descargar 168.56 Kb.
|
CRÍTICA LITERARIA![]() Profesor: Antonio Ubach Medina Curso: 2009/2010 INTRODUCCIÓN La literatura es una manifestación artística en la cual alguien expresa cosas. En castellano comienza con las jarchas (composición lírica popular de la Hispania musulmana, que constituía la parte final de la moaxaja, de la que existen ejemplos desde el siglo X-XI. Las jarchas están compuestas en dialecto hispanoárabe coloquial, o en la lengua romance que utilizaban los andalusíes. Fueron escritas por poetas cultos árabes y judíos que tomaban como modelo la lírica románica tradicional. Pudieron recogerlas del folclore popular, o bien adaptarlas a sus necesidades métricas (pues debían integrarse en la moaxaja) o bien componerlas de nueva creación, a partir de moldes tradicionales. Su importancia radica en que son el documento más antiguo que se conoce de poesía en lengua romance). La siguiente manifestación literaria es el poema épico debido a que surge en una época en la que se está formando la identidad del pueblo. De este tipo de literatura podemos destacar el “Poema del Mío Cid”, la “Ilíada” o la “Odisea”. Sin embargo, la primera vez que se empieza a reflexionar sobre qué es literatura es con Aristóteles. Destaca su libro “Poética”, llamado así porque por aquel entonces sólo se consideraba literario lo que estaba escrito en verso. La poética para Aristóteles es un arte que combina la realidad con el arte. Este gran filósofo griego compara la “Retirada de los Diez mil” de Jenofonte con la “Ilíada” y dice que la diferencia está en que en el libro de Jenofonte se puede decir qué es mentira/ verdad mientras que en la Ilíada no es posible porque es ficción e imita a la realidad. Por lo tanto Aristóteles llega a la conclusión de que la literatura es imitación por medio del arte. Poética y Retórica: Por medio del lenguaje el hombre imita las acciones de los hombres o la naturaleza. Esta imitación es a lo que se refiere el término “mímesis” (). La Mímesis, a juicio de Aristóteles, lo que los poetas hacen es imitar la naturaleza, y si existen distintos géneros poéticos es porque existen diversas maneras de llevar a cabo la mímesis. La realidad que el poeta imita es la de la naturaleza humana. Una vez que define la literatura en su obra “Poética” hace una descripción de la situación del momento. Por eso sólo habla de dos géneros: poesía (poemas épicos) y teatro. Los distintos géneros poéticos suponen distintas formas de realizar la actividad mimética. Los géneros se diferencias entre sí, o bien por medio de la imitación, o bien por el objeto de la imitación o el modo de la imitación. Según explica Aristóteles, las artes poéticas imitan a través de tres medios posibles: el ritmo, la armonía o el lenguaje. En cuanto al objeto de imitación, la poesía imita acciones humanas. Los hombres que llevan a cabo esas acciones pueden ser mejores, peores o iguales que el espectador medio. En poesía, el poeta puede escoger o bien narrar los acontecimientos o dramatizarlos, esos son los dos modos de imitación fundamentales, y en el caso de la épica es el primero de ellos el que domina, mientras que en la tragedia no se narran las acciones, sino que son los mismos personajes quienes actúan ante el espectador protagonizando ciertos conflictos. La verosimilitud para Aristóteles supone un principio poético fundamental. Lo que significa que el poeta tiene que llevar a cabo una actividad mimética siempre de forma verosímil, es decir, los hechos que conforman la obra tienen que ajustarse perfectamente a las leyes de la causalidad que rigen el funcionamiento de la realidad. Sólo si se respeta esta exigencia el espectador puede reconocer las acciones humanas imitadas e identificarse con los personajes. Además describe las características que debe tener un texto para que sea considerado texto literario. Los principios de Aristóteles son respetados pero las obras van a ser juzgadas hasta el Renacimiento si son o no literarias en base a esto. Suele decirse que la Poética es “el inexcusable punto de partida de la historia de la literatura”. En ella se da una perfecta combinación de teoría y de crítica literaria. Está compuesta por una serie de reflexiones a posteriori: se basan en un conocimiento minucioso de varias tragedias griegas. Esto presupone una previa operación axiológica, valorativa, un filtro estético que le hace escoger unas obras y no otras para formar el corpus a partir del cual creará su teoría. Se da primero un juicio crítico y seguidamente comienza la reflexión teórica. La teoría literaria tiene que ser ante todo descriptiva, es decir, basarse en el estudio de fenómenos concretos. A partir del Renacimiento aparece la narrativa en prosa, género que no describe Aristóteles, lo que trastoca este esquema establecido. Por lo tanto se hacen pequeños ajustes para introducir el nuevo género. Además a la división poesía dramática/ épica se añade la lírica (no estaba dentro de las pautas de Aristóteles). En el siglo XVIII estas ideas empiezan a cuestionarse de forma explícita debido al surgimiento de la razón. Se empieza a hablar de la autonomía de las obras por lo que cada una tiene su estructura y de la personalidad del autor como un elemento determinante puesto que él elige la forma y el fondo sobre el que trata la obra. Se pone en relación la obra con el contexto social en que surge. La poética se acaba convirtiendo en una disciplina que sigue formando parte de los estudios hasta el siglo XIX y XX. La retórica es el arte de convencer al adversario. Surge en la Grecia Antigua. Poco a poco se van generalizando normas. Los principios se sistematizan desde el siglo V en Siracusa (conflicto de Dionisio). El que acaba sistematizando todo es Aristóteles que escribió “La Retórica” (técnica que sistematiza los métodos de persuasión que puede aplicarse a cualquier cuestión). Y hace una descripción tanto desde el punto de vita del orador como del oyente. Diferencia tres géneros (luego considerados canónicos):
El objetivo principal de la retórica es persuadir para lo que se necesitan pruebas:
Establece toda una clasificación de temas que puede utilizar el orador. Ésta la hace para que le sirva como una especie de archivo y que el orador pueda tomar de ahí lo que necesite. Aristóteles denomina a esos temas “topos”. También hace clasificaciones de temas:
Son comunes porque son de conocimiento general y se pueden aplicar a todos los conocimientos.
También habla de las reacciones del orador: ira, odio, piedad… Todo esto son medios que el orador puede elegir para lograr su objetivo de convencer y persuadir. Pero esta persuasión es subjetiva porque lo que hace es transmitir valoraciones de personas y hechos para intentar convencer. Advierte que a la hora de elegir entre medios, el orador debe atender a las premisas éticas. No debe intentar convencernos de algo que es malo. También se ocupa de cómo debe ser el discurso, expresión lingüística, estilo y de las partes que debe tener (introducción, exposición, presentación de pruebas y conclusión). El libro es la obra de un clásico por lo que se sigue repitiendo lo que dice al igual que sucedió con la “Poética”. El problema es que esto se convierte en una disciplina repetitiva cuando antes era práctica. La única aplicación que tiene es literaria, en el sentido de que los temas y prácticas sirven para adornar lo que dice el orador y el literato. Hay momentos en que en la literatura se abusa de las figuras retóricas lo que hace que se cree el otro significado del término. La Retórica se ha recuperado en el siglo XX ya que no es sólo la repetición de lo clásico porque se ha actualizado y se aplica a fenómenos actuales como la política o la publicidad.
Hasta que no llega el siglo XIX no se puede hablar de historia de la literatura. Con la poética y la retórica lo que se estudiaba eran autores que se creía que habían aplicado las normas de forma perfecta. Pensaban que imitándoles se conseguirían obras del mismo nivel. Se estudiaban de forma aislada y desordenada por lo que no había idea de un orden cronológico. Eran textos lejanos en el tiempo y además escritos en latín. Al inicio del siglo XIX se implanta el Romanticismo. El nacionalismo era una característica muy importante aquí por lo que se hacen estudios de la evolución de los pueblos y culturas. Esta es una manera de intentar encontrar elementos que caracterizan a cada nación. Por todo esto, la literatura se acaba convirtiendo en un proyecto de estudio cronológico ya que permite ver cómo se ha formado a lo largo del tiempo cada nación. Ese interés hace que a partir de aquí se busquen textos antiguos, se empiece a reeditarlo, ha estudiarse cómo han ido cambiando los textos a lo largo de su retransmisión, a realizarse estudios para encontrar la autoría de algunas obras y comienzan a aparecer ediciones críticas (supone que el señor ha consultado todos los textos y el manuscrito original del autor para ver la evolución de los textos) que intentan que los textos vuelvan a tener la forma original. Todo este proceso acaba desembocando en que la literatura se convierte en una asignatura más en los planes de estudio pues contribuye a formar el espíritu de una nación. Esa labor de búsqueda de textos es el objeto principal de la labor filosófica.
Para encontrar el origen de la labor filosófica hay que irse a Grecia. Es evidente que la interpretación de los textos poéticos estuvo orientada en Grecia principalmente hacia fines educativos y así queda reflejado en varios diálogos platónicos. Los maestros hacían que los alumnos memorizasen los textos poéticos para que asimilasen importantes enseñanzas morales y se sintiesen estimulados a la imitación. Se hecho, puede decirse que los textos homéricos eran una especie de enciclopedia para los griegos. La poesía, como la crítica literaria están orientadas a dar cumplimiento a un anhelo general: mejorar la convivencia entre los hombres. Se entiende así que la obra poética no fuera concebida con una función meramente placentera, sino también política y educativa. Es la elevadísima responsabilidad que recae en quien tiene que encargarse de la educación de los jóvenes la que explica la postura negativa de Allí existía una lengua culta (entendida por todos los hablantes cultos) y multitud de dialectos con gran diferencia entre sí. La “Ilíada” y la “Odisea” se convierten en símbolos de la identidad griega. En un primer momento se transmiten de forma oral y se componen alrededor del siglo VIII A.C. sin embargo, se empieza a estudiar la lengua en el siglo V A.C. Estos textos, que van a ser analizados en el Siglo V, han quedado muy anticuados en relación al idioma evolucionado. En el siglo III A.C. se intenta llegar a averiguar cuáles son los textos originales. El centro de la ya Grecia Helenística está en Alejandría y es allí donde se encuentra el mayor número de versiones de estas obras. Por lo que se refiere al campo de la crítica literaria no puede decirse que urjan en estos momentos aportaciones absolutamente renovadoras. Se perdieron los documentos más importantes. Pero de todas formas, los que se conocen carecen de la profundidad de los textos que nacieron en el periodo de esplendor ateniense. Durante este periodo la reflexión estética no es producto de unos principios filosóficos consistentes, sino la mera observación y de la experiencia creativa. Cada vez interesa menos el origen y significado del arte y más el ámbito de la recepción, el efecto producido en el público. Y para buscar un efecto concreto, lo principal es seguir la estrategia textual adecuada, de ahí, que sean tan abundantes las referencias a cuestiones estilísticas que a cualquier otro tipo de preocupaciones relacionadas con la literatura. Para realizar la búsqueda de la labor filosófica se tienen en cuenta todo tipo de cuestiones lingüísticas, se estudian en cada texto y se intenta ordenarlo temporalmente para saber cuál es el más cercano al original. Además se tienen en cuenta todos los datos que puedan aparecer como costumbres, vestimenta, utensilios… ya que dan pistas de la época del texto. De esta forma se reconstruye un texto parecido al canónico que escribió el autor. Las diferencias no sólo están marcadas por la oralidad sino que la copia manuscrita también está expuesta a errores. Esto se debe a que es un señor el que lee el manuscrito original y el resto copian lo que dice el primero por lo que puede haber equivocaciones. Se trata de una tarea donde es muy importante el estudio de la lengua. Es decir, la lingüística está en la base de la reconstrucción del texto. Es por eso que la influencia de los estudios lingüísticos en la crítica literaria es fundamental. Los estudiosos de Alejandría fueron los que pusieron las bases del estudio crítico. Establecieron cinco bases a seguir:
La crítica literaria en la Roma clásica: Una de las características que más llama la atención de las preceptivas latinas es la despreocupación por cuestiones metafísicas o trascendentales. Atrás quedan las reflexiones platónicas y aristotélicas sobre el valor ontológico de la poesía, o sobre el significado de la mímesis, o sobre la diferencia entre la esencia y realidad sensible. Lo que va a dominar con autores como Cicerón y Horacio es una visión técnica de la poesía, que se concreta en un interés considerable por la dimensión formal de la obra poética y por cuestiones referidas al estilo. Hay que añadir a ello una marcada preocupación por delimitar las fronteras entre géneros y tipos de discurso. El interés por asuntos formales hará que lleguen a fundirse la elocutio retórica y la elocutio poética, hasta el punto de que puede decirse que domina una teoría general de la eloctio. Los poetas elaboran sus obras teniendo más en cuenta su belleza formal, elocutiva, que el factor mimético. Así, cada vez interesa menos la fabula, el contenido y más la elaboración artística del discurso. Y algo muy parecido ocurre en el campo de la retórica: aunque se sigue considerando como parte de la ciencia política y la eficacia persuasiva sigue siendo el principal criterio de un buen discurso, cada vez se da mayor importancia a la elocutio, a la elaboración lingüística. En una palabra: al estilo. Lo que lleva a confeccionar largas listas de figuras retóricas, con sus correspondientes ejemplos. De este modo, Retórica y Poética quedan claramente unidas por un componente común: el lenguaje elaborado. Cicerón y Horacio son los principales representantes de la crítica literaria en la época clásica de la cultura romana, aunque el último gran tratadista latino fue Quintiliano. |