descargar 0.94 Mb.
|
Grupos de Presión. Dentro de la política, y dentro de la raza humana, de ninguna manera se puede igualar a los desiguales, en consecuencia todos los hombres pensamos distinto, y en el mejor de los casos, casi iguales, pero jamás, absolutamente iguales, ni siquiera los gemelos lo hacen. Así nace la diversidad de opiniones y de ideas políticas, que aunados unos contra otros, nacen los grupos de presión, que por los motivos precedentemente expuestos, siempre existieron y siempre existirán, en cualquier tipo de régimen político, desde los mas autocráticos, a los mas democráticos. Ahora, nos dedicaremos a conocer los distintos Grupos de Presión, y sobre todo los más utilizados, identificando a los sujetos activos y los pasivos. Son sujetos pasivos de Presión, todos los funcionarios de todos los poderes del Estado y de los servicios públicos oficiales y de explotación privada, si excluir a los municipales de todos los niveles y jerarquías. Y consecuentemente, son sujetos activos de Presión, los partidos políticos, los sindicatos, la iglesia, los gremios de todas las especialidades, la prensa oral, escrita y televisada. Los sujetos pasivos que más presión reciben en los Estados Unidos de Norteamérica, son los Senadores y Diputados, como así mismo, el propio Presidente de la Republica y los Gobernadores. En nuestra querida República del Paraguay, los Sujetos Pasivos favoritos, son los Magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Publico, el Ministerio del Interior y la Policía, los Senadores y Diputados, el Presidente de la República y sus Ministros, los Administradores de los entes de explotación de los servicios públicos. Donde los grupos de presión fueron mas intensos, es sin duda alguna, en los Estados Unidos de Norteamérica, lo que llevo al Estado Federal y a los demás Estados, a establecer normas y reglas que limiten el accionar de los distintos grupos de presión, y sus operadores lobbistas, que con su accionar algunas veces interesado, pueden desviar el buen funcionamiento del régimen representativo. Pero era tan fuerte el accionar de los Lobbistas, que la Constitución del Estado de Georgia estructuró en el año de 1877, una norma que establecía que su accionar era delito. Otros Estados de Norteamérica, hicieron también legislaciones que ponían límites, sobre todo a nivel federal, como la de 1946, con su “Federal regulación of lobbyng act”, cuyas normas comprenden a toda persona, con excepción de los partidos políticos que por, o por interpósita persona (agente, gestor, empleado, etc.), directa o indirectamente solicite o reciba dinero u otro objeto de valor, con el fin de utilizarlo principalmente para influir en la aprobación o rechazo de alguna ley, por parte del Congreso. Debiendo las personas interesadas en la realización de dichos trabajos, inscribirse ante los secretarios del Senado y de la cámara de Representantes. Las Fuerzas Armadas Como Factor De Presión. El periódico “el Federalista” que circulaba en los Estados Unidos de Norteamérica, otorgaba a las Fuerzas Armadas la misión de defender las fronteras de la República, dentro de un régimen de carácter Constitucional, y obedientes al poder civil, o gobernantes elegidos legítimamente. Sin duda alguna, todos debemos de concordar, que las Fuerzas Armadas, en todos los países del mundo son un poder fáctico muy importante, que sin bien Constitucionalmente no constituyen un poder, su importancia en la vida política de las Repúblicas latinoamericanas y en la del Paraguay ha sido muy significativa. En nuestra Patria, las Fuerzas Armadas han trascendido a la Historia Política, por haber ejercido y ejercer una fuerte influencia sobre la conducción política. Pero conozcamos aquí, el deber ser, de las Fuerzas Armadas en el Paraguay, desde el punto de vista, de las Constituciones de nuestra Patria. Fuerzas, Factores e influencias de la dinámica política. Fuerzas. El que actúa como factor de movimiento, son las fuerzas y las influencias, etc. En sentido genérico, “fuerza” en política es todo agente o elemento que engendra el movimiento. El primer agente que con carácter de fuerza imprime movimiento a la política es el hombre. Decimos primero porque es el único agente “automotor” o autónomo, o sea, el único sujeto que tiene en si mismo fuerza propia para actuar como protagonista originario del quehacer político. Todos los demás elementos que, como fuerzas o como influencias, inciden en la dinámica política, reciben el impulso vital del hombre; sin el contacto con el hombre serían impotentes, carecerían de energía para causar efectos. Factores. En sentido amplio, podemos llamar “factores” de la actividad política a todos los motores, causas, influjos, condiciones, circunstancias, etc., que actúan o inciden en la política. Dentro de esos factores, algunos tienen el carácter de “fuerzas”, y otros el carácter de “influencias”. - Fuerza política es la energía que, derivada del hombre y del obrar humano, engendra movimiento; debe, pues, haber siempre uno o varios hombres como protagonistas de la actividad política. Fuerzas políticas son, entonces, el hombre individualmente considerado (fuerza individual; por ej.: un líder, un presidente de la república, un primer ministro), o el hombre agrupado (fuerzas colectivas; por ej.: un grupo de presión, un sindicato, el cuerpo electoral, un partido político). Fuerzas ‘políticas son también los motores de la actividad que, por detrás de sí o en su origen y formación tienen como sujeto a los hombres; por ej.: la opinión pública, la prensa, las ideas políticas, etc., Influencias. Otros factores no son propiamente fuerzas políticas, pero sí son “influencias”. Esas influencias, de por sí inertes, se conectan o ponen en contacto con los hombres y repercuten o gravitan en la política o en el régimen. Como ejemplo podemos citar: a) La influencia demográfica de la raza, de la nación, de la población, de la edad, del sexo, etc. Estas influencias provienen de elementos biológicos o preponderantemente biológicos; b) La influencia socio-sicológica de la cultura, la educación, la mentalidad política; c) La influencia geográfica del medio (mesológica), derivada de elementos coma el territorio, el espacio, el clima, la ubicación física, la estructura del suelo, etc.; d) La influencia económica surgida de los recursos naturales, la tecnología, los modos de producción y de consumo, la propiedad de los bienes de producción y de uso, la distribución de la riqueza, el dinero, etc. Enumeradas a modo de ejemplo las influencias, se advierte que el territorio, el clima, la economía, el factor étnico, etc., no son en sí mismos fuerzas políticas, no tienen actividad o energía propias; pero gravitan y condicionan el obrar político, e inciden en el elemento humano: el hombre les presta su fuerza, y recibe su influencia. El conjunto de fuerzas políticas está dentro del régimen político, componiéndolo, impulsándolo, haciéndolo dinámico. Y de las influencias, si bien no cabría decir propiamente que están dentro del régimen, se puede decir que lo hacen ser de un modo determinado, que son marcos que le sirven de encuadre, y que dan fisonomía al ámbito y a la convivencia sociales que se politizan en el régimen. Una vez que hemos trazado el panorama de conjunto de la dinámica política, y que dentro de él el factor ideológico queda ubicado como el nervio cultural de la dinámica política, el cuadro de conjunto ya deja paso al examen de las principales fuerzas políticas (partidos, opinión pública, factores de presión, etc.), y de los actos políticos fundamentales (sufragio, resistencia a la opresión, etc.). LA OPINION PÚBLICA La opinión pública política: naturaleza, sujeto y objeto de la misma. Entre los factores de la, dinámica política que tienen carácter de fuerza política se halla la opinión pública. Hemos de procurar un encuadre preciso de ella, dado lo sutil y hasta vago del tema. Ubicar a la opinión pública entre las fuerzas políticas es asignarle la energía propia de los factores que inciden en el quehacer político y en su dinámica. Pero eso no basta. En una aproximación mayor, hemos de decir que la opinión pública como fuerza política responde a la categoría de fuerza colectiva, difusa, no organizada, y consciente. No es demasiado fácil explicar, de aquí en más, la naturaleza y los caracteres concretos de la opinión pública. Para lograrlo, tenemos que descubrir qué significa el sustantivo “opinión” y qué significa el adjetivo “pública” que califica a ese sustantivo. ‘En parte, la dificultad apuntada proviene del hecho que sólo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se hace estudio científico de la opinión pública, no porque antes no haya existido, sino porque —como tantos otros fenómenos políticos (por ej.: la soberanía)— no fue objeto de atención dentro del conocimiento político. Nosotros vamos a analizar la opinión pública que interesa a la ciencia política, o sea, la opinión pública “política”, que es aquella opinión pública que se ocupa de la política, que opina sobre política (porque hay otras opiniones públicas que se ocupan de temas distintos: opinión pública literaria, comercial, deportiva, cinematográfica, etc.). De tal modo, nuestro enfoque versará sobre la opinión pública política. Opinión pública es el género, y opinión pública política es una de las especies. Para acercarnos al problema, empecemos por averiguar qué es opinión. Opinión es un punto de vista sobre algo; es un parecer, una toma de posición. Tal punto de vista tiene solamente una certidumbre relativa. Quien opina está privado de una certeza absoluta, a diferencia de quien cree algo o en algo. La opinión puede, por eso, diferenciarse de la creencia, que es mucho más sólida y segura. La opinión se considera discutible, y admite la confrontación con otras opiniones, y aún la réplica. La opinión no tiene a su favor ni la uniformidad ni la adhesión que colectivamente logra una creencia social. Pues bien: esa contingencia de la opinión lleva a afirmar que la opinión es un concepto, una idea, o a veces un juicio, formulados por el entendimiento con sujeción a un criterio de valor. Ahora tenemos que saber cuándo una opinión es pública, es decir, qué sentido tiene el adjetivo “pública”. Aquí se ha intentado dar tres respuestas posibles: a) unos dicen que tal o cual opinión es “pública” en raz6n del sujeto que opina; cuando quien opina es “el público”, la opinión es pública, lo que equivale poco más o menos a afirmar que opinión pública quiere decir opinión “del público”; b) otros dicen que tal o cual opinión es “pública” en razón del objeto sobre el cual se opina; cuando se opina sóbre algo que interesa a una generalidad indeterminada del grupo social —por ej. - sobre la política— la opinión es pública, con lo que opinión pública quiere decir opinión “sobre un asunto público”; c) los terceros sostienen que una opinión es pública, no por el sujeto ni por el objeto, sino por la forma y los caracteres de exteriorización que esa opinión tiene, es decir, por su naturaleza. Y en este tercer punto de vista parece radicarse la verdad. Una opinión es pública cuando no es privada. Y no es privada —sino pública— cuando es externa y notoria, cuando consta fehacientemente en un grupo social. Para ser externa y notoria, una opinión debe adquirir constancia y expresión sociales o colectivas, o sea, il6gar a conocimiento de todos y de cualquiera, de “la gente”. Ya explicaremos después por qué etapas ha de pasar una opinión para adquirir el grado de notoriedad y constancia que la hacen pública. Pero ya podemos advertir que una opinión es pública cuando por su naturaleza externa y notoria tiene publicidad. La calidad de pública está, entonces, en la propia esencia o índole de la opinión, y no en el carácter público del sujeto ni del objeto de esa misma opinión. Opinión pública y opiniones públicas. ¿Hay “una” opinión pública política, o hay muchas? Si tomamos gramaticalmente el título del tema “la opinión pública”, parece que hay una sola. Por lo menos, una sola opinión por cada objeto o materia: una opinión pública política, una opinión pública comercial, una opinión pública literaria, una opinión pública deportiva, etc. Sin embargo, el singular con que rotulamos el tema no tiene el alcance de significar que exista una única opinión por materia. También a veces hablamos en singular de “el partido político”, de “el sindicato”, de “el estado”, y todos sabemos que hay numerosos partidos, muchos sindicatos, pluralidad de estados. A la pregunta inicial contestamos, entonces, diciendo que hay muchas opiniones públicas políticas (como hay muchas opiniones públicas en cada uno de los otros objetos). Y por qué? Sencillamente porque también hay muchos grupos de opinión dentro del público, y porque dentro del mismo objeto hay multiplicidad de problemas, que pueden enfocarse y merecer soluciones desde puntos de vista diferentes. Si lo que llamamos “el público” político se forma de muchas partes que son otros tantos grupos de opinión, hay más de una opinión pública política por haber muchos sujetos que opinan. Y si lo que llamamos la política o el fenómeno político como objeto unitario, se multiplica realmente en infinidad de cuestiones y soluciones, hay más de una opinión pública política por haber muchos aspectos dentro de la política. Combinando sujeto y objeto, decimos que varios grupos de opinión pueden opinar distinto sobre un mismo problema, u opinar sobre problemas diferentes, u opinar lo mismo, etc. Todo esto se vincula con otra cosa que aclarábamos al principio. Si la opinión no tiene certidumbre absoluta, y si “lo opinable” admite comparación y réplica, cualquiera entiende que sobre la misma cosa puede haber opiniones que no concuerdan. El público político dividido en grupos de opinión que a veces discrepan y a veces coinciden, origina muchas opiniones públicas políticas. Que haya una sola o que haya varias, depende empíricamente de cada situación concreta. Pero lo que importa es destacar que siempre hay posibilidad de que existan numerosas opiniones públicas políticas en el seno de una misma sociedad o grupo social, y de que las más de las veces las hay. El sujeto, el objeto, y la propia índole “opinable” de la opinión, dividen y diversifican a las opiniones públicas políticas. El esquema que nos queda hasta ahora es el siguiente. La opinión pública política es: a) una “opinión”, definida como concepto, idea o juicio formulados por el entendimiento con sujeción a criterios de valor; b) una opinión “pública”, fundamentalmente porque es externa y notoria, porque consta y llega a todos mediante un conocimiento y una difusión generalizados colectivamente; y e) una opinión pública “política”, porque el objeto sobre el cual se opina se refiere a la política. La opinión pública política adquiere los rasgos señalados cuando el sujeto que opina es un grupo de opinión dentro del público político, y porque el objeto atañe a toda la comunidad organizada. Dentro del público político genéricamente considerado, que a través de los grupos de opinión opina concretamente sobre la política en forma pública, hay pluralidad potencial de opiniones públicas políticas, similares o distintas, Nacimiento, difusión y formas de expresión de la opinión pública. Sabiendo ya quién opina (sujeto), sobre qué opina (objeto), y cómo opina (naturaleza, forma y caracteres), pasamos a examinar el nacimiento, la formación, la difusión y la comunicación de la opinión pública. El proceso va desde las fuentes donde se engendra, hasta la recepción en el grupo social donde, se encarna, se difunde y actúa como fuerza política. Esas etapas pueden dividirse de la siguiente manera: a) primero surge un problema político; diríamos que, potencialmente, la existencia del estado y del poder, así como la propia actividad política, suministran cuestiones permanentes que en el seno de la sociedad incitan o provocan a opinar; |
![]() | ![]() | ||
![]() | «leyes de la herencia». Sus observaciones le permitieron acuñar dos términos que siguen empleándose en la genética de nuestros días:... | ![]() | «leyes de la herencia». Sus observaciones le permitieron acuñar dos términos que siguen empleándose en la genética de nuestros días:... |
![]() | ![]() | ||
![]() | ![]() | ||
![]() | ![]() |