P1. La pedagogía afectiva representa un desarrollo de la pedagogía conceptual, cuyo propósito es educar individuos felices mediante enseñanzas afectivas relevantes Propósito de la educación Contra el espíritu racionalista y cognitivista dominante en las pedagogías y didácticas actuales, Fernando Savater considera que “Una de las principales tareas de la enseñanza siempre ha sido promover modelos de excelencia y pautas de reconocimiento que sirvan de apoyo a la autoestima de los individuos”.2 Es demasiado optimista.
Contra la educación racionalista y cognitivista, el también filósofo español José Antonio Marina reivindica los sentimientos y afectos humanos: “No es que nos interesen nuestros sentimientos, es que los sentimientos son los órganos con que percibimos lo interesante, lo que nos afecta. Todo lo demás resulta indiferente”. 3
En efecto, los sentimientos y su educación, la educación sentimental, no es cuestión para telenovelas, como de ocasión se presenta, sino el núcleo de una educación humana, humanista, orientada no a formar futuros trabajadores, sino mejores seres humanos integrales. Propósito humanista para el cual descifrar, potenciar y desarrollar los sentimientos humanos individuales pasa a primera línea. Sin ellos y sus correspondientes competencias instrumentales y operacionales, por más conocimientos de matemáticas, ciencias, idiomas o sociales que se posean, cada estudiante sería incapaz de discernir lo interesante, lo que le afecta, al carecer del órgano que orienta su vida, y quedaría en condición miserable de autómata laboral. José Antonio Marina prosigue: “...los sentimientos nos dicen algo sobre nosotros y sobre el mundo en que vivimos. Para los seres inanimados, la realidad entera carece de interés, utilidad o belleza. Ni siquiera este alta mar tan cercano que amenaza con tragarla, aterra a la tierra. La costa sigue acostada a su lado, tan tranquila. Los vientos no castigan, al agua, ni es el amor lo que encrespa las mareas”. 4 Ni que decir, hay tensión entre los intereses humanos del individuo y los intereses económicos de las empresas, tensión ante la cual es menester optar.
¿Que hace la pedagogía afectiva? Si anhela educar individuos felices, ésta toma partido por el individuo y cuestiona a las escuelas arrodilladas ante la presión capitalista empresarial que subordina la formación laboral y las áreas curriculares para futuros ingenieros (matemáticas), tecnólogos (ciencias naturales) y economistas, administradores, financistas (idiomas y disciplinas sociales). No contra que las escuelas impartan conocimiento, de ninguna manera, sino contra el conocimiento específico que imparten. ¿Por qué ése y no otro con mayor relevancia humana?
La postura humanista de Marina, que opta por el individuo, insiste en que la educación sirva a los seres humanos, no sólo a las empresas, aun en su aspecto meramente cognitivo. “El conocimiento es importante porque favorece nuestra autonomía, que es el intermediario psicológico hacia la felicidad. Si un navegante conoce la proximidad de un temporal, puede cambiar de rumbo, sortearlo, refugiarse en el puerto”.5 Felicidad, palabra esquiva que aparecerá una y otra vez en este ensayo terminal.
Arg Impacto sobre el desempeño académico Más acá de la naturaleza humana, que aspira a realizarse a plenitud y ser feliz, hasta en las actuales circunstancias escolares, las competencias afectivas deben desarrollarse por su influencia decisiva sobre el mismo rendimiento académico cognitivo que anhelan los colegios. Algo que por sabido de ha dejado de lado en la práctica. Los clásicos estudios de Benjamín Bloom advertían como:
En el quinto año escolar la correlación entre auto-evaluación académica y calificaciones fue +0.23, mientras que en el séptimo año fue +0.50. Así que, la autoevaluación académica es, entre las medidas de afectividad, la que mejor puede servir como base para pronosticar el rendimiento escolar. Aquella responde por cerca del 25% del rendimiento en los estudios posteriores a la escuela primaria.6 El solo factor autoevaluación académica —qué tan buen o mal aprehendiz se considere el estudiante— predice de la cuarta parte del rendimiento académico de bachillerato en adelante, una cantidad enorme. También explica tanto como el sobrevaloradísimo cociente intelectual (ci). ¿Quién iba a pensarlo? Y con la ventaja indudable de que a cambio de las cuatro horas individuales para diagnosticar la ‘inteligencia’ basta un minuto para preguntar a nuestros alumnos: ¿qué tan buen o mal estudiante te consideras?
Además, los factores motivacionales afectivos operarán con retroalimentación positiva, pues su incremento eleva otros adicionales asociados, y al revés: su decremento disminuye unos cuantos más factores cruciales. “Un alto rendimiento (o un rendimiento percibido así por el estudiante) estimula positivamente la afectividad, y ésta a su vez, hace elevar aún más el nivel de rendimiento, el cual, a su vez, da un mayor y positivo impulso a la afectividad”.7 Y como una mayor participación mejora el desempeño, pues (cerca del 20% de la variación en el rendimiento individual ente los estudiantes puede atribuirse a la medida de su participación en el proceso de aprendizaje8), el beneficio es doble o triple.
La conclusión es clara y simple: “De todo esto se deduce que la educación no puede limitarse ni al razonamiento ni a la acción, ya que otra parte importante del hombre es la afectividad”.9 Tiene toda la razón María Victoria Gordillo.
Arg Economía cognitivo-afectiva Recuerdo haber visto en el Zoológico de San Diego, en California —comentó Angélica—, unas serpientes que crecen en el desierto californiano que, por algún accidente genético, tienen dos cabezas. El tener dos cerebros las mata, porque no aciertan a comer. Cada cabeza se mueve en una dirección.
José Antonio Marina10 Con su creativa referencia a la serpiente de dos cabezas, el filósofo subraya que el sistema afectivo orienta siempre los escasos recursos. Sin éste funcionando a plenitud, cada cabeza conduce al animal en direcciones contrarias y el cuerpo acaba por morir; similar al asno, que muere por inanición colocado a igual distancia de dos montones de heno, al no poder escoger hacia cuál orientarse.
El psicólogo estadounidense David Perkins,11 codirector con Howard Gardner del valioso Proyecto Cero y cocreador de enseñanza para la comprensión (estudiada en el quinto capítulo) puntualiza que aprehender exige costos y trae beneficios, aparte de que requiere invertir recursos, con su consabida ganancia.
La principal ganancia para los alumnos son los conocimientos y habilidades que adquieren. Pero además existen otras: el interés intrínseco por lo que enseña, el dominio de las asignaturas, las buenas calificaciones, la aprobación del año lectivo, el certificado de estudios, la condición de par, la interacción social (no sólo en los pasillos, sino la que acontece en el aprendizaje cooperativo y en la colaboración entre pares), etcétera. Al igual que en la economía real, muchas de estas ganancias tienen valor por sus consecuencias ulteriores; por ejemplo, la de adquirir habilidades y un certificado de estudios que permitan competir en el mercado laboral.12 A cambio de costos muy evidentes, como el tiempo y el esfuerzo cognitivo, el aburrimiento, el miedo de fracasar, la experiencia del fracaso, el aislamiento y muchos otros.
El ejemplo japonés Las escuelas japonesas destinan el tiempo a la formación afectiva, pues adelante habrá tiempo para aprender los conocimientos específicos de las áreas. Así, formado afectivamente, cada pequeño se prepara a invertir todas sus energías en aprehender:
En los centros japoneses de enseñanza primaria, la máxima prioridad es conseguir que los niños se sientan cómodos en la escuela y que puedan interaccionar de una manera cortés y productiva con los demás. Se dedica un gran esfuerzo a fomentar conductas y prácticas interpersonales adecuadas. En contra del estereotipo que habla de un aprendizaje de corte militarista basado en la memorización, a los niños se les hacen preguntas estimulantes y se les anima a trabajar en equipo.13
Ellos priorizan afectividad sobre cognición, pues:
Mientras que los centros cognoscitivos dedican su tiempo a tamizar palabras, conceptos y análisis, el cerebro emocional explora continuamente en busca de significados juicios en millares de sutiles matices del tono de la voz, los ademanes, la mirada y muchas otras conductas que los centros cognoscitivos escasamente registran o entienden.14
Arg Aspecto básico humano Me parece que el estudio de los sentimientos es un buen modo de comenzar, porque nos va a permitir entrar en la sala de máquinas de la subjetividad, en nuestro reducto más íntimo.
José Antonio Marina15 ¿Por qué los primeros y decisivos años, privilegian la pedagogía afectiva sobre las pedagogías cognitivas? Por su preeminencia evolutiva. “Nuestro primer trato con la realidad es afectivo. El neonato tiene una percepción evaluativa. Le interesan unas cosas y prescinde de las demás. Lo que entendemos por ‘conocimiento’ es demasiado frío y lejano para una criatura tan cordial y apegada. Vive en un mundo de necesidades, afectos y distracciones”.16
Pero mucho más fuerte aún, la afectividad define un tema crucial de la naturaleza humana. Las psicoterapeutas Leslie Greenberg y Sandra Paivio recalcan cómo “Desde entonces, para muchos psicoterapeutas expertos, así como para muchos psicólogos teóricos, se hace cada vez más evidente que el sistema afectivo constituye un elemento crítico, tanto para la comprensión como para el cambio de la experiencia y de la conducta humana”.17 Al retomar el espíritu de Jean Piaget, que comentare páginas adelante, asumen que las emociones establecen las metas, mientras que las cogniciones y el aprendizaje proporcionan los medios para conseguirla o no. Las psicoterapeutas concluyen que “En un análisis último, nosotros somos nuestros sentimientos y el modo como nos entendemos con ellos. Sentir es el proceso de ser”.18
Arg felicidad Creo que sin buscarlo, hemos descubierto la fuente de la moral. Las teorías éticas se han dividido en dos grandes grupos irreconciliables. Uno tiene como idea central la felicidad. El otro, el deber.
José Antonio Marina19 Las ideas previas explicitan el valor de educar, además del intelecto, también y prioritariamente, la afectividad, esto es, formar personas más felices, tanto interpersonalmente (a los otros) como intrapersonalmente (a ellos mismos). “La satisfacción con uno mismo constituye otro campo. Se ha descubierto que dos aspectos del mismo tienen una correlación importante con la satisfacción general ante la vida: la autoestima y los sentimientos de control interno, la creencia de que uno controla lo que sucede”.20
Por supuesto, la cara opuesta de la felicidad es la infelicidad. Al fallar la primera (las competencias afectivas), la otra ocupa el lugar, y cuando se queda mucho tiempo y se posesiona del individuo, le inocula el segundo peor mal de nuestro siglo: la depresión, o infelicidad consigo y con los otros. “El deseo de vivir es muy escaso en quienes están socialmente aislados, quienes tiene mala salud o quienes se sienten inútiles”.21 No puede ser distinto.
Tal estado de satisfacción intrínseco y extrínseco, denominado felicidad, es estable contra las ideas corrientes. “Aunque los informes sobre el bienestar se modifican hasta cierto punto con el estado de ánimo, son aspectos relativamente estables de las personas, con una fiabilidad a largo plazo. De 0,55 a 0,70”.22 Tan estable tristemente como su contrario, la infelicidad, conocida hoy como soledad o como depresión.
¿Qué enseña la pedagogía afectiva?

p 1. La pedagogía afectiva postula tres áreas curriculares fundamentales: el amor a sí mismo, el amor a los otros y el amor al mundo y al conocimiento.
El amor a sí mismo vincula al aprehendiz con un sector del mundo-2 Poperriano.
El amor a los otros vincula al aprehendiz con un sector del mundo-2.
El amor al mundo y al conocimiento vincula al aprehendiz con el mundo-1 y el mundo-3.
P 2. Las enseñanzas definen parte del currículo de pedagogía afectiva, el hexágono pedagógico.
P 3. En pedagogía afectiva, las enseñanzas difieren del propósito formar individuos felices, al plasmar y precisar el propósito y al hacerlo accesible educativamente.
P 3. En pedagogía afectiva, las enseñanzas difieren de la evaluación porque ésta delimita la esfera de dominio que se espera.
P 4. En el orden evolutivo identifico cinco instituciones mediadoras socioculturales que aportan al propósito general de pedagogía afectiva: (i) la familia, (ii) el colegio, (iii) los amigos, (iv) la pareja y (v) el trabajo.
La pedagogía afectiva postula tres líneas curriculares: amor a sí mismo, amor a los otros y amor al mundo y al conocimiento Un saltamontes macho conoce seis canciones de amor y de guerra: un canto que anuncia su presencia, uno de llamamiento para la hembra, uno de seducción, uno de reclamo para la hembra que se aleja, uno para repeler a los rivales y uno para después del amor. Cada canción está como grabada en un disco y repetida, siempre idéntica, en respuesta a una situación precisa: presencia de un rival, mayor o menor alejamiento de la hembra, estado hormonal de la pareja, etc.
Jean Vincent Didier23 ¡Qué diferencia tan grande la existente entre un saltamontes y un ser humano! Mientras al primero le sobran y bastan “...seis canciones de amor y de guerra”, a los seres humanos, al nacer, les restan decenas, centenares, miles de complejos aprehendizajes. Particularmente tres: (i) aprehender a amarse a sí mismo, (ii) aprehender a amar a los otros y (iii) aprehender a amar o interesarse vivamente por el mundo y el conocimiento.
Esquema 1. Líneas curriculares de la pedagogía afectiva
A mor a sí mismo
ÁREAS
CURRICULARES
 (pedagogía afectiva)
Amor a los otros Amor al mundo
y al conocimiento
El amor a sí mismo vincula al aprehendiz con un sector privilegiado del mundo-2 poperriano: valorar-se, conocer-se y gobernar-se, lo cual asienta el primer ladrillo de una prolongada arquitectura psicológica que se proyecta hasta la adultez. Esto tiene tal importancia que el filósofo Marina centra las enseñanzas de su currículo en una fundamental y privilegiada: la voluntad, que “consiste en educar al sujeto para que sepa proponerse fines, motivarse a sí mismo y aguantar el esfuerzo”.24
¿Hay algo con mayor valor? Imagine a alguien inepto para proponerse fines, inepto para motivarse y persistir en sus esfuerzos, ni siquiera rendiría académicamente. En su libro El misterio de la voluntad pérdida agrega algo muy cierto: “La libertad pasó en nuestra cultura de ser ausencia de coacción externa a ser ausencia de coacción interior”.25 De allí que ponga el acento en el autogobierno como forma única de que el individuo se gobierne a sí mismo o quede al vaivén de las olas que transitan la vida, cual superviviente en balsa ajena.
Proponerse fines, motivarse y aguantar el esfuerzo son algunos aspectos del autogobierno, pero con Marina a la cabeza se omiten o devalúan dos núcleos de este aspecto: la autovaloración y el autoconocimiento. El mero autogobierno no basta para la pedagogía afectiva, que me disculpe Marina.
El amor a los otros vincula al aprehendiz con otro sector crucial del mundo-2, las subjetividaes exteriores:
A los 14 meses, S ve llorando a un bebé de 6 meses; S observa; sus ojos se llenan de lágrimas; mira a su madre. Con nueve meses, Hope había producido ya intensas respuestas de simpatía ante el malestar de otros niños. Llamativamente, ella no evitaba esas escenas de malestar aunque obviamente provocaban malestar en ella misma. Hope miraba fijamente con sus ojos llenos de lágrimas siempre que otro niño caía, se hacía daño o lloraba. En esa época, Hope se sentía desbordada por sus emociones y terminaba llorando ella misma y gateando rápidamente hacia su madre en busca de consuelo.26 El bello relato de Thompson nos remite a las raíces evolutivas del amor interpersonal, sin el cual nuestra sociedad humana sería muy diferente, demasiado parecida a una sociedad económica... capitalista o socialista. Las lágrimas de otro (su sufrimiento), convertidas en sus lágrimas, aseguran la esperada por los padres mutación afectiva humana. Ahora los sufrimientos y las alegrías de otros penetran sus sufrimientos y sus mismas alegrías. “El alegrarse por la alegría de otros y sufrir por sus tristezas”, que ayer reencontré en una lectura inicial del budismo.
No podía ser de otra manera, forma cuerpo sustancial del Currículo de Pedagogía Afectiva enseñar a amar a los otros, como a sí mismo.
Por último, pero no menos valioso, resta aprehender a amar al mundo y al conocimiento, manera de vincular en directo al aprehendiz con el mundo-1 y con el mundo-3, dos mundos donde habitará hasta su último y final suspiro: por un lado, el mundo real de los objetos y, por el otro, el mundo cultural de teorías, explicaciones, hipótesis o valores culturales. Sin tan especialísimo interés dirigido hacia el mundo y hacia el conocimiento, jamás el aprehendiz destinará las energías motivacionales que exige penetrar por décadas esos castillos colosales cognitivos legados por sus amorosos antepasados, a manera de una amorosa herencia imperecedera. Mil gracias.
Esquema 2. Enseñanzas básicas de la pedagogía afectiva
  conocer-se valorar-se gobernar-se

Amor a sí mismo


ÁREAS
CURRÍCULARES
 (pedagogía afectiva)
Amor a los otros Amor al mundo
y al conocimiento
      
conocer (otros) valorar (otros) comunicar (otros) conocer (M-3) valorar(M-3) comunicar (M-3) Competencias afectivas intrapersonales, interpersonales y trenspersonales La vida o la muerte dependen en parte del deseo de vivir, que se puede evaluar pidiendo a las a las personas que valoren su voluntad de seguir viviendo. El deseo de vivir es muy escaso en quienes están socialmente aislados, quienes tienen mala salud o quienes se sienten inútiles.
Ellison (1969)27
Los programas empresariales de educación afectiva incluyen destrezas como identificar y designar sentimientos, expresarlos, evaluar su intensidad, manejarlos, postergar la gratificación, dominar impulsos, reducir el estrés, etc.
Por su parte, la pedagogía afectiva acoge la certera diferenciación de Howard Gardner, explicitada en su obra reevolucionaria, de 1983, Estructuras de la mente (donde, entre otras, destierra definitivamente la falsa hegemonía de la inteligencia verbal-académica, el ci) entre aptitudes intrapersonales y aptitudes interpersonales, núcleo del currículo. Salvo que es preferible denominarlas competencias afectivas y añadirles el tercer componente de competencias transpersonales, vinculadas con el mundo y el conocimiento.
En su obra reevolucionaria, Inteligencia emocional, Daniel Goleman caracteriza la inteligencia interpersonal como:
...la capacidad para comprender a los demás: qué los motiva, cómo operan, cómo trabajan cooperativamente con ellos. Vendedores, políticos, maestros, médicos clínicos y líderes religiosos de éxito tienen probabilidades de ser individuos con elevado grado de inteligencia interpersonal. La inteligencia intrapersonal [...] es una capacidad correlativa, vuelta hacia el interior. Es la capacidad de formar un modelo preciso y realista de uno mismo y ser capaz de usar ese modelo para operar eficazmente en la vida.28 Últimamente, el filósofo Marina la ha puntualizado como:
...una dualidad paradójica que descubrimos en el análisis de la vida afectiva: la vida sentimental del hombre tiene dos centros de interés: el propio yo, al que irremediablemente tiene que proteger, y los demás seres humanos, o al menos algunos de ellos, con los que está relacionado por sentimientos excéntricos, como son la compasión o el amor.29 Goleman insiste en que cuando la ‘inteligencia’ interpersonal deja de funcionar bien, empieza a ocasionar enormes tropiezos al niño. Esto no es sólo una disertación académica, los alumnos con pobre desempeño escolar, dice el informe, carecen de componentes emocionales. Uno cada cinco niños repiten grado y, luego, se retrasan con respecto a sus pares, por lo que cada vez están más desalentados y resentidos. El informe presenta una lista de ingredientes clave de esta capacidad crucial, todos ellos relacionados con la ‘inteligencia’ emocional.
Lo anterior también es válido en pequeños escolares y en altos ejecutivos, es decir, abarca el espectro a lo largo y a lo ancho. En efecto, Cooper y Sawaf30 hallan que la insensibilidad hacia los demás es la razón primaria del fracaso de ejecutivos y líderes. En lo positivo, una vez más, los estudios muestran que la competencia empática —entender el punto de vista ajeno— sobresale entre quienes triunfan.
El solo hecho de interactuar con otro en un bus, en un paradero o con un taxista requiere enormes habilidades y decenas de subcompetencias. El psicólogo de la felicidad, Michael Argyle, utiliza la adecuada metáfora de manejar un carro:
Conducir con éxito una conversación es como manejar un automóvil, leyendo las señales del camino y comparándolas con el mapa. Si no distinguimos nuestra derecha de nuestra izquierda, el norte del sur, o la diferencia entre un camino pavimentado y uno de terracería, nos meteremos en dificultades. De modo semejante, si no podemos reconocer los signos y las señales que la otra o las otras personas nos transmiten en nuestras conversaciones, tendremos dificultades para alcanzar nuestra meta.31
Diversos hechos confirman que:
Los niños a los que se les anima a tener una buena opinión de sí mismos pueden estar más inclinados a empatizar con otros que los niños que se preocupan de inadecuaciones personales o de otros complejos. De nuevo, los resultados de la investigación al respecto son escasos pero sugerentes. Strayer (1983) halló que la empatía de niños de 6 años iba asociada a un autoconcepto positivo.32 Al tal grado parecen asociarse las competencias intrapersonales con las competencias interpersonales, que Argyle se interroga: “¿Producen las buenas relaciones sociales felicidad o viceversa? Los experimentos revelan que un incremento de los contactos sociales genera un aumento de la felicidad (Reich y Zautra, 1981), en tanto que la pérdida de las relaciones produce infelicidad”.33
Las enseñanzas definen parte del currículo de pedagogía afectiva, del hexágono pedagógico Como cualquier pedagogía, el núcleo duro de pedagogía afectiva yace en los propósitos, las enseñanzas y la evaluación. Las enseñanzas precisan los propósitos, los aterrizan, a la vez que la evaluación estipula las enseñanzas, y, por ende, fija en últimas los propósitos. Éste es el punto de partida de toda propuesta axiológica: el horizonte hacia donde se define qué hombres y mujeres formar: hombres y mujeres para pedagogía afectiva, felices intrapersonalmente (consigo mismo), interpersonalmente (con los otros) y transpersonalmente (con el mundo material y cultura humana).
¿Qué se debe enseñar para formar individuos felices? Tal es la gran pregunta que aún está en gestación. Sólo se sabe que al recorrer su escolaridad, cada muchacho y muchacha debe elaborar un plano preciso de sí mismo como estudiante, compañero e intelectual; otro plano, igualmente preciso, de los otros, compañeros y profesores, y otro plano del mundo, las ciencias y los lenguajes y su actitud ante ellos. ¡Tarea colosal, por cierto!
En pedagogía afectiva, las enseñanzas difieren del propósito de formar individuos felices, en cambio ésta lo plasma y lo precisa La formación de individuos felices, a fin de aterrizarse e incorporarse en las mentes y en los corazones de los jóvenes de carne y hueso, debe convertirse en enseñanza, esto es, en un paquete bien secuenciado de enseñanzas que cada aprehendiz aprehenda.
P3.2 Las enseñanzas difieren de la evaluación porque ésta delimita el nivel de dominio esperado Es fundamental en los años venideros se establezcan los logros esperablesen cada dominio (amor a sí mismo, amor a los otros y amor al mundo y al conocimiento) y que se diseñen instrumentos de medición psicoeducativa precisos y confiables de las competencias afectivas humas.
Sin claridad en el logro esperado para cada enseñanza y sin instrumentos evaluativos que registren cada paso de la marcha ascendente (o descendente) del aprehendizaje infantil y juvenil, el profesor y la institución escolar pierden el rumbo... Mucho más tratándose de temas escurridizos como las competencias afectivas.
P4. En orden evolutivo identifico cinco instituciones mediadoras socioculturales que aportan al propósito de pedagogía afectiva: la familia, el colegio, los amigos, la pareja y el trabajo La psicología está esterilizando por fragmentación, como las vacas cuando se convierten en hamburguesas. Nos hace falta una teoría del sujeto y sospechamos que su porvenir depende de la solución que demos al problema de la voluntad.
José Antonio Marina34
Los cinco sistemas ascendentes El pionero investigador del apego infantil, John Bowlby,35 propuso cinco sistemas afectivos escalonados así:
(1) el sistema afectivo filial-materno, que une al infante con la madre (sistema al que aquí se denomina conducta afectiva); (2) el sistema afectivo materno filial, o maternal; (3) el sistema afectivo que facilita la interrelación de niños y bebés con sus congéneres o grupo de pares [...] y permite el desarrollo de afectos persistentes entre ellos; (4) el sistema afectivo sexual y heterosexual, que culmina en la sexualidad adolescente y, por último, en las conductas adultas que llevan a la procreación; y (5) el sistema afectivo paternal, definido a grandes rasgos en función de la capacidad de respuesta positiva de los adultos del sexo masculino hacía los bebés. Los niños y otros miembros de sus grupos sociales específicos
Sistema afectivo paternal
Sistema afectivo sexual y heterosexual
Sistema afectivo con congéneres o pares
Sistema afectivo materno filial o maternal
Sistema afectivo filial-materno
Nuestra propuesta dice que conforman la subjetividad, esto es, sus destrezas y competencias propias de cada nivel, el:
Sistema laboral
Sistema afectivo de pareja
Sistema afectivo amigos
Sistema afectivo colegio
Sistema afectivo familiar
Las dos variaciones consideran el sistema afectivo colegio pleno, no sólo las relaciones con congéneres y pares, como propone Bolwby, e introducen el sistema laboral, donde se afinan varias competencias, cuando menos durante tres prolongadas décadas de existencia o más.
Tiempo atrás, el psicólogo motivacional Abrahan Maslow propuso otro sistema muy interesante en la génesis del sí mismo, en la óptica de la afectividad intrapersonal. De acuerdo con él, primero surgen las motivaciones:
…biológicas imperiosas, pero pierden su pujanza al ser satisfechas. Entonces aparecen otras, a las que llama necesidades de seguridad (estabilidad, protección, ausencia de miedo, estructura, orden, etc.). Cuando éstas se satisfacen, entran en escena las necesidades de tercer nivel; pertenencia y amor. Menciona dos niveles superiores, que intervendrán cuando las demás necesidades estén aplacadas la necesidad de estimación, fuerza y prestigio; y la necesidad de autorrealización, que corona toda la jerarquía.36 Fernando Savater asume que:
En la familia en niño aprende —o debería aprender aptitudes tan fundamentales como hablar, asearse, vestirse, obedecer a los mayores, proteger a los más pequeños (es decir, convivir con personas de diferentes edades), compartir alimentos y otros dones con quienes les rodean, participar en juegos colectivos respetando los reglamentos, rezar a los dioses (si la familia es religiosa), distinguir a nivel primario lo que está bien de lo que está mal según las pautas de la comunidad a la que pertenece, etc. Todo ello conforma lo que los estudiosos llaman “socialización primaria” del neófito, por la cual éste se convierte en un miembro más o menos estándar de la de la sociedad.37
[…]
Para decirlo muy esquemáticamente, cuando la familia socializaba, la escuela podía ocuparse de enseñar. Ahora que la familia no cubre plenamente su papel socializador, la escuela no sólo no puede efectuar su tarea específica con la tarea del pasado, sino que comienza a ser objeto de nuevas demandas para las cuales no esta preparada.38 Para la pedagogía afectiva la familia también tiene enorme responsabilidad —ni más ni menos que la primera y primigenia responsabilidad—, pues en ella y con ella el niño adquiere (o no) los cimientos intrapersonales o la triple autovaloración (como ser humano, como hijo y como hermano), a la par con los cimientos interpersonales, con el amor al mundo y al conocimiento (o clásica etapa de los porqués infantiles, que agobian y abruman a sus padres mientras los niños son pequeños, después poco lo hacen).
En la época escolar se producen avances en la arquitectura afectiva. Intrapersonalmente, se autodefine como estudiante, como intelectual y como compañero; interpersonalmente, aprehende las competencias correspondientes, y transpersonalmente, nacen las actitudes científicas frente al mundo y frente a sus fenómenos.
Los amigos jalonan hacia el tercer escalón. Son ocasión e incentivo para asimilar las delicadas y muy sutiles normas de reciprocidad y comunicación que regulan las relaciones íntimas entre seres humanos, fundamento del posterior y complejísimo vínculo de pareja.
Dominada la amistad heterosexual, convertido ahora en joven pleno con sus facultades desplegadas, armará una neofamilia con sus nuevos y radicales roles, radicales pues son indelegables y toman al hombre o a la mujer veinte o treinta años, cuando no la vida entera. Me refiero, por supuesto, al rol esposo y al rol padre. ¡Tremenda cuestión!
Doble construcción mental que corre de la mano con las obligaciones laborales y con el nuevo escenario del trabajo donde vivirá los próximos, no menos de treinta, años que exigen las empresas y los fondos de pensiones a los jóvenes actuales que acceden a sus puertas.
P1.2.1 Es método de la pedagogía afectiva la enseñanza instrumental operacional Si el hombre fuese solamente un animal que aprende, podría bastarle aprender de su propia experiencia y del trato con las cosas. Sería un proceso muy largo que obligaría a cada ser humano a empezar prácticamente desde cero. Pero en todo caso no hay nada imposible en ello. De hecho, buena parte de nuestros conocimientos más elementales los adquirimos de esa forma, a base de frotarnos grata o dolorosamente con las realidades del Mundo que nos rodea. Pero si no tuviésemos otro modo de aprendizaje, aunque quizá lográramos sobrevivir físicamente todavía nos iba a faltar lo que de específicamente humanizador tiene el proceso educativo. Porque lo propio del hombre no es tanto el mero aprender como el aprender de otros hombres, ser enseñado por ellos.
Fernando Savater39 El bello párrafo de Savater resume una verdad radical: que los humanos aprehendemos y enseñamos a otros, y que compartimos con ellos nuestros conocimientos, nuestros sentimientos más valiosos, igual que ellos hacen con nosotros.
No se busca sólo el saber, saber vacío y estéril, sino que dominen las competencias afectivas para lidiar consigo mismo, con los otros y con el mundo y el conocimiento; el método de pedagogía afectiva supera el método trasmisionista, pues se apoya en la enseñanza instrumental operacional o conjunto de pasos que desarrolló la pedagogía conceptual con la pretensión de transferir a los aprehendices competencias afectivas, genuinas competencias.
Esquema 3. Didáctica instrumental operacional

La didáctica instrumental operacional tiene por propósito enseñar competencias, y como cualquier didáctica en pedagogía conceptual adopta tres fases secuenciales: la afectiva, que propone al aprehendiz razones que demuestran la validez y la importancia del aprehendizaje por ocurrir; la cognitiva, donde se comprehende el instrumento, y la expresiva, donde se echa a andar, es el momento en el cual la enseñanza se convierte en genuino aprehendizaje.
P1.2.2 Son recursos metodológicos de la didáctica afectiva los juegos de rol-simulación, la literatura y la psicología evolutiva de la personalidad El contar historias frente al presentar dilemas implica, básicamente, que los adultos tienen algo que transmitir, una herencia que juzgan valiosa y que quieren facilitar a la generación siguiente. No hacerlo así, supone, por tanto, que no hay nada que transmitir, una herencia que juzgan valiosa y que quieren facilitar a la generación siguiente. No hacerlo así, supone por tanto que no hay nada que transmitir. Lo cual coincide con el mensaje de la educación no-directiva cundo insiste en que los adultos no tienen derecho a imponer sus valores, siendo cada niño como decía Kohlberg un filósofo moral en pequeño que tiene que descubrir sus propios valores.
María Victoria Gordillo40 ¿Con qué apoyar la enseñanza de competencias afectivas? Esta pregunta indaga acerca de los recursos didácticos. Hoy —mañana serán más— se prevén tres recursos didácticos esenciales: la literatura, la psicología de la personalidad y los juegos de rol-simulación.
La literatura y la psicología de la personalidad son dos excelentes fuentes cognitivas para descifrar la naturaleza humana, así como para captar su dinámica y sus conflictos inter e intrapersonales, de la mano de las mentes más incisivas y penetrantes. La literatura encarna en sujetos reales de papel sus anhelos, deseos, angustias, necesidades, vicisitudes; mientras que la psicología de la personalidad descubre las leyes generales que los explican. Una está del lado de las vivencias personales; otra, del lado de la ciencia psicológica. Ambas, cada una con su especial ángulo de visión, constituyen muy buenas herramientas para que nuestros aprehendices se sensibilicen y capturen la naturaleza humana (propósito cognitivo capital de la pedagogía afectiva, lo humano del hombre).
Téngase en cuenta que entender y sensibilizarse cognitiva y afectivamente inaugura el aprehender competencias, aunque resta dominar, ni más ni menos, el aspecto instrumental-expresivo. Éste es el punto donde los juegos de rol-simulación cumplen su papel ejemplar. Perfecto. Éstos posibilitan que cada quien escenifique, ejercite y revise su saber hacer-en contexto.
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