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The Floating Opera: «Nuestros amigos pasan flotando; nos interesamos por ellos; siguen adelante, y tenemos que atenernos a lo que dicen de ellos los demás o perder completamente su rastro; después, vuelven, y, o bien renovamos nuestra amistad — ctualizándola—, o descubrimos que hemos dejado de comprendernos.» El único error es la tácita sugerencia de que la corriente que arrastra y en la que flotan las amistades es lenta y remansada. Hoy, la corriente adquiere velocidad. La amistad se parece cada vez más a una canoa que da tumbos en los rápidos del río del cambio. «Muy pronto — ice el profesor Eli Ginzberg, de la Universidad de Columbia, experto en movimientos humanos—, todos seremos, en este país, hombres de tipo metropolitano, sin lazos o compromisos con los viejos amigos y vecinos.» En un brillante escrito sobre «La amistad en el futuro», el psicólogo Courtney Tall sugiere que «la estabilidad fundada en estrechas relaciones con unas pocas personas será ineficaz, debido a la elevada movilidad, al amplio campo de interés y a la variable capacidad de adaptación y cambio que encontramos en los miembros de una sociedad sumamente automatizada... Los individuos serán más propensos a contraer estrechas amistades de "tipo fugaz", fundadas en intereses o en afiliaciones secundarias, y a prescindir fácilmente de ellas al trasladarse a otro lugar o al ingresar en un grupo de intereses parecido o diferente dentro del mismo lugar de residencia... Los intereses cambiarán rápidamente... »Esta capacidad de hacer y deshacer rápidamente estrechas amistades, o de rebajarlas al nivel del simple conocimiento, unida a la creciente movilidad, tendrá como consecuencia que cualquier individuo podrá contraer muchas más amistades que las que puede trabar la mayoría en la época actual. Las normas de amistad de la mayoría producirán, en el futuro, muchas satisfacciones al sustituir las pocas relaciones a largo plazo formadas en el pasado por muchas relaciones íntimas de breve duración». AMIGOS DE LUNES A VIERNES Uno de los motivos que inducen a creer que continuará la tendencia hacia las relaciones temporales es el impacto de la nueva tecnología sobre las ocupaciones. Aunque cesara el impulso hacia la megalópoli y la gente se inmovilizase en sus rumbos geográficos, el número de relaciones seguiría creciendo, y, como consecuencia de los cambios de empleo, su duración seguiría menguando. Pues la introducción de la tecnología avanzada, ya la llamemos automatización, ya le demos otro nombre, va necesariamente acompañada de drásticos cambios en los tipos de aptitud y de personalidad requeridos por la economía. La especialización aumenta el número de ocupaciones diferentes. Al propio tiempo, la innovación tecnológica reduce la expectativa de duración de cualquier empleo dado. «La emergencia y decadencia de las ocupaciones será tan rápida —dice el economista Norman Anon, experto en problemas de potencial humano— que las personas no podrán estar nunca seguras de ellas.» La profesión de mecánico de vuelo —observa— surgió y empezó a decaer en el breve período de quince años. Un vistazo a las columnas de «demandas» de cualquier periódico importante basta para ver que los nuevos empleos aumentan a vertiginoso ritmo. Analista de sistemas, operador de consola, codificador, bibliotecario de computadoras, operador de computadoras, son unos pocos de los relacionados con las operaciones con máquinas computadoras. Recuperación de información, registro óptico, tecnología de película fina: todo esto requiere nuevas aptitudes, mientras pierden importancia o se extinguen completamente las viejas ocupaciones. Cuando la revista Fortune78, a mediados de los años sesenta, realizó una encuesta entre 1.003 jóvenes ejecutivos empleados en firmas americanas de primera fila, descubrió que al menos uno de cada tres tenía un empleo que no existía antes de su ingreso. Otro numeroso grupo desempeñaba cargos que sólo habían sido ejercidos por otra persona. Y aunque el nombre del empleo siga siendo el mismo, el trabajo varía con frecuencia, y cambian las personas que lo desempeñan. Sin embargo, la transformación de los empleos no es sólo consecuencia directa del cambio tecnológico. También refleja las fusiones y adquisiciones que se producen al organizarse y reorganizarse frenéticamente las industrias en todas partes, para adaptarse a los rápidos cambios del medio, para hacer frente a los cambios continuos del gusto de los consumidores. Otras muchas presiones complejas se combinan también para agitar incesantemente la mezcla laboral. Así, una reciente encuesta del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos puso de manifiesto que 71.000.000 de trabajadores americanos ejercían su trabajo actual desde hacía 4'2 años por término medio. Comparado con los 4'6 años de sólo tres años antes, esto significa una reducción de casi un 9 por ciento en la duración de los empleos. «En las condiciones dominantes a principios de los años sesenta —dice otro informe del Departamento de Trabajo—, cabía presumir que el trabajador de veinte años cambiaría de empleo seis o siete veces, por término medio.» Así, pues, el ciudadano de la sociedad superindustrial, en vez de pensar en una «carrera» pensará en una «serie de carreras». Actualmente, y a efectos de cálculo de potencial humano, los hombres se clasifican según sus empleos actuales. El trabajador es un «maquinista», o un «dependiente», o un «programador de computadora». Este sistema, creado en un período menos dinámico, resulta hoy inadecuado, según los expertos en potencial humano. En nuestros días, se están realizando esfuerzos para caracterizar a cada trabajador no solamente en términos del empleo que desempeña actualmente, sino también en función de la «trayectoria» particular que ha seguido su carrera. La trayectoria o línea de carrera de cada cual diferirá de las demás, pero se repetirán algunos tipos de trayectoria79. Cuando le preguntemos «¿Qué hace usted?», el hombre superindustrial se definirá no en términos de su trabajo actual (transitorio), sino de su tipo de trayectoria, de la pauta conjunta de toda su vida de trabajo. Tales definiciones son más adecuadas, en el mercado de trabajo superindustrial, que las descripciones estáticas empleadas en la actualidad, que no tienen en cuenta lo que ha hecho el individuo en el pasado, ni lo que puede estar capacitado para hacer en el futuro. El alto grado de variación de empleo, hoy evidente en los Estados Unidos, caracteriza también, cada vez más, a los países europeos occidentales. En Inglaterra, el cambio de empleo en las industrias manufactureras se calcula de un 30 a un 40 por ciento al año. En Francia, aproximadamente un 20 por ciento de la fuerza laboral total cambia de empleo todos los años, y esta cifra, según Monique Viot, va en aumento. En Suecia, según Olaf Gustafsson, director de la «Asociación Manufacturera Sueca», «calculamos un promedio de cambio del 25 al 30 por ciento anual en la fuerza de trabajo... En algunos sitios, alcanza probablemente de un 35 a un 40 por ciento». Pero tanto si aumenta como si no el grado estadísticamente calculable de los cambios de empleo, esto tiene poca importancia, porque los cambios mensurables sólo son parte de la cuestión. Las estadísticas no consignan los cambios de trabajo dentro de la misma Compañía o fábrica, ni los traslados de una sección a otra. A. K. Rice80, del «Tavistock Instituto», de Londres, afirma que «las transferencias de una sección a otra parecen producir el efecto de empezar una "nueva vida" dentro de la fábrica». Al dejar de tomar en cuenta estos cambios, las estadísticas globales sobre cambios de empleo subestiman gravemente la cantidad de traslados que se producen actualmente, cada uno de los cuales lleva aparejada la terminación de relaciones humanas viejas y la iniciación de otras nuevas. Cada cambio de empleo implica cierta tensión. El individuo tiene que despojarse de viejos hábitos, de viejas actitudes, y aprender nuevas maneras de hacer las cosas. Aunque la tarea sea similar, el medio en que la desarrolla es diferente. Y, como en el caso de trasladarse a una nueva comunidad, el recién llegado se ve compelido a establecer con gran rapidez nuevas relaciones. También aquí el proceso es acelerado por personas que desempeñan el papel de introductores oficiosos. También aquí el individuo busca relaciones humanas, ingresando en organizaciones, generalmente caseras y de camarilla, más que formando parte de la tabla de organización de la Compañía. También aquí el convencimiento de que ningún empleo es verdaderamente «permanente» significa que las relaciones contraídas son condicionales, modulares y, en definitiva, temporales. RECLUTAS Y DESERTORES Al comentar la movilidad geográfica, descubrimos que algunos individuos y grupos son más móviles que otros. Y en lo que respecta a la. movilidad de empleo, también encontramos que algunos individuos o grupos cambian de oficio más veces que otros. En términos muy generales, es justo decir que las personas que son geográficamente móviles serán también, probablemente, móviles en sus empleos. Así, volvemos a encontrar un ritmo de cambio más acusado entre algunos de los grupos menos acomodados y menos especializados de la sociedad. Expuestos a los peores golpes y embates de una economía que pide trabajadores competentes y cada vez más especializados, los trabajadores pobres saltan de un empleo a otro como una pelota. Son los últimos en ser aceptados y los primeros en ser despedidos. En el sector intermedio de educación y prosperidad, encontramos personas que, siendo ciertamente más móviles que las poblaciones agrícolas, son, empero, relativamente estables. Y en el sector más alto volvemos a encontrar, como en el más bajo, un elevado y creciente ritmo de cambio entre los grupos más característicos del futuro: sabios e ingenieros, profesionales y técnicos altamente educados, ejecutivos y managers. Así, un reciente estudio revela que los cambios de empleo de los científicos e ingenieros81 de las industrias de investigación y desarrollo de los Estados Unidos son, aproximadamente, dos veces más frecuentes que en el resto de la industria americana. La razón es fácil de averiguar. Ésta es, precisamente, la punta de lanza del cambio tecnológico, el punto en que los conocimientos quedan anticuados con mayor rapidez. En «Westinghouse»82, por ejemplo, se cree que la llamada «media vida» de un ingeniero graduado es de sólo diez años, con lo cual quiere significarse que una mitad de lo que ha aprendido quedará anticuada al cabo de un decenio. El rápido cambio caracteriza también las industrias de comunicaciones masivas y, en especial, la publicidad. Una reciente encuesta entre 450 publicitarios americanos puso de manifiesto que el 70 por ciento había cambiado de empleo en los dos últimos años. Lo propio ocurre en Inglaterra83, reflejando los rápidos cambios en las preferencias del consumidor, en el arte y el estilo gráficos, y en las gamas de productos. En dicho país, las continuas transferencias de personal de una agencia a otra provocaron gritos de alarma en la industria, y muchas agencias se niegan a considerar fijo a un empleado antes del año de prestar servicio en ella. Pero quizá donde se ha producido un cambio más espectacular ha sido en las filas del management, antaño a salvo de los sobresaltos que afligían a los menos afortunados. «Por primera vez en nuestra historia —dice el doctor Harold Leavitt 84, profesor de administración y psicología industriales—, corren los managers el riesgo inminente de quedar anticuados, pues, por primera vez, parece decrecer rápidamente la relativa ventaja de la experiencia sobre el conocimiento.» Como el management moderno requiere un adiestramiento más prolongado, y el propio adiestramiento pierde actualidad en un decenio o poco más, según saben muy bien los ingenieros, Leavitt prevé que, en el futuro, «quizá tendremos que planear las carreras en sentido descendente, en vez de ascendente... Tal vez un hombre alcanzará la cúspide de responsabilidad en una fase muy temprana de su carrera, para descender despues a unas clases de trabajo más sencillas y más cómodas». Ya sea hacia arriba, hacia abajo o hacia un lado, el futuro impondrá cambios de empleo más frecuentes, no más lentos. Este hecho se refleja ya en las modificadas actitudes de los que contratan el personal. «Yo solía preocuparme cuando veía el historial de un hombre que había tenido varios empleos —confiesa un directivo de la "Celanese Corporation"—. Temía que el muchacho fuese un cazador de empleos o un oportunista. Hoy, esto ya no me preocupa. Lo único que quiero saber es la razón de cada cambio. Incluso cinco o seis empleos en veinte años pueden ser un factor positivo... En realidad, si se me presentasen dos hombres con iguales méritos, preferiría al que ha cambiado de empleo un par de veces por buenas razones, más que al que ha permanecido siempre en el mismo sitio. ¿Por qué? Pues porque sé que es adaptable.» Y el director de personal ejecutivo de la «International Telephone and Telegraph», doctor Frank McCabe, dice: «Cuanto mayor es el éxito de uno en atraerse a gente que vale, mayores son las probabilidades de cambio. Los que valen son los que se mueven más.» El grado creciente de cambios en el mercado del trabajo ejecutivo sigue pautas peculiares85. La revista Fortune dice: «La deserción de un ejecutivo clave produce no sólo una serie de cambios de empleo por derecho propio, sino también, generalmente, otra serie de movimientos colaterales. Cuando el jefe se marcha, llueven a menudo sobre él las peticiones de sus subordinados inmediatos, que quieren acompañarle; si no les admite, éstos buscan inmediatamente otros patronos.» No es de extrañar que el informe del «Stanford Research Institute» sobre el medio laboral pronostique para el año 1975: «Al nivel de los empleados de cuello blanco se prevé un alto grado de turbulencia y de agitación..., y el medio del management será inestable y perturbador.» Detrás de todo este jaleo laboral debemos ver no sólo el motor de la innovación tecnológica, sino también la nueva abundancia, que abre nuevas oportunidades y, al propio tiempo, fomenta las esperanzas del logro psicológico. «El hombre de treinta años atrás —dice el vicepresidente de relaciones industriales de "Philco", filial de "Ford Motor Company"— creía que le convenía mantenerse aferrado a cualquier empleo hasta saber adonde iba. En cambio, el hombre actual parece creer que siempre hay otro empleo esperándole a la vuelta de la esquina.» Y para muchos así es. Muchas veces, el nuevo empleo implica no solamente un nuevo patrono, una nueva residencia y una nueva serie de asociados en el trabajo, sino también un nuevo estilo de vida. Así, el sistema de la «carrera en serie» se pone de manifiesto en el creciente número de personas que, una vez conseguido un bienestar razonable, gracias a una economía de opulencia, resuelven dar un giro de 180 grados en su carrera a una edad en que otros sólo piensan en la jubilación. Sabemos de un abogado, especializado en derecho inmobiliario, que dejó su bufete para estudiar ciencia social. Un inspector de una agencia publicitaria, después de trabajar veinte años en Madison Avenue, llegó a la conclusión de que «el falso esplendor olía a rancio y me aburría. Tenía que apartarme de él». Y se hizo librero86. Un jefe de ventas y un ingeniero de Illinois dejaron sus empleos para convertirse en maestros de trabajos manuales. Un célebre decorador de interiores volvió a la escuela y aceptó un empleo en la campaña de lucha contra la pobreza. SE ALQUILA UNA PERSONA Cada cambio de empleo implica un aumento en el número de personas que pasan por nuestras vidas, con lo que al aumentar el ritmo del cambio disminuye la duración de las relaciones. Esto se manifiesta notablemente en el auge de los servicios temporales de ayuda, equivalente humano de la revolución arrendaticia. Actualmente, en los Estados Unidos, casi uno de cada 100 trabajadores es empleado alguna vez, durante el año, por un llamado «servicio de ayuda temporal», que, a su vez, lo alquila a una industria para satisfacer necesidades temporales de ésta. En nuestros días, unas 500 agencias de ayuda temporal proporcionan a la industria unos 750.000 trabajadores por breve plazo, desde secretarios y recepcionistas, hasta ingenieros de industrias paramilitares. Cuando la «Lycoming Division of Avco Corporation» necesitó 150 ingenieros para cumplir unos contratos con el Gobierno, los obtuvo de varios de aquellos servicios. En vez de tardar meses en reclutarlos, consiguió en pocos días un cuerpo completo de personal. Los empleados temporales han sido también utilizados en campañas políticas para atender los teléfonos y sacar copias de documentos. Han sido llamados para realizar tareas urgentes en imprentas, hospitales y fábricas. Han sido empleados en actividades de relaciones públicas. (En Orlando, Florida, se alquilaron temporeros para regalar billetes de un dólar como propaganda de una central de ventas.) Y, en un nivel más prosaico, cientos de miles de ellos realizan trabajos rutinarios de oficina para ayudar al personal fijo de las grandes Compañías en los períodos de más trabajo. Una de estas empresas de servicios, la «Arthur Treacher Service System», anuncia el alquiler de doncellas, chóferes, mayordomos, cocineros, mandaderos, cuidadores de niños, enfermeras, fontaneros, electricistas y gentes de otros oficios domésticos. «Como "Hertz" y "Avis" alquilan coches», añade. El alquiler de empleados temporeros para necesidades temporales se está extendiendo, como el alquiler de objetos, en todo el mundo industrializado. «Manpower Incorporated», la más importante empresa de servicios de ayuda temporal, inició, en 1956, sus operaciones en Francia. Desde entonces, ha doblado su volumen cada año, y en la actualidad hay en Francia unas 250 agencias de esta clase. Los empleados por los servicios de ayuda temporal exponen diversas razones para preferir este tipo de trabajo. Hoke Hargett, ingeniero electromecánico, dice: «Cada uno de mis empleos es apremiante, y yo trabajo mejor cuanto mayor es la presión. En ocho años, he prestado servicio en once Compañías diferentes, conociendo y dejando a centenares de compañeros de trabajo.» A algunas personas especializadas, el cambio de empleo organizado les proporciona, en realidad, una mayor seguridad de trabajo que la que poseen los presuntos empleados fijos en industrias poco sólidas. En las industrias paramilitares son tan frecuentes los súbitos retrocesos y restricciones, que el empleado «fijo» se expone a verse en la calle casi sin previo aviso. El ingeniero temporero se limita a pasar a otro puesto cuando ha cumplido su misión. Para la mayoría de los trabajadores temporales, es más importante el hecho de que pueden establecer sus propios turnos. En muchas ocasiones, pueden trabajar donde y cuando lo desean. Y para algunos es una manera lógica de ampliar su círculo de contactos sociales. Una joven madre, obligada a trasladarse a una nueva ciudad por haber sido transferido su esposo, se sentía muy sola cuando sus hijos estaban en el colegio. Entonces, firmó un contrato de servicio de ayuda temporal, y a partir de aquel momento trabajó ocho o nueve meses al año. Al cambiar continuamente de Compañía, estableció contacto con gran número de personas, entre las cuales pudo seleccionar unas cuantas como amigos. CÓMO PERDER AMIGOS... La creciente velocidad de cambio de ocupación y la difusión del alquiler en las relaciones laborales aumentarán el |
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