El derecho político, su historia y sus conceptos fundamentales




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EL NACIONALISMO.

El nacionalismo, ha hecho su propio mito político. La doctrina del nacionalismo corresponde a la historia política. Acá sólo recordaremos que en la base del nacionalismo se ha sentado la ideología equivocada de que cada nación tiene una empresa o vocación a cumplir mediante su incorporación a un Estado que la convierta en entidad política, que la engrandezca, que exalte su misión histórica, que preserve sus valores, etc.

Y eso conduce a una suerte de resentimiento u odio frente a hombres de otra nacionalidad dentro del Estado como tolerando su presencia a condición de que se asimilen al grupo mayoritariamente nacional, o de que no lo perturben. Y con eso se olvida que la población de un Estado no se forma con nacionales sino con hombres; que el bien común sea bien de toda la comunidad, y no de una parte, aunque tal parte es la más numerosa; que los fines nacionales no entran en los fines del Estado.

La creencia irracional en la superioridad de una nación deviene en persecución, en imperialismo, en mito. Hitler y Mussolini asumieron ese mito, suponiendo que el Estado totalitario debía encarnar a la nación, y que por un proceso de metamorfosis la nación había de alcanzar destino universal es el Estado. La desviación del nacionalismo es una fuerza espuria o ilegítima que frena al humanitarismo universalista; que retarda las formas de integración y organización internacionales; que enfrenta a los hombres como enemigos; que destruye la solidaridad y la fraternidad entre pueblos, Estados e individuos; que enardece pasiones emociones de baja calidad; que encandila hasta los estudios científicos con realidades inexistentes o deformadas.

LA NACIÓN PARAGUAYA Y SUS ORÍGENES. (FUNDAMENTACION SOCIAL)

Con relación a la Nación, también tenemos muchas definiciones, todas contrapuestas, pero primero daremos la nuestra y posteriormente, las de los demás autores, en razón, de que la gran diversidad de opiniones, confunden a los lectores. En consecuencia, para la cátedra, la Nación es: ‘El conjunto de habitantes, con uno o más idiomas, una o más religiones, una comunidad de intereses económicos, unidad étnica, con fundamentaciones espirituales integracionistas, y orgullosa de sus glorias emancipadoras”.

Y como resultante de esta definición, concluimos que la Nación Paraguaya, nació de la fusión de las razas, guaraní y española, cuyas fronteras étnicas, eran mucho mas dimensionadas, que el Paraguay Colonial y que el Paraguay Independiente. La Nación, es definidamente una comunidad y no una sociedad, pero es la más rica e importante comunidad, que ha surgido en el seno de nuestra civilización, observando que en la controversia, que históricamente se ha entablado entre, la Nación y Clase Social, la triunfadora siempre fue la Nación.

La conciencia, el ambiente etiológico y la raíz genética, imprimen en las personas individuales, una determinada manera de sentir y de pensar, acostumbramientos comunes, símbolos y signos culturales, y consecuentemente poco a poco, va emergiendo una Conciencia Nacional.

El paradigma, es el medio Cario Guaraní, así como la génesis cobriza y la cultura neolítica de aquella mezcla operada lentamente, con la progenie hispano visigótica y su ascendencia Histórica Medieval. Ese conjunto de realidades étnicos-sociales, por su parte, comenzaron a inscribirse, como proyecciones de aquel ambiente, sobre las conciencias individuales, habiendo a la larga surgido de allí, la Conciencia Nacional Paraguaya, natural consecuencia de las mencionadas aportaciones históricas.
LA NACIÓN Y EL ESTADO. NOTAS DIFERENCIALES.

La sinonimia entre los conceptos de nación y Estado, es inadmisible, no sólo en sentido jurídico, sino también político e histórico.

La nación es el conjunto de familias unidas por vínculos naturales de raza, idioma, religión, costumbres, tradiciones y cultura, asentadas en un territorio determinado, con unidad de pensamiento hacia un destino común. Sus elementos constitutivos son tres: la población, el territorio y la conciencia nacional. Se entiende por ésta, la unidad moral resultante de los diversos factores naturales y espirituales que determinan su formación y se manifiesta en la comunidad de ideales.

En cambio en Estado, es la organización jurídica de un pueblo, bajo poder soberano que se ejerce en un territorio determinado. Es decir, el Estado es una forma de la humana sociedad jurídicamente organizada. El orden jurídico tiene su base sociológica en dicha organización específica, dotada de poder soberano para la creación y aplicación del Derecho. Los elementos constitutivos del Estado son tres: la población, el territorio y el poder. Los dos primeros de naturaleza material, son presupuestos necesarios de hecho; el tercero es de naturaleza formal.
De la comparación entre los conceptos de nación y Estado, derivan las notas diferenciales siguientes:

a) La nación, en general, es anterior al Estado y éste constituye la organización político-jurídica de aquélla;

b) Pueden existir naciones diversas dentro de un mismo Estado. En cambio, hay Estados que poseen sólida base nacional, por ejemplo: el Paraguay, España, Francia, Brasil, el Japón, etc. También puede existir un Estado sin base nacional. Así, la Ciudad del Vaticano es un Estado creado por un acto jurídico de Derecho público, que carece de base nacional propia. Lo cual es incompatible para determinar el surgimiento de una nación;

e) La creación de un Estado, puede lograrse mediante un proceso fulminante: la victoria militar que pone fin a una guerra o revoluciones. También por medios no violentos, consistentes en la celebración de actos jurídicos expeditivos, como la venta o cesión de territorios a otro Estado; un pacto entre pueblos para constituir nuevo Estado. Una nación no puede formarse ni destruirse, sino por un proceso lento y progresivo, que, no es la creación de un hombre;

d) La nación abraza en su totalidad las variadas manifestaciones de la vida social; el Estado se circunscribe a la función jurídica.
HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS: VIDA Y OBRAS DE PLATÓN, ARISTÓTELES, SAN AGUSTÍN, SANTO TOMÁS, MAQUIAVELO, HOBBES, LOCKE, MONTESQUIEU. ROSSEAU, CARLOS MARX, LENIN, (EL FASCISMO Y EL NACIONAL – SOCIALISMO, ver BOL. 18)
SOCRATES

Sócrates y sus filósofos inspiradores, Homero, Pitágoras y Herodoto, fueron los primeros en expresar, cantar y divulgar las formas iniciales del Estado, con sus implicancias y la génesis del poder de los Reyes y Príncipes de la época. Si bien Sócrates, no dejo por escrito sus pensamientos políticos, éticos y morales. Platón, él mas encumbrado de sus alumnos, si lo hizo, legando a las generaciones sucesivas, sus ideas sobre las formas y formas, de ordenar y dirigir a los pueblos, las sociedades y las naciones.

Otro de los grandes filósofos de la antigüedad, Jenofonte, también alumno de Sócrates, nos transmite uno de los más grandes y vigentes pensamientos de su maestro: “Los gobernantes no son aquellos que llevan un cetro ungidos por la violencia o la suerte, o aquellos a quienes han favorecido la elección de gobernar una muchedumbre ciega, sino quienes saben gobernar”.

Sobre el mismo punto, también Platón, pone en los labios de Sócrates, uno de sus pensamientos más importantes: “El absurdo de que los hombres sin cultura política se crean capaces de ejercer el gobierno, que por algo quienes quieren saber tocar la citara o la flauta, poseer cualquier arte, o aún, aprender la equitación necesita de alguien que les enseñe y eduquen”. En cambio, en Atenas todos se creían políticos, y capaces de gobernar a los demás, afirmando que la más delicada e importante de las ciencias, la política, o “arte de los reyes”, como decía Platón en el “Entidemo”, “No podía adquirirse sin el estudio.”

Sócrates, también sentenciaba: “Que si bien corresponde a los ciudadanos más capaces conducir el Estado, corresponde también al Estado, la conducción de sus ciudadanos”. Para continuar diciendo, “Que el principio supremo de gobernantes y gobernados, es la justicia”. La ley debe estar inspirada en la verdad; ha de contener un precepto y una sanción; pero debe participar de la inmutabilidad y eternidad de lo que es verdadero, dice platón en “Minos.”
PLATON

Como todo profesor influye en el alumno, Sócrates también influyo en Platón, aunque éste tuvo ideas propias, y a veces muy diferentes. Platón nació en Atenas, en el año 427 antes de Cristo, 88 de las olimpiadas griegas, y recibió una educación similar al que se daba a la nobleza, compuso poemas y tragedias, para posteriormente pasar a colaborar intensamente con Sócrates, pero cuando este último fue perseguido, y luego condenado a muerte por los poderes fácticos de la época, que no podían consentir su fama, inteligencia y gloria. Platón se ausento de Grecia y recorrió parte del mundo, para luego, al regreso a la madre patria, cuando contaba con cuarenta años, fundar un centro de estudios que denomino: “La Academia”, por estar instalado en un monte llamado “Academos”, de allí deriva toda denominación, institucional y educacional, de nivel primario, secundario, o terciario.

Sin embargo, hoy, a más de dos mil años de la muerte de Sócrates, dispuesta por la “ley del imperio”, por defender el principio de que: “las ideas no delinquen”, y tratar de imponer la vigencia del: “el imperio de la ley”, nadie puede sostener que, tanto en el Paraguay, como en gran parte del mundo, las premisas socráticas tengan una sustentación, nada más que relativa. Pero, Sócrates no muere solo, con él mueren también, y por mucho tiempo, la justicia, la moral, la ética, el amor y respeto al prójimo. Platón, desde el monte de los “Academos”, impartía sus enseñanzas a sus alumnos y oyentes ocasionales, que se situaban en el pasto, o montados en los troncos de los árboles, sobre lo que debía entenderse por Justicia, Ley, República, Estado, Gobierno, etc.

Una de las primeras obras de Platón, fue: “la República”, donde el escritor manifiesta que en la vida humana, las ideas y los pensamientos, anteceden a lo práctico, o a lo real. Según él, las ideas son inmateriales y eternas, por oposición a las realidades materiales, que son corpóreas y temporales, para continuar diciendo: “Cada una de las ideas es perfecta, pura, sin mezcla alguna”. Cada una es modelo, el ejemplo eterno del que las cosas múltiples y variadas, son imitación imperfecta’. “Solo son plenamente hermosas y virtuosas, las ideas de la belleza y de la virtud”, y según el gran politólogo argentino, Mariano de Vedia y Mitre: “Este mundo de las ideas, creado por Platón, es un reino espiritual, situado mas allá del mundo sensible, que solo el pensamiento pudo contemplar, y que el alma humana, ha podido conocer antes de encarnarse en un cuerpo”. Platón llama “participación”, a la relación de las cosas con las ideas, para continuar diciendo: “El hombre participa de la belleza y la virtud, pero no es la belleza, ni la virtud”. Y es precisamente, en su obra “La República”, donde Platón equipara él término “República”, a la palabra “Estado”, trabajo que comprende diez libros, de los cuales estudiaremos únicamente los más importantes.

En el tomo uno, plantea el tema de la: “Justicia”, tan actual hoy, como hace dos mil quinientos años, mencionándosele a Sócrates, para refutar la idea de “Trasimaco”, de que la fuerza “crea el derecho y la justicia”. Pero según Platón “la justicia es virtud propia del alma; “por eso el alma injusta vivirá mal, el alma justa vivirá bien y dichosa”. Siempre según Platón”, la suerte del justo es más deseable, que la del hombre injusto.” En el segundo libro, Platón estudia la justicia en si misma, sin ocuparse de su lado positivo o negativo, donde Sócrates caracteriza a la Justicia en el Estado, como la armonía de las clases sociales y en el hombre como a armonía de las partes del alma. Siempre con Platón, en su libro segundo y tercero, donde se propone las bases de la organización de un Estado regulado por la Justicia y dentro del contexto del Estado.

En otro orden de cosas, Platón no cree que debe formarse un ejercito que integren todas las clases sociales, como en el Paraguay desde la Independencia el 14 y 15 de mayo de 1811, sino que en él ejercito, sus integrantes deben ser profesionales, y cada ciudadano ha de ejercer una sola profesión, para que pueda perfeccionarse en ella. Pues si un zapatero, fuera también labrador, tejedor y albañil, seria un mal zapatero, labrador, tejedor y un mal albañil. Igual caso ocurriría, si el soldado, también se dedicara a otras actividades.

Por tanto, Platón expone: “La ciudad requiere de guardianes, que no sean otra cosa que guardianes, adornados con virtudes, como la sagacidad, para descubrir al enemigo, velocidad para vencerlo, y coraje para someterlo”. El Estado, según Platón: “Hará propicia la educación del cuerpo por la gimnasia, y del alma por la música.”“Mente sana en cuerpo sano”, “como también el Estado se desinteresará por aquellos, cuyos cuerpos estén mal constituidos, y los dejará perecer, y condenara a muerte a quienes muestren tener un alma perversa e incorregible”.

Desde el punto de vista sociológico, Platón divide las clases, en tres tipos: “la de los gobernantes, la de los guerreros, y la de los labradores y artesanos”. Para continuar manifestando, que todos los ciudadanos de un mismo Estado son hermanos, pero el Dios que los ha formado, puso oro en la composición de aquellos destinados al gobierno, plata en la de los guerreros, y hierro y cobre, en la composición de los labradores y artesanos”

Con relación a la ética y la moral, en el quehacer del servidor del Estado, Platón en la ultima parte del libro tercero, sugiere que: “a fin de evitar que los gobernantes pusiesen sus intereses personales sobre los del Estado, y se convirtieran en déspotas, ellos debían de carecer de bienes de fortuna y de toda riqueza personal, debiendo vivir en casa común, tener mesa común y no poseer, ni oro, ni plata. Entendiendo que el oro y la plata, debían los magistrados atesorarlos en el alma”. “Estando la subsistencia de los nombrados, asegurada por los gobernados, quienes no debían ser demasiado ricos, para no caer en la malicia, ni demasiado pobres, para no poder por su indigencia adquirir su medio de trabajo”.

En la tercera parte de la “República”, que comprende los libros y, VI y VII, se desarrolla el pensamiento platónico sobre la comunidad de bienes de las mujeres y los niños. Para platón la mujer puede estar tan capacitada, como el hombre, para dirigir los destinos del Estado y su educación ha de comprender también la gimnasia y la música. También para Platón: “la mujer, solo es distinta al hombre, en cuanto éste engendra y aquélla alumbra, y por su mayor debilidad física; pero fuera de estas diferencias, tiene las mismas aptitudes del hombre, y aun lo superara según los casos, en las diferentes actividades”. Para Platón: “las mujeres guardianas han de ser comunes a todos los hombres guardianes. Ninguna mujer viviría exclusivamente con ningún hombre y los niños serán también comunes, de modo que ni el hijo, sabría quien fue su padre, ni el padre quien fue su hijo”.

En su obra “Las Leyes”, Platón estima que éstas son necesarias e indispensables en el Estado y mediante ellas, podrá realizarse el bien general. Nada tan actual como sus milenarias palabras: “el hombre gobierna y debe gobernar mediante las leyes y ninguna persona humana puede estar sobre ella”.
ARISTOTELES

Nació y vivió, en el siglo cuarto antes de cristo en Grecia en el año 280, y siendo muy joven fue a Atenas, e ingresó a la “Academia” de Platón, donde su maestro ejerció sobre él, una gran influencia, pero no absoluta, sino relativa. Su misión era perfeccionar las propuestas sociales, políticas, éticas y morales de Platón. En el año 343, el Rey Filipo de Macedonia fue a Grecia, e invito a Aristóteles a ocupar el cargo de educador de su hijo Alejandro, que contaba en ese momento 13 años, el que con sus sabias enseñanzas, consejos y orientaciones, de carácter político y estratégico, en poco tiempo se convirtió en un tan gran Emperador, tanto, que mereció el nombre de Alejandro el Magno. Pero, Alejandro Magno, aun en sus viajes de conquista por el mundo, jamás se olvido de su maestro Aristóteles, a quien remitía sistemáticamente, todo libro, mapa, plano o información que cayera en sus manos.

Cuando Aristóteles, después de un tiempo, se reinstalo en su Grecia natal, fundó su escuela, en un pequeño monte consagrado a “Apolo”, denominado “Liciano”, la que con el tiempo tomo el nombre de “Liceo”, en homenaje al lugar donde estaba asentado. En su Liceo, Aristóteles, siempre acompañado de sus alumnos y colaboradores, concentro en su instituto miles de manuscritos y textos de su propia producción, a las que hay que sumar, las que, de todos los lugares conquistados y saqueados, le remitía Alejandro Magno, con lo que se creó, lo que más tarde se dio en llamar: “La gran biblioteca”, base del: “Museo de Alejandría”.

Fue entonces Aristóteles, uno de los filósofos, sociólogos y politólogos, más productivos dentro de nuestra “Historia de las ideas políticas”. Sus obras, infelizmente muchas de ellas pérdidas, nos dan una idea de su gran sabiduría. Pero entre las que milagrosamente se han salvado están: “los seis tratados de Lógica, nominados también “organón”, en razón de que Aristóteles concebía a la “Lógica”, como el órgano de toda ciencia, los ocho libros de física, de meteorología, de zoología, el tratado de los colores; la acústica, la botánica, la mecánica.

Pero, no hay duda alguna de que Aristóteles, dentro de una producción tan basta y por sobre todo heterogénea, siempre prefirió a la Ciencia Política, a la que consideró básica para lograr relativamente, el bien del hombre. Siendo necesaria la agrupación y organización natural de la Polis, o Estado. Aristóteles, habla del Estado dentro de las Ciencias Políticas, otorgándonos sus ideas y sus pensamientos, sobre su origen, su forma de gobierno, las funciones, sus fines y sobre todo sus limitaciones. El Estado, era para Aristóteles primariamente la “polis”, pues en esa época era la organización política vigente.

Defendió también este insigne griego, la vida dentro de una pequeña comunidad, sin referirse, que se conozca, a las formas del Estado dentro de una gran extensión territorial, para continuar sentenciando: “ el Estado es un hecho natural; el hombre es por su naturaleza un animal político, destinado a vivir en sociedad y el que no forma parte de ninguna Polis, “Es una bestia o un Dios”, y por nuestra parte podemos hoy agregar, que el hombre no es bestia, ni Dios, es hombre por sobre todas las cosas, con sus virtudes y sus grandes defectos.

Por otro lado, Aristóteles en su libro segundo, encara las formas ideales del Estado que otros politólogos o filósofos propusieron, como también las constituciones y las leyes de mayor significación. Principiando con la “República” de Platón, para hacer una profunda critica al “Comunismo”, allí propiciado. Rechazando asimismo, las doctrinas revolucionarias de Platón, que no podían ser aceptadas por Aristóteles de tendencia conservadora, y siempre ajustada a la realidad. El principio de la unidad platónica del Estado, no tiene base sustentable para Aristóteles, y es por sobre todo destructivo. Para Aristóteles, “la unidad política esta lejos de ser lo que se imagina, y lo que se presenta como el bien supremo del Estado, seria su ruina”.

Expone Aristóteles en su libro tercero, la definición del Estado, siendo para él, “Un cuerpo de ciudadanos que posee todo lo necesario para satisfacer las necesidades vitales de la población, integrada también, por quienes no tienen Derecho de ciudadanía.” Todo Estado según él, sufre un perpetuo cambio, más que por la muerte y nacimiento de sus ciudadanos, por los cambios de Constitución, pues siendo una asociación de ciudadanos que se rigen por leyes supremas, cuando ellas se modifican el Estado ha cambiado de forma, pero sigue siendo el mismo. Es lo que sucede con la armonía, dice Aristóteles, en la que los mismos sonidos, pueden tener el tono dorico o el tono frigio.

En lo que hace relación a las formas de Gobierno, nuestro politólogo 0pta por establecer “que el Estado, puede estar en manos de un solo individuo, de una minoría, o de la masa en conjunto de los ciudadanos. Y cuando las Constituciones aseguran el ejercicio del Gobierno, en beneficio de la comunidad política, las llama pura. Y cuando los depositarios del poder lo ejercen exclusivamente para su bien personal, las llama impuras”.

En el libro tercero, al hablar de las formas de Gobierno, Aristóteles confiesa, “que no puede dar formulas absolutas, pues depende de cada pueblo”. “Si un pueblo halla un hombre superior a los demás por su virtud, no vacila en dar la solución: para ese pueblo, en ese momento dado, la mejor forma de Gobierno será la Monarquía. Si un pueblo con cualidades suficientes para tener la Constitución que corresponde a hombres libres, puede soportar la autoridad de ciertos jefes llamados por su merito a gobernar, deberá adoptar la forma aristocrática, y un pueblo republicano, es aquel en que por su naturaleza, todos los ciudadanos son guerreros, y saben naturalmente obedecer y mandar, conforme a una Ley que asegure a la clase pobre, la parte de poder que le debe corresponder”.

Y aquí es, donde Aristóteles se inclina a favor de la Monarquía, sobre todo cuando aparece un hombre superior, pues según él, es más fácil que se halle virtud suprema en un hombre, y no en varios.

El Aristóteles sociólogo, también se manifiesta por intermedio de sus libros y escritos, sentenciando que: “en toda polis se hallan tres clases sociales: los ricos, los pobres y aquellos que no son ni ricos, ni pobres y que constituyen la clase medía”. Dado que la moderación y el término medio, son en todas las cosas lo mejor, en esta materia será una condición mediana, la más conveniente de estimular y propiciar. La riqueza extrema lleva a los hombres al orgullo y a cometer los mayores atentados, la pobreza en cambio, inclina a la perversidad. Las dos clases extremas son igualmente peligrosas. El rico no sabe obedecer; el pobre no sabe mandar, solo obedecer como un esclavo. Entonces, no se ve en el Estado más que señores y esclavos, y ningún hombre libre. De un lado celos y envidia; del otro, vanidad y altanería”. Luego de estas consideraciones de Aristóteles, tan sabias y actuales, hace un elogio de la clase medía y concluye que. El Estado estará necesariamente mejor gobernado, cuando la mayoría de los ciudadanos disfruten de una fortuna modesta, pero suficiente para atender todas sus necesidades.”

También Aristóteles se ocupo de estudiar la división de los poderes del Estado: el Ejecutivo, el Judicial y el Parlamentario o Legislativo. Haciendo hincapié en que estos elementos, debían de estar armonizados, para que exista un equilibrio en su actuar. Manifestando que “la asamblea deliberante debía resolver sobre la Paz y la Guerra, celebrar Tratados, hacer las Leyes y tomar en cuenta a los Magistrados. Examina Aristóteles, si tales atribuciones deben conferirse a algunos ciudadanos solamente, o a toda la masa popular. Recomendando lo último, y termina declarando, que esa asamblea deliberante, es el poder verdaderamente soberano en el Estado”.

De los pensamientos e ideas de Sócrates, Platón y por sobre todo Aristóteles, podemos nosotros colegir, que un buen Gobierno dentro de un Estado justo, es aquel que otorga a sus ciudadanos lo suficiente para atender su salud y la de su familia, lo suficiente para su educación, un trabajo digno y lo necesario para una prudente recreación. Asimismo, podemos manifestar que en los años que hoy nos toca vivir (2008), los parámetros fundamentales de la justicia consisten en que: la primera libertad del hombre, es la salud, y la primera esclavitud la enfermedad, la segunda libertad es la educación y la segunda esclavitud es la ignorancia y la tercera libertad es tener un trabajo digno y la tercera esclavitud es el desempleo. De acuerdo a las premisas arriba expresadas, ningún buen Gobierno debe dejar de lado, los grandes objetivos nacionales: salud, educación, trabajo digno, y seguridad.
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