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t ñu >ocm Ka artahzik Hu tal i a nr nuin o / 1 Sotsyologiu j ¡a/oria, Moscó, 1964; Sociloçy ansi History, rda-a- aa-sí Ra a-a-O/i, W. J. Cahuman y A. Lioskoff (cds.), Glencoc, 1964. R. Aren asta- >-us 1 socio- logia ç0 oci pa rS las i i ira nos gcnei les riti e 0 1 ,J IT duction 6 la phíosop1iie de l’histoire, París, 1958, pág. 190í. Va-a 1->. Bub, Culture cosi Histoar, Londres, 1958. 515 tigación histórica debe ser perturbada lo menos posible. La atribución de un interés por las secuencias genéticas a la historia, y de un interés por la conservación de las estructuras a la sociología, se remonta a un antiguo nivel de desarrollo de las dos disciplinas. Hoy, los historiadores quieren estudiar también las estructuras, y los sociólogos no pueden evitar los análisis genéticos. Es verdad que, en la investigación histórica, nos encontramos aún con el respeto al orden genético, y en sociología, con un respeto a la estructura, pero este estado de cosas no tiene por qué avanzar indefinidamente. Aunque los historiadores, durante mucho tiempo, continuarán estudiando los hechos históricos (que se pueden considerar como sucesos relativamente cerrados), y aunque los sociólogos se interesarán por las interacciones sociales, esa diferencia tenderá, seguramente, a desvanecerse, con el curso del tiempo. Ese contacto entre los dos acercamientos es fecundo, y esto lo demuestra, sobre todo, el creciente número de estudios hechos por investigadores que se acercan a la investigación histórica desde un punto de vista sociológico, o se acercan a la sociología desde un punto de vista histórico. El proceso ha tenido dos estadios: en el primero, los historiadores comienzan a usar ciertos conceptos elaborados en la sociología, y los sociólogos comienzan a usar datos históricos para ilustrar las construcciones y teorías sociológicas; en el segundo, la integración de los dos tipos de investigación avanza aún más. En general, por el momento, tenemos más ejemplos en busca de relaciones mutuas por parte de los sociólogos que por parte de los historiadores, que están aún cargados de tradición de la corriente erudita. Los cursos universitarios sobre historia se dirigen, desgraciadamente, todavía, según el espíritu de ese acercamiento erudito, lo cual es un mal presagio para los avances en la investigación teórica dentro de la historia. Entre los sociólogos polacos, L. Krzywcki y S. Czarnowski tienen excelentes resultados en sus estudios de orientación histórica. Los historiadores piensan aún en el análisis sutil de las causas del triunfo de la Contrarreforma en Polonia. presentado por Czarnowski en su ponencia leída en el VII Congreso Internacional de Historiadores, celebrado en Varsovia en 1933 12 Utilizando datos históricos conocidos de otro modo, pero apoyándose también en una visión sociológica de la estructura social, sugirió una explicación que, por su amplitud de interpretación, sobrepasaba a todos los intentos anteriores y posteriores de explicar ese difícil problema histórico. Revisando los diversos factores que se habían tenido en cuenta, concluía: «Sin embargo, hasta mirar los hechos, aunque sólo sea los más evidentes, para ver que la participación en la Contrarreforma coincidió con el desarrollo de la clase media como tal» 0• Prestando atención a los cambios en la estructura social, señalaba el camino para los análisis, que resultarían ser muy útiles para los historiadores. Los ejemplos se pueden multiplicar. Entre los sociólogos que han hecho mejores y más famosas contribuciones a la investigación histórica están Max Entre los historiadores que han hecho un uso original del acercamiento sociológico hay que mencionar a M. Bloch (Les caractres originaux de 4 l’histoire ru,’ale, 1931); R. H. Tawney (en particular, Religion and the Risc of Capitalisni), mencionado en este libro en varias ocasiones, J. Rutkowski, A. Fanfani, L. Febvre 18, E. Labrousse, P. Vilar, A. Soboul, F. Lefebvre y otros muchos. La mayoría de las aproximaciones a los problemas de las estructuras sociales han sido hechas por los historiadores económicos. No es una exageración decir que cuanto más éxito tenían en combinar un análisis económico con uno social, mejores resultados conseguían. Por eso la historia económica y la social se unen muchas veces en el término historia socio-económica. Hoy, la historia social está surgiendo como una rama relativamente independiente de la investigación histórica. Se puede esperar que se convierta en fuente de inspiración no sólo para la historia económica, sino para todas las ramas de los estudios históricos, y en particular para la historia política, que actualmente es la disciplina histórica más retrasada. Por supuesto, la historia social puede interpretarse de modo más descriptivo o más teórico; este acercamiento se aproxima a lo que algunos sociólogos llaman sociología histórica, y que promueven dentro de la esfera de la investigación sociológica 19 5. Las tareas de la historia Aunque la distancia entre la historia y la sociología u otras disciplinas se está acortando (el estudio de las relaciones entre la investigación histórica y esas «otras» disciplinas es la labor de ramas especializadas de la metodología de la investigación histórica), la historia conserva su importante papel en la construcción integral de las ciencias sociales. Es la tarea que la historia había desempeñado hasta la llegada de la corriente erudita del siglo XIX, que se mostraba crítica ante el «tipo filosófico» de estudios históricos. Un sociólogo, un economista, un psicólogo social, cada uno de ellos estudia la sociedad desde un punto de vista concreto, y ningúno de ellos consideraría obvio tener que integrar los resultados de las diversas ramas y ofrecer cuadros sintéticos del desarrollo social en sus distintos niveles. Por el contrario, un historiador sólo estudia las sociedades tal como eran en el pasado, y no reduce su interés a ningún campo específico. El hecho de que, dentro de la historia, haya muchas disciplinas especializadas no cambia la situación. Esta es la razón de que la labor del historiador sea contribuir al acercamiento integral al estudio de la sociedad. La tarea es difícil, y a menudo nos referimos a ella más en términos de exigencias que de logros. Pero si esta tarea se formula como una exigencia, ¿cuáles son las tareas de la investigación histórica si tenemos en cuenta sus funciones normales? La función básica es la contribución al descubrimiento de las regularidades en Ja vida social. El descubrimiento y conocimiento de las leyes del desarrollo social sólo es posible con la ayuda de los estudios históricos. Esta es la tarea fundamental de todas las ciencias sociales. No podemos organizar la vida social y supervisar sus diversos factores si no conocemos las leyes que rigen el desarrollo social, tanto las que se aplican a períodos cortos como las que valen a lo largo de varias épocas. Sólo podemos organizar la vida social si tenemos bases para predecir los efectos de nuestras acciones intencionadas. El conocimiento de las leyes que rigen la vida social ofrece la posibilidad de hacer dichas predicciones y, por tanto, la oportunidad de actuar de una forma práctica y eficaz de acuerdo con nuestros objetivos. Así, si no podemos dudar de la importancia de la vida social organizada, entonces no podemos dudar de la importancia de la función que desempeña la investigación histórica en ese aspecto. La tecnología, con sus ciencias subyacentes, sólo se puede desarrollar en una sociedad organizada. ¿Serían posibles los emocionantes avances en la conquista del espacio sin una organización moderna de la sociedad que incluya el complicado aparato del estado moderno? La falta de relaciones entre la investigación histórica y, por ejemplo, los alunizajes, es, por tanto, sólo aparente. En realidad, estas relaciones resultan ser fuertes y estrechas. De este modo es como tenemos que interpretar la antigua máxima historia inagistra vitae 20• La siguiente función social de la historia, que se deduce de la anterior, es satisfacer el deseo humano de conocerse a sí mismo. Podemos ver cómo el desarrollo de la cultura ha ido acompañado de la necesidad de autocómprensión histórica. Aunque las fuentes de ese interés en la historia del propio país variaban de un caso a otro, cada vez reflejaba más el progreso en el nivel cultural de la vida de la sociedad. Es evidente que sólo una ciencia histórica con un desarrollo adecuado, puede desempeñar estas funciones cognoscitivas con responsabilidad. El historiador debería saber cómo llegar a los diversos destinatarios de los resultados de su investigación: no puede limitarse al círculo de los más iniciados, sino que debe popularizar el conocimiento de la historia. La función cognoscitiva de la historia está relacionada con su función educativa, que hasta ahora se ha subrayado, sobre todo, en cuanto a la utilidad social de los estudios históricos. El papel educativo de la historia ha sido aceptado por varios grupos de historiadores y dirigentes sociales. La educación histórica es una de las bases principales para configurar la conciencia ideológica y política de una sociedad. Al descubrir la verdad científica, la historia debe colaborar activamente en la conformación de la conciencia social. En este terreno, las tareas son enormes, teniendo en cuenta la cantidad de leyendas que todavía ínvaden la conciencia social. Al contribuir a la formación de la conciencia social, la historia consolida los lazos que unen una sociedad con las otras. La historia y su conocimiento son uno de los principales elementos de la conciencia nacional y una de las condiciones básicas para la existencia de cualquier nación. Si la ciencia histórica quiere ejecutar sus funciones, cada vez mayores y más responsables, debe cambiar adecuadamente. Igual que la revolución industrial de los siglos xviii y XIX desvió el rumbo de la investigación histórica, la actual revolución técnica exige más cambios esenciales en los estudios históricos. La historia se enfrenta ahora a una reconstrucción y expansión de largo alcance en sus métodos. Sus instrumentos se hacen cada vez más precisos, y debe utilizar, cada vez más, rnérodos de investigaC1OI y resultados de otras disciplinas si quiere desempeñar sus tareas jtC áradloras. • Hay una necesidad cada vez mayor de que se promueva la investigación teórica en la historia. Esto no quiere decir que los procedimientos usados hasta ahora deban ser abandonados. No, pero algunos historiadores deben formarse como teóricos, y su tarea principal no será elaborar narraciones factográficas, sino presentar textos que se ocupen de buscar las regularidades, hacer construcciones teóricas y formular leyes. Deben ir acompañados por historiadores que se centren en una imagen internamente coherente del pasado, que no esté separada, tampoco, de una inspiración teórica. La investigación histórica teórica tendría que ser, simplemente, más teórica. Quizá lOS estudios seguirán un camino de desarrollo distinto. Pero, de todos modos, la labor es enorme, y no pueden dejar de hacer vibrar el corazón del historiador con más fuerza. |