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Altillo.com Sobre los mecanismos psíquicos de los fenómenos histéricos (1893) Charcot (Histeria Traumática): Un trauma para devenir histérico tiene que ser grave, que conecte con una representación de un peligro mortal, pero no debe cesar la actividad psíquica. Debe tener una relación con una parte del cuerpo. En el ataque se repite la escena del accidente. La parálisis histérica también puede ser efecto de sugestión verbal por medio de hipnosis. Para que una escena produzca una parálisis el enfermo debe estar en un estado mental hipnoide, similar al de la sugestión traumática. Para estudiar la histeria no traumática es necesario poner a los enfermos en estado hipnótico, y preguntar por el origen de los síntomas. Tras los fenómenos histéricos se esconde una vivencia teñida de afecto, que determina unívocamente el síntoma. Si se equipara esta vivencia teñida de afecto con la traumática, se arriba a la conclusión que existe una total analogía entre la parálisis traumática y la histeria no traumática. Casos: Anna O. (contractura en el brazo), Emmy von N. (chasquido de la lengua). A menudo una ocasión sola no alcanza para fijar un síntoma, pero si se presenta varias veces con un cierto afecto, luego se fija y permanece. La determinación de un síntoma por el trauma psíquico consiste en una referencia simbólica de éste. Por ejemplo, en el caso Cäcilie, que sus dolores de cabeza se produjeron cuando su abuela la “penetró” con la mirada. Existe un propósito de expresar el estado psíquico por uno corporal, y la lengua ofrece los puentes. Toda histérica es traumática en el sentido de trauma psíquico. Y se pueden estudiar los fenómenos histéricos siguiendo el mismo esquema de la histeria traumática. Si se consigue llevar al enfermo hasta un recuerdo bien vívido, queda gobernado por un afecto y si se lo constriñe a expresarlo en palabras, a la vez que produce un afecto violento, vuelve a aparecerle muy acusado aquel fenómeno de los dolores y el síntoma desaparece (cuando cesa la causa, cesa el efecto). Permite vivenciar la escena por segunda vez, y completar la reacción, aligerándose del afecto de la representación que estaba estrangulado. Este es el método catártico. El recuerdo ha conservado su pleno afecto. Si un ser humano experimenta una impresión psíquica, se acrecienta en su sistema nervioso una suma de excitación, por vía sensorial, y su empequeñecimiento se produce por vías motrices. La reacción adecuada es descargar cuanto le fue cargado, es decir la acción. Si la reacción está totalmente interceptada, el recuerdo conserva su afecto, y este padecer es una mortificación tolerado en silencio. Toda vez que el afecto no se pudo abreaccionar, él puede convertirse en trauma psíquico. Ya sea que la ofensa se tramite por representaciones contrastantes evocadas en su interior o no, el afecto adherido es susceptible al desgaste y sucumba al olvido con el paso del tiempo. En el histérico, en cambio, hay unas impresiones que no se despojaron de afecto, y ocupan una posición excepcional frente al desgaste. El histérico padece de unos traumas psíquicos incompletamente tramitados o abreaccionados. Las condiciones bajo las cuales los recuerdos devienen patógenos son: representaciones tales que el trauma fue grande, y el sistema nervioso no pudo tramitarlo; el contenido imposibilita o simplemente la persona rehúsa la reacción. Otro grupo de casos son ínfimas pero cobran alta significatividad por sobrevenir en momentos de una predisposición patológicamente acrecentada (autohipnosis), en el que no puede dar trámite asociativo a la representación. Hay una conciencia doble que inclina a la disociación y al surgimiento de estados anormales de conciencia. Neuropsicosis de defensa (1894) I. Enlace inteligible entre el mecanismo psicológico entre fobias, representaciones obsesivas y la histeria. Son de defensa por el intento de reprimir una representación inconciliable. El complejo sintomático de la histeria, justifica el supuesto de una escisión de la conciencia con formación de grupos psíquicos separados. -Janet: la escisión de conciencia es un rasgo primario de la alteración histérica, debido a la endeblez innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del campo de conciencia. -Breuer: condición de la histeria es el advenimiento de estados hipnoides, oníricos, aptitud limitada para la asociación, la escisión de conciencia es secundaria, adquirida. Se produce en virtud de que las representaciones que afloran están segregadas del comercio asociativo con el resto del contenido de conciencia. Esta es una de las formas de histeria en las que la escisión de conciencia no es primaria. Las otras son: -Histerias de defensa: La escisión del contenido de conciencia es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo; -Histerias de retención puras: se interceptó la reacción frente al estímulo traumático, y luego serán tramitados por abreacción. Histerias de defensa: Sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones, una vivencia que despertó un afecto tan penoso que decidió olvidarla, no pudiendo solucionar la contradicción que le oponía. Nacen del vivenciar sexual, e intentan ahuyentarlo o sofocarlo. Ese olvidó no se logró y llevó a diversas reacciones patológicas que provocaron una histeria, representación obsesiva o psicosis alucinatoria. También se necesita una predisposición patológica. El camino de la sofocación al síntoma trascurre en la tarea del Yo defensor de tratar como no acontecida la representación inconciliable, pero como la huella mnémica y el afecto están ahí, no se los puede extirpar, una solución es convertir esta representación intensa en una débil, arrancándole el afecto. En la histeria el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a o corporal la suma de excitación (conversión). Puede ser total o parcial y sobrevendrá en aquella inervación que mantenga un nexo con la vivencia traumática. El Yo queda exento de contradicción, pero queda un símbolo mnémico, que habita la conciencia, sea como una inervación motriz irresoluble o como una sensación alucinatoria, y permanecerá hasta que sobrevenga una conversión en sentido inverso. La Huella Mnémica de la representación reprimida no ha sido sepultada sino que forma el núcleo de un grupo psíquico segundo. Una vez formado en un momento traumático ese núcleo para una escisión histérica, su engrosamiento se produce en otros momentos traumáticos auxiliares, toda vez que una impresión de la misma clase aporte un nuevo afecto a la representación debilitada, y se enlace psíquicamente. La excitación esforzada por una vía falsa al cuerpo consigue volver hasta la representación de vez en cuando y constriñe a la persona a su procesamiento asociativo o a su trámite en ataques histéricos. El método catártico consiste en volver a guiar la excitación de lo corporal a lo psíquico, mediante un trabajo de pensamiento reequilibrar la contradicción y descargarla por medio del habla. La hipnosis ensancha la conciencia y vuelve accesible el grupo psíquico escindido. El factor característico de la histeria es la aptitud para la conversión; solo lleva a la histeria en caso de inconciliabilidad psíquica o almacenamiento de la excitación. II. Si no tiene capacidad convertidora, y para defenderse de una representación inconciliable se divorcia de su afecto, el monto de afecto permanece en el ámbito psíquico. La representación debilitada queda segregada de toda asociación dentro de la conciencia, aunque permanece dentro de ésta, pero su afecto se adhiere a otras representaciones no inconciliables, que en virtud de este enlace falso devienen obsesivas. La fuente del afecto de un enlace falso es la vida sexual, que conlleve las mas abundantes ocasiones para la emergencia de representaciones inconciliables. En general apareció una vez que el empeño voluntario de ahuyentarlo hubo alcanzado su propósito. Entonces la representación se divorcia de su afecto y se enlaza con otra representación en sí no inconciliable, (enlace falso). Los caminos por lo que se consigue son físicos. El afecto de la representación obsesiva aparece dislocado, trasportado, y se puede ensayar la retraducción a lo sexual. El enlace falso es otra representación que sea compatible con un afecto de esa cualidad o tenga ciertos vínculos a raíz de los cuales parezca utilizable como su subrogado. La representación inconciliable fue excluida de la conciencia, y constituyen el núcleo de un grupo psíquico segundo. La neurastenia a diferencia de las neurosis obsesivas, no presenta un mecanismo psíquico. III. Hipótesis auxiliar: en las funciones psíquicas vale distinguir un monto de afecto o suma de excitación que tiene todas las propiedades de una cantidad, que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento, y descarga, y difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos. La Proton Pseudos Histérica (“Emma”)1 (1895) La compulsión histérica es un proceso primario, y la fuerza que mueve este proceso es la defensa del Yo. Sucede en el ámbito sexual. Emma salió de una tienda presa de un afecto de terror, y se despiertan los pensamientos que se reían de su vestido, y uno le gustó sexualmente. Sin embargo, los recuerdos despertados no explican ni la compulsión ni el determinismo del síntoma. Hay un segundo recuerdo, que tuvo en el momento de la Escena I. Siendo una niña fue dos veces a una pastelería y el encargado le pellizcó los genitales. Se reprochó haber ido una segunda vez. La escena I se entiende por la escena II. La conexión asociativa entre ambas es la risa, que en la escena I le recordaba inconscientemente a la del pastelero de la escena II. El recuerdo despierta un desprendimiento sexual, que se traspone en angustia, y en miedo a que repitan el atentado. Devienen consiente el desprendimiento sexual (el empleado le ha gustado), el vestido y la risa. Los enlaces falsos son: que se ríen de su vestido, y que un empleado le ha gustado. El material que ha devenido conciente es: el vestido, la risa, los empleados y el placer sexual. El atentado y el pastelero quedan inconscientes. No ingresa en la conciencia el eslabón de interés, sino un símbolo de éste, el vestido. El desprendimiento se anuda al recuerdo del atentado, sin embargo, no surgió en la vivencia. El recuerdo despierta un afecto que la vivencia no despierta, porque la alteración de la pubertad posibilita otra comprensión de lo recordado. El recuerdo solo con efecto retardado ha devenido trauma. Estudios sobre la Histeria (1895) Caso Cäcilie: Neuralgia facial como síntoma histérico por simbolización. Cuando se reconstruyen escenas anteriores, se encuentra el primer ataque de neuralgia, en el que se vislumbra una conversión por simultaneidad. Fue una visión dolida a raíz de la cual emergió un reproche que la movió a refrenar (esforzar hacia atrás) otra serie de pensamientos. La neuralgia era el signo de una excitación psíquica, que fue despertada por eco asociativo desde la vida de los pensamientos por conversión simbolizadora. La simbolización busca de los dolores que estén presentes, uno conveniente y persistente. También están presentes la sugestión y la conversión. La sensación despierta la representación como interpretación de ésta, y la representación crea la sensación como simbolización. La histeria reestablece para sus inervaciones más intensas el sentido originario de la palabra, cuyas sensaciones pertenecen a la expresión de las emociones. Tenía una singular forma de presentimiento, que era un vislumbre de lo que estaba listo en lo inconsciente y la conciencia procesa la representación que afloraba como repentina y ocurrencia. Para Janet la histeria es una enfermedad de endebles, en la que se produce una escisión de la psique. La escisión sobreviene porque su actividad psíquica está dividida y el pensar conciente dispone sólo de una parte de la capacidad operativa. Estudios sobre la Histeria: Elizabeth Von R. (1895) Presenta zonas histerógenas donde al estimularse, se despiertan pensamientos que se encuentran escondidos detrás de ese dolor, asociados a esa parte del cuerpo. El método consistiría en la remoción del material patógeno estrato por estrato. Prestando atención a baches entre los eslabones de la cadena de causaciones del relato, y aplicando la exploración hipnótica para llegar cada vez más profundo. La señorita Von R. sufrió una serie de padecimientos que la llevaron a contraer una histeria. Un caso de inconciliabilidad provocó los primeros dolores: haber abandonado a su padre enfermo toda una tarde por estar con su enamorado. Como resultado del conflicto psíquico la representación erótica fue reprimida de la asociación, y el afecto fue aplicado para animar un dolor presente: conversión con el fin de la defensa. El nexo de la zona histerógena es que era el lugar donde su padre descansaba la pierna cuando renovaba las vendas. Las piernas comenzaban a intervenir en la conversación: durante la terapia, mientras despertaba el recuerdo, el dolor volvía, estaba en apogeo cuando estaba por declarar lo esencial, y desaparecía después. El dolor era removido por la palabra (abreacción). Le había quitado cierto quantum de dolor, y cuando hubiera dicho todo sanaría. Cada nueva ocasión psíquica de sensaciones dolidas se enlazaba con un diverso lugar del área dolorosa de las piernas, por asociación. Se estaba frente a una multiplicidad de síntomas similares que parecían fusionados en uno sólo. Cada escena había dejado tras de sí una huella pues producía una investidura permanente, que se acumulaba. Buscaba una expresión simbólica para sus pensamientos, que lo hallaba en un incremento de los dolores. La defensa era frente a una representación: ahora que la hermana estaba muerta el cuñado estaba libre, y logró ahorrarse la dolorosa certidumbre de lo que sentía creándose unos dolores corporales, y cuando esto podía imponérsele, había generado los dolores por conversión. La resistencia a la reproducción de escenas de eficacia traumática era la misma energía que había esforzado fuera de la asociación a la representación inconciliable. Para Elizabeth, la representación de sus deberes hacia el padre entraban en conflicto con el contenido de su ansiar erótico. El grupo de representaciones se mantenía aislado de la asociación con el afecto por dos motivos: los dolores se generaron al mismo tiempo que se formó el grupo psíquico separado (motivo = resistencia), y la enferma oponía resistencia al intento de asociación entre éste y sus restantes contenidos de conciencia (mecanismo = conversión). Histeria de retención: el cuidado de un enfermo lleva a sofocar la propia emoción y almacenarlos en su interior. Si el enfermo cura pueden desvalorizarse, pero si muere, sólo es valioso lo referido al difunto, y entonces les toca el turno a esas impresiones que aguardaban tramitación, momento en el cuál estalla la histeria. Los dolores no se generaban mientras la enferma vivenciaba las impresiones del primer período sino con efecto retardado, cuando la enferma reprodujo esas impresiones en sus pensamientos. Una nueva vivencia despierta recuerdo de parecidos contenidos previos, y luego se forman símbolos mnémicos. La conversión es por sumación de los traumas, y puede ocurrir por vivencia fresca o recuerdos. Lo que hace de ese afecto no tramitado factor traumático es la cuantía de esa tensión, que crece por adición de ocasiones semejantes más allá de lo tolerable. El determinismo del síntoma (dolor en las piernas) no es creado sino tomado, aprovechado y aumentado por la neurosis, un dolor preexistente de base orgánica. Estaba presente en la conciencia en el momento del trauma, y se enlazaba con el contenido de representaciones a reprimir. Para que se forme síntoma histérico debe haber un enlace asociativo entre el dolor físico y el afecto psíquico. El empalidecimiento o pérdida de afecto de un recuerdo depende de si se ha reaccionado enérgicamente o no. Si no se descarga el afecto por sofocación, éste queda estrangulado, y permanece conectado con el recuerdo. La reacción es catártica si fue adecuada. Con la palabra puede ser abreaccionado; también puede ser tramitado puesto en asociación con otras representaciones que lo contradicen o rectifican. En el caso de la histeria los recuerdos conservan su afecto, éstos están ausentes de la memoria. Es por esto que el método catártico es capaz de eliminar cualquier síntoma histérico, el cual es impotente, por cierto, frente a la neurastenia y las neurosis de angustia. Éste no influye sobre las causas, y no puede impedir que surjan síntomas nuevos en el lugar de los abreaccionados. Éste no pierde valor por ser sintomático y no causal, ya que el Yo fortalecido está más preparado para tramitar este afecto. Histeria de defensa: una representación conciente queda excluida de ésta y se forma un grupo psíquico separado. Se produce el conflicto que lleva a su exclusión y el enfermo no presta más atención a ésta. Estos momentos son traumáticos: en ellos ha sobrevenido la conversión, que dieron por resultado la escisión de conciencia y síntomas histéricos. Para la histeria de defensa debe existir uno de estos momentos. En el caso Von R. fueron múltiples éstos momentos, posibilitados por que una vivencia semejante aporta nueva excitación al grupo psíquico divorciado y cancela el éxito de la conversión, al verse el Yo precisado a ocuparse de ésta representación y establecer una nueva conversión. Histeria hipnoide: la representación no fue nunca conciente. ![]() ![]() Sobre la psicoterapia de la Histeria (1895) El método psicoterapéutico cancela la acción eficiente de la representación originariamente no abreaccionada porque permite a su afecto estrangulado el decurso a través del decir, y la lleva hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal (en estado de hipnosis ligera) o al cancelarla por sugestión médica. La hipnosis demostró no ser efectiva porque no todos eran hipnotizables, y había que encontrar aquello que caracterizaba a la histeria. En la neurastenia no hay mecanismo psíquico. La neurosis obsesiva, tajantemente separada de ésta, posee una etiología semejante a la histérica, y una vasta posibilidad de reducirla mediante psicoterapia. También separados de la neurastenia están las neurosis de angustia, y poseen una etiología diversa. Sobrevienen por una acumulación de una tensión psíquica sexual, que si bien no tiene un mecanismo psíquico, influye sobre la vida psíquica. Junto a la neurastenia y a la neurosis de angustia se le suma la hipocondría como neurosis actual (etiología puramente física). Las mas de las veces la neurosis son mixtas, las neurosis obsesivas y la histeria se suelen combinar en una neurosis de angustia. Y se presentan juntas porque sus factores etiológicos se contaminan. Es importante en la terapia separar las partes histéricas de la neurosis de angustia y la neurastenia, porque puede darse una expresión precisa al valor terapéutico del método catártico, el cual es impotente frente a estas dos últimas. Otra barrera es que no influye sobre las causas por lo tanto no puede impedir nuevos síntomas. La génesis de las neurosis está las más de las veces sobredeterminada. La eliminación de los productos de la enfermedad ejercen un efecto curativo al prestar apoyo al yo normal empeñado en la defensa y precaverlo del avasallamiento, limitando la neoproducción de síntomas patológicos. Fortalece al sistema nervioso del enfermo en su capacidad de resistencia. El grupo psíquico escindido desempeña el papel del provocador del cual surge una cristalización en el lugar donde está predispuesto a producirse. El método de Breuer (hipnosis) era necesario para ensanchar la memoria y hallar los recuerdos patógenos ausentes en la conciencia, pero había pacientes no hipnotizables, porque se rehusaban a éste método. La forma de sortear la hipnosis y acceder a estos recuerdos fue por un esfuerzo conciente de los pacientes de recordar, y la persuasión del médico. A esto le agrega la presión en la frente (hipnosis reforzada). De ésta forma disocia la atención del enfermo de su acción conciente, su voluntad. El paciente tenía que superar una fuerza que contrariaba el devenir conciente de las representaciones patógenas. Esta es la misma fuerza que cooperó en la génesis del síntoma. Tales representaciones eran de naturaleza penosa, aptas para provocar vergüenza, reproche, dolor psíquico, menoscabo, inconciliable con las representaciones ya reunidas, que provocó la repulsión. Esa defensa que expulsó de la conciencia la representación, se presentaba cuando intentaba dirigir la atención hacia ella, y se mostraba como resistencia. La representación se volvió patógena justamente por la represión. ![]() La representación patógena está en las cercanías y se la puede alcanzar mediante asociaciones, solo se necesita remover algunos obstáculos, que son la voluntad de la persona. El recuerdo que aflora es un eslabón dentro de la cadena asociativa, en cuyo término se encuentra la representación buscada. Para que el método de la presión funcione, el enfermo tiene que exteriorizar todo cuanto se le venga a la mente sin juzgarlo. La resistencia se esconde tras excusas, y lo más interesante suele estar disfrazado de banal. Cuando hablan con menosprecio de una ocurrencia, o desmienten su existencia, es signo de defensa lograda: tornó débil una representación fuerte, le arrancó el afecto. Las imágenes también permanecen mientras tengan algo que decir. Con éste procedimiento uno tiene la dirección por la cuál investigar. El enfermo sólo se libera de síntomas histéricos reproduciendo las impresiones patológicas causadoras y declarándolas bajo una exteriorización de afecto, y el analista debe moverlo a ello. La hipnosis mostró estar llena de resistencias, lo mismo que el análisis en pacientes en estado de vigilia, y tuvo los mismos efectos que se encontraron por medio de la sugestión. Histeria de defensa: se genera por la represión desde la fuerza motriz de la defensa de una representación inconciliable. La representación reprimida se vuelve una huella mnémica debilitada, y el afecto inerva una zona del cuerpo (conversión de la excitación). En virtud de la represión la representación se vuelve patógena. Histeria hipnoide: la representación deviene patógena porque ésta, concebida en un particular estado psíquico, permanece fuera del yo. Ninguna fuerza la apartó del yo, y en estado sonámbulo puede introducírsela en la conciencia. No hay resistencia. En la práctica el estado hipnoide debía su segregación a la circunstancia de imperar un grupo psíquico escindido por vía de defensa. Por lo tanto ambos casos de histeria coinciden en sus raíces. La más de las veces no se tiene un síntoma único, y tampoco se puede esperar un recuerdo traumático y una representación patógena, sino varios. El material psíquico se compone de un núcleo de recuerdos (vivencias o ilaciones de pensamientos), y una muchedumbre de material mnémico (en torno al núcleo, que es preciso reelaborar), y posee una triple estratificación: ordenamiento lineal cronológico (con la secuencia de su génesis invertida en la reproducción); concéntrico en torno al núcleo patógeno (estratos de resistencia creciente hacia el núcleo y zonas de igual alteración de conciencia; los estratos periféricos contienen recuerdos concientes, y más cerca del núcleo inconscientes), ambos dos de carácter morfológico; y según el contenido del pensamiento (enlace por los hilos lógicos que llegan hasta el núcleo, por una línea quebrada). Posee un carácter dinámico, se corresponde a un sistema de líneas ramificadas y convergentes en puntos nodales, que desde ahí vuelven a devanarse, y en el núcleo desembocan varios hilos de trayectorias separadas o que muestran conexiones laterales. Esto muestra el sobredeterminismo de los síntomas. Puede ser que en el material patógeno haya en juego más de un núcleo, por ejemplo cuando hay un segundo estallido histérico con su propia etiología pero enlazado con el primero. El núcleo patógeno no se puede extirpar del Yo pues sus estratos más externos traspasan hacia los sectores del Yo normal al cual también pertenecen. Los estratos internos se enajenan del Yo más y más sin que la frontera de lo patógeno comience visiblemente. No se comporta como un cuerpo extraño sino como una infiltración por la resistencia. La terapia consiste en disolver la resistencia y facilitar el camino por un ámbito antes bloqueado. El estrechamiento de conciencia se lleva a cabo por el intento de reprimir un recuerdo el cual le genera resistencias al enfermo. La reelaboración tropieza con dificultades, y el paso a la conciencia se obstruye. Este material patógeno se filtrará y alcanzará la conciencia como descompuesta en fragmentos. La terapia tiene que recomponer la organización conjeturada. Avanzar directamente hacia el núcleo es infructuoso. Primero hay que mantenerse en la periferia del producto psíquico patógeno, superando leves resistencias mediante el método de la presión, para avanzar un breve trecho; luego el enfermo empieza a colaborar por sí solo, siguiendo este camino, y aportando material que será importante más adelante, aunque ahora se presente inconexo (ensanchamiento periférico). Para adentrarse más hay que adueñarse de un tramo del hilo lógico. Los relatos del enfermo poseen lagunas y enlaces falsos, el nexo está roto, y por detrás de éstos puntos débiles se puede acceder a los estratos más hondos, facilitado por el procedimiento de la presión. Todo elemento que surge en análisis, como imágenes mnémicas, son pertinentes, o indispensables como elementos de trasmisión puesto que sólo a través de ellos pasa la asociación entre dos recuerdos importantes. Una reminiscencia no retorna si ya fue tramitada. El síntoma retorna con más fuerza cuando se entrometió en la región de la organización patógena que contiene la etiología de éste, y desciende tras una declaración del recuerdo. Si no se puede llevar a cabo se produce el síntoma que reemplaza la acción psíquica (de acuerdo a la teoría de la conversión). Una serie ininterrumpida lleva desde los restos mnémicos (de vivencias y actos de pensamientos llenos de afectos), hasta los símbolos mnémicos (los síntomas). Respecto al fracaso del procedimiento de la presión puede ser que no haya nada para recoger, que haya una resistencia, o que el nexo entre el paciente y el analista esté perturbado. Éste obstáculo sobreviene en tres casos: -Enajenación personal: se siente menospreciada o desconfía del médico o el tratamiento; se resuelve por esclarecimiento -Miedo al acostumbramiento: dependencia -Enlace falso: transferencia de las representaciones penosas al médico. Primero aflora en la conciencia el contenido del deseo sin los recuerdos colaterales (contextuales), y en virtud a la compulsión de asociar, se toma al analista como sujeto del deseo; despierta el mismo afecto que en su momento ese deseo. Éste es un síntoma neoproducido y hay que tratarlo como un síntoma antiguo. Para la paciente el trabajo sigue siendo superar el afecto penoso por tal representación, y es indiferente si el tema es el pasado o el reciente. Manuscrito K (1986) Neurosis de Defensa: Son aberraciones patológicas de estados afectivos normales: del conflicto (histeria), del reproche (neurosis obsesiva), de la afrenta (paranoia), del duelo (amencia alucinatoria aguda). Conducen a un daño permanente del Yo. La ocasión tiene que cumplir dos condiciones: ser sexual e infantil. Hay una tendencia defensiva normal, desinclinación a guiar la energía psíquica de modo que genere displacer. La ley de constancia rige los mecanismos psíquicos. Pero no se puede volver contra percepciones, sino solo contra recuerdos y representaciones cognitivas. Es nociva cuando el recuerdo actual es mayor al desencadenado originariamente. Este es el caso de las representaciones sexuales. Entre la vivencia y el recuerdo se interpola la pubertad, que acrecienta el efecto de la reanudación. El displacer que surge de una estimulación sexual prematura no es producto de los diques psíquicos, ya que con una libido alta no se siente asco, moral o vergüenza. En la vida sexual existe una Fuente Independiente de Desprendimiento de Displacer. Pasos de la neurosis de Represión:
Lo que hace la diferencia en cada neurosis es como retorna lo reprimido o la modalidad del síntoma. Neurosis Obsesiva: Vivencia primaria provista de placer: activa (Varón), pasiva (Mujer), que recordada ocasiona la desligazón de displacer, y genera un reproche conciente. Ambos (recuerdo y reproche) son reprimidos, y en la conciencia se forma un síntoma contrario: escrupulosidad de la conciencia moral. Antes de la vivencia primaria se descubrió una vivencia enteramente pasiva, y es el encuentro de esta vivencia con la placentera lo que agrega displacer al recuerdo placentero y permite la represión. La vivencia pasiva al ser tan temprana no puede impedir la génesis de la vivencia placentera (displacer placer represión). Lo determinante sería la cronología en relación la una con la otra y con el momento de la madurez sexual. El retorno de lo reprimido es el reproche inalterado, conciencia de culpa carente de contenido. Se liga a un contenido desfigurado según el tiempo y el contenido (sustituto). La representación obsesiva es un producto de compromiso, correcto según afecto (reproche) y categoría, falso por el tiempo y análogo. El Yo conciente se contrapone a la representación obsesiva ayudada por el síntoma contrario, pero puede ocurrir un avasallamiento del Yo por la representación obsesiva. Se producen síntomas nuevos de defensa secundaria. Por lo tanto hay tres clases de síntomas: - Primario de la defensa: escrupulosidad de la conciencia moral. - De compromiso de la enfermedad: representaciones o afectos obsesivos. - Secundario de la defensa: obsesión caviladora, obsesión de guardar o mirar, beber (dipsomanía), ceremonial, etc. Cuando se es conciente del reproche, suele ser solamente el último eslabón de una cadena asociativa, el primer eslabón está reprimido, y la obsesión se arroja sobre eslabones intermedios. La fuerza displacentera que despierta los reproches reprimidos son estados de libido actual insatisfecha. La tensión sexual cotidiana puede mudárseles en reproche o síntomas defensivos. Para la curación hay que reelaborar representaciones intermedias de compromiso, que se vuelven obsesivas, deshacer las sustituciones y mudanzas, y volver al reproche primario y su vivencia. Histeria: Presupone la vivencia primaria displacentera pasiva. Empieza con un avasallamiento del Yo, el aumento de la tensión es tan grande que el Yo no le ofrece resistencia, se ve precisado a consentir una exteriorización de la descarga. La represión y la formación de síntomas defensivos sobreviene tras el recuerdo, y se mezcla el avasallamiento con la defensa (síntoma y ataque). La represión acontece con formación de una representación fronteriza entre el Yo conciente y el recuerdo traumático. El resultado es el desplazamiento de la atención a lo largo de la serie de representación coligada por simultaneidad. Cuando se exterioriza en el cuerpo, esta zona pasa a ser una representación fronteriza y un símbolo de lo reprimido. Etiología de la Histeria (1896) |