Educación, medioambiente, inversión y ¿desarrollo?




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fecha de publicación24.10.2016
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Educación, medioambiente, inversión y ¿desarrollo?

Ensayo publicado originalmente con motivo del concurso de ensayos Tendiendo Puentes organizado por la Pontificia Universidad Católica Del Perú, Universidad del Pacífico, Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Universidad Marcelino Champagnat y la Universidad Femenina del Sagrado Corazón

Por Isaac Valer Huamán

"21. Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» / 22. Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste. / 23. Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: «¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!»" (San Marcos 10, 21-23)

Bajo la consigna de que la minería está en auge, los que se encuentran a favor de la inversión minera suelen decir que es una oportunidad que no debemos darnos el lujo de dejar pasar1. Habría que ser más justos y darle el crédito a nuestro pasado, entonces más bien deberíamos decir “La minería está en auge, desde hace 500 años”.

Es claro para todos que la inversión minera nos reportaría muchos ingresos a corto plazo y esto impulsaría el ‘desarrollo’. Ahora bien, ‘desarrollo’ es un término que está en boca de todos: en la prensa, en los pro-mineros, en los anti-mineros y en una lista de etcéteras. Es un término que es como el aire: está en todos lados, sabemos que es importante pero casi nunca nos detenemos a pensar en él y mucho menos forma parte de los debates. ¿Qué es desarrollo? ¿Más celulares? ¿Tener, como lo sugería cierto comercial de un banco, el ‘depa’ más el auto? ¿Ver el Mundial en el Smart Tv? ¿Comprar en un supermercado o en los ‘malls’ y ponerle a nuestros hijos nombres como ‘Estiven’ o ‘Jhonston’ para así acercarnos más a los países desarrollados?2 Si la respuesta es afirmativa a todo lo anterior entonces vivimos bajo el supuesto de que sólo el dinero puede sacarnos de nuestro ‘subdesarrollo’ que, según el uso que le solemos asignar, está ligado casi exclusivamente a la pobreza material.

Cuando la empresa Southern Perú hizo notoria su intención de invertir en el proyecto minero Tía María en la provincia de Islay en Arequipa, la reacción de grupos de habitantes del lugar fue el de preocupación ante una posible amenaza hacia su ecosistema especialmente hacia el recurso hídrico, vital para la subsistencia. Se hizo un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que, tras subsanar observaciones, fue aprobado por el Ministerio de Energía y Minas. Lo que dicen los voceros de la empresa minera es que el proyecto no afectaría la agricultura y para informar a la población instalaron oficinas donde se podía recabar información acerca del proyecto. Pese a ello, la población en general mantiene su posición de rechazo.

En un repaso del primer EIA uno se percata de que no es fácil leer un texto tan complejo que requiere conocimientos muy especializados pues se trata de un texto muy técnico: de especialistas para especialistas3. De ello surge una pregunta: ¿pueden los habitantes de Cocachacra saber con precisión aceptable el impacto que tendrá el proyecto minero en sus tierras con información de primera mano y no a través de voceros (pues hay también desconfianza de que la información brindada no sea la verdadera o sea parcial)?

De esta pregunta se desprende otra: ¿podemos tomar decisiones óptimas sobre la base de escasa información? Parece que no. Sin embargo, todo parece llevarnos a un puerto en específico: el acceso a la información. En este punto el factor clave es la alfabetización y, más importante aún, la educación.

Quiero tomar el término educación en un sentido que vaya más allá de las aulas. La educación está presente en todos lados o como decía Plutarco: “La ciudad es el mejor maestro”. En este sentido, los esfuerzos del Estado por mejorar la educación parecen estar enfocados en las aulas: de ahí que el centro de los debates en torno a la educación radiquen principalmente en la currícula y los temas salariales que son muy importantes pero que a veces nos hacen perder de vista que en la escuela se forman ciudadanos con los que luego el propio Estado tendrá que negociar y dialogar. Precisamente una de las bases de este diálogo es el tipo de desarrollo que queremos y que, como señala Malpartida, parece ser un tema que damos por sobreentendido cuando los cimientos de muchos de nuestros problemas podrían comenzar precisamente ahí.

Hace poco, en su columna del 29 de abril en Semana Económica, Víctor Arispe afirmó que de no llevarse a cabo el proyecto Tía María “…perdería gran parte de la población del Perú y de Arequipa que se beneficiaría de los hospitales, colegios, carreteras, etc. que el Estado y la región Arequipa construirían con el dinero recaudado en impuestos.”. Arispe está en lo cierto: menos impuestos representa menos dinero en inversión por parte del Estado en los sectores más importantes como salud y educación. Pero hay que notar que Arispe incluye dentro de la categoría infraestructura al colegio. La inversión en educación es muchas veces intercambiable por el de la construcción, haciendo de ella algo más tangible (medible) que es el hecho de tener más colegios para así ‘tener más educación’.

La responsabilidad social empresarial es considerada muchas veces, parafraseando a Porter y Kramer, un apéndice de la empresa. Es vista como un costo que con pesar se tiene que asumir para ‘cumplir’ con la responsabilidad. Las empresas podrían jugar aquí un rol fundamental pues parte del dinero que le dan al Estado termina convertido en monumentos a elefantes blancos por gobernantes que ven en el concreto un sinónimo de progreso (otra vez, un resultado de no saber qué entendemos por ‘progreso’ cuando hablamos de él). El rol de las empresas podría ser importante mediante una escrupulosa vigilancia del destino de sus impuestos así como en la ayuda directa al gobierno en diagnósticos adecuados de educación a través de la contratación de profesionales idóneos y en un trabajo en conjunto con la población y sus necesidades.

“Ellos tendrán los instrumentos, pero nosotros la música”4

Parece ser que en cuanto a nuestro concepto de ‘educación’ hemos perdido (o quizás aún no encontramos) la música y solo tenemos los instrumentos, lo tangible. De ahí que cuando se habla de inversión en educación se hace hincapié en la cifras de colegios construidos, en el aumento de los salarios como si al comprarme una guitarra pudiera interpretar automáticamente una canción de Raúl García Zárate. Nos hemos llenado de instrumentos pero nos faltan las capacidades. Tener más impuestos puede alentarnos, pero sin una administración eficiente (léase sin gobernantes realmente educados) lo que ganemos de la minería terminará convertido en reconocimientos a Mickey Mouse o monumentos a la ojota, como ocurrió en Arequipa5.

En un evento realizado en el Goethe Institut por el GIZ sobre el tema del emprendimiento empresarial me llamaron la atención dos intervenciones. El primero era un inversionista mexicano que durante su exposición preguntó al público qué era lo más escaso: si el dinero o las ideas. La respuesta del público en su mayoría fue ‘el dinero’. El inversionista, tras un silencio, dijo que no, que como inversionista le era muy difícil encontrar buena ideas de negocio. El dinero no parece ser un grave problema: de lo que estamos raquíticos es de ideas6. La segunda intervención fue la del antropólogo alemán Harald Mossbrucker, codirector del Fondo Contravalor Perú Alemania, quien en un punto de su intervención y pidiendo las disculpas por lo que estaba por decirnos a los asistentes, manifestó: “un país que se jacta de tener el crecimiento económico que tiene no puede seguir arrojando sus desperdicios al mar como aquí lo hacen”. Sus palabras fueron contundentes y me hicieron pensar en que el propio Estado peruano no tiene (o no quiere o no conoce o no crea) las herramientas para poder dejar de contaminar el mar. Pero más allá de ello, me hizo pensar en lo que yo estaba haciendo en ese contexto desde mi rol como ciudadano. Lo cierto es que muy poco o casi nada.

Quiero ahora proponer, de forma muy general, dos direcciones a manera de vías de solución hacia las que podemos apuntar.

En primer lugar, debemos fomentar un mayor intercambio entre nosotros los estudiantes. El Perú es un país fragmentado y una de las cosas que más nos hace daño es aislarnos más. La Universidad Católica y la Universidad San Marcos (ricas en tradición humanística) hace algunos cientos de años estaban integradas en huacas. Ahora los muros y las avenidas las separan haciéndolas casi mundos distintos. La Universidad del Pacífico, algunas cuadras más allá, es una isla de sabiduría en temas de negocios que debería ser compartida. Las demás universidades, especialmente las de provincias, también son islas aun más lejanas donde se forman futuros gobernantes, ejecutores de proyectos, maestros, intelectuales. Por ello creo que se debe incentivar los intercambios, principalmente entre las de la capital con las de provincia7. Como dije al inicio, la educación no debe restringirse solo a las aulas (y de hecho ella misma no se restringe a las aulas pues fuera de ellas seguimos aprendiendo, al margen de lo que los sílabos digan), sino que debe darse en la conversación cotidiana y en el intercambio de ideas entre los estudiantes. Sería la mejor forma no sólo de saber que el Perú es un país multicultural, sino de vivir la interculturalidad que es lo más importante, porque aislados nos asfixiamos con las mismas ideas que circulan en el mismo ambiente: el Perú tiene que abrirse a sí mismo, las ideas tienen que refrescarse y renovarse a través de un intercambio cultural real y más allá de los ‘papers’.

El segundo punto se desprende del primero: hay una queja general acerca de nuestra educación y las propuestas siempre van en el mismo sentido: subir los sueldos, diseñar nuevas currículas, darle computadoras a los niños, etc. Sin embargo, a partir de un intercambio podemos incrementar la presencia de profesores de provincia en Lima, pero sobre todo aprovechar la apertura que las universidades limeñas tienen hacia el mundo para que puedan completar ese conocimiento con el conocimiento del Perú en todas sus dimensiones posibles. Mi interés radica en que este intercambio se dé principalmente con jóvenes egresados de las áreas de humanidades pues son más sensibles a los temas sociales y son precisamente quienes están más en sintonía con los problemas actuales.

Para finalizar, sólo quiero volver sobre algunas palabras del Papa en su discurso del 5 de junio del 2013 que llama la atención sobre la pérdida de estupor que estamos sufriendo ante una “cultural del descarte” que cada vez gana mayor predominancia. Dentro de este contexto, el problema medioambiental se liga también a un problema que el Papa clama como más profundo: un problema de ecología humana pues “la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología.”. Creo con firmeza en que una inversión en educación que vaya más allá de las cifras y que se centre y utilice a los propios ciudadanos como instrumento y fin para el cambio puede albergar esperanzas para iniciar un largo proceso de cambio.

Bibliografía

Arispe, A. (29 de abril de 2015). Tía María y el valor que tiene para Southern. Semana Económica. Recuperado de http://semanaeconomica.com/viva-la-bolsa/2015/04/29/tia-maria-y-el-valor-que-tiene-para-southern

Cateriano: No podemos darnos el lujo de rechazar el proyecto Tía María. (14 de abril 2015). Recuperado de http://www.rpp.com.pe/2015-04-14-cateriano-no-podemos-darnos-el-lujo-de-rechazar-el-proyecto-tia-maria-noticia_787609.html

Estos son algunos de los monumentos más estrambóticos del Perú. (30 de marzo de 2014). Recuperado de http://elcomercio.pe/peru/pais/estos-son-algunos-monumentos-estramboticos-peru-noticia-1719315/1

Ghezzi, P. y Gallardo, J. “Qué se puede hacer con el Perú. Ideas para sostener el crecimiento económico en el largo plazo”. Lima: Universidad del Pacífico: Pontificia Universidad Católica de Perú, 2014.

Malpartida, Javier. ¿Extractivismo o desarrollo? Reflexiones desde Apurímac [en línea]. Red peruana por una globalización con equidad. [Fecha de consulta: 17 de mayo 2015]. Disponible en:

Mickey Mouse recibió reconocimiento en la Municipalidad de Arequipa pese a críticas. (16 de octubre 2013). Recuperado de http://elcomercio.pe/peru/lima/mickey-mouse-estuvo-municipalidad-arequipa-recibio-presente-noticia-1645660

Papa Francisco, Audiencia. (5 de junio de 2013). Recuperado de http://www.columbanosperu.org.pe/web/inicio/257-ecologia-humana-y-ecologia-medioambiental-caminan-juntas-papa-francisco.html

1 El Primer Ministro, Pedro Cateriano, dio las siguientes declaraciones recogidas por RPP Noticias a mediados de abril: “…rechazar una inversión de 1400 millones de dólares y adicionalmente dejar de percibir 90 millones de dólares al año por concepto de canon no es un lujo que se pueda dar ninguna región del país.” (“No podemos darnos el lujo”, 2015)

2 Javier Malpartida hace hincapié sobre este punto en su artículo “¿Extractivismo o desarrollo? Reflexiones desde Apurímac.”

3 Se puede consultar un resumen del EIA en Internet en el siguiente enlace: http://intranet2.minem.gob.pe/web/archivos/dgaam/inicio/resumen/RE_1903285.PDF

4 La cita es de una canción del grupo peruano La Mente y aparece en su canción “Himno nacional”

5 Para ver los dos casos consultar los siguientes enlaces:





6 Piero Ghezzi y José Gallardo en su libro “Qué se puede hacer con el Perú” señalan lo mismo: “La creación de una burocracia para la solución del problema educativo tradicional no enfrentaría el típico problema de resistencia al cambio institucional (…) dado que la falta de progreso se ha dado en el campo de las ideas y el diseño y no en la implementación” (Ghezzi y Gallardo, 2013:182). El énfasis es mío.

7 He señalado a manera de ejemplo las tres anteriores, primero, por su prestigio y segundo porque son las que más señales dan de fomentar este tipo de intercambio: hasta donde tengo entendido la PUCP y la UP ofrecen facilidades e incentivos a sus estudiantes para que estudien y/o hagan prácticas en provincias.

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