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APRENDER MÚSICA. DÓNDE Y PARA QUÉ? El aprendizaje de la música en jardines de infancia y Parvularios: ¿para qué? Carme Vidal y Teresa Soler en EUFONÍA. DIDÁCTICA DE LA MÚSICA. El siguiente artículo expone, desde un enfoque práctico, las características de la educación musical, durante los primeros años de vida, en centros de régimen general u ordinario. En este ámbito, el trabajo del profesorado, como en el texto de las actividades propias de la educación infantil, es ante todo abrir los sentidos y predisponer el espíritu al interés por conocer, experimentar, transformar el mundo sonoro que nos rodea. Es bien sabido que las vibraciones sonoras y el sonido forman parte de nuestro entorno y de nuestra vida perceptiva incluso desde antes de nacer. La educación musical sería la parte de la formación humana dedicada al desarrollo y al enriquecimiento de la percepción auditiva de las personas y se relaciona con ésta en conocer, experimentar y disfrutar las cualidades de los sonidos y sus posibles ordenaciones y combinaciones. Decimos «sería» porque hasta hace bien poco el sistema educativo ordinario no ha contemplado la Educación Musical. La aplicación de la Reforma introduce la asignatura de música tanto en educación infantil como en primaria y secundaria. En éstas la música estará a cargo de especialistas. Tratándose de una materia de carácter acumulativo, cabe pensar que la normalización completa de su enseñanza necesitará algunos años para consumarse. La situación en educación infantil es algo distinta:
En efecto, el currículo afirma que «al finalizar la etapa de educación infantil el niño y la niña deben haber adquirido unas capacidades que les permitan vivir relaciones estables y afectivas consigo mismos y con los demás, un conocimiento e interpretación de su entorno, así como la adquisición de instrumentos de aprendizaje que les permita ir formando parte de una sociedad culturalmente organizada». La música proporciona un abanico muy amplio de posibilidades para ayudar a los niños en este desarrollo. El profesorado de educación infantil tiene, en estos momentos, la posibilidad y el reto de colocar los cimientos del desarrollo sensorial, de la sensibilización musical y de la adquisición de hábitos básicos para una educación musical generalizada a lo largo de toda la escolaridad. Éste es el para qué de aprender música en la etapa de O a 6 años. Este para qué teórico se puede concretar todavía más si nos fijamos en el qué y cómo se aprende la música en infantil. LA CANCIÓN La canción constituye la primera aproximación al hecho musical que las criaturas tienen a su alcance. Con frecuencia, es la primera música que oyen y, en cualquier caso, la primera que pueden interpretar, experimentando así el placer de hacer música. Esta es la razón de que la canción sea la base de la educación musical de la infancia. Pensamos que en el jardín de infancia y en el parvulario conviene utilizar las canciones tradicionales de cada pueblo o de cada zona. En este repertorio, decantado por una práctica secular, la letra y la música van íntimamente ligadas, y respetan además los ritmos de la lengua; lo cual es importante en estas edades ya que es cuando se aprende a cantar y a hablar En función de su uso en clase, nos convendrá distinguir entre las canciones que canta el maestro para que los niños las escuchen (canción/audición) de las que canta para que las aprendan (canción). En principio, cualquier canción tradicional puede servir para la canción/audición; sin embargo, es importante que el maestro o la maestra escoja con sumo cuidado las canciones que cantará a sus estudiantes. Se precisa tanto que las cante con placer como que sean variadas en contenido y formas: canciones lírico-narrativas cuyo argumento pueda interesar a los niños, canciones alegres susceptibles de danzarse, canciones de cuna rápidas y lentas, ritmos binarios y ternarios, en modo mayor y en modo menor. A los niños y niñas de estas edades les gusta oír lo que ya conocen; posiblemente una canción/audición les complacerá tanto más cuantas más veces la oigan. Conviene, pues, cantar estas canciones en distintos momentos de la vida del aula, de manera que en cada momento se puedan remarcar unos u otros aspectos interesantes de la pieza en cuestión. Sin olvidar nunca que la atención de nuestros alumnos tiene una duración limitada. Hay que escoger igualmente con atención las canciones destinadas a ser cantadas por el alumnado. Su edad e intereses, así como sus capacidades específicas en cada momento, deben ser siempre tenidos en cuenta. Por ejemplo, es importante que las canciones que vayamos a hacerles cantar les gusten; pero no puede olvidarse que su aparato fonador se está desarrollando y que por tanto no podrán afinar intervalos fuera de su alcance, ni ajustar ritmos complicados que dificulten la articulación del texto. Con estas precauciones conseguiremos pasar poco a poco de la «canción como juego» al gusto de la «canción por la canción». Las primeras canciones se pueden acompañar con mímica, pero poco a poco y desde el primer día, conviene ir desviando la atención de los niños hacia el gesto de dirección del maestro o maestra. Conviene también velar por una correcta emisión de la voz de los niños. En este sentido hemos de intentar que nuestra propia voz sea un modelo correcto, puesto que, sin duda alguna, nuestro alumnado nos imitará. Cantar en clase tiene que ser una tarea habitual; naturalmente, en estas edades es una actividad grupal. En la cual, por cierto, conseguir una buena interpretación será responsabilidad de todos y cada uno de los niños y niñas que con esta actividad colectiva se sentirán miembros de un grupo. La atención, la concentración, una postura corporal correcta, el gusto por el trabajo bien hecho, son actitudes y hábitos que se deben fomentar en esta etapa y que serán imprescindibles para cantar correctamente al nivel que más adelante se exigirá a los estudiantes en primaria. AUDICIÓN Vivimos en una sociedad que nos rodea de sonidos, tanto niños como adultos oímos música constantemente. La audición que proponemos no es ésta, sino el acto consciente de escuchar música; para ello detendremos en la clase cualquier otra actividad, y concentraremos la atención en el hecho de escuchar Decíamos anteriormente que la primera vivencia musical, y por lo tanto la primera audición que debe realizar el alumnado en la escuela, es la canción cantada por el maestro. Esta audición en vivo permite que se establezcan unos nexos comunicativos que difícilmente se conseguirían mediante aparatos reproductores de sonido. En el contexto de esta relación comunicativa, el maestro o la maestra irá ampliando el campo de la audición con música instrumental interpretada por él o por algún músico que pueda acudir a la clase, y finalmente con música grabada. Para conseguir familiarizar a los estudiantes con la música grabada y con los aparatos de reproducción del sonido (que conviene sean de buena calidad) es necesario que las primeras obras grabadas que se hayan de escuchar sean las que el profesor habla cantado en las audiciones en vivo, ya sean interpretadas por un solista, una coral infantil o de adultos o por un instrumento. Escucharemos también obras de los grandes autores de todos los tiempos, sin olvidar a los del propio país ni la música tradicional (instrumental o vocal), Para ayudar a niños y niñas a recordar las audiciones que han escuchado, para que puedan también situar de manera intuitiva la época de cada compositor, para que vean cómo son y cómo se tocan los instrumentos que hayan podido oír, conviene utilizar grabados, fotografías, videos. El objetivo primordial de toda audición es conseguir gozar escuchando música; a veces, a la segunda o tercera audición de la misma obra, podemos además entrar en otros aspectos de la educación musical: fraseo, estructura, ritmo y pulsación, cualidades del sonido, sin olvidar que todos estos aspectos deben trabajarse a partir de una vivencia corporal. Por ejemplo, bailar la música que escuchamos puede ser la mejor manera de observar las frases y las cadencias que contiene. La tarea de escuchar música requiere la máxima concentración y atención. Por tanto, los fragmentos y obras musicales seleccionados para este fin serán de corta duración, procuraremos además que se presenten con principio y final. Vale más que la audición sepa a poco que no que los alumnos la encuentren larga y pesada. RITMO, MOVIMIENTO Y DANZA Todos los niños y niñas del mundo tienen la necesidad de moverse. El maestro o la maestra que no ignora esto ha de utilizar el movimiento para hacer un trabajo integral de la música en dicha etapa. Cualquier concepto, para ser interiorizado, primero debe ser vivenciado; ¿qué mejor que el movimiento, libre o dirigido, para hacerlo? Los movimientos del bebé son bruscos y poco precisos; a medida que crece, éstos van adquiriendo precisión y finura. La tarea del educador es ayudar a este proceso exigiendo más progresivamente pero respetando siempre el desarrollo de cada niño y niña. Las canciones de cuna son la primera relación música/movimiento vivida por el niño. Las caricias, mimos y los juegos de falda, acompañados de cantilenas, le encaminan hacia el juego-danza; finalmente, podrá participar en pequeñas danzas organizadas, que para esta etapa encontraremos en el folklore y frecuentemente asociadas a la canción. Es también importante que el alumnado pueda entregarse a la danza, dejándole el maestro moverse libremente al son de una música ya conocida; experimentan así el placer del movimiento, el desplazamiento por el espacio sin limitaciones, el descubrimiento del propio cuerpo. La repetición asidua de este tipo de actividad consigue que sea disfrutada cada vez más y que se vaya alcanzando una mayor sincronización música-movimiento. Las danzas organizadas permiten trabajar la relación música/movimiento, la pulsación, las figuras musicales, el fraseo. Pero es fundamental que el niño y la niña de estas edades se divierta bailando: música y movimiento deben permitirle disfrutar, por lo cual las danzas que enseñemos tienen que ser lo bastante sencillas para que puedan ser aprendidas sin un esfuerzo excesivo, pero contener al mismo tiempo alguna dificultad que la criatura pueda superar, a fin de sentirse estimulada a hacerlo. Las danzas deben bailarse tal como son, sin arreglos ni simplificaciones ad libitum. En el folklore, por supuesto, e incluso en otras fuentes, hay suficientes bailes lo bastante sencillos como para poder ser danzados correctamente por alumnos y alumnas de educación infantil; no hay motivo, pues, para adaptaciones de danzas más elaboradas, las cuales podrán aprender más adelante, en primaria. SONIDO/ SILENCIO La base material de la música la constituye el binomio sonido/silencio. Si pretendemos que los niños y las niñas dominen el sonido y sus cualidades, muy pronto hemos de hacerles jugar con el sonido o, lo que es lo mismo, con el silencio, para que puedan llegar a controlar y a modificar cualquier situación sonora. Es muy importante que, desde bien pequeños, hagamos sentirles la necesidad del silencio. Un silencio vivo, activo, que forma parte de la música y sin el cual no son posibles ni la danza, ni la canción ni la audición. Después de jugar y manipular con los sonidos que podemos producir con nuestro cuerpo, con las posibilidades sonoras de objetos, después de observar el ambiente sonoro de la clase o de la escuela, hemos de ayudar al niño a que descubra la naturaleza y las cualidades del sonido. Intentaremos que el descubrimiento de estas cualidades (intensidad, duración, timbre y altura) se haga en un ambiente musical y respetando el proceso que recorre el alumnado; escuchar, imitar, buscar, reconocer, reproducir, utilizar, crear. Saltando, caminando, corriendo, arrastrándose, pateando, palmeando, frotándose las piernas, soplando, jugando con la voz o con instrumentos, los niños y niñas harán diferentes sonidos que luego podrán clasificar según hayan sido producidos (soplando, percutiendo, frotando...) para después utilizarlos en sus producciones. Para la experimentación y la vivencia de las cualidades del sonido es imprescindible que las criaturas puedan manipular objetos sonoros, y por ello es básico que en los jardines de infancia y en los parvularios haya instrumentos musicales y juguetes sonoros de calidad a su alcance. IMPROVISACIÓN La música ha de ser una puerta que permita al alumnado transmitir sus emociones, estados de ánimo y sentimientos. Conviene pues que, desde bien pequeño, le invitemos a utilizarla para expresarse, utilizando los conocimientos que tiene en cada momento. Atentos a todas sus manifestaciones, hemos de instarle a usar su voz, su cuerpo, el silencio, los juguetes sonoros y los instrumentos que pueda tener a su alcance para que haga pequeñas creaciones; poco a poco intentaremos que sean más musicales. En el folklore hay canciones y danzas que lo predisponen a crear serán una buen material para iniciar el trabajo de creación. Pequeñas preguntas con melodía improvisada por el maestro o la maestra provocan respuestas con improvisaciones de los alumnos, los cuales tomarán la pregunta inicial como modelo o patrón. Así, poco a poco, aprenden a estructurar sus creaciones. Mediante la danza libre podrán expresar con el movimiento de su cuerpo las sensaciones que les transmite la música. Las improvisaciones tienen que ser, ante todo, un juego. Sólo en un ambiente tranquilo y distendido podrán expresarse de manera espontánea y libre. CODA Queremos terminar este escrito insistiendo una vez más en que, como en el resto de las actividades propias de la educación infantil, nuestro trabajo como docentes es ante todo abrir los sentidos y predisponer el espíritu al interés por conocer, experimentar, transformar el mundo que nos rodea; también el de los sonidos. “MUSICA Y EDUCACIÓN ESPECIAL” PEDRO JOSÉ BOLTRINO La educación artística y musical “Yo soy feliz cantando, para mi cantar...es lo más. Mi vida es cantar” M. Romero. 13 años. El arte es propio de lo humano, en sus múltiples aspectos, al hacerlo, al percibirlo, al gozarlo y entenderlo. Es el medio por el cual las personas pueden expresar y comunicar diferentes aspectos de una realidad muchas veces incomprensible. Aspecto central de la vida de los hombres, ocupa un lugar de privilegio en la experiencia que todos tenemos de nuestra propia cultura.1 Elliot afirma que las obras de arte en sus diversas expresiones son “esencialmente artísticas y sociales juegan un papel importante para establecer, definir, delinear y preservar un sentido de comunidad e identidad dentro de los grupos sociales”2, sentido de comunidad e identidad que la escuela contribuye a formar. Podría afirmar que el arte ha ocupado un lugar secundario en los currículos escolares. El grave error de nuestro sistema educativo es la supresión del conocimiento sensorial. El concepto dominante sobre el hombre y por lo tanto nuestro enfoque educativo, enfatiza el conocimiento sensorial. Desde el punto de vista educacional, el arte no consiste en una práctica profesional para unos pocos que han demostrado inclinación y aptitud. El arte asegura los fundamentos de creatividad y salud mental para toda la sociedad. El arte representa la saludable interacción entre nuestra vida psíquica consciente e inconsciente, entre el individuo y lo colectivo, entre el pasado y el futuro.3 El hombre aprende a través de los sentidos. La capacidad de ver, sentir, oír, oler y gustar, proporciona los medios para establecer una interacción del hombre y el medio. Los programas de las escuelas tienden a descuidar el hecho de que el niño aprende a través de esos cinco sentidos. El desarrollo de la sensibilidad perceptiva debería convertirse en uno de los aspectos más importantes del proceso educativo. Salvo en las artes, los sentidos parecen estar destinados a que se los ignore. Cuanto mayores sean las oportunidades para desarrollar la sensibilidad y mayor la capacidad de agudizar todos los sentidos, mayor será también la oportunidad de aprender.4 En términos generales, el término escuela tiene tres acepciones corrientes: 1) lugar (local, edificio, casa), donde se instruye a varios individuos; 2) conjunto de profesores y alumnos de una misma enseñanza, y 3) la doctrina o sistema que ha impreso a una rama de la ciencia o del arte una dirección determinada. A estas tres acepciones consideramos imprescindible agregar, en cuarto lugar: 4) fuentes materiales e instrumentos de información adecuadamente operativos en relación con el esquema general de LA ESCUELA.5 Así se presenta la escuela hoy. Una escuela inmersa en un contexto social en permanente cambio con profundas transformaciones en su interior, afectada directamente por los cambios culturales y sociales. En los últimos años surgen cuestionamientos vinculados con la calidad educativa, el éxito y el fracaso escolar, la eficacia; la desmotivación de alumnos y docentes, la violencia en la escuela. Determinándose como causales de la violencia escolar: las caracterizaciones socio-familiares, los medios de comunicación, la pobreza y la exclusión. Desde hace tiempo enfrenta esta realidad, nuevas expresiones del dilema que a menudo desborda los mecanismos de respuestas de la escuela o los mismos ya no son útiles para su resolución.6 Desde la antigüedad hasta hoy, innumerables personalidades del mundo de la filosofía, del arte, de la pedagogía, de la ciencia y de la cultura se han manifestado en favor de las ventajas de la educación musical como parte de la formación integral de la persona en los distintos niveles educativos, tan bien en educación especial mas allá de las diferencias de paradigmas médico/paciente, educador/alumno. Al margen de distintas concepciones, lo que se hace evidente es que la emisión de sonidos producida con algún tipo de intencionalidad expresiva, artística o comunicativa es un hecho constitutivo de la naturaleza humana, que se produce en todo tipo de organizaciones sociales y culturales y por el cual todo ser humano posee aptitudes musicales que le permiten participar activamente, de un modo u otro en el hecho musical. La actividad musical en el ser humano ha sido estudiada desde diversas especialidades científicas. Los avances y los descubrimientos en los campos de la antropología, la biología, la medicina y la psicología no han hecho sino corroborar y ampliar el conocimiento sobre la existencia de actitudes y aptitudes estrictamente humanas hacia el sonido; lo mismo, si este sonido es producido por el propio individuo, como si se recibe del entorno. La música es un fenómeno innato en el ser humano: está presente de forma espontánea en las primeras manifestaciones sonoras de los niños y acompaña a la humanidad en un gran número de acontecimientos de su ciclo vital. |