Jeffrey C. Alexander las teorias sociologicas desde la segunda guerra mundial




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1Que es la teoría



Para la gente interesada en el mundo real — y supongo que la mayoría de ustedes están aquí por esa razón— un curso acerca de la teoría sociológica puede parecer carente de sentido. La sociología está bien, desde luego. Trata sobre la sociedad, y por eso están ustedes aquí. ¿Pero a qué viene la ‘teoría”? Tiene un aire demasiado filosófico, el de las ideas por sí mismas. El estudio de la teoría parece ser tan árido como el polvo.

Sin embargo, quiero señalar que un curso sobre teoría no es tan árido ni abstracto como se puede creer. Desde luego, las teorías abstraen a partir de los datos particulares de un tiempo y un lugar determinados que a menudo hablamos abstractamente cuando las analizamos. Pero hay un contrapeso Importante para este impulso hacia la abstracción. Las teorías son propuestas por personas, algo que nunca debemos olvidar. Al estudiar teorías no examinamos abstracciones flotantes sino obras de personas. Para conocer las teorías, pues, debemos saber un poco acerca de las personas que las escribieron: cuándo y cómo vivieron, dónde trabajaron y, lo más importante, cómo pensaban. Tenemos que saber estas cosas para entender por qué decían lo que decían, por qué no decían otra cosa, por qué cambiaban de parecer. En general procuraré hallar respuestas a estas preguntas dentro de las teorías mismas, pero trataré de no olvidar que detrás de estos textos teóricos están las personas y sus mentes.

Más aun, este curso no trata sobre cualquier teoría sociológica, sino sobre la teoría en la actualidad. Uno de los atractivos de un curso sobre teoría contemporánea es que nos obliga a hablar de nuestra época: hablamos de la vida contemporánea porque ha ejercido una gran influencia en la teoría contemporánea. Durante el curso yo insinuaré, por ejemplo, que la Gran Depresión de la década de 1930 y la guerra mundial que estalló después afectaron decisivamente la teoría sociológica del período contemporáneo. Las esperanzas utópicas de reconstrucción social en el mundo de posguerra fueron vitales para modelar la naturaleza de la teoría que emergió al principio. Estas esperanzas se frustraron en la década de 1960. La furia y la decepción desempeñaron un papel decisivo en el trabajo teórico subsiguiente, Pues estimularon nuevas teorías que desafiaron las que predominaban en la Posguerra.

Sin embargo, hablaré de la sociedad contemporánea no sólo porque ha afectado la teoría contemporánea sino también porque la teoría contemporánea, a fin de cuentas, trata sobre la sociedad contemporánea. Hay aspectos de la teoría que son atemporales, que generalizan a partir de elementos particulares para establecer leyes” o “modelos” que pretenden ser válidos p siempre. Pero, precisamente porque quienes crean las teorías sufren la in fluencia de su época, podemos leer sus teorías como dirigidas hacia ella. Al comentar estas teorías, me desplazaré continuamente de las abstracciones teóricas a las concreciones empíricas, a la sociedad norteamericana que conocemos hoy, a los conflictos que nos amenazan y nos Inspiran, a las realidades mundanas de nuestra vida cotidiana, Si mi curso no brinda un estímulo para pensar en cosas empíricas —en todo, desde lo sublime hasta ridículo— de maneras nuevas y fascinantes, habré fracasado.

Pero antes de abordar el aspecto “sociológico” de la teoría social debemos ingresar en el mundo de la misma. Por lo menos una clase tendrá que ser bastante seca y abstracta, y es natural que ésta sea la primera. Para iniciar un curso debemos ir primero a lo primero. Y en un curso sobre teoría, lo primero es preguntarnos qué es la teoría. Comenzaré una definición sencilla. La teoría es una generalización separada de los particulares, una abstracción separada de un caso concreto. Daré algunos ejemplos de este proceso de abstracción. Los actores económicos son particulares concretos. Por ejemplo, el presidente de Chrysler, la compañía automotriz, es una persona específica, Lee lacoca. Si quisiéramos describir 1” actividad de Lee lacoca en la Chrysler Corporation, no haríamos teoría. Por otra parte, los “presidentes de compañías automotrices” constituyen una clase de personas Ahora estamos abstrayendo a partir de un caso concreto. Si quisiéramos pensar acerca de las actividades de los “presidentes” de compañías automotrices, tendríamos que generalizar a partir de individuos particulares; estaríamos elaborando teorías acerca de la conducta administrativa en las compañías automotrices, si quisiéramos estudiar a los “presidentes de las empresas norteamericanas”, tendríamos un nuevo nivel de abstracción. Tomemos un ejemplo más cercano, si miramos a un niño que interactúa con sus padres, estudiamos un caso concreto, si quisiéramos mm muchos casos de niños interactuando con sus padres, estaríamos generalizando a partir de casos concretos para elaborar teorías sobre la interacción padre/hijo. Estaríamos teorizando sobre la socialización.

Empero, en este curso no me interesa sólo la teoría, sino la teoría general. En sociología abundan las teorías especiales, por ejemplo teorías sobre la estratificación, la socialización, la política y la administración. Se las puede estudiar en cursos más especializados. Las teorías generales toman estas teorías especiales y las unen. Las teorías generales son teorías acerca de todo, acerca de las “sociedades” en cuanto tales, acerca de la modernidad más que acerca de una sociedad moderna en particular, acerca de l “interacción” más que acerca de una forma particular de Interacción. Teorías especiales sobre las clases económicas en la sociedad, sobre la media, la clase trabajadora y la clase alta. Pero una teoría general de clases, como la teoría marxista, combina todas estas teorías especiales sobre las clases en una sola teoría sobre el desarrollo económico y las relaciones de clase en cuanto tales.

Ahora que he definido muy provisionalmente qué es la teoría, hablar acerca de su significación. Hoy existe un gran debate acerca del papel de la teoría en las ciencias, y sobre todo en las ciencias sociales. La posición que asumo aquí, decisiva para este curso, es que la teoría es crucial. Más aún, la teoría es el corazón de la ciencia. Aunque las teorías siempre se relacionan estrechamente con la “realidad” fáctica, y la práctica de las ciencias sociales son las teorías mismas las que generan los experimentos que verifican los datos; las teorías son las que estructuran la realidad — los datos o “hechos”— que estudian los científlcos.

Daré un ejemplo. Las ciencias sociales dedican hoy muchos trabajos al intento de hallar explicaciones del éxito económico del Japón. En estos estudios los científicos sociales a menudo descubren que los jóvenes estudiantes japoneses otorgan gran valor al logro, a la “socialización para el logro”, que eventualmente se traduce en trabajo duro y disciplina en el mundo económico adulto. ¿Pero cómo se descubre el “dato” de tal socialización? ¿Es porque la realidad de esta socialización para el logro se impone sobre el observador científico? Pues no. Se publican estudios sobre socialización por que muchos científicos sociales están Imbuidos, antes de llegar al Japón, de la idea teórica de que la socialización en la infancia es decisiva para determinar el estilo laboral de los adultos.

Continuemos con otro ejemplo japonés. En Europa y los Estados Unidos hace furor el debate acerca de las razones históricas del rápido desarrollo económico del Japón. Algunos estudiosos arguyen que la situación militar protegida de que ha gozado el Japón desde la Segunda Guerra Mundial le ha permitido prosperar; otros, en una vena similar, han citado las políticas proteccionistas del gobierno japonés. Sin embargo, otros estudiosos sostienen que estos factores no son decisivos, que debemos prestar atención a la cohesión de los valores japoneses y a la solidaridad que ata (¿vincula?) a los trabajadores y (¿con?) los capitalistas. Creo que estas fundamentales diferencias de opinión científica no se pueden zanjar con una mera observación más atenta de los hechos, aunque por cierto debemos observarlos atentamente. Estas diferencias nacen de las teorías generales de los científicos acerca de lo que motiva a las personas para actuar y de las fuerzas que mantienen unida una sociedad. Si creemos que las personas son competitivas por naturaleza e invariablemente egoístas, enfatizaremos factores materiales como el gobierno y la política militar; si creemos, por el contrario, que los sentimientos y la moralidad son aspectos vitales del vínculo social, enfatizaremos factores “ideales” tales como los valores y la solidaridad.

Pero hay ejemplos más cercanos de la significación de la teoría. La sociedad norteamericana ha sufrido la revolución económica llamada Reagan o “reagonomia”. Es un programa práctico en el más práctico de los mundos, el mercado. ¿Pero esta política práctica se generó simple mente como solución científica para problemas económicos contemporáneos? En absoluto. La “reagonomía” se basa en ideas, en primer lugar las de Milton Friedman, pero, en un marco temporal más amplio, en Ideas que se remontan a doscientos años atrás, a las teorías de Adam Smith, y antes de el, a John Locke, Fue John Maynard Keynes, el gran economista que se oponía a las teorías del mercado libre, quien dijo que las ideas constituyen la fuerza económica más poderosa.

¿Cómo se generan las teorías? Muchos científicos admiten que las teorías son más generales que los hechos y son igualmente importantes para la generación de ideas científicas. Pero eso no responde a la pregunta más decisiva: ¿cómo se producen las teorías?

¿La teoría se induce a partir de datos empíricos? Según esta idea tendríamos que estudiar muchos casos específicos y hacer generalizaciones graduales basadas en sus rasgos comunes. Una teoría así generada, “una ley abarcadora”, luego desempeñaría un papel decisivo en nuevos trabajos empíricos. Esta idea de inducción suena convincente, pero no es cierta. La teoría no se puede construir sin datos, pero tampoco se puede construir sólo con datos. Algunos filósofos de la ciencia reconocen que la teoría precede a cualquier intento de generalización —que salimos al mundo de los hecho munidos con teorías— pero sostienen que usamos datos ateóricos para verificar la verdad o falsedad de nuestros conceptos teóricos generales. Pero esta posición es tan poco atinada como la anterior, especialmente para las clases de teorías generales que trataremos aquí. Tales teorías no se pueden meter a una verificación definitiva y concluyente por medio de datos, a. que una referencia a los datos es parte vital de toda verificación de una ría. Los datos pueden poner en jaque algunas proposiciones específicas una teoría, pero un cuestionamiento puramente fáctico tiene dos limitaciones. Primero, los datos que usamos para cuestionar una teoría están informados a la vez por teorías que no estamos verificando en esta oportunidad. Segundo, aunque admitamos la falsedad de una proposición específica, rara vez abandonaremos la teoría general de la cual forma parte. En cambio haremos una revisión de la teoría general para alinear sus proposiciones estos nuevos datos “fácticos”.

¿Cómo se generan, pues, las teorías? Convengo, por cierto, en que mundo real pone límites muy estrictos a nuestra teorización. Por ejemplo para un científico social resultaría difícil sostener que la sociedad norteamericana está sufriendo una revolución política, así como la “realidad” dificultaría proponer la teoría de que la sociedad soviética es capitalista y no comunista. Sin embargo, algunos científicos han afirmado que la sociedad norteamericana está sufriendo una revolución política, y otros han inti do demostrar que Rusia es un país capitalista y no comunista. Estos píos extremos revelan que el razonamiento teórico tiene una relativa fornía respecto del “mundo real”. De hecho, me he visto en la obligack poner esta expresión entre comillas. Como los limites que la realidad L ne a la ciencia siempre sufren la mediación de compromisos anteriores, nos resulta imposible saber, en cualquier momento específico, qué es exactamente la realidad.

Diagrama 1.1

El continúo del pensamiento científico

Las teorías, pues, son generadas tanto por los procesos no fácticos o no empíricos que preceden al contacto cientffico con el mundo, real como por la estructura de este “mundo real”. Con procesos no fácticos me refiero a cosas tales como los dogmas universitarios, la socialización intelectual y la especula imaginativa del científico, que está basada tanto en su fantasía personal como en la realidad externa. En la construcción de las teorías científicas, el mundo real modifica estos procesos, pero nunca los elimina. Existe, pues, una relación doble entre las teorías ylos hechos.

Llamaré elemento apriorístico a la parte no empírica de la ciencia. Este elemento no depende de las observaciones sino de las tradiciones. Esta afirmación puede parecer extraña. La ciencia, prototipo de racionalidad y modernidad, parecería opuesta a la tradición. A mi juicio, sin embargo, la ciencia —aunque sea racional— depende vitalmente de la tradición. La sociología es una ciencia social empírica, comprometida con la verificación rigurosa, con los datos, con la disciplina de la verificación. No obstante, estas actividades científicas se desarrollan, a mi entender, dentro de tradiciones que se dan por sentadas y no están sometidas a una evaluación estrictamente empírica.

¿Qué son estas tradiciones científicas? Podemos convenir, sin lugar a dudas, en que están integradas por los componentes básicos de la ciencia social. El problema es que las personas conceptualizan estos componentes básicos de diversos modos. Es justo decir que estos modos diversos, a menudo antitéticos, de conceptualizar los componentes básicos de las ciencias sociales son el núcleo del debate teórico contemporáneo. Aun así, debemos identificar los componentes básicos, pues sólo así podremos identificar las tradiciones básicas que informan la base no empírica de una disciplina.

La tarea es más ardua de lo que parece, pues en las ciencias sociales hay una importante gama de elementos no empíricos. El legado de cada generación de sociólogos a la siguiente no consiste sólo en las creencias acer ca de cuáles son dichos elementos, sino en cuáles son entre ellos los Importantes. Me gusta considerar estos elementos como parte de un continuo del pensamiento científico (véase el diagrama 1.2).

Diagrama 1.2

El continuo científico y sus componentes

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Las diversas tradiciones de la teoría social suelen enfatizar un nivel de este continuo más que otros. A menudo sostienen que tal o cual nivel es importancia extrema. En consecuencia, las diversas comprensiones teóricas del componente que se considera decisivo constituyen la base de las principales tradiciones sociológicas.

Muchos teóricos arguyen, por ejemplo, que el nivel ideológico es yo. Sostienen que las creencias políticas de los científicos constituyen el mento no empírico que determina la sustancia de los hallazgos de las ci cias sociales. Consideran pues que la sociología está dividida entre tradici nes conservadoras, liberales y radicales. Aunque esta perspectiva de la t- - ría sociológica — así como las demás que luego comentaré— nos ha acc” ñado durante siglos, resurgió en el período de posguerra con los cc sociales de la década de 1960. Los sociólogos críticos llegaron a encarar sociología académica como una disciplina “sacerdotal”, propia del estab1is ment, una teoría ideológica cuestionada por la sociología revolucionaria profética de la Nueva Izquierda.
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