Tesis de Grado




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Universidad de la República

Facultad de Ciencias Sociales

Licenciatura en Sociología

Tesis de Grado


Charrúa de Juan Zorrilla de San Martin
¿Qué es ser descendiente de charrúa en el siglo XXI?

Alumno: Gonzalo Lucas Franco

Tutor: Dr. Felipe Arocena

ÍNDICE


INTRODUCCIÓN 2

CAPÍTULO I. ANTECEDENTES 4

I.I. LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y SU LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO EN AMÉRICA

LATINA 4

I.II. REFORMAS CONSTITUCIONALES A FAVOR DEL RECONOCIMIENTO INDÍGENA 9

I.III. DATOS ESTADÍSTICOS E INVESTIGACIONES REFERIDAS A DESCENDENCIA 15

I.IV. ANÁLISIS DE DOCUMENTOS Y OTRAS FUENTES DE INFORMACIÓN 23

I.V. ESTUDIOS SOBRE GENÉTICA 24

CAPÍTULO II. SURGIMIENTO DE LAS ASOCIACIONES EN URUGUAY 28

CAPÍTULO III. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN 31

CAPÍTULO IV. MARCO TEÓRICO 32

IV.I. CULTURA E IDENTIDAD 32

CAPÍTULO V. ASPECTOS METODOLÓGICOS 44

V.I. LA ENTREVISTA COMO TÉCNICA DE RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN 44

V.II. LOS ENTREVISTADOS 45

CAPÍTULO VI. ANÁLISIS 46

CONTENIDOS SIMBÓLICOS, COSTUMBRES Y CREENCIAS 46

LENGUA 51

HISTORIA FAMILIAR, TRANSMISIÓN ORAL 53

AUTO RECONOCIMIENTO 56

ANTAGONISMOS Y CONFLICTOS 57

CAPÍTULO VII. REFLEXIONES FINALES 64

BIBLIOGRAFÍA 68

SITIOS WEB CONSULTADOS 72

ANEXOS 73

INTRODUCCIÓN

_______________________________________________

Finalizada la transición hacia los gobiernos democráticos, los países del Cono Sur fueron testigos de diversas manifestaciones públicas, que se reflejan a través de las demandas de los diferentes actores sociales, con reclamos que surgen de distintos sectores de la sociedad civil, potenciándose los vinculados, a derechos humanos y justicia social.

La consolidación e implementación de las distintas políticas inclusivas, basadas en el reconocimiento a la diversidad y la tolerancia, cambian radicalmente el panorama político y social de la región. Siendo esto propicio para que las minorías étnicas y raciales, reivindiquen sus derechos y comiencen a ocupar la agenda pública de los distintos gobiernos.

En Uruguay, (con el advenimiento de la democracia, tras once años de gobierno militar 1973-1984), en concomitancia con los demás países de América Latina, los temas vinculados a los derechos indígenas comenzaron a ser una realidad, cobrando pública notoriedad a finales de los 80, desde la literatura, las producciones teatrales hasta el florecimiento de organizaciones que promueven la recuperación de nuestro pasado indígena, donde (…) “se advierte en la producción ensayística, en el periodismo y en las temáticas discutidas en la agenda pública, la gradual incorporación del tema de la “indianidad” de la población” (...) (Porzecanski; 2005: 407).

Es además, el único país del continente latinoamericano sin comunidades indígenas en su territorio que conserven su lengua, religión y forma de organización. A pesar de todo esto, existe un grupo minoritario de descendientes de indígenas, que han desarrollado fuertes vínculos a nivel nacional e internacional con otras organizaciones, alcanzando logros importantes y recientes a nivel parlamentario y judicial. Estas minorías buscan el reconocimiento del genocidio y etnocidio, así como también que se revalorice el aporte del indio a la identidad nacional.

Esta serie de acontecimientos conduce a diversas interrogantes: i) ¿Indígenas en Uruguay?, ii) ¿Descendientes de charrúas reivindicando su pasado y participando en foros internacionales?, iii) ¿Qué es ser descendiente de charrúa en el Uruguay actual?, iv) ¿Qué opinión tiene el ámbito académico sobre este fenómeno?

Con esta investigación se pretende dar respuestas a estas interrogantes, pero, no se busca analizar variables socioeconómicas ni conocer la cantidad de descendientes que hay en el territorio, sino que los objetivos de esta monografía de grado, son por un lado, generar conocimiento, originado del análisis de entrevistas, y del discurso emanado de quienes se autodenominan descendientes de charrúas, con lo que se pretende acceder a su subjetividad (sentimientos de pertenencia al grupo) y también el significado que tiene ser descendiente de charrúa en el siglo XXI. Por otro lado, se busca originar insumos acerca de la realidad de estos grupos y mostrar que estas minorías culturales existen y demandan políticas dirigidas hacia su integración.

Es así que este trabajo se presenta estructurado en siete capítulos. En el primero, se desarrollan los antecedentes vinculados a los pueblos indígenas y su lucha por el reconocimiento en América Latina. Se muestran datos estadísticos e investigaciones referidas a descendencia y documentación vinculada a hallazgos sobre otros pueblos originarios. Se incluyen, además, estudios sobre genética. En el segundo, se desarrolla el surgimiento de las Asociaciones Indigenistas en Uruguay. A continuación, en el tercero se presenta el problema de investigación de este documento, los objetivos generales y específicos. Luego, en capítulo cuarto, se desarrolla el marco teórico que incluye conceptos vinculados a la cultura y a la identidad, el fenómeno de la hibridación cultural y como estos aspectos inciden en el reconocimiento de determinados atributos culturales característicos de estos grupos. En el quinto se explican los aspectos metodológicos que se tienen en cuenta para esta investigación; en el sexto se realiza el análisis de las entrevistas. En el último, se exponen las reflexiones finales. Este trabajo constituye una apreciación realmente limitada del tema, dejando la “puerta abierta” a futuras investigaciones.

CAPÍTULO I

_______________________________________________________________
ANTECEDENTES
I.I Los Pueblos Indígenas y su lucha por el reconocimiento en América Latina.
Según el informe elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD: 2004), aproximadamente 300 millones de personas pertenecen a diversos grupos indígenas en el mundo, repartidos en más de 70 países y hablantes de más de 4000 lenguas. Los 50 millones de indígenas de América Latina representan el 11 % de la población total de la región, con una desigual distribución, concentrándose en los países andinos, México y América Central. Para Stavenhagen (2002) en México la población indígena se concentra fuertemente en el centro y el sudeste del país, representan el 12% del total de la población (contando con la mayor cantidad de indígenas en la región). En Bolivia y Guatemala los indígenas son la mayoría de su población, mientras que en Ecuador y Perú representan cerca del 50%. En otros países, tales como Brasil y Argentina, conforman sólo un pequeño porcentaje.

Históricamente estos grupos étnicos, padecen las peores situaciones de exclusión y discriminación. Asimismo son víctimas de pobreza, desigualdad y explotación, generan por un lado, atraso y subdesarrollo, y por otro, se encuentran en las situaciones más desventajosas en comparación con el resto de la sociedad. Para Bello, Hopenhaym, Miranda (2006) son “(…) en gran medida, los más pobres de la región, presentan los peores indicadores socioeconómicos y tienen escaso reconocimiento cultural y acceso a instancias decisorias”. Gradualmente van perdiendo sus tierras, han ido emigrando hacia las ciudades donde perciben menores salarios por trabajos de iguales características que el resto de la población y padecen, además, los múltiples prejuicios xenófobos y racistas.

Desde una mirada retrospectiva: “el origen de la discriminación contra el indio y de la violación de sus derechos se encuentra precisamente en el desarrollo de la estructura productiva a partir de la época colonial y en las instituciones sociales, políticas y jurídicas que en los Estados latinoamericanos se fueron dando a partir de su independencia” (Stavenhagen; 1996: 152). El desembarco de los europeos en América, con la finalidad de conquistar y colonizar el continente, provoca la “destrucción” de algunos pueblos que lo habitaban, desplazándolos de la vida económica, política y social. Con el objetivo de asimilar a estos grupos a la cultura dominante, se elaboran diferentes políticas de aculturación, ya que el indígena se considera ´´inferior’’ y ´´atrasado’’. Hopenhayn, Bello y Miranda (2006), denominan este proceso “negación del otro”, siendo este término sinónimo de discriminación cultural, exclusión social y política. Estos acontecimientos perduran hasta nuestros días, persistiendo aún grandes amenazas que impactan sobre estas minorías étnicas, destruyendo su organización social y sus patrones culturales.

Pilar Monreal Requena (2008), realiza una breve síntesis histórica de Latinoamérica y de los diferentes procesos políticos que fueron enfrentando las parcialidades indígenas en busca del reconocimiento. En primer lugar, destaca los años treinta (siglo XX) como el comienzo de un largo período, que se caracteriza por las políticas de integración basadas fundamentalmente en la educación y la castellanización de los indígenas, muchos de ellos campesinos, y por la creación de Instituciones Indigenistas, que por un lado buscan incorporarlos a la cultura nacional y por el otro, se esfuerzan en resguardar ciertos rasgos de su cultura como fenómenos anacrónicos y folclóricos. En la década de los 50 y 60 se promueve la idea de que los indígenas deben progresar y modernizarse, o bien asimilarse a una pretendida cultura nacional: proceso de aculturación, blanqueamiento o mestizaje. En la década de los 80 algunas organizaciones indígenas de países como Bolivia, Chile, Ecuador y México establecen una nueva relación con el Estado, que incluye el reconocimiento de la diversidad étnica, la participación de sus representantes en el diseño de las políticas públicas, la protección legal de sus tierras, agua y el apoyo al desarrollo económico y cultural de sus comunidades. Pero, es en la década del 90 donde se produce la mayor transformación de las relaciones entre los Estados y los pueblos indígenas, con la búsqueda, creación e implementación de herramientas jurídicas que dan respuestas a las necesidades de estos pueblos, de vital importancia al momento de garantizar plenamente sus derechos y libertades.

En este sentido y en post del desarrollo y la integración latinoamericana, varias organizaciones internacionales intergubernamentales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), intenta contribuir a la búsqueda de una nueva soberanía basada en el pluralismo y la diversidad cultural. Esto exige un reconocimiento de los sujetos, como individuos y como grupos, en tanto titulares de derechos universales y específicos, lo que conlleva la promoción, el desarrollo y disfrute pleno e integral de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) (Hopenhayn, Bello y Miranda; 2006: 8).

En esta misma línea, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ha prestado mucha atención a la situación de los pueblos indígenas, siendo el Convenio 169, una de las herramientas jurídicas creadas con el propósito de dar respuestas a las necesidades planteadas por estos actores sociales.

Esta reglamentación internacional destaca el concepto de auto identidad como uno de los elementos más significativos a la hora de especificar a que grupos indígenas se adopta esta ley. Además puntualiza dentro de sus objetivos, el establecimiento de una relación de respeto entre éstos pueblos y los gobiernos, garantizando la igualdad de derechos sociales, económicos y culturales sin impedimentos ni discriminación.

Su contenido “se aplica a los pueblos tribales de países independientes cuyas condiciones sociales, culturales y económicas los distinguen de otros sectores de la colectividad nacional y a aquellos pueblos en países independientes considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país, o en una región geográfica a la que pertenece el país, en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales” (OIT; 1989:5)

En Bolivia, donde los indígenas son mayoría, se hizo problemático elaborar una herramienta conceptual desde el punto de vista metodológico que permitiera construir categorías analíticas para determinar que personas, grupos o pueblos se consideran indígenas. Esto ha significado una debilidad u obstáculo a la hora de la (…) “planificación social y el establecimiento de prioridades y destino de la inversión social” (…) ya que esta se sustenta en la información y (…)“la limitada información sobre la situación de los pueblos indígenas respecto al acceso de los bienes sociales, principalmente la tierra, el territorio, la educación, la salud, el empleo y las condiciones de vida”(…)(CEPAL;2005:10). Impidiendo la realización de diagnósticos, así como la elaboración de indicadores que permitan el análisis de la exclusión social y las causas de la pobreza.

En este sentido, en el Censo llevado a cabo en el año 2001, se implementa un criterio operativo que tiene como objetivo, conocer la situación socio-demográfica de la población a partir de la elaboración de una categoría de análisis denominada, condición étnico-lingüístico, construyéndose con la información de tres preguntas: auto pertenencia a determinado pueblo, idiomas que saben hablar e idioma que aprendieron a hablar. Esto además posibilita dividir la población en dos grandes grupos: Indígena (Sub categorías: Indígena plena, parcial o auto identificación) y No indígena.

Según el informe elaborado por la CEPAL (2005), la población indígena por condición étnico-lingüística es de 3.229.239, esto representa en términos porcentuales un 65.8% respecto de la población total (de 15 años y más) en cambio la población no indígena es de 1.674.922, siendo porcentualmente del 34.2%. Al analizar la información por sub categorías, la indígena plena representa el 55% del total de la población indígena. La indígena parcial representa el 24.6% y la sub categoría de auto identificación representa el 20.4% de la población indígena.

Por otro lado, en lo que respecta al comportamiento de la población en los departamentos, se muestra claramente que La Paz, Cochabamba, Potosí, Oruro y Chuquisaca son los que tienen el mayor porcentaje de población indígena, aproximadamente el 80% de la población. Agrega además que en lo que respecta al área de residencia, la estructura poblacional de ese país apunta a una fuerte urbanización debido a las corrientes migratorias que se dirigen hacia las grandes ciudades, motivados por la situación socio económico que empuja a la población hacia las mejores oportunidades de empleo e ingresos.

En lo que respecta a la educación, la tasa de alfabetismo de la población indígena considerando la condición étnico-lingüística, llega al 82% mientras que de la no indígena alcanza el 94.5%. Por área de residencia, la población indígena alcanza en el área urbana una tasa de alfabetismo del 90.8% y de 71.1% en el área rural; la población no indígena representa un 96.8% en el área urbana y un 84.1% en el área rural (CEPAL; 2005: 71).

Al observar la situación de empleo por condición étnico-lingüística de la población según rama de actividad, podemos decir que el trabajo dentro del comercio es el más importante en la población indígena como principal ocupación. En esta población se destaca además el efecto de la población migrante del campo a la ciudad que llega sin las calificaciones necesarias para acceder a otro tipo de empleos y es uno de los factores que estimula el trabajo informal. Con respecto a la población no indígena tanto hombres como mujeres se dedican al comercio, distribuyéndose de manera uniforme en otras ramas de actividad como servicios a los hogares, servicios domésticos, educación e industria manufacturera.

Al realizar el análisis por subcategoría indígena, casi el 50% de la población indígena “plena” se ocupa en la agricultura, ganadería, caza y silvicultura; mientras que la población indígena “parcial” lo hace en el comercio. La subcategoría indígena “solo por auto identificación” se ocupa en menor proporción en las mismas ramas de actividad de la subcategoría indígena “parcial”. Por último, el porcentaje de pobreza es de 69% para los hogares indígenas, sobrepasando el doble del total de los hogares no indígenas.

En general, podemos reafirmar que es sustantivo el porcentaje de la población boliviana que pertenece a determinado pueblo indígena, los datos muestran que los indígenas son la mayoría de la población. Retomando los resultados de los indicadores considerados es evidente la posición de desventaja que presentan estas poblaciones. Estos grupos son víctimas de la pobreza y la desigualdad y se ubican en situaciones más desventajosas en comparación con la población no indígena, presentan los más altos indicadores socioeconómicos, educativos y de empleo. Según el Instituto Nacional de Estadísticas de Bolivia (INE), para el año 2009 los datos muestran que en el área urbana, un 55,89% de la población de 12 años y más por auto identificación étnica, se reconoce como no indígena, mientras que el resto (44,11%) se auto identifica como indígena. Sin embargo, en el área rural las personas que se reconocen como no indígena representan el 30,53%, mientras que las indígenas representan el 69,47%. Es notorio el aumento en las zonas rurales de personas que se auto reconocen como indígenas.
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