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El gitano El gitano es personaje pero también es tema de la obra de Lorca, del Romancero gitano. En Lorca es muy difícil separar lo gitano de lo andaluz. Lorca llega al tema gitano a través del cante; desde niño había crecido en un ambiente propicio para ello. El Romancero gitano lo escribe después de Poema del cante jondo. Aquí el poeta habría profundizado en el alma y en la esencia del cante jondo, lo que es lo mismo que decir en el alma gitana y andaluza. Después, en el Romancero gitano, reviste esas almas con un cuerpo y las dota de individualidad: Soledad Montoya, la casada infiel, Antoñíto el Camborio, etc. El gitano que Lorca poetiza no es el gitano que roba, sucio y sin moral; describe al gitano que refleja la raza marginada y que lucha por la libertad de su pueblo y por conservar sus orígenes. El gitano lorquiano es un individuo esencial que vive y siente sin perder nunca de vista lo que es y lo que implican sus raíces. Aunque en algunas ocasiones Lorca quiera ser restrictivo y manifestar que «no todo el libro es gitano», rezuma andalucismo por los cuatro costados: personajes, descripciones de ambientes, lugares, símbolos, contextos, alusiones, etc. El gitano se idealiza y se convierte en mito. Lorca busca en él el origen y la esencia. Para él simboliza lo primitivo y también lo civilizado, el instinto y la razón. Es el prototipo de libertad que marca su individualidad y singularidad frente al mundo y que está marcado por un destino trágico del que no puede escapar. Marca el contrapunto ante la represión. Su vida estará marcada por la frustración y la tragedia. La mujer Las mujeres protagonizan los romances. La mujer del Romancero es una mujer que sueña, que ama, que sufre y que vive intensamente pero que está abocada a un destino claro: a la frustración, a la tragedia y a la muerte. El hombre primitivo impone su masculinidad sobre la mujer, quedando esta como un ser pasivo y subordinado ante el impulso sexual del varón. En «Preciosa y el aire», la mujer es el objeto del deseo sexual del viento: el viento sopla enfurecido y levanta las faldas a Preciosa; se vuelve agresivo por ella y su presencia despierta en él los instintos más agresivos para poseerla. Se inicia la persecución pero Preciosa lo vence y se refugia, aunque la violencia del viento se deja sentir sobre el tejado de la casa donde ella se cobija. «Romance sonámbulo». Aparece otra gitana importante en el Romancero: la gitana que siempre espera a su amante en el mismo lugar, esa gitana de cara fresca y negro pelo que está en la baranda y parece encontrarse en un estado de ensoñación, hipnotizada por la luna. La gitana se transforma, sus características físicas se amalgaman con los elementos naturales y su pelo es ahora verde, como los árboles. La gitana quiere acercarse a la luna y en el intento de fusionarse mágicamente con ella, muere. «La monja gitana». Aquí el personaje femenino aparece desdoblado a través de la luz. La monja teje y a la vez se traslada a un mundo imaginario donde le lleva la fantasía, que no es otra que la del amor, pero enseguida se da cuenta de que no puede recorrer ese mundo; para ella está prohibido y vuelve a su labor; entonces la luz ya no presenta el desdoblamiento anterior sino que se refleja a través de los rectángulos de la ventana. «La casada infiel». Dominado por la anécdota, el romance nos presenta una angustia amorosa, un adulterio, todo descrito mediante una sucesión de metáforas relacionadas con la naturaleza, los lugares, el tiempo, las personas, etc. Todo se metamorfosea, incluido el cuerpo de la gitana: «Romance de la pena negra». Es «lo más representativo del libro», según opina el mismo Lorca. Soledad Montoya es la figura arquetípica gitana. La figura femenina encarna la soledad. Se convierte en la pena negra, se metamorfosea en dolor, en un dolor negro. Pero la pena se torna más oscura cada vez y llega el día. Para ella no hay madrugada, no hay claridad ni esperanza. «San Gabriel». Aquí el personaje femenino se nos muestra con otro aire bien distinto a los analizados hasta ahora. Se nos presenta una gitana feliz. Esta gitana es «bien honrada» y experimenta la felicidad del goce maternal y el sentido familiar entrañable de los gitanos. «Martirio de Santa Olalla». En un paisaje romántico cargado de tensión se suceden las metáforas que anuncian la madrugada. La mujer es aquí víctima del martirio. Olalla está muerta en el árbol, y está a punto de darse la metamorfosis final. Cae la nieve y lo negro mutilado se convierte en blanco luminoso, donde el cosmos la santifica. «Thamar y Amnón». Es el poema de la sensualidad, de la pasión pecaminosa entre hermanos, del incesto. De nuevo encontramos la influencia embriagadora de la luna. Amnón ve a su hermana reflejada en ella, sensual, provocativa. La luna hace de espejo de lo femenino, cómplice del deseo y del incesto de la hermosa Thamar: la figura femenina fuerza el arrebato de su hermano, concretamente sus pechos. Esta parte del cuerpo es muy recurrente en la poesía de Lorca; es símbolo de feminidad, de fecundidad, de sensualidad, de erotismo, de atracción sexual, pero también de vida, de instinto maternal. Al violar a su hermana, viola no solo el cuerpo sino también el alma, comete un sacrilegio. Además de la mujeres protagonistas de los romances que se han visto, encontramos también en otros elementos de los poemas referencias a la mujer; pero es, sin duda, la figura de la luna el elemento femenino más importante que aparece a lo largo de todos los poemas del Romancero, y que rige el destino trágico del hombre. La luna, arquetipo de la feminidad, ejerce fatales influencias que los acerca al ritual del sacrificio. Es en el «Romance de la luna, luna» donde encontramos esa interacción plena entre lo cósmico y lo humano. La luz de la luna fascina, hechiza y arrastra en una atracción irresistible. El elemento cósmico es la brillantez y la blancura. Como hemos podido comprobar, la mujer está enlazada con otro tema fundamental en la poesía lorquiana, el amor, pero cargado de innumerables matices y una intensidad estremecedora. La «pena negra» En cuanto a la «pena negra», podríamos decir que es el personaje principal y que nada tiene que ver esta pena con ningún sentimiento de melancolía ni nostalgia ni aflicción. Es una pena andaluza. Para Lorca el único personaje real del libro es «la pena». El mundo que recrea en sus romances está configurado por tipos humanos que sienten, que viven, que sufren y que tienen unos valores. Cada uno de ellos vive en un espacio rural o urbano, personajes de carne y hueso inmersos en un mundo frustrante y que se enfrentan a diferentes modos de vivir y de morir. La Guardia Civil El tema del gitano y la Guardia Civil es el más controvertido del Romancero gitano, por las relaciones tan conflictivas que existían entre ambos. Lorca muestra una actitud cercana y benévola hacia los gitanos y de rechazo hacia la Guardia Civil. La Guardia Civil es, pues, al igual que la violencia, la muerte y el erotismo, símbolo y elemento que conforma el mundo lorquiano del Romancero gitano. La Guardia Civil aparece en «Preciosa y el aire»: esos «carabineros que guardan las blancas torres / donde viven los ingleses» son elementos pasivos que presencian el ataque lujurioso del viento a Preciosa. En «Reyerta» los «señores guardias civiles» son testigos de que «aquí pasó lo de siempre». En «Romance sonámbulo», la Guardia Civil persigue a los compadres, guardias civiles borrachos en un ambiente de misterio y tragedia. El «Romance de la Guardia Civil española» es el primero y único romance que tiene como personaje principal a la Guardia Civil. Son la destrucción y la muerte. Para Miguel García-Posada este poema sería «la primera gran creación poética en que, si no la revolución, sí es la represión implacable la que se manifiesta rotundamente... La imaginación, el juego, la libertad, son sacrificados por la ley de una civilización siniestra... Hay que esperar al Guernica picassiano para encontrar otro testimonio artístico semejante de masacre». Pedro Salinas señala: «Inventa Lorca en el "Romance de la Guardia Civil" una de las más fabulosas urbes de confitería y de tragedia, juego y sino, artificio y misericordia [...] y luego la Guardia Civil, símbolo aquí de la fuerza destructiva, que arrasa las torres de canela y las inocentes alegrías. Ni siquiera esta ciudad, obra de la imaginación, se evade de la fatalidad de la muerte. La visión de la vida y de lo humano, que en Lorca luce y se trasluce en la muerte» ESPACIO Andalucía se convierte en el cosmos de múltiples planos: lo terrestre y lo cósmico; lo mágico y sobrenatural con lo real y tangible; lo objetivo y lo subjetivo. Todo ello nos lleva a una nueva realidad creada por Lorca donde el escenario principal es esa Andalucía mítica y profunda que es el reflejo del alma del poeta. Tiempo y espacio se entrelazan porque no es un libro atado al presente, sino que recorre la historia y busca las raíces y la cultura del espacio andaluz, llegando incluso a remontarse al pasado romano («San Rafael», «Martirio de Santa Olalla», «Romance del Emplazado»), judío («Thamar y Amnón») e islámico («San Rafael»). Tres romances se dedican a tres ciudades andaluzas (Granada: «San Miguel»; Córdoba: «San Rafael»; Sevilla: «San Gabriel»), aunque a lo largo de todos los poemas Lorca hace un recorrido poético por la geografía andaluza: paisajes de olivares, caballos, cañaverales, nieve, bosques de pinos, el Guadalquivir. Granada, ligada estrechamente a la infancia y primera juventud del poeta, aparece en su obra como un espacio recurrente. Exalta el universo granadino, que aparece como un locus amoenus dotado de cualidades positivas y de un espíritu propio. Convierte su tierra natal en expresión máxima del mundo andaluz. Pero no presenta alusiones directas al entorno real; solo en «San Miguel» aparecen algunos elementos denotativos, como las «barandas», el «monte» o la descripción de «San Miguel». Se podría decir que el autor construye un gran universo sin hacer casi referencias concretas al escenario granadino: «Ciudad de dolor y almizcle, con las torres de canela», imágenes que sufren un proceso de desrealización cuando aparece el elemento subjetivo del autor: «¡Oh ciudad de los gitanos! / ¿Quién te vio y no te recuerda? / Que te busquen en mi frente. / Juego de luna y arena». Sevilla es la ciudad del amor que hiere: «¡Siempre Sevilla para herir!» («San Gabriel»). Ciudad que, con su aire festivo, de guitarras y procesiones, se relaciona también con Jerez de la Frontera, lugar de Andalucía la Baja. «Reyerta» tiene lugar cerca de Montilla. En el «Romance sonámbulo» el protagonista llega sangrando a Granada, hasta el Albaicín; en un convento también del Albaicín sueña la monja gitana; en tierra de aceitunas transcurre el «Romance de la pena negra»; detienen al Camborio «a mitad de camino» entre Granada y Sevilla, y lo asesinan «cerca del Guadalquivir», a poca distancia de Benamejí, en la serranía de Córdoba; en «La casada infiel» todo transcurre en «noche de Vega Alta»; aunque no aparezcan referencias geográficas concretas en «Muerto de amor» ni en «Romance del Emplazado», el paisaje está lleno de olivares y caballos, paisaje granadino; en «Romance de la luna, luna», aparecen fraguas típicas de Granada; «Preciosa y el aire» está ubicado entre cañaverales y también entre bosques de pinos y nieve. La ciudad es el espacio de una experiencia humana colectiva y también de una experiencia literaria individual en Lorca; es ausencia y es presencia a la vez vacía, y llena; es lugar de amor y de desamor, de frustración, de libertad, de represión, de soledad, de violencia y de muerte. Por el contrario, el campo, la naturaleza es el ámbito natural en que se desenvuelve la vida de los gitanos, que a veces parecen fusionados con la misma, en un claro símbolo de naturalidad, de instinto, de enfrentamiento a las convenciones sociales marcadas por las ciudades... de libertad. El mundo para Lorca es Andalucía; esa Andalucía profunda y esencial es el microcosmos creado y representado en sus poemas en donde nos muestra un equilibrio perfecto entre lo particular y lo universal, entre lo real y lo imaginario, entre la tradición y la vanguardia. SÍMBOLOS LOS COLORES El verde El color verde está asociado con vida. En la obra lorquiana está asociado con elementos sexuales y contiene en muchos casos connotaciones dolorosas, de frustración erótica: «¡Preciosa, corre, Preciosa / que te coge el viento verde!». Lo verde se relaciona con la luna, el mar, lo carnal, los niños muertos, la sangre y las espinas, la fruta helada, todos ellos símbolos de esterilidad, frustración y muerte. El amor también se relaciona con lo verde, pero un amor amargo, sin fruto: «Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas». Lo verde también se relaciona con el viento como elemento cósmico. El aire en movimiento se relaciona con el aliento vital: cuando cesa aparece la muerte y, por lo tanto, el cuerpo sin vida, con el color verde asociado también a los cadáveres. Podemos concluir entonces que es símbolo de vida, de naturaleza dinámica pero también de muerte. El blanco Es el color de la pureza, de la revelación y de la transfiguración. El negro Simbólicamente es negativo, está asociado a muerte, a tragedia, a tinieblas, a la noche, a la angustia y al mal. El rojo Es el color del fuego y de la sangre; está ligado al principio de la vida, a la pasión. EL VIENTO Es símbolo de erotismo. También simboliza violencia y muerte, que en la poesía de Lorca van de la mano con el erotismo. El viento es un elemento activo y masculino. Lorca descubre en el viento el lugar intermedio entre el cielo y la tierra. EL AGUA Es fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración pero también puede ser un elemento de disolución y símbolo de abismo y de muerte: «Un carámbano de luna / la sostiene sobre el agua» («Romance sonámbulo»). El río La presencia del agua como río es una constante en la poesía lorquiana. Los ríos cruzan la tierra, que es la base y el fundamento de todos los elementos. El mar Al igual que el caballo, es un símbolo sexual, símbolo de fecundidad. El mar significa frustración erótica. El mar y el río ahogan al amante lorquiano. El mar es lo azul, color que simboliza la masculinidad, opuesto a lo rosa que es lo femenino. El mar incluye a Venus, y Venus incluye lo verde, por lo tanto, todo nos lleva a lo mismo, caballo y mar asociados, barco sobre la mar y caballo en la montaña representan símbolos fúnebres, aunque el caballo sea emblema sexual, unido al mar se asocia con la muerte. «El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña» («Romance sonámbulo»). LA TIERRA Es la fuerza y la fertilidad. Simboliza el elemento femenino. Junto con el cielo conforma una dualidad que simboliza una unión sexual. La tierra espera la energía que la fecunde: la lluvia, el agua y hasta la sangre derramada. EL CABALLO Es símbolo de pasión. Podría interpretarse como el instinto, y el jinete, como la razón que los guía. Es la lucha del instinto frente a la ley. Se asocia también con |a muerte, el viento, el fuego, la luz o la esterilidad. El caballo es la libertad que debe ser controlada. El caballo es símbolo de deseo, de fuerza, de poder creador, de juventud, símbolo de vigor sexual y de instinto. Símbolo erótico que también aparece en el «Romance de la pena negra»: Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra. El olor a caballo se mezcla con el olor de la carne sugiriéndonos una atmósfera sensual y erótica que va intensificándose. |