1. Conceptos previos Modos de conocer y saber: experiencia, opinión y fe, prudencia y arte, ciencia, nous y sindéresis, sabiduría




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Universidad: Universidad Católica Argentina

Facultad: Psicología y Educación

Nombre de la cátedra: Filosofía de la educación.

Titular: Dra. Graciela B. Hernández de Lamas
Unidad I: El estatuto epistemológico de la Filosofía de la educación.

No se ha de buscar el rigor por igual en todos los razonamientos [...]

es propio del hombre instruido buscar la exactitud en cada género de conocimientos

en la medida en que la admite la naturaleza del asunto”

Eth. Nic. I, 3, 1094b 13; 27.
La Ciencia de la educación o la Filosofía de la Educación es una disciplina joven, aunque con larga tradición. Desde que existe el hombre existe la educación y una consiguiente reflexión sobre ella. Ésta se ha originado y ha estado contenida en marcos epistemológicos más amplios: religiosos, filosóficos, éticos, psicológicos, sociológicos, políticos, económicos, lingüísticos, etc. La urgencia de plantear en primer término de qué se trata nuestro estudio, qué investiga, desde qué formalidad, surge precisamente de esta situación. Para poder llevarlo a cabo delimitaremos ciertos conceptos previos que sirven de marco.

Hablo de Filosofía de la educación como sinónimo de Ciencia de la educación, pues considero que es el nombre más apropiado para una concepción epistemológica inscripta en la tradición aristotélica.

Pero conviene aclarar desde ya, que tanto la noción de ciencia como la de filosofía de la educación son nociones análogas, que como tal no pueden definirse en sentido estricto sino describirse y explicarse por cierta inducción y por resolución en principios.

Por dicha razón se irán describiendo los momentos y problemas de nuestra disciplina, sin pretender definiciones acabadas. Pero intentaremos mostrar de qué trata, cuáles son sus problemas y tal vez cuáles podrían ser las vías de solución para ellos. La investigación sobre la ciencia misma corresponde a una reflexión y abstracción máxima, que tiene atingencia metafísica. Y la metafísica ocupa el último lugar en el orden de la adquisición del saber. Por eso este capítulo en general podría ocupar el último lugar cronológico. Lo antepongo al resto porque pienso que hay que buscar un equilibrio entre el lanzarse a investigar en una ciencia “desde la nada”, que dado el estado de la ciencia en general no es real; y el hacerlo con un plan excesivamente pormenorizado, que limita la misma indagación. Esta tensión, este movimiento del pensamiento con la consiguiente búsqueda de equilibrio permanente, es lo que justifica, como se verá, el método usado: la dialéctica.

1. Conceptos previos

1.1. Modos de conocer y saber: experiencia, opinión y fe, prudencia y arte, ciencia, nous y sindéresis, sabiduría.



“Todos los hombres desean por naturaleza saber”1. Con esta afirmación, aparentemente tan simple, comienza Aristóteles su Metafísica, en su búsqueda de una definición de la Filosofía. Llegar a ella es también el paso previo para saber qué es la filosofía de la educación.

Que todos los hombres deseen por naturaleza saber se le presenta a Aristóteles de manera inmediata. En efecto, una simple observación a nuestro alrededor o una reflexión sobre lo que vivimos, nos muestra que se experimenta placer en cada percepción que da a conocer algo de la realidad, independientemente de la utilidad que tenga. Y esa satisfacción se encuentra de modo especial en las sensaciones que proporciona el sentido de la vista, pues es el que da a conocer más diferencias en las cosas. Esta experiencia, de genuino placer, habla de la satisfacción de una necesidad natural2. Nos quedamos absortos mirando el fuego que crepita o el agua que corre. Si a un niño se le entrega una cajita cerrada o un muñeco que llora, tiende a abrir, a investigar, a averiguar lo que está más allá de la simple visión. Busca espontáneamente una causa, una explicación del movimiento, de lo que aparece. Son satisfacciones genuinas que responden a necesidades e intereses naturales.

La búsqueda de conocer y saber se origina en los datos, origen de las sensaciones, que proporcionan los sentidos. Estos datos son retenidos y acumulados en la memoria, en la que se introduce un cierto orden por el trabajo que realizan los otros sentidos internos. Sobre esta humilde base se constituye el edificio del conocer y saber del hombre. De aquí la importancia de este momento de experiencia: “del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de la misma cosa llegan a constituir una experiencia [...] la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia”3. Gracias a ella los hombres pueden alcanzar el saber.

La experiencia es un acto (y un hábito) vital, intencional, por el que se conocen de manera directa e inmediata las cosas en su aspecto particular y concreto, máximamente determinado. Lo que se conoce aquí es el aparecer fenoménico de la cosa, lo que se manifiesta de ella. Y esa realidad que se hace presente al sujeto presenta una unidad configurada y cualificada. Dice Fabro que lo que percibimos son objetos unificados, estructurados y cualificados4.

La experiencia puede ser habitual o puntual; especulativa o práctica; interna o externa; personal o colectiva5. A pesar de que es un conocimiento no fundado, encierra verdad, con mayor o menor certeza acerca de su objeto.

Otro modo de conocer es la fe humana o creencia que se presenta con certeza subjetiva, aunque con algún fundamento en el objeto. Se funda en una probabilidad indirecta, en lo que han dicho o dicen sobre el objeto sujetos dignos de credibilidad.

La opinión es el conocimiento, también probable, por el que la inteligencia asiente a una verdad sin tener absoluta certeza. Es un avance respecto de la duda, en la que no hay juicio porque se está indeciso entre dos posibilidades. En la opinión sí la hay y se manifiesta como presunción, parecer o estimación. Puede haber verdad pero sin evidencia, o por lo menos no se puede probar lo que se afirma. Está además siempre amenazante la posibilidad del error, ya sea porque el sujeto no tiene los elementos necesarios para juzgar por su propia falencia o porque el objeto tiene tales características que no puede ser aprehendido firmemente.

Si se considera que conocer algo es conocer su verdad, lo que la cosa es, la experiencia, la fe y la opinión no son modos de conocimiento perfectos y firmes de estar en la verdad6. Pero son condiciones y preparaciones para llegar a una mayor firmeza.

Cuando se conoce el por qué y la razón de las cosas el conocimiento se constituye en un tipo de saber. Quien tiene saber, conoce no solamente lo que las cosas son sino por qué son como son, es decir, conoce las causas. El saber es universal y trasciende el fenómeno. Es un modo firme de estar en la verdad, puede con propiedad ser explicado y enseñado.


1.2. Saber teórico y práctico


El conocer y el saber tienen como fin la aprehensión de la verdad. En esto consiste el conocer y el saber de tipo especulativo. Si tiene una extensión al mundo del obrar o del hacer el conocimiento es práctico.

El saber especulativo es el que se busca por conocer y saber. La voz especulativo proviene de speculum, espejo. Un espejo simplemente refleja el objeto que tiene delante, y en ello se agota su función. Así el conocimiento especulativo consta de un solo momento, el cognoscitivo, que intenta espejar la realidad, no prepara una acción distinta de sí. Versa siempre sobre un objeto especulable o por lo menos no es considerado en cuanto modificable. El sujeto, para conocer la verdad de la cosa, tiene que adaptarse a ella, que es la medida del conocimiento (especulativo).

El saber práctico en cambio, tiene dos componentes: uno teórico y otro apetitivo. Consta de dos momentos: uno cognoscitivo, regulativo, directivo (que es propiamente el momento del conocimiento práctico) y otro realizador. El primero regula al segundo, el conocimiento dirige la acción o la operación. Siempre la realidad, medida aquí por el sujeto y su conocimiento, es algo modificable por el hombre como agente libre. Puede ser la conducta humana, los actos de la voluntad, los actos de los miembros físicos como los de la mano haciendo algo, posteriores siempre a la intelección y que dependen de ésta. Así, por ejemplo, alguien piensa en cómo conducirse con su hijo, o en una reunión social de tal tipo o en una reunión de trabajo. Se informa acerca de los temas a tratar, el ámbito en que se va a mover, la / s persona/s con las que estará, etc. Decide luego, a partir de lo pensado, obrar en consecuencia. Y obra. Aquí se distinguen tres momentos: uno primero reflexivo, de información; uno tendencial; y un tercero de acción. Todo lo agible u operable puede ser especulable pero no a la inversa.

La distinción entre conocimiento teórico y práctico se basa en el objeto, el que puede ser considerado material y formalmente. Algo puede ser materialmente práctico pero formalmente teórico o formalmente práctico pero materialmente teórico. Por ejemplo los temas relacionados con la educación son materialmente prácticos ya que se refieren directamente a lo agible, a algo modificable en la conducta del hombre o de la sociedad, pero pueden ser considerados, formalmente, de modo especulativo, como sería el caso de una constatación sociológica de la educación o de un análisis metafísico de la misma. Un ejemplo del segundo caso sería un contenido matemático, en sí mismo especulativo, pero puede ser orientador de prácticas de ingeniería, por ejemplo; o el saber acerca de las estrellas que pueden ser estudiadas para guiar la navegación. Caso típico también es el conocimiento de Dios, materialmente teórico pero formalmente práctico cuando lo inscribo en los fines de la vida humana.

La practicidad admite grados. Es más práctico el conocimiento al acercarse a la acción y más teórico cuanto más se aleja de ella.

El primer saber de tipo práctico es el arte o techné.7 “Nace el arte cuando de muchas observaciones experimentales surge una noción universal sobre los casos semejantes”8. El arte se basa, entonces, en principios universales. Quien lo posee conoce rectamente acerca de lo que debe hacerse. Es un saber poiético o fabricador de un objeto extrínseco al hombre. Siempre en el arte hay una obra externa, un resultado. El arte constituye la recta razón respecto de aquellas cosas que deben hacerse. Es un saber hacer, una habilidad para hacer un determinado tipo de cosas, sabiendo por qué se hace de tal manera y no de otra. No es una mera habilidad, pues contiene un elemento cognoscitivo causal. El arte constituye, así, un hábito intelectual, productivo, acompañado de razón verdadera.

Las artes o técnicas pueden dividirse en útiles o bellas, según se ordenen al servicio de algo o tengan por fin la belleza en sí misma, respectivamente. Habitualmente se usa la palabra arte refiriéndola exclusivamente al segundo tipo. Pero arte es sinónimo de técnica y ambos términos sólo difieren en su origen latino o griego.

El saber que versa sobre la conducta del hombre, sobre su obrar, sobre lo agible o inmanente a él, se denomina prudencia o phrónesis. Éste es un saber sobre cómo se debe obrar -aquí y ahora- teniendo en cuenta el fin del hombre. Su objeto es el bien y el mal para el hombre. Su término es una praxis, la actividad en acto, una obra que consiste en el obrar mismo. La phrónesis es la recta razón acerca de lo agible, es decir, de la acción moral o de la conducta del hombre, en tanto buena o mala según se ordene o no a su fin. “Es una disposición racional verdadera y práctica respecto de lo que es bueno para el hombre”9.

En cierto sentido, tanto el arte o técnica como la prudencia, saberes prácticos, versan sobre lo contingente, sobre lo que puede ser de otra manera. En el primer caso sobre lo factible, en el segundo, sobre lo agible. En ambos, la cosa podría ser de otra manera. No es necesariamente de tal modo. En efecto, en el conocimiento práctico hay cosas contingentes pero no en cuanto dependen de una cadena causal psíquica y en cuanto signifiquen una obligación, la que implica una necesidad de fin10.


1.3. La ciencia. El método. Clasificación y división de la ciencia. La ciencia de la educación.



La ciencia o epistéme es el saber necesario y universal acerca de una esfera de objetos. “Es un juicio sobre lo universal y lo que es necesariamente”11. El objeto formal es siempre universal y necesario. Es un saber mediato, demostrativo.

Quien posee ciencia conoce en su intimidad lo que la cosa es. Zubiri afirma que la ciencia es el conocimiento de la interna articulación de la necesidad constitutiva de algo, como si ese algo se exhibiera en su más profundo ser, se mostrara. Por ello, a partir de esa intelección, se puede de – mostrar12. Implica que no puede ser de otra manera; es un saber de tipo apodíctico. Saber aquí es algo más que discernir, distinguir, aún definir. Quien tiene ciencia tiene el hábito de la demostración de la interna necesidad de lo que es. Se llega a la evidencia de modo mediato y seguro. Aristóteles en los Analíticos segundos dice que “creemos que sabemos cada cosa sin más, pero no del modo sofísico, accidental, cuando creemos conocer la causa por la que es la cosa, que es la causa de aquella cosa y que no cabe que sea de otra manera”13. Vemos en esta definición la precisión que tiene la ciencia y su apodicticidad: no es posible que la cosa sea de otro modo de como es.

Cada ciencia se constituye en relación a un objeto. En él se puede distinguir un aspecto material, que es la cosa, la parte o aspecto de la realidad sobre el que recae el conocimiento científico; y uno formal, que es el aspecto del objeto real que la inteligencia considera y que, en mi consideración, depende de los modos de abstracción de ésta.

Para llegar al objeto y conocerlo adecuadamente la inteligencia sigue un camino, que constituye el método de cada ciencia. Método significa precisamente en su etimología “camino a través de un medio” y “persecución”. En el orden de la ciencia significa la rectificación del proceso o curso natural del pensamiento en la dirección de la posesión de su objeto, lo que constituye la verdad.

Cada ciencia tiene su propio método que deriva de su objeto y se conforma con él. En la faz inventiva, es decir, en la investigación primera acerca del objeto, el proceso que se sigue tiene los siguientes hitos: experiencia, abstracción e inducción, y principio propio. A partir de aquí puede tener lugar la demostración, ya sea por deducción o por reducción a otro principio o al principio común.

Veamos en qué consisten cada uno de estos momentos metodológicos.

Inducción. Es el pasaje de la experiencia, conocimiento singular, a una proposición universal. Los momentos que la constituyen son: observación, comparación y discernimiento de semejanzas y diferencias, constitución de esquemas perceptivos, abstracción de los conceptos, vinculación de éstos en el juicio14. Aunque se puedan discernir estos momentos se trata de una inferencia inmediata ya que no pasa por datos mediadores. En la inducción se capta el universal en el singular. Es el modo de conocer habitual y no científico de todo hombre, pero se torna método científico bajo el objeto formal de una ciencia, cuando se controla y critica en cada uno de sus momentos. No es necesario que siempre haya una enumeración y consideración de numerosos casos singulares pues la validez del método no depende del número sino de la calidad de la aprehensión y de la materia de ésta. Cuando la aprehensión abstractiva es adecuada y recae sobre materia necesaria, la inducción termina en un juicio universal y necesario que opera como principio en el curso de la ciencia. La naturaleza como esencia actúa siempre de la misma manera, por lo cual al captar dicha esencia en un singular, es posible llegar a la afirmación universal y necesaria 15. En la función docente se utiliza de distintos modos la inducción 16.

Deducción: Es el método que parte de una proposición o verdad universal y concluye una de menor universalidad o de extensión particular a través de un vínculo llamado “término medio”. Es el silogismo apodíctico. Se puede reducir a: “si a = b; b=c: a= c”. “b” es el término medio. Las dificultades surgen porque en la vida real no hay cosas que sean enteramente iguales, por lo que se toman aspectos de ellas. La condición para que la inferencia sea válida es que el término medio, al menos una vez, esté tomada en toda su extensión. De lo contrario, podrían estar comparándose aspectos distintos en uno y otro caso 17.

Tanto la inducción como la deducción en nuestra disciplina, son dialécticas. La dialéctica considera al pensamiento en cuanto está en movimiento para llegar al objetivo de la ciencia, la verdad. Ese estar en movimiento se debe a que arriba a verdades provisorias que sirven para seguir avanzando. Como método, la dialéctica parece ser especialmente apropiada para las ciencias de tipo práctico (aunque no se restringe su uso solamente a ellas), donde la bipolaridad estricta entre lo que es y lo que no es, lo verdadero y lo verosímil pocas veces se percibe nítidamente y hay una zona más o menos amplia de verosimilitud o posibilidad. No siempre se pueden tratar apodíctica y necesariamente asuntos que de suyo son contingentes. Lo que se debe hacer ante ciertas circunstancias es buscar el camino y recortar la experiencia para delimitar los problemas que se quieren investigar, sopesar las opiniones de los científicos acerca del objeto que se está investigando o enseñando, etc. La función del método dialéctico es decisivo en la delimitación del objeto de investigación y análisis de la ciencia. Si se partiera de objetos y/o problemas planteados y recortados, aspiración permanente de todos los racionalismos, habría poco que investigar y que avanzar en la ciencia. La dialéctica se utiliza también, una vez constituida alguna parte de la ciencia, en la discusión de los resultados obtenidos y la clarificación y rectificación de los mismos. Precisamente la partícula dia hace referencia al dinamismo del pensamiento, “a través de”y en particular de dos (sujetos, definiciones, opiniones lugares o topos, etc.), que se comparan buscando semejanzas y diferencias. Es un proceso que suele darse acientíficamente, de modo espontáneo.

Cada ciencia y disciplina hace una selección y combinación de estos métodos básicos según las características de su objeto de estudio. Esa particular concreción contribuye a la diferenciación e identidad de cada ciencia. La inducción y la deducción que se usan en nuestras disciplinas pedagógicas son dialécticas.

El método de una ciencia depende del objeto. Y el de enseñanza, también del sujeto de aprendizaje. Si éste no aprende, el método no sirve. Así hay contenidos que podrían ser demostrados, pero no para tal grupo de alumnos, por lo que hay que intentar otros caminos.

1.3.1. Clasificación y división de la ciencia (Primera aproximación).



Las diversas clasificaciones de las ciencias varían según la formalidad que se considere. Todas las ciencias estudian un aspecto de la realidad: la naturaleza inanimada y animada (Física); la cantidad; la conducta (Ética) individual o social. Por sobre estas ciencias, llamadas también filosofías segundas, se encuentra la Metafísica. Ésta es llamada también Sabiduría, o Filosofía primera, ciencia que estudia la realidad toda pero no en sus particularidades, sino en cuanto que es. Y en cuanto estudia el Primer Principio de la realidad toda también recibe el nombre de Teología.

El siguiente esquema muestra una primera ubicación de nuestras indagaciones, dejando por ahora fuera a la Metafísica y a las llamadas ciencias medias:


CIENCIAS

Racional (propedéutica)

Lógica

Del concepto; del juicio y del razonamiento (Ésta a su vez se divide en formal y material). Analítica.

Dialéctica.

Retórica.

Reales



Especulativas



Naturales


Física: Gral, Física,

Química, Geología.

Biología: Gral, Botánica, Zoología, Psicología.

Matemáticas

Aritmética

Geometría


Prácticas


Ética Individual

Ética Social

Economía

Política

C. del Derecho

C. de la Educación.



Aquí nos encontramos con una primera ubicación de nuestras disciplinas, dentro de las ciencias que tienen un fin práctico y social. Éste es como un mojón en el camino, para seguir nuestra exploración dialéctica.

La diferenciación en las ciencias de lo real se da en razón del objeto de estudio que determina un tipo de abstracción adecuado: la Física abstrae la materia sensible individual pero conserva la materia sensible común. Así no estudian estos perros determinados con este color, sino que se los estudia en cuanto vivientes, en cuanto tienen vida. Se realiza una abstracción tota18l.

Las Matemáticas abstraen para su estudio la cantidad. Se trata de una abstracción formal por la que separa las cantidades que le interesa de los individuos en los que se da. Así en una regla de tres simple se sacan las proporciones sin importar los sujetos de los que se trata. O en el caso de una aplicación de las matemáticas, se busca un índice o un porcentaje de desempleo sin interesarse por quiénes son los desempleados.

La Metafísica separa, mediante juicio, sólo lo que corresponde al ente en cuanto que es, los constitutivos últimos del ente en cuanto tal, el acto de ser de las realidades.

Cada ciencia tiene un objeto propio y unos principios que no demuestra. Éstos se encuentran en la base de sus conocimientos, son más o menos reducidos y a ellos cada ciencia hace referencia permanentemente, apoyándose en su validez para llegar a nuevas verdades.

Por sobre los principios de cada ciencia particular hay otros de máxima generalidad, comunes a todas las ciencias. La intelección de éstos constituye un tipo de saber específico: nous o intellectus, intelección o inteligencia. Es un saber de primeros principios, fundamentos primarios, verdades universales de evidencia inmediata, que no requieren ningún fundamento para su intelección. Estos principios no son objeto de ciencia.

En tanto son principios de los que procede la validez del pensamiento, son principios lógicos, de identidad, tercero excluido, de no contradicción. En tanto son principios que enuncian en términos de máxima universalidad la verdad del ser son principios ontológicos.

También en el orden práctico hay ciertos principios que están en la base de todo el saber. Tienen una máxima generalidad en el orden moral y no se demuestran. Ese hábito de los primeros principios es la sindéresis. Su objeto es el principio que está en la base de todo juicio moral que es hay que hacer el bien y evitar el mal. No se demuestra, pero cuando se juzga acerca de una conducta determinada, lo que está supuesto es precisamente este principio, al que se reduce el pensamiento y la argumentación.

La plenitud del saber, lugar de la ciencia y el nous es la sabiduría, metafísica o filosofía primera. Aquí como se ve la palabra filosofía está tomada como sinónimo de Metafísica.

Esquemáticamente podemos exponer así los modos de conocer y saber:


No sapienciales

Experiencia

Opinión

Fe o creencia

Sapienciales

Especulativos

Prácticos

Ciencia

Nous

Arte

Prudencia

Ciencia (práctica)

(Sindéresis)

Sabiduría


1.4. La filosofía. Notas. Relación entre ocio, admiración, filosofía y mito.



La filosofía primera es ciencia por ser un saber universal y necesario. Además posee el hábito de los primeros principios. Es la ciencia suprema porque no usa ni pide principios de otras ciencias sino que ella considera los principios más universales. Por eso dice Aristóteles, que mientras las demás ciencias estudian ciertos principios y causas, la filosofía estudia los primeros, los que están en la base de todos. Todo lo real es objeto de su indagación, no en sus aspectos particulares sino en lo más universal, es decir, en cuanto que es. Todo lo que es es el objeto material del estudio de la Metafísica. Su objeto formal: en cuanto es19. Todas las disciplinas filosóficas participan en parte de estas características de modo análogo, según sus propias limitaciones.

Esta ciencia es en realidad el verdadero saber. Todas las otras ciencias y disciplinas se constituirán en saber en la medida en que participen de éste, primero y fundante. Por ello el sabio, que es quien posee esta ciencia: a) Conoce todo, en la medida de lo posible, aunque sin poseer la ciencia específicamente particular; b) Conoce lo más difícil, en cuanto es lo más alejado de los sentidos; c) Tiene las nociones más exactas porque son las primeras, de las que se derivan las otras; d) Es quien puede enseñar pues puede dar cuenta de lo que es y de sus causas; e) Es el más libre, porque no se subordina a la voluntad de otro, sino más bien debe gobernar y dirigir a los demás; f) Es el que está más cerca de lo divino, pues parecería que un conocimiento tan elevado no es para hombres, y al mismo tiempo su objeto, los primeros principios y causas, se identifica con Dios, el primer principio de todo.

Queda claro entonces que semejante ciencia: a) Ha de ser buscada por sí misma y no por sus resultados, por lo que es la más valiosa; b) Ha de ser por ello la más teórica, ya que agota su finalidad en la contemplación; c) No está subordinada a otra, por lo que es la más libre y la que debe regir y gobernar a las otras; d) Es la más divina, desde el punto de vista del sujeto, que debe hacer un esfuerzo permanente para tener una ciencia de tan difícil acceso, y por su objeto, que es Dios mismo en tanto primer principio y primera causa. e) En ella se da la contemplación más perfecta en que consiste en definitiva la felicidad del hombre pues satisface o completa su naturaleza, y en ella, en la acción misma de la contemplación, cesa toda actividad transitoria, todo esfuerzo y trabajo humano. Constituye el reposo y la fruición del haber alcanzado el fin, en la medida en que eso sea posible.

Esta ciencia, sigue diciendo Aristóteles, surge después de las otras artes y ciencias que persiguen satisfacer necesidades y proporcionar placer. La filosofía tiene su origen en una curiosidad genuina: “buscar una explicación de las cosas y admirarse”. Por eso el filósofo es amante de los mitos. Éstos surgen para explicar realidades que se presentan como desmesuradas para el hombre, que rozan lo misterioso y divino. Y cuando el hombre no tiene más recursos racionales, fabula, acude en su explicación a la fantasía, y muestra el misterio lo más bellamente posible. Y aquí se distancia del filósofo. Éste no se consiente en su método (en tanto filosófico) lo que no sea racional y verdadero, ni siquiera en la explicación. El tránsito del mito al logos se da precisamente en Grecia. Y es tal vez Aristóteles el primero que hace uso de manera pura del método filosófico20.

Con estos datos estamos en condiciones de acercarnos provisoriamente al menos, al meollo de nuestro problema: el estatuto epistemológico de la Ciencia de la Educación.


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