descargar 1.7 Mb.
|
Automation: Same underlying Psichological Processes, por E. D. Poulton, Transactions(periódico de la «Association of Industrial Medical Officers»), 15 [3], 96- 9, 1965. Las limitaciones mentales, más que musculares, se comentan en Componente of Skilled Performance, por Michael I. Posner, Science, 24 de junio de 1966, págs. 1712-1718. 256 La superabundancia de información se comenta en A Theoretical Review of Individual and Group Psychological Reactions to Stress, por James G. Miller, en Grosser y otros [14], pág. 14. 257 La posible relación entre la sobrecarga y la enfermedad mental se estudia en Disorders of Communication, vol. XLII, Publicaciones de Estudio, Asociación para el Estudio de Enfermedades Nerviosas y Mentales, 1964, págs. 98-99. También: Schizophreniclike Rcsponses in Normal Subjects Under Time Pressure, por G. Usdansky y L. J. Chapman, Journal of Abnormal and Social Psychology, 60, págs. 143-146, 1960. 258 La cita de Gross es de su artículo The State ot the Nation: Social Systems Accounting, en [313], pág. 250. 259 El tiempo de reacción se comenta en Information Processing in the Nervous System, por D. E. Broadbent, Science, 22 de octubre de 1965, pág. 460. 260 Para un profundo comentario de los modos de reacción organizadora en condiciones de sobrecarga, véase Information Input Overload: Features of Growth in Communications-Oriented Institutions, por Richard L. Meier, en [41], págs. 233- 273. También: Same Sociological Aspects of Message Load, por Lindsey Churchill, en [41], páginas 274-284. Las estrategias de negación, especialización, reversión y super-simplificación, son parecidas a algunas reacciones de organización familiares, comentadas en estos artículos. 261 Sobre la «fase paradójica», véase [25], págs. 30-32, 44. 262 La violencia, como reacción a la tensión, se estudia en Violence and Man's Struggle to Adapt, por Marshall F. Gilula y David N. Daniels, Science, 25 de abril de 1969, pág. 404. 263 Japan Times, 3 de julio de 1966. 264 La historia de los «cop-outs» de Creta se refiere en Crete: A Stop in the New Odyssey, por Thomas Thompson, Ufe, 19 de julio de 1968, pág. 23. 265 La analogía del derrumbamiento nervioso es de Has This Country Gone Mad?, por Daniel P. Moynihan, Saturday Evening Post, 4, de mayo de 1968, pág. 13. 266 La cita de Bierl procede del relato de Thompson en Life, 19 de julio de 1968, página 28. Nota sobre la falta de estímulo: En este capítulo se ha hecho hincapié en los problemas del exceso de estímulo. Lo chocante, para cualquiera que lea literatura científica, es la similitud de las reacciones humanas ante un exceso y un defecto de estímulo. Por lo visto, cuando los hombres se ven impelidos por encima o por debajo del nivel de adaptación, muestran algunos síntomas comunes de angustia. Así, los psicólogos han terminado recientemente profundos estudios sobre los hombres que viven en los siete puestos de los Estados Unidos en la Antártida. La Antártida, que es el medio más inhospitalario habitado por el hombre, sujeta a estos individuos a una monotonía y a una forzosa falta de estímulos. La estación «Amundser-Scott», en el Polo Sur, está literalmente aislada del resto del mundo durante diez meses del año, salvo por algunas esporádicas comunicaciones por radio. Las temperaturas descienden hasta -50° C, y los vientos que azotan los hielos alcanzan, a veces, velocidades de 180 kilómetros por hora. En todas estas avanzadillas, pequeños grupos de hombres se ven obligados a vivir encerrados, durante largos períodos, en habitáculos sumamente estrechos. La vida en estas estaciones es, probablemente, más «inmutable» que en cualquier medio social donde pueda hallarse un hombre moderno. Según E. K. Eric Gunderson y Paul D. Nelson, en los estudios indicados más arriba, «bajo condiciones de estímulo y actividad restringidos durante largos períodos, los individuos manifestaban un aumento en la frecuencia e intensidad de síntomas emocionales y somáticos, y, en particular, perturbaciones del sueño, depresión, irritabilidad y angustia». Los hombres se sentían pesados y cansados. Algunos sufrían nostalgia y depresión. Muchos daban muestras de mal genio, irritándose con facilidad. Las crónicas de los exploradores polares confirman este cuadro de angustia psicológica. Aluden reiteradamente al «tedio polar» y a frecuentes síntomas de retraimiento y apatía mortal. Por ejemplo, el almirante Byrd, después de cinco meses de aislamiento total en una remota estación meteorológica, sufrió un derrumbamiento del comportamiento cuyos efectos perduraron durante varios meses más. Byrd escribió en su Diario: «Por la mañana, me cuesta horrores salir del saco de dormir. Tengo la impresión de estar drogado. Pero me digo, una y otra vez, que si cedo, si dejo que esta modorra se apodere de mí, quizá no despertaré jamás... ¿Por qué preocuparse? ¿Por qué no dejar que las cosas sigan su curso? Ésta es la dirección de la paz eterna. ¿Por qué resistir?»(Byrd, R. E., Alone, Nueva York: Putnam, 1938.) Es un hecho significativo que uno de los peores castigos qoe conoce el hombre es el encierro en soledad, situación en que el individuo se ve no sólo al margen de todo estímulo de interacción social, sino también privado de cualquier cambio o novedad. Por esta razón, se emplea por los inquisidores y los psicólogos para «ablandar» a los presos a quienes quieren hacer un lavado de cerebro. En realidad, fue el eficaz lavado de cerebro de los prisioneros americanos por los chinos rojos y los coreanos del Norte, durante la guerra de Corea, lo que incitó, al estudio de la «privación sensorial». El psicólogo D. O. Hebb, pionero en este campo, descubrió que el monótono estímulo sensorial produce confusión, un deterioro de la capacidad de pensar claramente. Sus colaboradores, Heron, Scott, Bexton y Doane, confirmaron que a los sujetos privados de estímulos les costaba concentrarse. Los voluntarios manifestaban angustia, dolencias somáticas, alucinaciones ocasionales y dificultad en juzgar el paso del tiempo. Myers. investigador de la Marina de los EE.UU., resumió una década de estudios sobre privación sensorial: «La mayoría de los sujetos encuentran difícil de soportar el aislamiento sensorial, se sienten tentados a retirarse y tienen pocas ganas de repetir la experiencia... Los sujetos experimentan reacciones extrañas e irresistibles. Sienten un tedio terrible, inquietud, angustia, dificultad de concentrarse mentalmente, confusión de los límites del sueño y la vigilia y de la realidad... La eficacia en las tareas intelectuales tiende a disminuir. .» En una palabra, según Myers, «la privación sensorial aumenta visiblemente el deseo de un estímulo informador, aunque no necesariamente el deseo de un estímulo relativamente redundante y sin significación».(Sensory and Perceptual Deprivation, por Thomas I. Myers, en [32].) Fuera del laboratorio, descubrimos que ciertos trabajadores de fábricas muy automatizadas suelen presentar síntomas parecidos de falta de estímulo. Estos trabajadores se ven obligados a pasar muchas horas solos, en las cabinas de control, observando diferentes indicadores y pantallas, en busca de una señal de avería del equipo. Pero aunque son muchas las señales que deben observar, éstas son, en su inmensa mayoría, reiterativas y previsibles. Sólo en raras ocasiones aparece una señal «anormal» o nueva. Cuando el grado de novedad es demasiado bajo, mengua la diligencia del trabajador, y éste deja de ver o de comunicar las anomalías. El tedio se impone, y la confianza que tiene el operario en sí mismo se desvanece. Éste empieza a dudar de su propia capacidad de distinguir entre las señales normales y las anómalas.(Véase [6].) Además, existen pruebas convincentes de que cuando nos vemos privados del estímulo necesario procuramos crearlo. Como el mono de laboratorio que empuja una palanca cientos de veces en una hora, sin más recompensa que la de poder mirar por una ventana, el hombre manifiesta un afán enorme de novedad cuando su medio se hace demasiado inmutable. Intenta alterar su medio ambiente, crear un cambio, llevando de nuevo el nivel del estímulo al «grado de adaptación». Tan fuerte es la necesidad del hombre de permanecer dentro del campo de adaptación, que a veces, cuando el medio ambiente no proporciona la excitación necesaria, funcionan los mecanismos internos. Recientes estudios científicos sugieren que los sueños son una manera de elevar el nivel de atención del cerebro y del cuerpo en unos momentos en que ambos se ven aislados de los estímulos externos que necesitan. Algo parecido al sueño les ocurre, según parece, a los niños aún no nacidos. Ciertamente, los «rápidos movimientos de los ojos» son más frecuente en los niños pequeños que en los adultos, y aún más frecuentes en los fetos. Esto indica que, dentro del claustro materno, que es el medio donde existen menos estímulos externos, la estimulación interna hace que el cerebro, la red nerviosa y los sistemas endocrinos se mantengan activos. Más tarde, cuando el niño se convierte en adulto, cuando se eleva el nivel de los estímulos externos y cuando el individuo adquiere un mayor dominio sobre su ambiente exterior, la frecuencia de los sueños y de los rápidos movimientos de ojos tiende a disminuir. En resumen: cuando el nivel de estímulo o cambio del medio desciende por debajo de cierto punto, el individuo se encuentra forzosamente debajo de su campo de adaptación, sufre una clara angustia y actúa para aumentar el nivel del estímulo. Cuando el nivel del estímulo del medio ambiente le coloca por encima de su campo de adaptación, presenta muchos síntomas iguales: angustia, confusión, irritabilidad y, a veces, apatía. En esta situación, el individuo, según se muestra en el capítulo XVII, lucha por reducir el estímulo. En una palabra, todos nosotros, desde antes de nacer hasta el lecho de muerte, desarrollamos una lucha continua, a veces desesperada y a veces creadora, para impedir que el nivel del estímulo nos coloque por encima o por debajo de nuestro campo de adaptación. 267 Las referencias de Selye son de [26], págs. 265, 269. 268 La cita de Fuller corresponde a una entrevista con el autor. 269 La cifra de 100.000 ha sido tomada de Population Characteristics. Departamento de Comercio de los EE.UU., 14 de agosto de 1969. Serie P-20, 188, pág. 161. 270 Los datos sobre grupos de situación proceden de entrevistas con Gerjuoy. 271 Véase un comentario sobre el papel de la crisis en Crisis: A Review of Theory, Practice and Research, por Allen Darbonne, en International Journal of Psychiatry, noviembre, 1968, pág. 372. 272 La referencia de las casas a mitad de camino en el campo penal procede de Correctional Institutions in a Great Society, por Daniel Glaser, en Excerpt Criminologica, 3 [2/3], 3, 6, 1965. 273 Una propuesta parecida para adaptar a los moradores de los barrios bajos a nuevos vecindarios fue formulada por Margaret Mead. Véase Chicago Sun-Times, 2 de noviembre de 1966. 274 Jartum: fundado en una entrevista del autor @ La tesis de Gardner sobre la continuidad ha sido tomada de [39], pág. 6. 275 La cita de Kimball es de su introducción a [50], pág. XVII. 276 La observación de Coon figura en su artículo Growth and Development of Social Groups, en [177], pág. 124. 277 Los datos sobre tarjetas de Navidad han sido tomados de Preliminary 1967 Census of Manufactures. Series Industriales — Fabricantes de Tárjetas de Felicitación. MC-67(P-27C-1), Departamento de Comercio de los EE. UU. 278 El ritual familiar se estudia en [5], pág. 32. 279 Dewey y Hutchins se citan en [112], dedicatoria y pág. 70. 280 La referencia a Barzun procede de [101], pág. 125. 281 La significación del reloj se examina en The Monastery and the Clock, por Lewis Mumford, en [293], pág. 61. Véase también el excelente artículo titulado Time, Work- iscipline and Industrial Capitalism, por E. P. Thompson, en Past and Present, diciembre, 1967, págs. 56-97. 282 La cita de Snow es de [306], pág. 12. 283 Para una descripción de la propuesta de McDonald, véase Beyond the Schoolhouse, por Frederick J. McDonald, en [115], página 230. 284 Sobre la escuela proyectada en Bedford-Stuyvesant, véase: A College in the City: An Alternative, informe publicado por «Educational Facilities Laboratories, Inc.», marzo de 1969. 285 Las sugerencias de Howe figuran en su artículo The City as Teacher, en [115], pág. 22. 286 Los comentarios de Gerjuoy son de una entrevista con el autor. 287 La cita de McKuen procede de [230], pág. 60. 288 Sobre la cita de Bowen, véase [6], pág. 52. 289 El desarrollo de futuras perspectivas se estudia en Changes in Outlook on the. Future Between Childhood and Adolescence, por Stephen L. Klineberg, en el Journal of Personality and Social Psychology. vol. 7, 2, 1967, pág. 192. 290 Sobre la teoría de Warner acerca del tiempo, véase [350], páginas 54-55; Jaques se cita en [260], págs. 231-233. Véase también A Note on Time-span and Economic Theory, por J. M. M. Hill, en Human Relations, vol. XI, 4, pág. 373. 291 El futuro como principio de organización se estudia en The Future-Focused Role Image, trabajo inédito de Benjamin D. Singer, Departamento de Sociología, Universidad de Ontario. Occidental. 292 El comentario sobre la falta de perspectiva del futuro en los cursos procede de Teaching the Future, por Ossip K. Fletchheim, en The Futurist, febrero. 1968, pág. 7. 293 La descripción del experimento de Condry se funda en una entrevista con el experimentador y/o materiales de prueba. Publicación proyectada por el profesor Condry. Véase también: Time and Social Class, por Lawrence L. Shan, en [339]. 294 La cita de Jungk es de su artículo La previsión tecnológica como instrumento de estrategia social, en Analysen und Prognosen, enero, 1969, pág. 12. 295 Para un fascinador relato de experimentos con autobiografias futuras de enfermos mentales vease [345]. 296 Los datos sobre efectos de la tecnología están tomados, en parte, de [332], Véase también: Man's Deteriorating Environment, por Julian Huxley y Max Nicholson, en The Times(Londres), 7 de octubre de 1969. 297 La cita de Commoner está tomada de |
![]() | «la llegada prematura del futuro». Se trata de El shock del futuro del ensayista norteamericano Alvin Toffler, quien reflexionaba... | ![]() |