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CAPÍTULO V _______________________________________________________________ ASPECTOS METODOLÓGICOS V.I La entrevista como técnica de recolección de información. Cuando comencé a realizar este trabajo, no tenía conocimiento alguno de la existencia de agrupaciones de descendientes de charrúas en nuestro país. Me viene a la memoria la conocida frase ‘’la garra charrúa’’, en distintas hazañas deportivas y la lectura de algunos artículos históricos que hacen referencia a la existencia de estas etnias en nuestro territorio. Es así que me cuestioné: ¿existen descendientes de charrúas en la actualidad? Mi primer objetivo, fue buscar informantes calificados sobre la existencia, el origen y ubicación de los mismos. Progresivamente, al estilo ‘’bola de nieve’’, fui contactando sujetos que me brindaron información para la reflexión y surgió una nueva interrogante: ¿Qué es ser descendientes de charrúas en el siglo XXI? De acuerdo al abordaje que pretendo dar a este trabajo, el análisis cualitativo basado en entrevistas en profundidad constituirán la herramienta metodológica más propicia para poder acercarme a mi objeto de estudio. ‘’La entrevista de investigación pretende, a través de la recogida de un conjunto de saberes privados, la construcción del sentido social de la conducta individual o del grupo de referencia de ese individuo (…) es por lo tanto una conversación entre dos personas, un entrevistador y un informante dirigida y registrada por el entrevistador con el propósito de favorecer la producción de un discurso conversacional, continuo y con una cierta línea argumental (…) del entrevistado sobre un tema definido en el marco de una investigación. La entrevista es pues una narración conversacional creada conjuntamente por el entrevistador y el entrevistado (…). Pretendiendo entrar en ese lugar comunicativo de la realidad donde la palabra es vector vehiculante principal de una experiencia personalizada, biográfica, intransferible (Alonso: 238) ’’. Las entrevistas en profundidad brindan la posibilidad de acceder a la subjetividad de los actores, reconstruir algunos episodios de su pasado, conocer sus creencias y sus trayectorias individuales, además de comprender algunos de sus sentimientos, con este propósito elabore una pauta de entrevista con una serie de preguntas, que fueron el insumo básico para la realización de este documento. V.II Los entrevistados Las entrevistas fueron realizadas en el transcurso del año 2006-2007, en el marco del Taller de Sociología de la Cultura de la Facultad de Ciencias Sociales. Constituyen un total de doce; nueve en Montevideo y tres en el departamento de Tacuarembó, cuyas trascripciones se encuentran en los anexos de este documento. El acercamiento y la elección de los entrevistados surgen a raíz de varias fuentes, donde el informante calificado jugó un papel muy importante, a la hora de seleccionar quienes serían los mismos dado que en nuestro primer encuentro brindó datos de contacto (direcciones personales y correos electrónicos), de personas que se auto identifican como descendientes de charrúas. Como algunas de las personas con estas características se ubican en el norte de nuestro territorio emprendí un viaje hacia el departamento de Tacuarembó donde se destaca la entrevista realizada en el domicilio de Bernardino García, bisnieto del Cacique Sepé, sobreviviente de la masacre de Salsipuedes. Las entrevistas que se concretaron en Montevideo se realizaron, por un lado, a personas vinculadas a las distintas asociaciones, por el otro, a arqueólogos e historiadores de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, idóneos en el tema. CAPITULO VI _______________________________________________ ANALISIS Contenidos Simbólicos Costumbres y Creencias Presentado todo lo anterior, voy a mostrar algunos aspectos que considero claves en la construcción de la identidad charrúa y de qué manera este comportamiento dialoga con la sociedad uruguaya. En el discurso de los autodenominados descendientes de charrúas, es posible identificar la existencia de determinados patrones culturales, que tienen un alto contenido simbólico para estas agrupaciones. Quizás los elementos más importantes que estos grupos buscan consolidar como patrones culturales que permitirían reclamar la especificidad de lo charrúa serían: el valor de la palabra dada, el sentimiento de pertenencia a la tierra, la presentación de los niños a la luna, la cura con yuyos y la transmisión oral a través de las diferentes generaciones. Este conjunto de significados son considerados heredados de los ancestros charrúas. Tendrían entonces la doble función de nuclear a estos descendientes en torno a un conjunto común de características idiosincráticas heredadas y la de diferenciar a este grupo frente al resto de la sociedad uruguaya. La construcción de identidad es siempre un juego donde se establece la tensión de la igualdad y la diferenciación; igualdad hacia el interior para construir un subconjunto dentro de una totalidad y diferenciación para separar y delimitar ese subconjunto de la totalidad en la cual se constituye como diferente. Las entrevistas realizadas permiten observar la persistencia y generalidad con que aparecen estos atributos culturales que son comunes en el discurso de los descendientes. Se trata, en primer lugar, de la identificación de un conjunto de acciones concretas como el uso de yuyos como medicina natural, el papel que en la construcción de la personalidad juegan el valor de la palabra, la espiritualidad, el sentimiento de pertenencia y comunión con la tierra, y también costumbres casi rituales como la presentación de los niños a la luna. En segundo lugar es claro que la elección de estos elementos no es equívoco ni arbitrario, sino que se hace en la medida en que estos elementos pueden cobrar un papel profundamente simbólico en el proceso de construcción de identidad. Así la medicina natural y la comunión con la tierra los hace más “naturales” y “originarios” frente a una cultura urbana y tecnologizada. El papel del rescate del compromiso a través de la palabra no es menor en un pueblo cuyo genocidio estuvo ligado al engaño (recordemos que la matanza de Salsipuedes estuvo precedida por una convocatoria a una falsa reunión). Por ello, en la medida en que estos elementos abren duplicidades como tradicional/moderno, originario/impuesto (duplicidad que retoma la tensión entre los indígenas que representan lo propio de estas tierras y el pueblo de herencia europeo que representa lo “exterior” y que queda sintetizado en la expresión popular de “Uruguay, la Suiza de Amèrica”. La noción de “legado”, de “herencia” es lo que aglutina trazando una suerte de responsabilidad moral entre los antepasados y los que actualmente se consideran descendientes de los charrúas. En tanto que operación simbólica la construcción de una memoria colectiva es un proceso de rescate de la verdad y de constitución de un imaginario. Detengámonos, pues, un instante en el rescate de esa memoria. Existen una serie de tradiciones propias de la ruralidad uruguaya, que se transmiten con el paso del tiempo, de generación en generación. Estos comportamientos eran comunes en grupos nómades que habitaban la campaña y que no tenían otra forma de subsistir en el ecosistema de praderas, sino era a través del contacto directo con la naturaleza. El uso de los yuyos era una de estas estrategias de supervivencia, siendo utilizados principalmente, para su uso medicinal específicamente en curaciones. Uno de los entrevistados lo explicita claramente: “Y sí. Yo tengo 58 años y no sé lo que es un doctor, siempre usé yuyos (…). Claro. Hace poco estuve con una alergia bravísima, y lo primero fue tratarme con mata bicho”. (Bernardino García) Estas tradiciones que provienen de nuestra campaña, giran en torno a ese fuerte vínculo del individuo con la naturaleza. En este sentido, un elemento central a la hora de medir el tiempo, es través del sol y la luna. Esta última parece ocupar un lugar central para estos pueblos. Así quedo manifestado en las expresiones de los entrevistados: “Sí, claro. Presentamos a mi nietita cuando nació. Y es en cualquier luna, no solamente la luna llena, como se dice. Lo que se dice en ese momento es: “luna lunera, te presento a mi hija, ayúdamela a criar, líbramela de todos los males que la puedan dañar”. La luna para el indio era y es muy importante, tiene un poder increíble. Es para disfrutar, porque los indios disfrutaban de la luna”. (Ana, esposa de Bernardino) En lo que hace a los valores morales, el valor de la palabra, parece ser el elemento principal en la construcción de identidad. El rescate de este atributo está fuertemente vinculado a aquel pueblo que resultó engañado, por el gobierno de turno, ya que luego de convencerlos fueron conducidos a una muerte segura. “El valor de la palabra, sobre todo, la solidaridad, el amor a la libertad, el sentimiento de pertenencia a nuestra tierra a nuestro lugar, nuestra espiritualidad. Y todo esto que les estoy contando es lo que nos distingue, como uruguayos, que muchas veces no nos damos cuenta de donde viene, y viene de ahí de nuestros indígenas. (Ana María Barboza) Algunos de los integrantes de estas agrupaciones neo indigenistas, como Bernardino García bisnieto del legendario cacique Sepé, expresó además, tener una serie de recuerdos que perduran en su memoria, identificándose directamente con sus antepasados charrúas, reconstruyendo y dando sentido a su identidad, ilustrándolo de la siguiente manera: “Ahora, les digo una cosa: el instinto siempre lo tuve. Siempre hice travesuras. Anduve siempre descalzo, y la ropa siempre la usaba como taparrabo. En la próxima visita de ustedes me pongo las ropas charrúas. Siempre tuve el instinto de hacer arcos con flechas para cazar pajaritos”. (Bernardino García) Todas estas manifestaciones que emanan de este colectivo, se encuentran agrupadas en una conjunción de contenidos simbólicos que posibilita una forma particular de conceptualizarla y comprenderla. Estos contenidos estructuran sus comportamientos y sus formas de vida a nivel individual y colectivo. Ahora bien, en este juego de rescate y construcción, propio de la elaboración discursiva de la memoria colectiva será sin duda más factible que el resto de la población de la cual se diferencia les reconozca la autoidentidad reclamada en la medida en que el rescate de lo histórico suponga una diferenciación real con el resto de la población. Cuanto menor sea esa distancia, y por lo tanto la diferenciación se constituya profundizando lo construido imaginariamente, habrá menos aceptación del resto de la población de esa autoimagen que reclaman. Será pues necesario rastrear indicadores de este problema en los discursos. Desde el punto de vista de los entrevistados, existe por parte del resto de la sociedad uruguaya un claro desconocimiento y rechazo hacia el reclamo que ellos persiguen. Se produce así, en esa construcción de identidad, un continuo conflicto por la diferencia, con el resto del entorno. En ese camino hacia la construcción de identidad, no se distinguirían – desde el resto de la sociedad- elementos diferenciadores claros. El pedido de reconocimiento (que sólo puede surgir de un autoreconocimeinto) no siempre implica necesariamente que lo que es reconocido se ajuste a la demanda de reconocimiento de los actores sociales. Entonces se produce una discordancias entre lo que uno reconoce o está dispuesto a reconocer y lo que los otros quieren y reclaman que se les reconozca. Esta relación se encuentra en una situación de continua tensión, debido a que el problema central está en cómo construyen la identidad y en conocer lo que está en juego en esa negociación de reconocimiento. Es notoria la falta de reconocimiento y la no valorización, de lo indígena, lo que queda en evidencia en determinadas situaciones que se ridiculizan hasta llegar a la “caricaturización” de la situación, así lo expresan alguno de los entrevistados manifestándolo de la siguiente manera: “Pero muchas veces cuando se enteran que yo estoy en la asociación a veces se sorprenden para bien otros muchas veces les choca. Es decir está el gracioso, por ahí disimulan pero vos te das cuenta que te toman el pelo”. (…) “Muchas veces de forma irónica que te das cuenta que te toman del pelo. Y todavía te preguntan: “¿Vos india, de dónde? Y luego de dicen: “¿qué vas a ser charrúa?” (Lucia Tajam) También desde los rasgos físicos, es cuestionada la ascendencia. Actualmente mantener determinados rasgos que permitan identificar a determinados grupos con un grupo indígena en particular, es complejo. Dificultada por la invisibilidad existente en nuestro país, donde las culturas originarias quedaron relegadas en su pretensión de aportar algún elemento a la identidad nacional. Esto se refleja en el siguiente fragmento de entrevista: “Te dicen: pero yo tengo la piel blanca ¿soy charrúa? Y te quedan mirando. A uno mismo a veces le cuesta decir, porque te dicen: “¿vos charrúa de donde, donde tenés la sangre charrúa?” (Ana Maria Barbosa). Esta negación de la identidad que reclaman los descendientes de charrúas puede ser visto como la incrustación en el campo de la empiricidad corporal de la negación a la identidad reclamada. Pero es de notar que toda esa pretendida identidad charrúa no parece poder constituirse como un modo de vida alternativo. Al punto que pareciera que todos estos comportamientos reflejan una ritualización de la identidad, una continua “puesta en escena” de la identidad, pero está muy distante con el resto de la vida cotidiana. No teniendo sustento esta diferenciación, que intentan promover desde los diferentes ámbitos de acción. Esta “escenificación” fue visualizada en una de las fiestas más populares del país, donde a uno de los descendientes se le pidió que se vistiera con indumentaria típica de indígenas. “En el primer desfile de la Patria Gaucha que se hace acá en Tacuarembó todos los años, me pidieron que participara. Querían que me pintara y yo lo rechacé. Y además les dije que si me iban a pintar ni me subía al caballo” (Bernardino García) Asimismo, en una actividad llevada a cabo en el Anexo del Palacio Legislativo denominada “Semana de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena, convocada por organizaciones indígenas” realizada en abril de 2013, varios descendientes de charrúas vestían con vinchas, plumas largas y a la entrada del salón se podía apreciar un decorado con lanzas y una galería de imágenes fotográficas con varios descendientes de charrúas. La ceremonia finalizaba con una presentación musical con música charrúa. Esta situación ritualizada se repite cada 11 de abril cuando se celebra el día de la nación charrúa y de la identidad indígena en el monumento de los últimos charrúas en el prado de Montevideo. Pero en la vida cotidiana no se identifican a estas personas con la vestimenta que utilizan en estas actividades. Tenemos así que existen determinados rasgos particulares que son compartidos por los miembros de las diferentes agrupaciones de descendientes de indígenas en lo que podemos considerar una identidad reclamada. Pero sin embargo nos cuestionamos que es lo que afecta al reconocimiento de estas personas dentro de nuestra cultura nacional. Si bien es cierto que las agrupaciones de descendientes de charrúas han logrado grandes avances en distintos ámbitos y su continua movilización ha sido realmente muy importante en pro del reconocimiento y la revalorización de la cultura charrúa, el profundo proceso de hibridación cultural que ha transformado las formas de vivenciar lo local y lo global, hace que muchos rasgos particulares de estos actores sociales sean débiles, se pierdan, siendo compartidos solamente por el conjunto de individuos que integran esa comunidad de descendientes. En otras palabras estos rasgos son característicos y compartidos al interior de las asociaciones, pero son cuestionados y difícilmente reconocidos o visualizados como exclusivamente propios, por el resto de la sociedad. No es necesario prestar demasiada atención para sospechar que el resto de la sociedad difícilmente podría reconocerles el monopolio del valor ètico del respeto de los compromisos sin necesidad de pactos legales, lo mismo que es difícil que se les reconozca la exclusividad de la tendencia al uso de hierbas medicinales ya que esa característica no es potestad indígena sino que integra las tradiciones de pueblos con fuerte impronta rural. Por otra parte la costumbre del uso de medicamentos caseros –que puede verse vinculado al mundo de los abuelos o bisabuelos- es también la resultante de un contexto social donde la producción medicinal no era lo que es hoy. De allí que en todas las familias siempre exista la tradición del “mágico té de la abuela” para curar una gripe, o el uso de yuyos para el mate. Si estos elementos identitarios pueden ser negados como características identificatorias propias de los charrúas, por parte del resto de la sociedad, parece pertinente analizar algunos otros elementos que configurarían elementos fuertes a la hora de lograr el reconocimiento de constituir un pueblo diferente. Dos elementos claves serían la lengua y la existencia de ciertas tradiciones propias desarrolladas mediante la tradición oral, de generación en generación constituyendo así una verdadera memoria colectiva diferenciada. Veamos brevemente ambos aspectos. |
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