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XI Congreso Español de Sociología. Crisis y Cambio. Propuestas desde la Sociología. GT Sociología del Tiempo (coord.: Ramón Ramos). Madrid 12-14 de julio del 2103. CUERPOS SIN O CONTRA EL TIEMPO: EXTRAÑAMIENTO Y ENTRAÑABILIDAD EN LOS CUIDADOS DE LAS MADRES TRABAJADORAS Isabel Aler Gay Profesora Titular Sociología Universidad de Sevilla: ialer@us.es 1.- Introducción. “¿Agotada de tanto andar? Los antojos, las patadas, el marido, el embarazo en la vida moderna sigue siendo un suplicio. ¿Cansada del estrés acumulado? ¿Te preocupa que tú bebe reciba el impacto de tus cambios de humor? No sufras más. Las mujeres más modernas del siglo XXII ya se han pasado al útero artificial, el último grito en prestación y diseño. Con el útero artificial recuperarás tu espacio, volverás a tener tiempo libre y todo esto sin perder tu figura y sin repercutir negativamente en la salud de tu futuro hijo. Elige ya entre una amplia gama de colores y texturas y sácate ese peso de encima” Programa Redes: 31-06-20131 La dialéctica entre individualización y vinculación social está en el origen fundacional de la mejor teoría sociológica desarrollada como mapa científico para orientar la transformación social hacia el bienestar colectivo; es también la tensión social cotidiana que corporal-temporal-mente viven hoy las mujeres que desean transformarse en madres y deciden hacerlo. Las mujeres españolas, mayormente entre las nuevas clases medias, viven corporalmente la tensión de una doble tendencia entre el extrañamiento de una maternidad delegada (sin tiempo biológico reproductivo) y la entrañabilidad de una maternidad presencial (contra el tiempo tecnocrático productivo), respectivamente asociadas históricamente a las pautas y estrategias socio-culturales de las clases altas y de las clases populares. De hecho los conflictivos y acelerados cambios contemporáneos en la corporalidad y la temporalidad humanas están hoy encarnados y representados, sintomática y dramáticamente de forma inigualable por las transformaciones del sentido del tiempo de las madres trabajadoras2, cuyas poliédricas experiencias de maternidad en la sociedad española actual continúan errantes al colisionar contra un cerco normativo bipolar dominante que las excluye de representación colectiva, incluso en los cambiantes discursos hegemónicos que todavía hoy capitalizan más o menos conscientemente patrones estereotipados y bipolares de carácter sexista y clasista. El objetivo de esta aportación es comprender más en profundidad desde una perspectiva sociológica feminista crítica con un enfoque interdisciplinar y mediante el análisis sociológico de discursos, el lugar que ocupan las experiencias de corporalidad y temporalidad de las madres trabajadoras españolas en la evolución de los discursos hegemónicos sobre la maternidad desde el inicio de la transición política hasta hoy. La base empírica de las reflexiones que presento en este texto parte de numerosos testimonios de madres procedentes del amplio espectro de las nuevas clases medias españolas, compartidos como relatos autobiográficos orales y escritos en diferentes aforos, colectivos y redes sociales de mujeres y madres, tratados a lo largo de un proceso de investigación social participativa iniciado en el año dos mil sobre la relación entre ciencia, política, maternidad y movimientos sociales; se incluyen también datos procedentes del análisis inicial de algunas entrevistas en profundidad y grupos de discusión realizados en los últimos meses en el marco de la investigación colectiva Tracuvi3 sobre los cambios en percepción del tiempo de vida de la población española. 2.- Crisis sistémica y complejidad sociológica de la maternidad como proceso de transformación social entre la biología y la cultura. La maternidad continúa siendo el proceso que más afecta a las condiciones sociales de vida de las mujeres y éstas a la maternidad, en un camino de ida y vuelta a lo largo y ancho del ciclo reproductivo intergeneracional a pesar de que las co-razones4 de las madres (Aler, 1995) han sido políticamente marginadas de la memoria histórica colectiva. La opresión de la maternidad se halla en el origen de la encrucijada humana más crítica por la que atraviesa una civilización que considera un mérito la dominación cultural y material (científico-tecnológica y político-económica) de la vida y no su cuidado social, y pone en evidencia las limitaciones epistemológicas y las contradicciones políticas de un modelo de ciencia segregado que sin dejar de estar cuestionado continua siendo hegemónico. La sociología se ha convertido en una ciencia privada de vida, señala Edgar Morin (2000) quien denuncia abiertamente la expulsión de la vida fuera de las ciencias antroposociales “ser joven, viejo, mujer, niño, nacer, morir, tener padres, una familia, remiten solamente a unas categorías socioculturales que varían en el tiempo y en el espacio. El verdadero problema es superar el nivel de una biología sub-inteligente y de una antropología exangüe. Es urgente operar una soldadura epistemológica entre ciencias de lo vivo y ciencias sociales, pues todo acto humano es biocultural (comer, beber, dormir, defecar, aparearse, cantar, danzar, pensar o meditar): totalmente biológico y totalmente cultural”. Ciertamente la maternidad es un proceso social totalmente biológico y totalmente cultural y en ello anida la problemática científica que afecta a su investigación y definición sociológica. Al adentrarnos en el estudio de la maternidad como hecho social y desde las experiencias de las mujeres (Reich, 1996; Blázquez, 2007; Stadlen, 2010; Dubet, 2010) cobran relieve las limitaciones conceptuales de una ciencia que se ha orientado desde su origen hacia la comprensión global de su objeto, el comportamiento social, de la mano del viril e ilustrado proyecto burgués liberal para el desarrollo de una ciencia de la sociedad que segrega de la definición de su objeto de estudio la dimensión biológica humana, en gran parte como defensa contra el determinismo dogmático teológico-naturalista con que repicaba la contrarreforma católica. La creciente gravedad de la crisis sistémica socio-ambiental actual nos demuestra que lo social es el ámbito de interacción humana entre nuestra herencia biológica y nuestra herencia cultural en continua coevolución, y que segregar ocultando nuestra herencia filogenética desde las ciencias sociales o nuestra herencia sociogenérica desde las ciencias de la vida sigue siendo una decisión político-científica tan patológica vital y socialmente como paradójica culturalmente. La evidencia científica demuestra hoy que el ser humano no nace biológicamente y después se hace socialmente, si no que corporalmente se sigue gestando a lo largo de la vida pero que lo hace de forma específicamente intensa durante el embarazo, el parto-nacimiento, el inmediato puerperio, la exterogestación (primer año de vida como periodo crítico) hasta los tres años, es decir, antes, durante y después del parto (OSM, 2007, 2010). Sin embargo la representación social de la maternidad en contextos patriarcales ha sido configurada por un proceso histórico de dominación cultural y opresión social de carácter contra-intuitivo y contra-empírico con respecto a la fisiología de la maternidad, que ha resultado castrante y patológica para las mujeres tras ser esposadas para ser sometidas como madres (Lagarde, 2005). La legítima separación normativa entre sexualidad y reproducción ha supuesto una enorme liberación para la vida de las mujeres en sociedades desarrolladas (patriarcapitalistas) pero ha ido instituyéndose de tal manera que ha obviado el reconocimiento de otra sexualidad reproductiva que también existe y subsiste entre madres y criaturas, dejándola en un limbo en el que el patriarcado y el capitalismo en interesado maridaje han seguido durante décadas dirigiendo a sus anchas la vida de las madres sin que sus experiencias de resistencia al respecto tuvieran suficiente eco colectivo hasta muy recientemente al menos en la sociedad española (Aler, 2008). La fisiología de la maternidad es el gran tabú sexual desde el origen del patriarcado y continúa siendo objeto de un continuo, renovado y obsesivo intervencionismo mediante innovadoras tecnologías tan materiales como simbólicas que no tendrían sentido si no tuvieran como objetivo contrarrestar o neutralizar la emergencia de tanta evidencia contraria En realidad cada mujer gestante continúa generando inconscientemente una situación embarazosa patriarcalmente y cada parto-nacimiento fisiológico de una mujer parturienta de una criatura constituye potencialmente una amenaza si no es férreamente controlado porque puede desnudar las mentiras en las que se escuda el patriarcado (Rodrigañez, 1996, 2008). La maternidad es un complejo proceso social de transformación de las mujeres muy vulnerable porque vulnera la hegemónica ley patriarcal que postula la autoridad del Padre como único o principal creador-autor del mundo y somete la vulneradora capacidad de autoregulación biosociocultural de las mujeres al transformarse en madres. Al resultar vitalmente imposible que el secuestro cultural de la potencialidad fisiológica de la maternidad no deje corporalmente vestigios en las madres, son constantes las innovaciones aplicadas para remachar la custodia del proceso mediante una política que pontifica, dictamina o diagnostica sobre sus cuerpos y los de las criaturas (embriones y fetos) en nombre de ellas y al margen de ellas5, que anestesia sus cuerpos bloqueando sus recuerdos para impedir que se active una memoria corporal que no desaparece mientras haya vida. Los procesos de maternidad de las mujeres españolas son muy vulnerables tanto en los contextos androcéntricos de corte católico-militar (vestigios de dictadura) como de corte liberal-mercantil (vestigios de tecnocracia) porque vulneran sus respectivos patrones normativos sobre la constitución de la naturaleza humana. La fisiología de la maternidad no intervenida (sexualidad reproductiva auto-regulada biosocialmente) vulnera al patriarcado católico-dogmático anclado políticamente en un determinismo biologicista que cosifica teológicamente la biología humana (“el ser humano nace ya hecho” de padre-creador divino y de cuerpo femenino asexual e inerte), y también vulnera al patriarcado ilustrado-liberal anclado políticamente en un determinismo culturalista (“el ser humano no nace, se hace” de padre-patrón cultural). Nos podemos preguntar hasta dónde interesa imaginar sociológicamente que llegan las limitaciones de un modelo de ciencia en la conceptualización de la investigación (del trabajo de cuidados) de la maternidad de las mujeres, si los cimientos científicos y la prescripción de la agencia investigadora han sido y continúan siendo definidos de modo hegemónico por la distribución sexual moderna entre el trabajo como activo empleo remunerado y los cuidados como pasiva dedicación gratuita, entre padres expertos culturalmente ilustrados (padres de la ciencia y sus discípulos/as) en oposición a madres legas naturalmente cuidadoras cuya experiencia no es madre de la ciencia sino fundamento de su exclusión. La sublimación religiosa de la maternidad como tópico y delirio discursivo auto-legitimador del patriarcado6 (Aler, 1982) junto a la marginación política, la devaluación cultural y la explotación económica de las madres trabajadoras, son mecanismos histórico-sociales que retroalimentan la exclusión científica de sus experiencias como agentes en los procesos sociales (de investigación) de maternidad. La complejidad sociológica de (la investigación sobre) la maternidad se debe a las profundas contradicciones derivadas de la marginada centralidad (del trabajo) de cuidados sociales cotidianos de la vida humana (Carrasco, Borderías, y Torms, 2011), que desde sus orígenes realizan masivamente las mujeres a partir de la relación madre-criatura como matriz de lo social. Un trabajo de cuidados tan vulnerable como excluyente para sus protagonistas, tan necesario como obviado, tan continuo como invisible, tan sobrecargado como devaluado, tan gratuito como desprestigiado, tan generador de bienestar como de patología social. El análisis de la maternidad como hecho cultural y como proceso social es de una gran complejidad sociológica porque junto a la marginada centralidad sistémica y el desencuentro entre biología y cultura, presenta otras radicales contradicciones socio-culturales relacionadas: se trata de un hecho tan universal como diversos y vulnerables son los procesos sociales concretos de transformación de las mujeres en madres, que las empoderan y/o las incapacitan y en los que el sentido cultural hegemónico hacia la progresiva individualización de las mujeres colisiona con el sentido deseo de trascenderla, cuando emerge, pues al tiempo que la maternidad va siendo cada vez más una opción transformadora y no una obligación reproductora las mujeres afrontan o se enfrentan a viejos y nuevos mandatos culturales de género, lo que conduce frecuentemente al solapamiento de sumisión política e insumisión social en sus decisiones de maternidad. Además, el trabajo de cuidados cotidianos de maternidad es una de las realidades sociales que más solidaridad práctica y enfrentamiento ideológico genera entre las mujeres, al tiempo que son cuidados que generan bienestar y patología social tanto en las madres como en las criaturas debido a la brecha que existe todavía hoy entre los cuidados que dan y los que reciben las madres a pesar de los cambios sociales habidos en la mejora de la situación de las mujeres españolas. De hecho pese a la su creciente opcionalidad modal persiste machaconamente una genérica aunque cambiante bipolaridad discursiva sobre la maternidad que continúa dejando errantes gran parte de las experiencias de las madres. Con todo la definición sociológica de la maternidad aquí contemplada la describe como un vulnerable y complejo proceso social de empoderamiento y/o incapacitación de las mujeres, que acontece en la grave encrucijada actual entre la biología y la cultura humanas y que está centrado en la generación y el cuidado de los hijos/as a través de la relación de interdependencia biosociocultural que se establece entre madres y criaturas, de intensidad y longevidad variables, que están estructuradas según las relaciones de poder entre los géneros, las generaciones, las clases y grupos sociales y las etnias, y que refleja la desigual e injusta distribución social de la carga global de trabajo reproductivo en el tiempo de vida de las mujeres-madres y los hombres-padres, en los ámbitos domésticos, comunitarios y mercantiles. 3.- El trabajo de las madres durante la crítica transición democrática española: del sentido de un tiempo para el empleo hacia lo sentido en el empleo del tiempo. Si desde los comienzos de la transición democrática española durante los años 70 y 80 fue prioritario reivindicar políticamente y promover legislativamente un tiempo para el empleo de las mujeres a lo largo de sus trayectorias vitales (derechos civiles, educativos y laborales), a partir de los años 90 y 2000 surge otra prioridad política de hacer visibles y conocer las diferencias en el empleo del tiempo entre hombres y mujeres, debido a las consecuencias no queridas derivadas de la orientación predominante de las políticas de igualdad de género y bienestar social: la desigualdad que representa la doble presencia laboral doméstica y mercantil de las mujeres, la invisibilidad del trabajo de cuidados domésticos familiares, y la mayor carga de trabajo global por parte de éstas con respecto a los hombres. Las leyes para la conciliación (1999) y la igualdad efectiva (2007), entre otras, y la realización de las Encuestas sobre el Empleo del Tiempo (EET: 2002/3, 2009/10) contribuyen a dar respuesta política y científica a los nuevos retos planteados. En España la aceleración de la modernización económica desde el inicio de la transición democrática lleva a que las mujeres académicamente formadas, profesionalmente activas y ocupadas en las empresas públicas o privadas, sean auspiciadas como nuevo sujeto de la historia española en la Unión Europea hacia la recuperación de la normalidad democrática y el progreso económico. Un sujeto colectivo que inicialmente enmascara en público sus experiencias estresadas, absorbentes, delegadas o absentistas con respecto al trabajo de cuidados de maternidad, mientras se culpabiliza en privado y se resiente de ellas en ambos ámbitos. La contrapartida ha sido el correlativo descenso drástico de las tasas de fecundidad junto al aumento drástico del intervencionismo tecnocrático (clínico, educativo, mediático) en las decisiones de maternidad de las mujeres, caracterizando el cambio de la maternidad como hecho social en España como “menos hijos/as con más tecnología” (Aler, 2008, 2012) a pesar de que las mujeres declaran que les gustaría tener más hijos de los que tienen y relacionarse con ellos de formas alternativas a como lo hacen (CIS, 2003, 2006). Entre las mujeres españolas más jóvenes (Alberdi, 1999) se hace cada vez más evidente que la maternidad genera un proceso de incapacitación social para el ejercicio profesional porque éste exige cada vez más disponibilidad temporal incondicional incompatible con el absorbente trabajo de cuidados de maternidad. Así lo atestiguan los perfiles curriculares y biográficos más demandados en un mercado de empleo desregulado, precario y androcéntrico en detrimento de los derechos laborales de las madres trabajadoras, así como las estrategias de ocultación, de aplazamiento o renuncia a la maternidad por parte de las mujeres empleadas, y las correlativas a las estrategias tanto de penalización de la maternidad por parte de los empleadores, como de promoción del empleo y desproporcionada marginación del trabajo de cuidados y de la agencia investigadora de las madres trabajadoras por parte de las políticas públicas españolas. En este contexto de transición democrática que va desde la reivindicación durante las primeras décadas de tiempo para el empleo de las mujeres en el sentido de los cambios hegemónicos de las sociedades desarrolladas, hasta la reivindicación del durante las dos últimas de lo sentido en el empleo genérico del tiempo por las madres trabajadoras en la sociedad española, tres generaciones de mujeres se suceden y cohabitan con sus desmadres, enmadres y comadres (Aler, 2012) alternándose el liderazgo de la vanguardia política feminista y del movimiento social de mujeres para denunciar y posicionarse sobre la conflictiva relación entre ciudadanía y maternidad; posiciones discursivas y vitales interrelacionadas diacrónica y sincrónicamente que se comprenden mejor como estrategias interdependientes de empoderamiento social frente a la incapacitación política heredada, que perviven en la sociedad española actual y singularizan las mudables posiciones estratégicas de cada mujer según las circunstancias sociales materiales de su trayectoria vital. Así, en 1975 la muerte de Franco y la declaración por la ONU de año internacional de la mujer, aceleran una organización feminista en la que muchas mujeres eran militantes de la resistencia franquista en partidos políticos de izquierda (Nash, 2004; Varela, 2005). Entonces fue una prioridad feminista negarse a reproducir los modelos patriarcales de madres reivindicando el derecho a elegir libremente la maternidad y por tanto también a rechazarla creando centros de planificación familiar. Los desmadres de estas mujeres parten de su rechazo a convertirse en madresposas patriarcales (Lagarde, 2005) a la vez que exigen libertad para las mujeres todavía encarceladas acusadas por delitos sexuales (adulterio, aborto, prostitución), junto a la promoción de sus derechos reproductivos, educativos y laborales bloqueados y secuestrados durante la dictadura franquista. La investigación feminista priorizó el análisis y la denuncia de los perversos mecanismos de socialización patriarcal que logran que las mujeres deseen convertirse en madres esposadas y de la naturalización e invisibilidad del trabajo doméstico. A los desmadres de estas mujeres afines al feminismo de la igualdad, les debemos la insumisión básica: la negación de la maternidad como obligación y sometimiento al hombre. Con la incorporación progresiva a las instituciones educativas, académicas y laborales, como alumnas, profesoras e investigadoras y empleadas asalariadas, a partir de los años 80, las mujeres feministas, militantes y académicas de los estudios de género, coinciden en la necesidad de reivindicar la autoridad creadora de sus ignoradas predecesoras (literatas, escritoras, filósofas, científicas, artistas y políticas) y comienzan asimismo a rescatar del anonimato las relevantes contribuciones culturales de las mujeres en la vida cotidiana e historia social de España. Les une la necesidad de enmadrarse en torno al liderazgo cultural de las mujeres y reconstruir una memoria femenina devastada para recuperar la filiación como hijas simbólicas de una genealogía de mujeres a las que reconocen como creadoras de cultura (Rivera, 1990, 2005; Sau, 2004), y en cuyas obras y legados se rastrean otras miradas alternativas a la devaluada contribución atribuida hasta entonces a las mujeres patriarcalmente madresposadas. A los enmadres de estas mujeres afines al feminismo de la diferencia les debemos el reconocimiento y la memoria de las diferentes aportaciones de las mujeres como madres culturales en el sentido de creadoras de cultura. Las feministas de la igualdad y de la diferencia con sus insumisiones frente a la incapacitación social heredada que las anula políticamente, devalúa culturalmente y excluye científicamente- legan un reconocimiento político y cultural a las siguientes generaciones de mujeres como ciudadanas creadoras de cultura con derechos individuales propios sin la obligación de tener que transformarse en madresposas. Así, a partir de los años noventa diversos grupos y colectivos de mujeres continúan avanzando con sus testimonios de insumisión al reivindicar no sólo el derecho a no ser madre si no el deseo de maternidad como una opción matricial (entrañable y placentera) de mujeres que ya cuentan con voz propia, y salen a la búsqueda de sus voces como madres (investigan, exploran los vestigios de autoregulación biosocial en sus procesos de maternidad), que con pareja o sin ella deciden hacer efectivo su deseo de transformarse en madres libres, afrontando tradicionales y modernas contradicciones del trabajo de cuidados de maternidad mediante el acompañamiento social mutuo como comadres que se autorizan una recíproca escucha cualificada para expresar, narrar y compartir las ambivalentes emociones asociadas a sus vivencias en transformación, unas veces tan patriarcales y otras tan matriciales, dándoles visibilidad de forma colectiva. A estas mujeres afines al ecofeminismo y al feminismo de la equidad (igualdad de la diferencia) les debemos la reivindicación liberadora en la autoregulación de la fisiología de la maternidad, y el inicio del empoderamiento como madres que reconocen su agencia investigadora en el trabajo de cuidados. Las mujeres comadres más activistas son hoy hijas de una doble filiación feminista sin cuya amasada herencia -reconocimiento de la igualdad política y de la diferencia cultural heredada con respecto a los hombres y entre ellas- no hubieran podido reivindicar el sentido de su agencia investigadora acerca de lo sentido en el trabajo de cuidados de maternidad. Sin embargo, el imaginario colectivo patriarcapitalista tiende interesadamente a representar las relaciones materno-filiales de forma estereotipada y bipolar a través de la atribución de posiciones discursivas enfrentadas o incompatibles entre mujeres dependientes-madres entrañables y mujeres independientes-madres extrañadas (Badinter, 2010), que son proyectadas como déficit esquizoide sobre los grupos más activistas del movimiento social de mujeres, o de forma engañosamente idealizada sobre perfiles de supermujeres con mayor tirón mediático (políticas, empresarias, artistas y mujeres de la jet), cuando en realidad la tensión entre ambas posiciones la padecen la mayoría de las madres trabajadoras y empleadas, y significativamente las pertenecientes a las nuevas clases medias que son quienes se debaten más conflictivamente entre las estrategias de movilidad social de clase y de género a lo largo de sus trayectorias biográficas. |