Actividad 3
Lee el texto que se propone a continuación y realiza las siguientes actividades:
• Ubica palabras derivadas (es decir, con sufijos o prefijos) o compuestas que consideres relevantes.
• Analízalas y determina, en el caso de las derivadas, cuál es la raíz y cuáles son los prefijos y sufijos; y, en el caso de las compuestas, a partir de qué palabras se formó.
• Determina el significado de cada una de las palabras considerando sus partes. Forma nuevas palabras con los mismos prefijos y sufijos.
El laberinto de la choledad, años después…
Guillermo Nugent
El laberinto de la choledad fue escrito a fines de la década de los ochenta y publicado en 1992. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Para las ciencias sociales no existían los cholos y cholas. El único trabajo anterior que había hecho mención al asunto, y con pinzas, había sido uno de Aníbal Quijano sobre la emergencia del grupo cholo. Me parece que la preocupación del autor era entender a un grupo social que no encajaba en los esquemas de clases sociales en uso en las décadas de 1960 y 1970. No menos importante era la figura del laberinto: aludía a la necesidad de orientación, propia de momentos que siguen a la cristalización de cambios en la vida pública. El tránsito postoligárquico que empezó con los gobiernos civiles de la década de 1980 no había creado una comunidad política en sintonía con las prácticas cotidianas: la nula voluntad por institucionalizar los amplios espacios de la informalidad y la veloz expansión del ciclo de la violencia política fueron los aspectos más notorios. Agréguese a lo anterior que las cosas en el segundo belaundismo (1980-1985) fueron hechas y manejadas con un fuerte tono de «y como decíamos ayer», en referencia a su primer gobierno (1963-1968). Los temas en debate estaban marcados por la preocupación acerca de la identidad. La reacción ante el nuevo orden de cosas elaboró el cliché a partir de una frase suelta que Vargas Llosa había escrito desde París: «En qué momento se jodió el Perú». Siempre me llamó la atención tanta simplonería convocada alrededor de una frase que ciertamente no era pronunciada por quienes estaban en las condiciones de vida más precarias. Por el contrario, había un tufillo autocomplaciente en la pronunciación que le quitaba toda credibilidad. El Perú se había choleado y eso, entonces y ahora, produce incomodidad en la cultura escrita.
Adaptado de NUGENT, Guillermo (2008) El laberinto de la choledad, años después… En: Revista Quehacer, nro. 170, p. 87.
Actividad 4
Lee el texto que se propone a continuación y realiza las siguientes actividades:
• Haz una lista de aquellas palabras cuyos significados desconoces o sobre los cuales no tienes absoluta seguridad. Busca su significado en el diccionario de la Real Academia Española (www.rae.es) y anótalo en una lista personal.
• Verifica el listado que se ofrece al final del texto. ¿Incluye alguna palabra que no estaba en tu lista personal? De ser así, quiere decir que consideras que conoces el significado de esa(s) palabra(s); por tanto, puedes definirla(s) sin consultar un diccionario. Hazlo y, luego, verifica en el diccionario si tu conocimiento del sentido de este término era el correcto.
• Verás que el diccionario, en varias ocasiones, brinda más de una acepción para un mismo término. ¿Cómo determinas cuál es la adecuada? ¿Qué puedes concluir de ello?
El racismo en el Perú
Gonzalo Portocarrero
La historia del racismo en el Perú puede dividirse en tres etapas. La primera corresponde a la Colonia, en la que el racismo tiene una fundamentación religiosa. Después de la conquista militar, vino la evangelización, que significó la colonización del imaginario de los hombres andinos. Esta fundamentación religiosa implicó proclamar una desigualdad radical entre los seres humanos, es decir, una afirmación anticristiana. Desde el púlpito, se discriminó a los indios, porque adoraban al sol, las estrellas y otros ídolos. Son, por ello, seres que han cometido una suerte de «pecado original» y deben pagar «sus culpas». Para ello, deben aceptar sumisamente la dominación y expiarla con dolor, por ser una raza inferior. Los indios son retratados como «víctimas culpables» que ameritan un castigo redentor. Por ello, la mejor prueba de la superioridad de Jesucristo es el triunfo de los Huiracochas sobre los indios. Aquí se presume que la Conquista es resultado, más que obra de las armas españolas, de la inteligencia divina: Cristo (los españoles) derrota a los demonios (los indios). En la prédica colonial, los españoles son el pueblo elegido, que tiene derecho porque adoran al Dios verdadero y son sus emisarios. Esta evangelización equivalió a un genocidio cultural, porque se destruyó totalmente la subjetividad de un pueblo para reconstruirla de raíz. Se descalifica al Otro, al indio, que se debe sentir en falta de lo que no sabe. La respuesta de los hombres andinos fue el sincretismo como marca de su cosmovisión, adoptaron el mensaje evangelizador y lo adaptaron a sus tradiciones. El «indígena» tuvo que desarrollar múltiples rostros, varias identificaciones difícilmente conciliables. Logró preservar su vitalidad en espacios menos censurados como el complejo fiesta-música-danza. La segunda etapa, entre los siglos XIX y XX, corresponde al «racismo científico». La ciencia reemplazó a la religión como la fuente de certeza que organizaba la vida cotidiana. Por ello, las ideas de autores como Gobieneau, Taine y Le Bon construyeron la visión del género humano estructurada por la idea de raza, por la creencia de que las razas son grupos humanos que comparten un patrimonio genético que define sus capacidades intelectuales y morales. Se considera la superioridad de la raza aria sobre las otras. Esta es la ideología del colonialismo europeo y justifica la invasión de África y Asia en nombre de la lucha contra el salvajismo y la barbarie, pues los blancos son portadores de la civilización. Estas ideas calaron en América Latina y el Perú, pues muchos proponían que la solución del atraso era la inmigración de «razas enérgicas» que renovaran la genética de la alicaída población peruana. Esta concepción llega a su fin con la caída del régimen nazi en 1945.
Párrafo 1
| Párrafo 2
| Párrafo 3
| Evangelización
Colonización
Imaginario
Pulpito
Expiar
Redentor
Huaricocha
Emisario
Genocidio
Sincretismo
Cosmovisión
| Certeza
Patrimonio
Genético
Raza
Ario (a)
Barbarie
Alicaída
| Estético
Amparo
Pilosidad
Hirsuto
Latitudes
| Finalmente, de la superioridad genética se pasa al campo de la belleza: surge el «racismo estético». Carente de fundamentos religiosos y científicos, el deseo de jerarquizar, excluir y dominar encuentra ahora amparo en este campo, por medio del cual los patrones de belleza asocian lo bello a las características de la raza blanca. Es decir, la piel y el cabello claro, los ojos azules o verdes, y la pilosidad abundante son marcas de lo más deseable, mientras que la piel oscura, el pelo hirsuto o «trinchudo» son lo contrario. Por ello, la mayoría de peruanos siente incomodidad frente al espejo y deslumbramiento ante la publicidad que difunde los estereotipos raciales de otras latitudes.
Adaptado de PORTOCARRERO, Gonzalo (2007) Racismo y mestizaje y otros ensayos. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, pp. 17-26.
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
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