¿Quiénes son? Son Elegidos, manipulados genéticamente antes de nacer para presentar una característica extraordinaria. A muchos les pareció buena idea manipular a varios fetos; sin embargo, pasado el tiempo la humanidad se ha vuelto contra sus propias creaciones. Sé lo que estás pensando. Sé lo que sientes. De hecho, puedo adivinar todo lo que pasa por la mente de las personas. Y por eso es probable que muera.
No les hacemos falta todos; han descubierto que solo con uno de nosotros pueden tenernos. Si lo que quieren es saber cómo derrotarnos, tal vez pronto lo consigan. Siempre he sido el bicho raro, rechazado por mis compañeros e incluso mi familia. Sin embargo, siempre he sido capaz de mantenerme alejado de los problemas.
Nunca había entendido de qué soy capaz, por lo menos hasta que ellos me rescataron. Soy invisible. Y ahora que uno de nosotros ha desaparecido, siento como si yo fuera el único que puede ayudarle a salir de allí. Mi don es almacenar energía de otros individuos. Si le quito algo de energía a un Elegido, adquiero también parte de su poder durante tiempo ilimitado.
Por eso me quieren; piensan que puedo tener almacenada la energía de la mayoría de nosotros. Pero no me conocen, no saben que no puedo darles lo que quieren. Sin embargo, pienso mantener este dato en secreto tanto como me sea posible.
Me ganaré su confianza y conseguiré salir de aquí con vida. Porque soy un Elegido.
Prólogo. Todo el mundo piensa que en los laboratorios se investiga la cura contra el cáncer o se inventan nuevas prótesis para minusválidos. Y eso tiene mucho de verdad, pero en realidad hay algo más. Algo mucho más profundo que todo eso. Hoy empezamos con los experimentos. Hasta ahora solo habíamos acariciado la idea de poder llevarlos a cabo, pero hoy por fin lo hemos conseguido. El objetivo es conseguir eliminar, o al menos reducir, las malformaciones causadas por la guerra. Primero se ha decidido probar el tratamiento sobre niños sanos y, si la manipulación genética es exitosa, comenzará a introducirse a los afectados. Y si no es exitosa… bueno, no quiero pensar que hay un montón de niños sanos que nunca llegarán a nacer.
Al principio, la gente no estaba demasiado segura de esto; hay muchas cosas que pueden salir mal y, además, la idea de que la manipulación genética es una aberración sigue demasiado arraigada. Yo misma tuve mis dudas cuando me ofrecí voluntaria.
Sin embargo, el doctor Hudson ha conseguido convencer a la población de una manera tan sutil que muchos se preguntan cómo no se les había ocurrido antes. Me acerco al grupo de mujeres que están en la sala de espera; el olor a hospital lo inunda todo. La mayoría son madres solteras, o de familia tan pobre que se han ofrecido voluntarias a cambio del dinero que dábamos a cambio de su ayuda. No me quiero imaginar la situación de angustia y desesperación que deben estar atravesando para arriesgar su vida y la de sus bebés aún por nacer. Desde luego, la última guerra nuclear ha sumido a miles de millones de familias en la pobreza.
Sonrío, intentando mostrarme tranquilizadora.
-Las pruebas comenzarán enseguida; os irán llamando una por una. No estéis nerviosas; no dolerá.
Me siento un poco mal por decirles esto. En realidad no sé en qué consisten las pruebas, solo transmito lo que me han pedido. Lo único que sé es que introducirán genes artificiales a sus fetos para ver si pueden crear seres humanos capaces de resistir a las radiaciones nucleares, además de servir de prueba para inyectar el tratamiento a personas ya afectadas por las mutaciones.
Una de las mujeres tiembla. Es una chica joven, poco mayor que yo, y se ve que intenta contener las lágrimas. Me siento a su lado y la aprieto la mano.
-No pasará nada. Y si no quieres hacerlo, aún estás a tiempo de marcharte.
Ella niega con la cabeza, y no puede evitar un sollozo.
-Necesito el dinero. Mi marido me matará si no lo hago.
Algunas de sus lágrimas han caído sobre mi bata blanca, volviéndola un poco más oscura en algunos puntos. Suspiro profundamente, pero no digo nada. A pesar de estar finalizando el siglo veintidós, hay mujeres que viven bajo el yugo de sus maridos o familiares varones, y la situación de muchas empeoró después de la guerra. Yo he sido una de las pocas que ha podido estudiar, y solo gracias a la posición social de mi padre adoptivo, uno de los más altos cargos militares.
La puerta mecánica de cristal esmerilado se abre, provocando que entre una gélida ráfaga de aire que huele a medicina en la sala de espera. El doctor Hudson, responsable del proyecto, llama a la primera mujer, que avanza hacia él algo temblorosa pero segura.
Ya está. Ya ha empezado. A partir de ahora, no hay vuelta atrás. |