Discurso del Embajador de Irlanda, David Cooney, a la presentación del libro
En los confines de Irlanda de David Revelles.
Librería del BOE, Madrid. 19 de enero 2016
Quisiera agradecer a David Revelles por concederme el honor de asistir a la presentación de su nuevo libro En los confines de Hibernia: Tras la leyenda de la Armada Invencible en Irlanda en tan distinguido lugar como es la Librería de BOE.
El libro de David es un trabajo hecho desde el corazón. Existen numerosos trabajos académicos que nos narran la historia de la Armada Invencible, de cómo se preparó, de las batallas con los ingleses y de los naufragios sufridos en las costas irlandesas. El libro de David es diferente.
Es breve y accesible a cualquier lector que tenga el más mínimo interés en historia o lugares.
El libro nos lleva de viaje desde Dublín hasta la costa norte y oeste de Irlanda, visitando lugares ligados a la Armada, pequeñas ciudades, pueblos y sitios remotos donde la paleta de colores alterna continuamente entre el verde, azul y oro de la tierra, mar, y arena bajo el cambiante cielo del Atlántico.
Pero más que los lugares físicos, David nos cuenta sobre la gente, la gente autentica. La gente que vivió y murió hace más de cuatrocientos años y la gente que vive allí hoy en día.
Describe el destino de aquellos que embarcaron en la Armada con orgullo y ambición, hombres de cada puerto y rincón de España, y otros lugares, hombres como Don Alonso Martínez de Leyva, el modelo tan elegante de El Greco, hombres que al final perdieron sus vidas al llegar a Irlanda.
David nos narra las aventuras de dos de aquellos hombres, de los pocos que pudieron sobrevivir.
También nos presenta a un grupo de entusiastas en Irlanda, formado por historiadores - profesionales y aficionados - y buceadores subacuáticos, dedicados a recuperar restos de los grandes navíos hundidos y honrar así la memoria de aquellos, que navegaron en ellos.
David admite tener una relación amorosa con Irlanda, su paisaje, gente y cultura. Ha escrito un libro en el que describe a mi país con tanto encanto que si no fuera porque es mi hogar querría ir allí inmediatamente.
Es verdad que existe una gran empatía entre los irlandeses y los españoles y, si aquellos españoles que lucharon por llegar a la costa en 1588 no recibieron el famoso Céad Míle Fáilte, las cien mil bienvenidas que promete nuestra oficina de turismo, estamos haciendo lo imposible para compensar por aquello en la actualidad.
Los irlandeses tienen una fascinación romántica con la Armada. Hay muchos irlandeses con el pelo castaño y los ojos marrones llamados los “black Irish” (irlandeses morenos) descritos por David, que crecieron imaginándose que un náufrago español- preferiblemente uno guapo como Antonio Banderas - pudo ser su antepasado.
La ciencia moderna señala como causante a otro suceso que es quizás menos romántico pero igual de emocionante. David relata en su libro el viejo mito, recogido en el Libro de las Invasiones por monjes del siglo once, de que Irlanda estaba poblada en la era pre-celtica por una raza llamada los Milesians y que estos provenían de España. Aunque existen muchos interrogantes sobre la veracidad de este mito y más teniendo en cuenta el tiempo transcurrido, parece ser que los últimos análisis de ADN ha demostrado que la genética más parecida al tipo de genética predominante en el oeste de Irlanda - gente con pelo oscuro y con ojos marrones, - donde vivieron los primeros pobladores hasta que fueron empujados por sucesivos invasores, la encontramos en el norte de España.
Las experiencias horrendas de aquéllos que lograron llegar a tierra, de la Armada naufragada, hace que la huida del Capitán Francisco de Cuéllar sea un agradable alivio. Espero que el libro de David anime a más gente a leer la carta impresionante en la que cuenta su batalla para sobrevivir. Se trata de una historia llena de coraje, resistencia e ingeniosidad.
Por qué no se ha hecho una película sobre ello, no lo sé. Tal vez sería posible de entrelazar en esta película, la historia de Pedro Blanco, el superviviente de la Armada que se alistó en el servicio del gran líder irlandés, el Earl of Tryone, Hugh O’Neill, y quien diecinueve años más tarde se unió a él y sus compatriotas en su huida a Europa, que marcó el fin de la Irlanda Gaélica. No se sabe lo que pasó al final con Peadar Bán, como supuestamente le llamaban los irlandeses, lo que fuera de él se ha perdido en la historia.
Los años posteriores a la “Huida de los Condes” vieron el desarrollo de vínculos estrechos entre Irlanda e España puesto que muchos irlandeses se marcharon de su patria tratando de librarse de la persecución, o simplemente en busca de una mejor vida.
David hace mención a la acogida demostrada por varios Reyes españoles a estos refugiados, muchos de los cuales contribuyeron de modo significativo a España como soldados, políticos, administradores coloniales o comerciantes. Y no hay que olvidar el apoyo dado a los colegios religiosos en Salamanca, Alcalá y Madrid.
Ahora en la actualidad, David describe cómo la búsqueda para saber dónde están los restos de los buques de la Armada está generando cada vez más interés. Por desgracia, el tiempo no está de nuestro lado. El calentamiento global ha provocado un cambio significativo en el clima y en los patrones de olas a lo largo de la costa irlandesa. Parte de la costa del condado de Sligo ha desaparecido bajo el mar, y los restos de los barcos que llevan siglos enterrados en la arena, han sido removidos.
Esta situación ha requerido una acción inmediata por parte del Gobierno Irlandés en un momento en el que, como seguramente los españoles comprenderán mejor que nadie, los presupuestos son muy ajustados. No obstante, me complace informaros que en una operación realizada el verano pasado se recuperó del fondo del mar un número de artefactos, incluyendo nueve cañones, algunos bellamente ornamentados, y la rueda de un gran afuste, y están siendo tratados para su conservación por el Museo Nacional de Irlanda.
Me gustaría terminar con un comentario personal. El libro de David recuerda la visita de estado a Irlanda en 1986 del Rey Juan Carlos y la Reina Sofía. Yo fui un miembro del equipo de protocolo que organizó esa visita, y que viajó a diferentes lugares con los Reyes. Nuestro Presidente en aquel momento, Patrick Hillery, era natural del pueblo de Spanish Point (Cabo Español) en el Condado de Clare, al que David ha dedicado un capítulo en su libro.
Comprensiblemente, el Presidente insistió en que el Rey y la Reina fueran invitados a Spanish Point. Me acuerdo claramente del aterrizaje del helicóptero en un campo local de fútbol gaélico, el entusiasmo de la recepción del pueblo y el orgullo del Presidente Hillery al recibir sus invitados Reales a su pueblo natal en lo que el describió con razón como “un hermoso día de verano irlandés”.
Espero, David, que cuándo el Rey de España se anime a visitar nuestro país, que lea tu libro y que tú vuelvas a Irlanda para celebrar con nosotros. |