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VICENTE LUPOASTROLOGIAY FLORES DE BACH INTRODUCCIÓN Dos son las motivaciones que me empujan a escribir este pequeño libro: la Admiración y el Temor. El primer impulso, es decir, el de la admiración (todavía no digerida del todo), se fundamenta en la eficacia y la exactitud con que actúa la Medicina Floral. Quienes hayan leído mi obra “Astrología y Realización Personal” habrán entresacado de ella una cierta sensación de rigor. Este mismo rigor, propio de un Géminis ascendente Capricornio, lo proyecto en general en todo mi quehacer; y naturalmente también en el tema concreto de las Flores de Bach. Cuando decidí comprobar la eficacia de las Flores en base a ese rigor citado, lo hice con una actitud neutra: no me permitía dudar de la realidad que en sus escritos manifestaban no sólo el propio doctor Bach, cuya biografía plasma su honestidad y su categoría humana, sino tantos otros médicos y terapeutas cuya seriedad y conocimientos parecían superar con mucho a los míos. Pero, por otra parte, todo parecía tan sencillo, tan aparentemente fácil que dentro de mí surgía un «¿será verdad?». Porque de serlo, la Medicina Floral podía convertirse en una auténtica llave de oro en mi trabajo como Psicólogo Analista que había aprendido a utilizar la Astrología como instrumento de encuadre en su trabajo analítico. Con Astrología o sin ella se que muchos Psicólogos sienten, como he sentido yo la impaciencia interior que surge cuando teniendo perfectamente encuadrado el problema que plantea un paciente con su red de temores profundos (Planetas Lentos), con sus mecanismos de defensa amenazados (Luna y Nodos), cuando, en fin, sabemos lo que ocurre y su porqué, tenemos que concienciar al paciente, liberarlo de sus tics existenciales y empujarlo para que una vez libre pueda potenciarse dejando fluir todos sus recursos, hasta ese momento distorsionados por su trauma. Ese acompañamiento, esa brega con los temores del paciente, con unas Defensas que el propio consultante teme abandonar, es sin duda la parte más dura de una Terapia: es como tener entre las manos la solución de una Vida y sentirse al mismo tiempo prisionero para poder aplicarla. A veces el Terapeuta que ya sabe lo que ocurre y porqué ocurre, quisiera poder tener unas manos mágicas capaces de introducirse en el cerebro del paciente para hacerle no ya comprender sino sentir, en definitiva integrar esa conversión y disolución de sus inhibiciones y temores. La Medicina Floral del doctor Bach de ser cierta y eficaz, podría convertirse en esas manos tantas veces deseadas. Pues bien, las dudas que mi propio deseo planteaban han desaparecido: no existe ni uno solo de mis pacientes en los que en sus fichas de control no se registre no sólo la mejoría en su sentido más amplio sino el avance en la dirección concreta que señalaba la combina-ción floral recetada. Una vez tras otra el Rescue Remedy cumplía su función de rescate armonizador, ya sea sacando de su postración a la persona angustiosamente encogida, ya fuera devolviendo la paz a consultantes que acudían inmersos en un cuadro de excitación incontrolada. La eficacia de la Fórmula de Examen ha actuado con una contundencia que en ocasiones adquiría visos cómicos (Clematis, Elm, Gentian, Larch, White Chestnut). Consultantes que ante el concepto de «Examen» sufrían un bloqueo silenciador, pasaban a actuar como pequeños Demóstones desinhibidos ante su propia sorpresa. En tres cuadros de pacientes en los que por razones de dependencia afectiva la anulación de sí mismos, la autorrenuncia y la servidumbre aparecía como rasgo integrante de su patología, a los pocos días de serles prescrito Centaury se producía un «plante», un «por aquí no paso» que el paciente parecía incapaz de realizar o pronunciar. A los pocos días de recetar Rescue Remedy como potenciador de un combinado de Aspen, Rock Water y Chestnut Bud la paciente me comentaba con la mayor naturalidad, «Me doy cuenta de que debo concederme tiempo, estoy aprendiendo a ver las cosas desde fuera y.., ¡he dejado de sudar!». Esta paciente, de inteligencia clara y aguda, vivía inmersa en una constante insatisfacción de si misma que nacía de la frustración de carecer de estudios superiores. No podía aceptar el sencillo rol de madre y ama de casa en el que transcurría su vida: pero al mismo tiempo su propia autoestima la bloqueaba cuando intentaba realizar algún cursillo con el que dar salida a su sed de evolución intelectual. La compresión entre su realidad, sus ansias de estudio y su bloqueo para abordar cual-quier evolución de su propia intelectualidad era somatizado en forma de unos ataques de sudor que podían aparecer en cualquier momento del día o de la noche. En este caso la paciente era plenamente consciente de lo inmaduro de sus mecanismos, lo que aún la angustiaba más pues claramente reconocía lo absurdo de sus vivencias internas. Era curioso observar cómo al describir su mejoría lo hacía en términos casi exactos de la aplicación teórica de I as flores : disminución de la autoestima (Rock Water, ver las cosas con claridad y distanciamiento (Chestnut Bud), y desaparición del sudor (Aspen) pese a que en ningún momento yo le había indicado el contenido terapéutico de la com-binación prescrita. No han sido una sino varias las ocasiones en que Chestnut Bud ha actuado como clarificador de la mente y la idea de recetarlo en las primeras fases de un tratamiento para que el paciente vea con claridad el alcance del origen de su problema se me ha manifestado de forma evidente. En tres ocasiones en las que los consultantes parecían incapaces de analizar la relación entre el origen de su trauma y su conducta cotidiana, pese a que una y otra vez, yo les exponía el mecanismo que unía uno y otra, en las tres ocasiones pues Chestnut Bud actuaba como rayo clarificador eran ahora los pacientes quienes me explicaban a mí la relación conducta-trauma con toda exactitud, y si cabe, redondeando y enriqueciendo la explicación de su propio caso. Y en todos los casos, la mejoría es sentida de forma natural de manera que el paciente más que cambiar, evoluciona. Efectivamente la Medicina Floral no cambia, no provoca conductas artificiales sino que libera potencias inhibidas del propio paciente que moviliza ahora energías que ya eran suyas pero que conscientemente inhibía. No puede hablarse pues de cambio sino de liberación. De todas formas cabe señalar que cuanto más agudo es el cuadro más claro es el efecto, especialmente en Fórmulas de ataque como el Rescue Remedy y la propia Fórmula de Examen. Pero al principio de esta introducción yo señalaba que en este trabajo mis motivaciones eran la de Admiración y la de Temor. Si hasta ahora he dado unas pinceladas en orden a la motivación primera, bueno será que haga unos apuntes sobre la segunda. Porque tengo el temor de que la misma sencillez que encierra en sí la terapéutica de Bach propicia que ésta sea utilizada de forma superficial, con el resultado de empujar hacia el descrédito a una concepción de la Medicina tan sorprendente, simple y eficaz, tan humilde y por lo tanto grandiosa como es la Terapéutica de Bach. Efectivamente, ya he tenido en mi consulta las primeras víctimas de algunos «mediquillos» de ocasión: Cierto día me llamó con carácter de urgencia, una consultante inmersa en una situación aparentemente depresiva, urgencia que se justificaba por una desolada situación de desespero, hundimiento y angustia. Se trataba de una mujer de unos cuarenta años que parecía desde su infancia haberse casado con el «conflicto»: niña terrible en su hogar, traviesa, provocadora, embustera por sistema, aquella niña consiguió que su familia sintiera su infancia como un verdadero castigo. Naturalmente vivió de forma también conflictiva el descubrimiento del amor y del sexo viéndose ahogada a un matrimonio precoz con el que tapar consecuencias de su rebeldía sistemática en este terreno. Su matrimonio naufragó mientras ella ha abrazando una tras otra las numerosas actitudes progresistas que allá por los años setenta florecían en nuestro país: desde el marxismo al hippysmo desde la vida contemplativa hasta las experiencias comunitarias no existía ocasión en la que esta consultante no se lanzara de cabeza y en vanguardia. En definitiva, arremetía contra todo y nadie parecía ser más vital, más alegre y más audaz que ella. Era vieja cliente de videntes, echadores de cartas, magos y curanderos hasta que un iluminado descubridor de las Flores de Bach le recetó Agrimony. A los pocos días empezó su crisis. Efectivamente la descripción técnica de los efectos de Agrimony dice: «...Para los que tapan su angustia con actitudes bromistas y alegres...». Pero también señala que Agrimony rompe la coraza de la falsa alegría dando a los pocos días paso a una crisis depresiva o de angustia lo que permite al terapeuta trabajar con el origen real de la angustia que se ocultaba. El «sabio» de turno acertó en la primera parte pero se olvidó de la segunda. En realidad esta paciente era la hija menor en una familia burguesa que en la infancia la trataba como el juguete de la casa, como ser con el que se bromeaba o a la que se disfrutaba, mientras que los problemas serios se discutían entre los demás componentes de la familia: tal situación producía en la consultante un fuerte sentimiento de inutilidad (Plutón y Urano en el tercer cuadrante): para esta niña la defensa ante su sensación de no aportar se basaba precisamente en ser un personaje prestigioso o cuanto menos llamativo (Luna en el Medio Cielo): y para ella una persona «mayor» era precisamente una persona independiente y autosuficiente (Nodo Sur en casa 1 y Norte en casa 7). Claramente se dibujaba el típico círculo masoquista: «Me irrito porque no me tenéis en cuenta: por tanto os agredo, con lo cual me apartáis todavía más y por tanto me irrito y os agredo...». En realidad lo que Agrimony había hecho saltar era el sentimiento que se perfilaba con los dos Planetas Lentos en el tercer cuadrante, es decir, la angustia por sentir que nadie la tomaba en serio, que no era imprescindible para nadie. Por tanto después de Agrimony había que trabajarla con Impatiens y con Vervain (hiperactividad y sentimientos de injusticia) para pasar después a prescribir Vine con el que luchar contra su mecanismo sadomasoquista. Y como última etapa del tratamiento no podemos olvidar que el problema se origina porque aquella niña no aceptaba su circunstancia social en el seno familiar y por lo tanto su problema se inició, usando la terminología de Bach con quienes no se sienten satisfechos con su circunstancia: obsérvese la persistente actitud de la paciente en orden a tratar de vivir en un mundo teórico: por tanto la última fase de tratamiento encajaba con la prescripción de (Clematis) En este caso que he descrito someramente conviene señalar varios puntos importantes: en primer lugar estos temores a los que me refería en el sentido de que la simplicidad de la Medicina Floral facilite un intrusismo que devenga en un desprestigio de este camino terapéutico. Se refleja también en el ejemplo citado cómo debe manejarse el concepto de jerarquización de los componentes del trauma que se trata de resolver; en realidad la Medicina Floral es como un bisturí que nos permite ir limpiando distintas costras defensivas hasta llegar al foco del problema y por último, siempre en el marco del ejemplo anterior, he hecho una primera aproximación de lo que es el objeto de este trabajo; la relación entre Astrología por una parte y la Medicina Floral del doctor Bach por otra.
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