionamiento operante como la selección de conducta por medio de sus consecuencias. Comparaba esta selección con el principio evolutivo de la selección natural, la cual selecciona a los organismos sobre la base de su idoneidad para un ambiente particular.

Sin embargo, la selección conductual ocurre con mayor rapidez y no involucra mecanismos genéticos. Es, en efecto, la capacidad para aprender de la experiencia.

La tasa de respuestas

Para analizar el proceso de aprendizaje en pequeños pasos, Skinner se percató, por un lado, que era necesario elegir con cuidado una medida dependiente.

Skinner estaba interesado en las acciones del organismo como un todo, por lo que no quería elegir un mero componente fisiológico, como el movimiento de un músculo o los reflejos neurológicos a los que se referían los teóricos en la tradición pavloviana. Skinner (1950, 1953b) afirmaba que las mejores conductas operantes para propósitos de investigación son aquellas que ocurren de manera distintiva y repetida, por lo que pueden observarse y contarse con claridad.

El aprendizaje se mide entonces por cambios (incrementos o decrementos) en la tasa (o frecuencia) de esas respuestas operantes a lo largo del tiempo. La investigación experimental requiere el control de las influencias extrañas. Para lograr este control, Skinner estudiaba animales inferiores cuyas vidas podían ser sometidas a un control estricto. Inventó un nuevo aparato, que llegó a ser conocido como la caja de Skinner, para proporcionar un ambiente en el cual las respuestas operantes podían observarse con facilidad y registrarse automáticamente. Construyó el aparato cuando era estudiante graduado a través de una serie de modificaciones más bien drásticas del laberinto que era popular en los estudios de aprendizaje de la época. Con el tiempo el aparato se hizo más complejo, incorporando dispositivos de registro y de reforzamiento automático.

Cada vez que el animal experimental emite una respuesta (una rata presiona una palanca o una paloma picotea un disco), la respuesta se registra automáticamente. Las respuestas se muestran en un registro acumulativo, que presenta (o grafica) las respuestas como función del tiempo. A medida que el tiempo pasa (mostrado en el eje horizontal), cada respuesta mueve la plumilla una muesca más alto en el eje vertical. En cualquier momento, la pendiente del registro acumulativo indica la tasa de respuestas. Las tasas de respuestas más altas producen pendientes más pronunciadas; las tasas de respuestas más bajas producen pendientes menores. Si un animal no responde en absoluto, la pendiente es plana. Como el aparato realiza el registro automáticamente, ni siquiera era necesario que el investigador estuviera presente durante la sesión experimental.
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