Jeffrey C. Alexander las teorias sociologicas desde la segunda guerra mundial




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títuloJeffrey C. Alexander las teorias sociologicas desde la segunda guerra mundial
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Otros científicos sociales sostienen, con igual vehemencia, que el r delq determina la naturaleza fundamental del pensamiento sociológico. modelos son imágenes deliberadamente simplistas y muy abstractas mundo. Hay modelos, por ejemplo, que describen la sociedad como un :_. ma en funcionamiento, como el sistema fisiológico del cuerpo o el sistei mecánico de un motor de combustión interna. Otros modelos considen que la sociedad está compuesta por instituciones separadas sin ninguna lación integral y sistémica entre ellas. Para quienes enfatizan el nivel modelo, la opción entre modelos funcionales e institucionales es respons ble del tono de una teoría social. El enfoque ideológico sostiene que las ¿ - siones políticas del científico generan modelos, pero este segundo grupo teóricos argumenta que la opción entre modelos funcionales e institucio:

les genera compromisos ideológicos. A menudo han sostenido, por ejem que los modelos funcionalistas llevan a una ideología conservadora. Los ricos ideológicos, en cambio, a menudo han sostenido lo inverso, es - que las creencias políticas conservadoras conducen a la adopción de los funcionales.

Otro nivel del continuo sociológico que a menudo se considera es el metodológico. Se sostiene que la opción entre técnicas cuantitativa cualitativas, o entre el análisis comparado y los estudios de casos, son c ciales para estructurar teorías sociológicas generales. En un nivel r-- técnico, las controversias metódológicas se concentran en el papel de la rización abstracta en contraste con la compilación de datos empíricos. trata, por cierto, de la disputa en la que yo mismo acabo de embarcc Quienes adhieren a diversos bandos de estos debates metodológicos compartir la creencia, a la cual yo no me adhiero, de que los compromi con determinados modelos e ideologías surgen de estas opciones metod gicas, y no al contrario.

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por último, muchos científicos sociales de la actualidad sostienen que lo más determinante para un sociólogo consiste en decidir si el mundo está en equilibrio o en confiicto a “teoría del c por ejemplo, afirma que si damos por sentado que la sociedad es consensual, adoptaremos modelos funcion tomaremos posiciones ideológicas sistémicas conservadoras, y emPle metodologías empiristas y antiteóricas.

Ustedes habrán notado una pizca de escepticismo en ml exposición. Pero. fl0 quiero sugerir que estas discusiones me parecen irrelevantes. A ml juicio cada uno de estos supuestos no empíricos es vital para la teorización sociológica. Ya tendré ocasión de concentrarme en cada uno de estos niveles

— modelo, método, ideología, conflicto empírico, consenso— y comentar su im p en la determinación de la forma de una actitud o cambio teóricos.

Al mismo tiempo, señalaré que cada una de estas vehementes posicio nes teóricas es reduccionista. Aunque todos estos niveles son relevantes. ninguno de ellos tiene el poder que a menudo se le atribuye. La ideología es importante, pero es erróneo tratar de reducir la teoría a la influencia de los supuestos políticos. De hecho, no es inusitado que teóricos con ideas políti cas muy diferentes produzcan teorías que son significativamente similares. Asimismo, es erróneo pensar que los modelos son tan decisivos. Los mode los son importantes, pero no pueden determinar los otros supuestos de los teóricos. Los modelos funcionales, por ejemplo, cuentan hoy con la aproba ción de radicales marxistas así como de conservadores. Algunos funcionalis tas consideran que los requerimientos del sistema son contradictorios y en última instancia autodestructivos; otros consideran que son complementa rios y autorreguladores. De la misma manera, hay funcionalistas empiristas y funcionallstas que aprecian la independencia del aspecto no empírico de la teoría. Por tomar otra reducción típica, parece tremendamente obstinado atribuir poder decisivo a los compromisos metodológicos. En la historia de la sociología, la misma metodología ha respaldado las posiciones más en contradas. Por ejemplo, hay teorías cuantitativas marxistas acerca de la for mación de clases y teorías liberales cuantitativas que reemplazan la clase por el status. Los compromisos metodológicos son los mismos, pero las teo rías son muy diferentes. Por último, la posición de un teórico acerca del conflicto no puede, en mi opinión, determinar las otras características de su teoría. Marx consideraba que la sociedad estaba en conflicto, también Hegel, pero pocos pondrían ambas teorías en el mismo campo.

Pero el problema de estos debates contemporáneos no radica sólo en SU reduccionismo, sino en la mezcla de niveles relativamente independien tes. Además la mayoría de estos debates contemporáneos ignoran el nivel no empírico más general de todos. Lo llamaré el nivel de las “presuposicio nes”. En la segunda parte de esta clase, describiré estas presuposiciones, y sugeri que forman las tradiciones predominantes en el pensamiento so cial. En mi conclusión, regresaré al tópico de la teoría sociológica contempo ránea. Llevaré este comentario abstracto acerca de las tradiciones a un pla no más concreto comentando las fuerzas intelectuales y sociales que traje ron el centro del debate teórico a los Estados Unidos en el periodo inmedia amente posterior a la Segunda Guerra Mundial.

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Con presuposiciones me refiero a los supuestos más generales de c-’ sociólogo en su enfrentamiento con la realidad. Creo que es obvio que lo i mero que un estudiante de la vida social presupone es la naturaleza de acción. Cuando pensamos cómo es la acción, habitualmente nos pregunti mos si es racional o no. El problema de la acción”, pues, consiste en por sentado que los actores son racionales o no racionales. Aquí no me fiero al uso habitual que Identifica racional con bueno y listo, y no racior con malo y estúpido. No quiero decir, en otras palabras, que un acto no r cional sea lrracional lEn la teoría social, esta dicotomía alude a si las p.. sonas son egoístas (racionales) o idealistas (no racionales), si son normat vas y morales (no racionales) en su enfoque del mundo o puramente lnstrt mentales (racionales), si al actuar les interesa aumentar la eficiencia ( nahnente) o si están regidas por emociones y deseos Inconscientes (no rc nalmente). Todas estas dicotomías se relacionan con la vital cuestión de! referencia interna o externa de la acción. Los enfoques racionalistas de / acción consideran que el actor recibe impulso de fuerzas externas, mientr que los enfoques no racionales implican que la acción está motivada ¿—- dentro.

Al hablar de presuposiciones, sugiero que cada teoría social y c

trabajo empírico toma una posición apriorística sobre el problema de la 2

clón. Sin embargo, ello no significa que tenga que adoptar una actitud e

cluyente. Se puede considerar — aunque no es lo habitual— que la : :

tiene elementos racionales y no racionales.

Pero no basta con responder la pregunta central acerca de la acci Existen presuposiciones acerca de una segunda cuestión relevante, la denominaré el “problema del orden”. Los sociólogos son sociólogos pon creen que la sociedad respeta patrones, estructuras Independientes de Individuos que la componen. Pero, aunque todos los sociólogos creen e:

menudo tienen grandes desacuerdos acerca del modo en que se genera e orden. Diré que se trata de una controversia entre los enfoques individua tas y colectivistas del orden.

, Si los pensadores presuponen una posición colectivista, entiend y/que los patrones sociales son previos a todo a Individual específtco,

son, en cierto sentido, producto de la historia/El orden social es un “externo” que enfrenta al individuo recién nacido. Ahora bien, si escri sobre los adultos, los colectivistas pueden reconocer que el orden s existe tanto dentro como fuera del Individuo; de hecho, es un punto ii tante al cual retornaremos. Lo que aquí Importa es que la perspectiva c lectivista, ya conceptualice el orden social como interior o exterior a un a tor, no considera que sea producto de consideraciones de este momeni Todo acto individual, según la teoría colectivista, va impulsado en la r’ ción de la estructura preexistente, aunque esta dirección sea sólo una p babilidad para los colectivistas que reconocen que la acción tiene t elemento de libertad. Así, para la teoría colectivista, la economía determji la dirección de los actores económicos Individuales, y no son los empres ríos quienes crean la economía; el sistema religioso determina la conduc de un creyente Individual, y no es la fe la que permite surgir una lgles

las org i partidarias producen políticos, y no son los políticos quienes constituyen los partidos.

Los teóricos Individualistas a menudo reconocen que parecen existir tales estructuras extraindividuales en la sociedad, y por cierto reconocen que hay patrones inteligibles. Pero aun así Insisten en que estos patrones son producto de la negociación individual y consecuencia de la opción indi vidual. No sólo creen que los Individuos son “portadores” de las estructuras sino que los actores producen las estructuras en los procesos concretos de la Interacción individual. Para ellos, no es sólo que los individuos tengan un elemento de libertad, sino que pueden alterar los fundamentos del orden so cial en cada punto sucesivo del tiempo histórico. Los individuos, según esta perspectiva no portan el orden dentro de sí mismos. En cambio, siguen el orden social o se rebelan contra él — e incluso contra sus propios valores— según sus deseos individuales.

No creo que los problemas de la acción y el orden sean “opcionales”. Creo que cada teoría toma alguna posición sobre ambos. Pero no insistiré sobre esto. Quiero señalar que las permutaciones lógicas entre las presupo siciones integran las tradiciones fundamentales de la sociología. Hay teorías racional-individualistas y teorías racional-colectivistas. Hay teorías normati vo-individualistas y normativo-colectivistas. La historia del pensamiento so cial también registra algunos intentos — muy pocos y espaciados— de tras cender estas dicotomías de manera multidimensional.

Estas presuposiciones trascienden la inera inquietud académica. En cualquier posición que se adopte, hay en juego valores fundamentales. El estudio de la sociedad gira alrededor de las cuestiones de la libertad y el orden, y toda teoría sufre la atracción de ambos polos. A mi entender, es un dilema típicamente occidental o, mejor dicho, típicamente moderno. Como hombres y mujeres modernos, creemos que los individuos tienen libre albe drío — en términos religiosos, que cada ser humano tiene un alma inviola ble— y por ello creemos que cada persona tiene capacidad para actuar de manera responsable. En mayor o menor grado, estas creencias culturales se han institucionalizado en cada sociedad occidental. El Individuo constituye una unidad especial. Se han realizado complejos esfuerzos legales para pro tegerlo del grupo, del Estado y de otros organismos culturalmente “coerciti VOS”, como la Iglesia.

Los teóricos de la sociología han tomado estos desarrollos muy en se rio, y al Igual que otros ciudadanos de la sociedad occidental han procurado proteger esta libertad individual. J hecho, la sociología surgió como disci plina a partir de esta diferenciación del individuo en la sociedad, pues la in dependencia del individuo el crecimiento de su capacidad para penar 11 bremente acerca de la sociedad, permitió que la sociedad misma fuera con cebida como objeto de estudiol La independencia del Individuo vuelve pro blemático el “orden”, y esta proMematización del orden vuelve posible la so ciología. Al mismo tiempo, los sociólogos admiten que hay patrones aun en este orden moderno r que la vida cotidiana de los Individuos está profunda mente estructurada, es precisamente lo que vuelve tan preciosos los Valores de “libertad” e “individualidad”. La tensión entre la libertad y el or

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den brinda una justificación intelectual y moral a la sociología: la socioloi explora la naturaleza del orden social en gran medida porque le interesa1 sus implicaciones para la libertad individual.

Las teorías individualistas son atractivas y poderosas porque r’

la libertad individual de manera abierta, explícita y total. Sus postulado apriorísticos dan por sentada la integridad del individuo racional o moral, 1 entienden que el actor es libre de su situación, ya se la defina como coereió material o influencia moral. Pero, a mi juicio, la posición individualista r

‘ un alto precio teórico por esta libertad. Otorga un voluntarismo poco realisi y artificial al actor en la sociedad. En este sentido, la teoría individualista r presta un verdadero servicio a la libertad. Ignora las amenazas reales que estructura social plantea a menudo a la libertad, y también el gran sostén c la libertad que pueden brindar las estructuras sociales. A mi entender, el

seño moral de la teoría individualista alienta la ilusión de que los indivi no necesitan de otros ni de la sociedad en su conjunto.

La teoría colectivista, por otra parte, reconoce que los controles s. les existen, y en consecuencia puede someter dichos controles a un anális explícito. En este sentido el pensamiento colectivista tiene ventajas sobre

pensamiento individualista, tanto en lo moral como en lo teórico. Desde I• go, debemos preguntarnos si no pagamos un precio inaceptable por

ventaja. ¿Qué pierde la teorización colectivista? ¿Cómo se relaciona la L. za colectiva que ella postula con la voluntad individual, el voluntarismo y 1 autocontrol? Antes de responder esta pregunta decisiva, debemos ser

acerca de un hecho vital: las presuposiciones sobre el orden no 1mplic ninguna presuposición específica acerca de la acción. Dada esta indeterr nación, hay muchas clases de teoría colectivista.

A mi juicio, el crucial interrogante de si la teoría colectivista vale 5 precio gira alrededor de la presuposición de que la acción sea instrument o moral. Muchas teorías colectivistas entienden que las acciones son rr vadas por una forma estrecha de racionalidad que sólo atiende a la efica técnica. Cuando ello ocurre, se describen las estructuras colectivas come fueran externas a los individuos en un sentido fisico. Se dice que estas tructuras aparentemente externas y materiales, como los sistemas políti o económicos, controlan a los actores desde fuera, les guste o no. Lo L:

disponiendo sanciones punitivas y recompensas positivas para un actor q se limita a calcular el placer y el dolor. Como se entiende que el actor r ponde objetivamente a influencias externas, los “motivos” desaparecen mo preocupación teórica. La subjetividad queda excluida del análisis

tivista cuando éste adopta una forma racionalista, pues se entiende q respuesta del actor se puede predecir a partir del análisis de su ámbito terno. Lo crucial es dicho ámbito, no la naturaleza del actor ni el grado o índole del compromiso d actor. Afirmo, pues, que las teorías - lectivistas explican el orden sólo a expensas del sujeto. eliminando la

de yo IsejIl. En la sociología clásica, las formas reduccionistas de la marxista representan el ejemplo más contundente de este desarrollo, también impregnan la sociología de Weber y la teoría utilitarista.

En cambio, si la teoría colectivista concede que la acción puede ser

racionaL percibe a los actores como guiados por los ideales y la emoción. s ideales y emociones están situados dentro y no fuera. Desde luego, este rein° interno de la subjetividad está estructurado inicialmente por encuen tros con objetos “externos”: padres, profesores, hermanos, libros, toda la va- ¡jedad de portadores culturales y apegos objetales enfrentados por los pe queños “iniciados sociales”. Pero, según la teoría colectiva no racional, tales estruCtu extraindividuales se internalizan con el proceso de socializa ción. La subjetividad y la motivación se vuelven tópicos fundamentales para la teoría social sólo si reconocemos este proceso de internallzación, pues si aceptamos la internalización entendemos que existe alguna relación vital entre el “interior” Y el «exterior» de cualquier acto. La volición individual se convierte en parte del orden social, y la vida social real implica negociacio nes no entre el individuo asocial y su mundo sino entre el yo social y el mundo social. Tal pensamiento lleva a lo que Talcott Parsons llamó un en- foque voluntarista del orden, aunque debo advertir que esto no es volunta rismo en un sentido individualista. Por el contrario, se puede decir que el voluntarismo está ejemplificado por teorías que ven a los individuos como socializados por los sistemas culturales.

Los peligros de este tipo de teorización son opuestos a los que encuen tran las teorías colectivistas de tipo más racionalista. Las teorías moralistas e idealistas a menudo subestiman la constante tensión entre volición indivi dual y orden colectivo. Hay una fuerte tendencia a dar por sentado una complementariedad innata entre el yo social y el mundo de ese yo: en térmi nos religiosos, entre el alma individual y la voluntad de Dios; en términos políticos, entre la voluntad individual y la colectiva.

Espero que este breve comentario acerca de las virtudes y flaquezas de las formas instrumentales y morales de la teoría colectivista dé alguna idea de cuán importante seria una síntesis de ambas. Aunque cada cual tiene sus méritos, ambas tienden hacia una peligrosa. unidimensionalidad que pasa por alto aspectos vitales de la condición humana. Por razones tanto morales como científicas, creo que la teoría debería entrelazas los elementos Internos y externos del control colectivo. No intentaré explicar, a estas altu ras, cómo podría lucir tal teoría multidimensional. El objetivo de este curso es delinear una teoria de ese tipo Lo hare mediante una reconstruccion c “tlea de la teoría soclologica desde la Segunda Guerra Mundial

Las presuposiciones acerca de la acción y el orden son las “pistas”

-por donde corre la sociología. Sean teóricos o no, los sociólogos optan por ciertas presuposiciones y deben convivir con las consecuencias, Dichas presuposiciones y sus consecuencias serán mi punto de partida durante este curso.

La elección de ciertas presuposiciones determina no sólo las posibili dades teóricas en un sentido positivo, sino también las restricciones y vul flerabiljdades. Cada presuposición cierra ciertos caminos aunque abra Otros. Los teóricos a menudo se arrepienten de excluir ciertas posibilidades,

Y en este sentido sus presuposiciones son chalecos de fuerza de los que in tentan escapar. El problema es que si escapan demasiado sus teorías se al teran radicalmente. De hecho, a menudo hay “brechas” decisivas en el tra

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bajo de un teórico, 1.os trabajos tempranos y tardíos de Marx constituyen ejemplo más famoso, y más adelante hablaré de rupturas similares en 1 teorías de Garfinkel y Geertz. Pero los teóricos rara vez desean cambiar abruptamente sus ideas. Con mayor frecuencia, quieren mantener el h so predominante de sus ideas aunque evitando algunas dé sus consecue:

cias. El resultado es que introducen revisiones cid hoc. Los nuevos conce tos se vuelven ambiguos, de modo que aún pueden sostener la “vieja” t—--- Llamaré ‘ residuales” a estos conceptos cid hoc, porque están

ra de la línea de argumentación explícita y sistemática del teórico. Las

gorías residuales son como arrepentimientos teóricos: el teórico las inv porque teme haber pasado por alto un punto crucial.

Durante este curso veremos que aun los teóricos más destacados mueven incómodamente entre las revisiones ambiguas y la reafirmación c sus presuposiciones originales “en última instancia”. Sugiero que estas c’ clones configuran los polos de un dilema del que los teóricos no pueden capar fácilmente. Creo que toda posición teórica produce su propio dilezni A menudo, los seguidores de un maestro son los más sensibles a los . mas que él enfrentó. Quieren defenderse de la crítica, pero también quiere ser fieles a la ortodoxia, En consecuencia, escogen las categorías residual de una tradición y tratan de elaborarlas de manera más sistemática. ‘ asi, no han escapado del dilema teórico original. Si desean permanecer l les a la tradición del maestro, pueden reelaborar sus categorías residual sólo hasta determinado punto. Al final, deben aceptar que son residualel pues sólo así pueden preservar los elementos “típicos” de la teoría origina

Así como en este curso me concentraré en las presuposiciones que terminan las pistas por donde circulan las diversas teorías, también L’ taré mostrar que cada posición presuposicional genera tensiones que .. den descarrilarla. Describiré las categorías residuales que invariablemen aparecen y los dilemas teóricos que son típicos de la teoría sociológica en periodo contemporáneo. Así podré explorar no sólo las estructuras básic de la teoría contemporánea, sino también su dinámica interna, las tensi nes y conflictos que conducen a subtradiciones, antitradiciones y a cambi teóricos.

No obstante, no me concentraré sólo en las presuposiciones. En

punto de este curso cada nivel del continuo sociológico surgirá como impa tante, a veces como decisivo. Sería necio ignorar, por ejemplo, las vastas z mificaciones de la ideología. Las teorías sociológicas no son sólo intentos explicar el mundo sino esfuerzos para evaluarlo, para comprender más

pilas cuestiones de sentido. Como son formulaciones existenciales y no científicas, invariablemente tienen enormes implicaciones políticas. Por razón, siempre se las debe comparar con la política de su tiempo. El ir

en que un teórico resuelve la tensión presuposicional entre la libertad, control está relacionado con — aunque no determinado por— su reacci ideológica ante dicha tensión tal como se manifiesta, por ejemplo, en el c - ficto político entre capitalismo y socialismo.

No pasaré por alto el enorme impacto que los cambios en la organ:

ción del mundo empírico surten sobre supuestos más generales. Si unai

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ría no es útil para el análisis mpirico concreto, fracasa. Si se entiende que una teoría depende 4e proposiciones empíricas erróneas, cae en descrédito. por ello el cambiante ámbito empírico de la teoría sociológica — el flujo y re flujo de la guerra y la paz, la creciente diferenciación y racionalización de la política y la economía, la confianza o la frustración de la vida pública— han producido un enorme impacto en el desarrollo de la teoiía social contempo j

Hasta ahora he dedicado mucho tiempo a algunos problemas teóricos extremadamente abstractos. iui finaliza la “árida” introducción que era necesaria para continuar. Es hora de regresar a la tierra. La transición es fácil, pues las “posibilidades lógicas” que describí están concretadas en la historía del pensamiento social mediante tradiciones intelectuales específi cas. Cada posición lógica fue de hecho articulada por una de las tradiciones sociológicas que definieron el período “clásico” de la sociología entre 1850 y 1920. Estas encarnaciones concretas de las posibilidades analíticas forma ron los recursos que ha explotado la teoría sociológica contemporánea.

Karl Marx daba por sentado que la economía explotadora de la socie dad capitalista producía hombres y mujeres alienados, instrumentalmente motivados, que no tenían acceso a sentimientos e ideales no racionales. Oprimidas por las aplastantes estructuras de la economía capitalista, estas estructuras colectivas los guiaban, recompensaban y castigaban, incitándo los a la revuelta contra el capitalismo y hacia la reconstrucción socialista. Emile Durkheim razonaba de modo opuesto. Encaraba la sociedad como un reino cultural y simbólico donde los lazos sociales más reveladores son la solidaridad y el afecto. En vez de un mundo de explotación, describía una suerte de mundo religioso secularizado donde la volición socialmente es tructurada era la verdadera estofa de la vida social. Max Weber intentó com binar estas posiciones materialista e idealista. Creía, por ejemplo, que los orígenes históricos de la racionalidad moderna se remontaban a creencias éticas y religiosas no racionales. Pero su teoría de la sociedad moderna ter minó por desarrollar una versión política de la teoría racional-colectivista. Encaró no sólo la economía — aquí se distanció empíricamente de Marx— si no el Estado, la ley y la burocracia como estructuras que dominaban a los individuos modernos desde fuera.

A mi juicio, éstas son las vetas principales, las tradiciones dominantes que constituyen el legado de la teoría sociológica contemporánea. Pero hay también otras tradiciones clásicas, y debemos tenerlas en cuenta si desea mos comprender toda la gama de recursos que dieron origen a la teoría con temporánea, Adam Smith escribió mucho antes que los principales exponen tes de la disciplina sociológica moderna, pero su “teoría económica clásica” de la racionalidad del mercado y la maximización de costes continúa siendo un importante punto de referencia para todos los intentos de teoría social que buscan una forma individualista y racionalista. Las teorías de Simmel, Mead y Freud también tenían elementos individualistas, aunque formulados de manera mucho más ambigua que los de Smith. A mi juicio ver US teorías desde el punto de vista del énfasis empírico en lo microscópico o 1 y no desde el punto de vista de las presuposiciones indivi

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dualistas o colectivistas. Estudiaron individuos y grupos. elementos “mlcre en vez de cosas ‘macro” como las Instituciones y las sociedades. Pero las t diciones que fundaron contenían elementos Individualistas, los cuales L. daron importantes puntos de referencia para los esfuerzos contemporáneo tendientes a mantender dicha postura presuposicional.

La teoría sociológica. pues, existe en el tiempo y el espacio y no sólo r un continuo científico abstracto. Se perpetúa mediante tradiciones y es de seres humanos reales. En esta última parte de mi charla, hablaré un p co acerca del tiempo y el lugar en que comenzó la teoría sociológica conteiT poránea.

‘LmwUadiciones clasicas de la sociologia se formaron hac4a fines d

. e Ouorra Mundial Este primer periodo de guerra mundial y el i rregno que la separa de la siguiente guerra, afectaron decisivamente el c rácter del pensamiento contemporáneo. Pero si esto establece la referenc temporal de la teoría, ¿qué hay acerca del “espacio”? Al principio, e

e con excepcion de Mead y el pragmatlsmo En la segunda posguerra, la teoría sufrió un cambio de mareas se desplazó hacia los Estados Unidos.

¿Por qué las tradiciones europeas de la teoría sociológica no contlnw ron en la segunda posguerra? Sus creadores produjeron grandes Ideas. ¿1 qué este hiato temporal y este desplazamiento geográfico?

La sociología europea sufrió mucho en el periodo de entreguerra. r historía de este Interludio nunca se ha contado de modo satisfactorio, - creo que ciertos elementos básicos son claros. Ante todo, hubo problen Intelectuales e Institucionales. Existían enormes obstáculos organlz para la sociología en las universidades europeas, que eran Instituciones jas y venerables consagradas a la erudición clásica y las humanidade Durkheim, por ejemplo; demoró mucho en obtener una cátedra de sociol gía, y al fin sólo consiguió un profesorado en sociología y educación. Simn no pudo obtener un puesto Importante hasta el final de su carrera, aunqi esto tenía que ver con el antisemitismo como oposición Instituclo:

Aunque hay razones particulares para que Weber no lograra obtener t puesto universitario Importante, no es accidental que durante gran parte su vida lo consideraran no sólo un sociólogo sino un economista histórico.

En cuanto a los obstáculos intelectuales para la sociología europe existían en Europa pocas tradiciones sólidas de Investigación empírica c legitimaran y dieran concreción a la teoría social. En parte ello se debía a hegemonía Intelectual del clasicismo y el humanismo, pero también al r:

cal antagonismo cultural e intelectual de muchos Intelectuales europeos te la sociedad contemporánea. La alternativa europea ante la sociología el marxismo, y aunque el marxismo por cierto floreció, a menudo cobró u forma práctica y politizada que se oponía a las enrarecidas discusiones d. “alta” vida intelectual. Más aun, los Intelectuales marxistas más Importa tes y sagaces a menudo estaban excluidos o distanciados, por razones r ticas, de la sociología como disciplina académica.

También había fuerzas sociales e Ideológicas que atentaban c’-’ sociología europea en el período de entreguerra. Podemos describirías, ru

drari como la crisis de la civilización europea. Entre los años 1914 y 1945 Europea fue hostil a la continuidad de toda tradición intelec tual. Más aun, las teorías sociológicas no eran tradiciones cualesquiera sino - tradiciones muy especiales. La teoría sociológica clásica se inspiraba en la feL 0 de que se podían hallar soluciones razonables para los problemas de la sociedad industrial secular. Partía de la premisa de que, a pesar de los disturbios sociales, se podían preservar, importantes elementos de la indivi dualidad y la razón. Claro que algunos teóricos clásicos eran más pesimis tas que otros acerca de la posibilidad de reforma: Marx exigía una recons trucción total para cimentar esta esperanza. Otros teóricos clásicos pare cían — desde la perspectiva actual— demasiado optimistas acerca de la posi bilidad de alcanzar la racionalidad y la libertad en su propio tiempo. Aquí pienso en Mead, y a veces en Durkhelm. Pero sólo Weber era un hombre -ge nuinamente pesimista. Aun así, era un liberal, aunque un liberal desespe rado. La teoría clásica se escribió no sólo con la esperanza sino con el anhe lo de que la gente obtuviera control sobre la sociedad y también conservara la libertad. Estos cambios Inminentes — reforma o revolución— combinarían la razón con el control social.

En la Europa de entreguerra, sin embargo, las esperanzas de los fun dadores de la sociología se frustraron. Los prlñclpales miembros de la es cuela de Durkheim murieron en la Primera Guerra Mundial. Durkheim y Weber murieron a edad relativamente temprana por causas relacionadas con la guerra. También en este período, las esperanzas del marxismo, pro pias de la Ilustración, sufrieron un serio revés. Con el estallido de la guerra, los movimientos obreros europeos abandonaron el internacionalismo y el pacifismo para abrazar el patriotismo militante de sus respectivas luchas nacionales. En la década de 1930, la civilización europea fue absorbida por la creciente marejada de Irracionalismo e inestabilidad. Los intelectuales eu ropeos no siempre vieron, la magnitud del problema Cuando llegaban a ver lo, se sentían impotentes para resolverlo. Muchos de los principales discípu los de los grandes fundadores de la sociología terminaron por huir de Europa para recalar en los Estados Unidos.

En los Estados Unidos la situación era muy distinta, y la sociología lle gó a ocupar un lugar muy distinto. Tanto intelectual como institucional- mente, la sociología norteamericana pudo soslayar las fuerzas que habían debilitado la sociología europea. Como las universidades norteamericanas eran relativamente nuevas y carecían de grupos Irremediablemente conflicti VOS y núcleos institucionales consolidados, esta nueva disciplina contó con más oportunidades. A menudo se la recibía con los brazos abiertos. Políticamente, la sociología no estaba asociada con una tradición radical si no con una tradición más integradora y reformista. El carácter relativamen te progresista y 1lbe de la sociedad norteamericana volvía más improbable el surgimiento de movimientos Intelectuales “antisociológicos” como el mar xismo.

Más aun, sociológica e Ideológicamente, los Estados Unidos sufrían re lativamente poco la creciente crisis de la civilización europea. La vida inte lectual norteamericana, bajo la decisiva influen del pragmatismo, conser

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yaba el optimismo y la confianza en cuanto a las posibilidades de recoil truir el mundo occidental. La “sociología de Chicago”, que floreció en Medio Oeste desde comienzos de siglo, produjo un sinfín de estudios emp cos orientados hacia el control liberal y la reforma del conflicto social.

Aun así, la sociología norteamericana de entreguerra, aunque afianzada que la europea, tambien sufrió perturbaciones. La sociología teamericana en general, y la sociología de Chicago en particular, eran j grosamente ateóricas y profundamente empiristas. Sufrían la influencia las teorías “instintivistas”, los vestigios del darwinismo social y las fon Individualistas de pragmatismo, y adolecían de una tendencia antifflosól que obstaculizaba la creación de una teoría sociológica sistemática.

A fines de la década de 1930, la situación de la sociología era la guiente: por una parte, tradiciones teóricas sin nación; por la otra, unal clón sin teoría Esta paradoja permitio el surgimiento de Talcott Parson** figura quea ml juicio creó el marco para el debate contemporáneo.

L teórico del pensamiento clásico y la situacion institucloni

1ttt tercio del sfrsLi veints hrind y
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