descargar 77.79 Kb.
|
Incesto y espacialización del psiquismo en "Casa tomada" de Cortázar Valentín Pérez Venzalá (*) valentin.perez@retemail.es El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero10/cort_poe.html Antroposmoderno agradece la colaboración de Valentín Pérez Venzalá "Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se ha revelado". Schelling "Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo". Cortázar Cortázar, como maestro del relato breve, ha sido precedido por grandes escritores, algunos de los cuales están presentes de alguna manera en la obra del argentino. Se ha destacado, por ejemplo, la influencia de Jorge Luis Borges o de Juan José Arreola1, y el propio Cortázar acepta que su inclinación a lo fantástico proviene de Edgar Allan Poe2, que él mismo tradujo al castellano. Pero si la presencia de Poe, como acepta Cortázar, está presente implícitamente en sus cuentos, creemos que aparece de forma explícita en el que nos proponemos comentar. "Casa tomada"3 se nos muestra, en buena medida, como respuesta a otro relato de Poe, "La caída de la casa Usher", en el que se encuentran varios elementos que se repiten en el de Cortázar, aunque desde una concepción distinta de lo fantástico y de la propia literatura. El fecundo diálogo entre ambas obras nos permite iluminar zonas oscuras de la enigmática narración cortazariana y abordar una interpretación de la misma. "La caída de la casa Usher" de Poe4 nos presenta una casa habitada desde siglos por una familia, perpetuada siempre en línea directa, y en la que ahora viven dos hermanos solteros, hombre y mujer. La casa ofrece un aspecto siniestro al narrador-testigo que visita a su antiguo amigo, Roderick Usher, atenazado por un mal de familia que se refleja a la vez en ataques catalépticos, especialmente en el caso de su hermana, y en una gran sensibilidad que ha permitido a la familia Usher dar muestra de "numerosas y elevadas concepciones artísticas". Su hermana está a punto de morir, lo que agrava el mal de Roderick que tiene, por otra parte, la sensación de que la casa ejerce un influjo maléfico sobre él. Lady Madeline muere y, dada su peculiar enfermedad y para evitar la curiosidad médica, su hermano prefiere guardar el cadáver unos días en una vieja cripta en lo profundo de la mansión. Una noche de tormenta en la que el propio narrador siente una gran agitación, recibe en su habitación a su amigo, que ha ido empeorando en los últimos días, al que intenta tranquilizar leyendo unas páginas de un libro en el que un personaje fuerza la puerta de una casa y se enfrenta a un dragón. Sin embargo, la agitación del narrador va creciendo porque cada uno de los sonidos que describen las páginas del libro parece tener eco en un sonido en la propia casa Usher. Roderick confiesa finalmente que en realidad se trata de su hermana, enterrada viva, que ha logrado liberarse del ataúd y salir de la cripta y sube ahora las escaleras para vengar la precipitación de su hermano. Y así es, la puerta se abre y la amortajada y ensangrentada lady Madeline cae finalmente en un abrazo mortal sobre su hermano. El narrador huye despavorido y observa, ya a salvo, cómo la casa se derrumba y es tragada por el tétrico estanque situado a sus pies. Es evidente la importancia de la dimensión espacial en ambos relatos en los que, desde el propio título, la casa cobra un valor predominante, e incluso se convierte en actante fundamental en la narración, como un personaje más. En el relato de Poe la casa aparece personificada desde el principio a través de la descripción que nos presenta el narrador, incidiendo especialmente en la extraña atmósfera que la rodea, y que se asimila a la respiración de un ser vivo5, y en las ventanas que a lo largo de la narración son comparadas a ojos vacíos6. Asimismo el propio Roderick Usher considera que la casa ejerce sobre él un influjo negativo. También en el relato de Cortázar la condición de personaje de la casa viene determinada por las propias palabras del narrador quien, tras referirse brevemente a él y a su hermana, nos da el verdadero motivo de su escribir: "Pero es de la casa que me interesa hablar...". La casa como personaje adquiere, además, los caracteres de personaje siniestro que enumera Freud en su obra Das Unheimliche7; es decir, aparece como portadora de maleficios, en la impresión de su habitante, como también resulta siniestra al visitante, y, sobre todo, como doble, pues la casa se convierte en reflejo de toda la genealogía que ha vivido en ella, y especialmente de Roderick. Tal identificación se manifiesta, por ejemplo, en la coincidencia entre las ventanas de la casa similares a ojos vacíos y la paulatina perdida de brillo en los ojos de Roderick a lo largo del relato, e igualmente aparece claramente al declarar el narrador la polisemia del término casa: "extraño y equívoco nombre de Casa Usher, nombre que parecía incluir, entre los campesinos que lo usaban, la familia y la mansión familiar". Cortázar incide en esa misma idea al decirnos, al comienzo del relato, que la casa guardaba los recuerdos de "nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia". Y por otra parte la identificación de los personajes con la casa que habitan está clara no sólo en la dedicación de que es objeto por parte de los dos hermanos, sino porque el propio narrador anuncia su deseo de destruirla antes de su propia desaparición8. Otra coincidencia entre ambas obras es que la casa está habitada precisamente por dos hermanos, de sexo distinto; dos hermanos que son los últimos de una larga genealogía9 que está condenada a sucumbir porque no han contraído matrimonio. Ambas obras se construyen, principalmente, pues, en torno a un triángulo de personajes; la casa y los dos hermanos que la habitan, y el núcleo del relato es precisamente el conjunto de interacciones entre ellos que, en el caso de la obra de Poe, son observadas por un narrador-testigo. Parece también clara la sugerencia de una posible relación incestuosa en ambas parejas de hermanos. En el relato de Poe se sugiere al informarnos que del antiguo tronco de los Usher no había brotado nunca rama duradera porque "toda la familia se limitaba a la línea de descendencia directa y siempre, con insignificantes y transitorias variaciones, había sido así". Además, el propio Roderick se refiere a su hermana como "tiernamente querida" y "su única compañía durante muchos años"10. Por su parte, en "Casa tomada" el narrador nos habla de su "simple y silencioso matrimonio de hermanos" y, como veremos, otras son las referencias que sugieren esta posibilidad11. En ambos relatos la pareja de hermanos vive en un alto grado de aislamiento. Roderick confiesa a su amigo que "durante muchos años, nunca se había aventurado a salir" de la casa, e igualmente la pareja de Cortázar abandona en rara ocasión la suya; tan sólo él lo hace los sábados con una clara finalidad -buscar libros franceses, aunque tal búsqueda él mismo la sabe baldía- y ella ni siquiera, pues confía en el gusto de él para adquirir la lana que le permite tejer largas horas. Tal aislamiento está vinculado a la sugerida relación incestuosa. Se trata el viejo conflicto familia versus sociedad, que no es sino el conflicto endogamia versus exogamia de las sociedades primitivas donde precisamente el incesto era la norma. Pequeños grupos humanos cerrados sobre sí mismos se perpetuaban siempre en relaciones que no podían sino ser incestuosas, porque precisamente lo prohibido eran las relaciones con miembros de otros grupos. Por tanto parece que hay una clave antropológica en la lectura de este relato que nos permite comprender ese aislamiento como resultado de una relación incestuosa, por latente que ésta sea en un principio. Prueba de ello es la aceptación de que tal relación viene determinada por la propia casa, identificada con el linaje, como hemos visto: "A veces llegamos a creer que era ella [la casa] la que no nos dejó casarnos", como también Roderick sospechaba un influjo de la mansión a este respecto. Tal aislamiento así como la cerrazón de la familia sobre sí misma conduce finalmente a su destrucción. Tal es la idea de "La caída de la casa Usher" donde el linaje se agota finalmente en sí mismo y es simbólicamente tragado por el tétrico estanque que a lo largo del relato se ha mostrado también como doble de la casa -y por tanto del linaje- pues la reflejaba12. De esta forma, casa y linaje son devorados por sí mismos. Se trata de la autofagia a la que tarde o temprano conduce la endogamia, no porque el incesto en sí lleve a la muerte13 -aunque evidentemente en el relato se sugiere que el mal de familia tiene que ver con una sangre mezclada consigo misma a lo largo del tiempo- sino porque precisamente el aislamiento a que esa situación conduce produce tarde o temprano su destrucción. Los grupos endogámicos acababan por solaparse espacialmente con otros, lo que produce una mutua hostilidad, por lo que el hombre acabó enfrentándose, como dice Lévi-Strauss, recordando a Tylor, a la disyuntiva entre "casarse" fuera del grupo, o ser matado dentro del grupo14. Evidentemente se optó por la primera solución; por tanto, la prohibición del incesto no tiene un origen moral, como puede considerarse en la actualidad, sino "político" ya que fue una forma de evitar los conflictos entre grupos cerrados entre sí y que, por otra parte, se necesitaban mutuamente. La prohibición del incesto supuso el paso de la familia a la sociedad ya que, como dice Lévi-Strauss, "si la organización social tuvo un principio, éste sólo pudo haber consistido en la prohibición del incesto"15. La idea del derrumbamiento de la casa que realmente acontece en el relato de Poe, como resultado de esa autofagia de la endogamia, también aparece en el de Cortázar aunque tan sólo como designio anunciado por el propio narrador al principio, pero indica en definitiva la misma idea de "necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa", y de destrucción de un linaje decadente. Los personajes parecen, pues, tener claro en ambos relatos la influencia de la casa y por consiguiente de la larga descendencia que la ha habitado, en su situación de aislamiento y probablemente también en ese estado de "matrimonio de hermanos" en el que viven ambas parejas. El narrador de "Casa tomada " manifiesta que han tenido a veces la idea de que la casa no les dejó casarse, lo cual es una manifestación de ese aislamiento endogámico que les impide salir al exterior, a la sociedad16 y así, en buena medida, los dos hermanos están atrapados dentro de su casa, de la misma forma que lo estaba Roderick quien también explicaba esa situación en relación con la casa17. Pero además al reconocer el narrador la posible influencia -maléfica en cierta medida- de la casa, nos está presentando la casa como personaje siniestro, es decir, como en el caso del relato de Poe, con los caracteres de doble -doble de la familia y de los propio personajes- y de portador de influencias maléficas que encontraba Freud en esta clase de personajes. Nos parece pues que esa situación de aislamiento y la identificación de los dos hermanos con la casa que a su vez se identifica con un largo linaje en ambos relatos, es el resultado de una relación incestuosa que aparece quizá tan sólo de forma latente en el cuento de Cortázar, y probablemente consumada en el de Poe. Tal relación incestuosa nos da una clave antropológica que nos explica el aislamiento de los hermanos, pero también nos da una clave psicológica pues el incesto aparece como deseo normal y habitual en los primeros estadios de la vida del ser humano quien evidentemente tiene en los miembros de su familia los primeros objetos de deseo sexual18, como en la infancia de la humanidad, los miembros del grupo se relacionaban sexualmente entre sí. El paso de ese estadio primitivo a uno más avanzado, como sucede con el crecimiento del niño, lleva a la prohibición del incesto en un caso, y a la represión psíquica del mismo en el otro, produciendo -según Freud- elementos fundamentales del psiquismo humano. En ambos casos el incesto es sustituido por otro tipo de manifestaciones sexuales. Sin embargo, en los relatos que nos ocupan, la relación incestuosa se nos aparece sugerida en varias ocasiones, aunque, como dice Jean L. Andreu, nada nos permite afirmar esta relación con seguridad19. Desde esta visión de la situación del relato podemos abordar la hipótesis de que los invasores que, con tanta naturalidad, van expulsando a los dos hermanos de la casa, no son en realidad más que el deseo incestuoso que desde el inconsciente, identificado con la parte más profunda de esta casa-familia-psiquismo, va emergiendo hacia la superficie de la conciencia, identificada finalmente con el exterior de la casa. Tal idea viene también corroborada porque la situación es similar en el relato de Poe donde Roderick intenta reprimir su deseo incestuoso ocultando el objeto, su propia hermana, en la parte más profunda de su casa, una vieja cripta. Sin embargo el deseo consigue emerger finalmente y lady Madeline logra abrir su ataúd así como la puerta de hierro y subir las escaleras hasta la habitación donde se encuentra Roderick y consumar ya el incesto en un macabro abrazo final que viene a tener su paralelo en el gesto del narrador del cuento de Cortázar de coger a Irene por la cintura. La casa es pues, realmente, el auténtico protagonista. El relato se inicia directamente hablando de ella: "nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua...."; con lo que nos da además una primera descripción que se continúa en el siguiente párrafo al referirse nuevamente al placer que les produce: "Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa..". La casa, que parece evidentemente proporcionar satisfacción a los dos hermanos, nos es presentada a través de cuatro características básicas repartidas en dos parejas: espaciosa y antigua, primero y, más adelante; profunda y silenciosa. Estos cuatro adjetivos creemos que muestran una relación básica con la mente humana. En primer lugar su antigüedad que aunque más directamente relacionada con la lectura antropológica no deja a su vez de relacionarse con el ámbito familiar en el que surge el psiquismo, pues el propio narrador nos dirá que la casa "guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia"20, y precisamente los recuerdo de la infancia son fundamentales en la configuración del carácter, por cuanto éste se origina -siempre según Freud- durante esos primeros años y en su génesis toman parte muy activa los deseos incestuosos. A continuación el narrador nos presenta sus dimensiones -espaciosa y profunda- que, creemos, son aplicables también a la mente humana caracterizada por una amplitud que en gran medida aún nos es desconocida. Y el último adjetivo, y fundamental como veremos, es el que se refiere a su silencio, que también es una manifestación de la identificación de la casa con el psiquismo, pues el silencio frente al ruido es precisamente la simbolización que se realiza en el relato para referirse a la represión y a la emergencia de lo reprimido respectivamente. El narrador presenta a continuación la idea del incesto y la idea de la endogamia: "A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo y a mí se me murió María Esther antes de que llegáramos a comprometernos". Y seguidamente nos presenta más claramente la situación: "Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa". El narrador nos da ya algunas claves. Al hablar de inexpresada idea nos sitúa ya en un ámbito de preconsciencia, y evidente es la mención al matrimonio de hermanos, que el narrador califica como silencioso. Prueba más de la identificación de los personajes con la casa es que el silencio ha sido destacado como atributo de ésta y, como veremos, el silencio se relaciona con la situación de represión en la que los impulsos permanecen dormidos o latentes, mientras el ruido será la señal de la emergencia de lo reprimido. Todo lo cual nos sitúa todavía en una situación incestuosa reprimida -matrimonio silencioso- y en un ámbito en el que tal deseo, y por supuesto su represión, es todavía inconsciente -inexpresada idea-. La influencia de la casa sobre los hermanos viene además determinada por la dedicación de que es objeto, especialmente a través de la limpieza, que aparece casi como una obsesión y que asimismo podemos interpretar simbólicamente como referencia a la represión, es decir, a la necesidad de eliminar ciertos impulsos, como se elimina la suciedad, aquí identificada precisamente con un polvo que por más que se limpia "después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos". Los dos hermanos no atraviesan nunca la puerta de roble que divide en dos la casa, salvo para llevar a cabo esta tarea, que parece ser lo más importante para ellos: "nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia". Pero la represión del deseo incestuoso se ve con claridad en el hecho de que ambos hermanos, y especialmente Irene, subliman ese deseo realizando otra actividad. En el relato de Poe también Roderick manifestaba una serie de sublimaciones artísticas que, según el narrador, eran características del linaje pues éste "se había destacado desde tiempos inmemoriales por una peculiar sensibilidad de temperamento, desplegada, a lo largo de muchos años, en numerosas y elevadas concepciones artísticas". Roderick toca la guitarra, improvisa versos y pinta, y no es casualidad que el poema se titule "El palacio hechizado" ni tampoco que pinte una profunda gruta que es también una representación de su psiquismo, y viene a coincidir simbólicamente con la cripta en la que guarda el supuesto cadáver de su hermana. En el relato de Cortázar la sublimación es evidente en el caso de Irene que se dedica a tejer todo el día, y él, que se encuentra en un cajón un montón de prendas, nos dice "no sé por qué tejía tanto". Así pues, creo que es evidente que Irene sublima así la situación latente de incesto21, y parece claro que es una Penélope que evita tomar marido -"Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo"-, como si esperara la llegada del auténtico, el cual, sin embargo, resultara ser su propio hermano tal y como pondrá de manifiesto el desvelamiento final a modo de anagnórisis. La relación con Penélope queda más clara cuando el narrador nos comenta que "a veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba". Por supuesto que está también presente el mito de Ariadna y Teseo, pues en cierta medida también la casa es un laberinto -y el laberinto es el mejor símbolo espacial para el propio psiquismo- y no olvidemos que el mito de Ariadna y Teseo fue tratado por Cortázar en Los Reyes, donde precisamente a Ariadna y al Minotauro les une un deseo incestuoso22. A su vez él parece sublimar su deseo a través de la lectura de libros franceses, pero prueba de que su sublimación es menor es que él mismo sabe en cada salida que no va a encontrar ningún libro interesante pues "desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina". Sin embargo esas salidas también proporcionan lana a Irene23 que confía en él para que la elija, mostrando por una parte su falta de voluntad o al menos su sometimiento a la voluntad del hermano -Irene significa precisamente "paz", lo que se relaciona con la tranquilidad y el silencio de la casa y de ese "matrimonio de hermanos", y precisamente, por la forma en que nos la presenta su hermano, "Irene era una chica nacida para no molestar a nadie"-, y por otro la poca importancia que tiene en sí la actividad de tejer, por innecesaria e improductiva, y en la que evidentemente lo de menos es la lana, el color, o lo que se teje, sino que lo fundamental es esa actividad que permite "vivir sin pensar". Los cuatro primeros párrafos constituyen una primera parte del relato, que podemos calificar de introductoria, y finaliza, como la mayoría de las partes, con una especie de epifonema a modo de conclusión y resumen de lo dicho, y que es sobre todo una forma de introducir la subjetividad del narrador y da al relato normalidad y cotidianidad. Esta primera parte finaliza con un "era hermoso", refiriéndose a ver tejer a su hermana, que incide en la nostalgia de un tiempo perdido. Pero, por ejemplo, tras la primera "toma" de la casa el narrador concluirá, con la mayor normalidad y como si del hecho ésta fuera la única conclusión o recuerdo que le queda, la referencia al chaleco que en ese momento tejía su hermana: "A mi me gustaba ese chaleco". Otro de los fragmentos del relato concluye con un epifonema de valor de sentencia, que no puede ser más significativo: "se puede vivir sin pensar". Tras la primera parte introductoria se produce una de las pausas descriptivas de las dos que anteceden a las dos "tomas" sucesivas de la casa. Esta primera pausa es fundamental por cuanto describe la casa, y es aquí donde encontramos lo que hemos llamado la espacialización del psiquismo, es decir que se produce una relación entre la distribución de la casa y la que se ha imaginado para el psiquismo humano. Cortázar nos describe una casa con dos partes bien diferenciadas, una de las cuales es precisamente la que está en el fondo de esa "casa profunda" y que sus habitantes no utilizan, en "la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peñá"24, y entre ambas partes se encuentra "una maciza puerta de roble [que] aislaba esa parte del ala delantera"25. Parece pues evidente la relación de esta distribución del espacio y la de la mente humana según la representó Freud, de esta forma consideramos la parte más retirada de la casa como el inconsciente y la parte delantera, el preconsciente, y así entre ambas, representada por la maciza puerta de roble, tendríamos lo que Freud llamó censura, precisamente lo que "aísla" inconsciente y preconsciente26. El narrador además nos dice que "cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora"; es decir, muy pequeño, y precisamente en esa pequeña parte viven los dos hermanos. Varios son los relatos de Cortázar en los que el espacio exterior y el del interior de la mente se confunden o identifican, así sucede por ejemplo en "Cefalea", donde el espacio de la casa, con las mancuspias haciendo ruidos sobre ella se confunde con el dolor de cabeza de los protagonistas27, y precisamente esto sucede también de noche y los personajes prefieren "no pensar y cerramos la puerta con delicia, replegados a la casa donde todo es más nuestro"28. Algo similar sucede en "Verano"29 donde además también tenemos una casa habitada por una pareja30 -en este caso un matrimonio- y amenazada con ser invadida por un caballo que Zulma, la mujer, teme que deje entrar la niña que les han dejado a su cargo por una noche. El caballo en este caso es claramente representación de los deseos sexuales, pues como tal es un símbolo conocido, piénsese por ejemplo en otro caballo que, simbólicamente, amenaza una casa en La casa de Bernarda Alba de Lorca. La relación pues entre "Verano" y "Casa tomada" parece evidente por la repetición de una pareja rutinaria que habita una casa y la presencia de ruidos en la noche -que en este caso sí se identifican con un emisor concreto, un caballo- que en definitiva representan deseos sexuales reprimidos. También "Bestiario"31 nos presenta una casa amenazada por la presencia de un animal, en este caso un tigre, que se pasea por ella con libertad y que los habitantes deben evitar. Precisamente entre los habitantes se encuentran dos hermanos, uno de los cuales, el Nene, siente deseos incestuosos por su hermana, Rema. Finalmente la niña visitante engañará al Nene informándole mal de dónde está el tigre, que acabará con él. Aparece así claro que la casa, y por tanto la familia, está amenazada por la maldad del Nene que maltrata no sólo a su hermana sino también a los demás y que finalmente será destruido por su propia maldad, simbolizada por el tigre, gracias a la presencia de una niña, Isabel, como en "Verano" es también una niña la que desencadena en Zulma el temor a sus propios deseos, a su frigidez y a su maternidad frustrada. Y por último, para referirnos a otro de los cuentos de Bestiario, en "Carta a una señorita en París", es evidente la relación entre el espacio, el apartamento de Andrée, y el alma de ésta. El propio narrador-protagonista lo deja claro, pues precisamente su catástrofe sobreviene por "entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma" 32. Cinco relatos, cuatro de los cuales pertenecen a Bestiario, primer libro de cuentos de Cortázar, presentan de una forma más o menos clara la relación espacio-mente, simbolizando que los fenómenos que acontecen en el espacio no son sino metáforas de los procesos psíquicos de los personajes, y en todos ellos -salvo precisamente el que nos ocupa- el problema viene dado por la presencia de animales: el caballo en "Verano", las fabulosas mancuspias en "Cefalea", los conejitos en "Carta a una señorita en París" y el tigre en "Bestiario". Volviendo a "Casa tomada", observamos que tras esta pausa descriptiva se inicia la segunda parte del relato en la que se producirá la primera "toma" de la casa. No es casual que esto suceda de noche, porque es precisamente de noche cuando el ruido cobra mayor importancia, pues como el narrador nos dirá más adelante "de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa", y por supuesto sabido es que en la teoría de Freud la censura es más débil durante el sueño, que generalmente tiene lugar de noche, permitiendo la comunicación entre inconsciente y preconsciente. Tampoco es casual que haya por parte del él un repentino deseo de beber, es decir, "sed", pues, como es bien sabido, la "sed" es uno de los símbolos más claros -también en el mundo del psiquismo, y especialmente en las representaciones oníricas- del deseo sexual33. Así pues se produce una estrecha relación entre el repentino deseo de beber por parte de él -"de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita de mate"- y la "toma" de la casa, relación que volverá a repetirse en la segunda vez. Frente al silencio característico de la casa y de sus habitantes -no olvidemos la "paz" de Irene-, los únicos síntomas de que la casa está siento "tomada" es el ruido: "Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina (...). Nos quedamos escuchando los ruidos...". Lo primero que "toman" es la parte del fondo y él llega a tiempo de impedir un mayor avance cerrando la puerta de roble. Llegados a este punto sorprende la total naturalidad con que los personajes viven este suceso, así tras cerrar la puerta de bronce él retoma su intención inicial: "fui a la cocina, calenté la pavita...",y concluye con un epifonema la descripción de este momento: "A mi me gustaba ese chaleco". Se trata pues de una naturalidad que al lector le puede chocar como espectador exterior, pero que aparece como norma en los personajes, algo así como la naturalidad con que en un sueño se viven las cosas más extrañas. De hecho la sensación es la de que lo sucedido hubiera sido tan sólo el emerger en sueños de un deseo incestuoso que el personaje ha podido a tiempo dejar sumergido aún en el inconsciente, cerrando la puerta de roble, para así poder tranquilamente continuar con su vida, calentar la pavita de mate y "vivir sin pensar" 34. Esta actitud de los personajes es fundamental para comprobar la forma en que Cortázar entiende lo fantástico de forma diferente a Poe, y entronca con una corriente más moderna que se inicia con La Metamorfosis de Kafka, y que tiene más que ver con la lógica de los sueños que con la de la realidad35. La angustia en el lector crece precisamente por el contraste entre la forma en que él entiende lo que sucede como siniestro y la forma natural con que lo viven los personajes. En cierta medida tendría también que ver con la condición expuesta por Freud de que lo siniestro es aquello tan familiar que asusta porque ha dejado de serlo, sólo que en las obras neofantásticas36 sólo ha dejado de ser familiar para el lector, puesto que los personajes lo viven con total normalidad. En cualquier caso lo siniestro, como en Poe, viene dado por el espacio, la casa que, siguiendo los rasgos de lo siniestro que enumera Freud, se nos aparece también como lo muerto que parece vivo, lo inanimado que actúa como animado. Respecto al plural que usa el narrador -"han tomado la parte del fondo"- debemos entenderlo como un plural impersonal que se refiere a algo indefinido, que evidentemente aumenta aún más la polisemia del relato. La lectura más superficial nos mostraría que quienes han tomado la casa son unos seres sobrenaturales, por ejemplo, los ancestros de los dos hermanos, cuyos espíritus van adueñándose de la casa, quizá para evitar el designio anunciado por los dos hermanos al inicio del relato de destruirla antes de morir. En este sentido cabe recordar la referencia inicial de que la casa contenía "los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno,...". Evidentemente tal interpretación, como muchas otras, es válida y tiene cabida en el relato, pero igualmente nos parece que es posible una lectura en que esos invasores innominados e innominables no son sino lo reprimido -el deseo incestuoso- que va poco a poco escapando del inconsciente e intentando fluir a la conciencia. Múltiples son las posibles interpretaciones como es propio de una auténtica obra literaria y especialmente en la creación cortazariana37, y además se consigue también dotar a la obra de la misma ambigüedad de las manifestaciones del psiquismo. Pero, si seguimos comparando "Casa tomada" con el cuento de Poe, vemos que en éste se produce una situación similar, representada por la hermana emergiendo desde su tumba provisional, desclavando su propio féretro y abriendo una puerta de "hierro macizo" hasta las habitaciones altas de la casa donde muere abrazada a su hermano. En el relato de Cortázar la puerta de roble, una vez traspasada, significará el paso al preconsciente, mientras atravesar la segunda puerta, la puerta cancel, significa ya el paso a la conciencia, al exterior, simbolizada por la salida a la calle por parte de los dos hermanos, igualmente abrazados. Tras la primera "toma", el relato nos describe cómo era la vida de los dos hermanos y al margen de la pérdida de algunos objetos más o menos queridos, la situación no parece preocuparles demasiado ni alterar su forma de vida, e incluso saben encontrarle ventajas pues "la limpieza se simplificó" considerablemente. Los dos hermanos parecen seguir viviendo en un estado de cierta inconsciencia como nos dice el propio narrador en el epifonema final de esta parte: "estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar". Quizá ese deseo de no pensar se deba a la cercanía de lo reprimido al preconsciente donde se puede hacer consciente con una facilidad mayor. Se inicia a continuación la segunda pausa descriptiva que divide de nuevo el relato y da lugar a la tercera y última parte en la que se produce la segunda y última "toma" de la casa. Estas divisiones, marcadas tipográficamente por espacios en blanco, articulan su vez el relato en tres partes separadas por las pausas descriptivas: la descripción de la casa en primer lugar y después la descripción de la vida cotidiana a pesar de la primera "toma" y ahora la descripción de las noches de los dos hermanos. Estas tres partes podemos asociarlas igualmente a inconsciente, preconsciente y consciencia; de esta forma mente, casa y el propio relato se construyen de forma paralela. En esta pausa nos encontramos también en el mundo inconsciente, en este caso en el mundo de los sueños, pues Irene "soñaba en alta voz" y él se desvelaba. Se refiere también a "los mutuos y frecuentes insomnios" y a que, como ya hemos comentado, "de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa". Así pues durante la noche lo reprimido aflora a través de los sueños que se manifiestan en ruidos -que ya hemos visto representan la emergencia de lo reprimido- en forma de la voz en sueños de Irene, y eso precisamente provoca mutuos y frecuentes insomnios. La noche es el ámbito de lo reprimido que afluye pues el narrador insiste en la presencia de los ruidos: "de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa"38. La tercera parte es la de la definitiva "toma" de la casa. Y de nuevo, la noche; y de nuevo, la sed, y la relación entre ambas: "De noche siento sed", y no olvidemos la referencia a los mutuos y frecuentes insomnios. La sed y la noche vuelven a marcar el inicio de la "toma" de la casa que de nuevo se manifiesta a través de ruidos. Esta vez ya ha sido atravesada la puerta de roble y, por tanto, lo reprimido está ya en un nivel preconsciente. Pero esta situación, al contrario que en el relato de Poe, donde desencadenaba la destrucción de casa y linaje, en Cortázar lo que produce es un desvelamiento -y el consecuente aceptamiento de la situación, o al menos una resignación- y la casa arroja de sí a los dos hermanos o, dicho de otra forma, lo reprimido sale al exterior, es decir, a la conciencia representada por la calle, después de haber ido emergiendo desde lo más profundo del psiquismo. La aceptación de la situación queda bien representado por el abandono de la "tela de Penélope" -pues ya no la necesita una vez producida la anagnórisis-, pues los ovillos han quedado del otro lado e Irene, al darse cuenta -es decir, al ser consciente de ello- suelta el tejido. Otro síntoma de la aceptación es la escena final en la que él coge a Irene por la cintura, tocando por primera vez a su hermana en el relato; imagen ésta que no puede dejar de recordarnos a otra imagen pictórica, la de la Expulsión de Adán y Eva representada por Massaccio en la capilla Brancacci39. |