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http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-16862005000100017&lng=es&nrm=iso&tlng=es Anuario de investigaciones Versión ISSN 1851-1686 Anuario de . investigaciones. v.12 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2005 TÉCNICAS Y PROCESOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA Ideaciones y comportamientos suicidas en adolescentes: una urgencia social Adolescent suicidal behaviors and ideations: a social urgency Casullo, María Martina1 1 Profesora titular regular. Facultad de Psicología. UBA. Investigadora CONICET. Directora del Proyecto de Urgencia Social UBACyT P709 (2004-2007) Resumen El artículo analiza investigaciones realizadas sobre el tema SUICIDIO en un intento de poder constatar y destacar que la identificación y orientación psicológica de los sujetos adolescentes en riesgo suicida es una urgencia social y como tal debe ser estudiada. En base a las investigaciones que se concreten se deberán proponer acciones preventivas eficientes y oportunas. Palabras clave: Suicidio; Adolescentes; Prevención. Abstract The article analyzes studies carried out on Suicide in order to verify and to point out that identification and psychological orientation of adolescents at risk is currently a social urgency, and as such it has to be investigated. Efficient and opportune preventive actions have to be proposed based on those researches. Key words: Suicide; Adolescents; Prevention. A) Introducción: Al intentar comprender el suicidio se toma conciencia de su enorme complejidad; no es una entidad psicopatológica, tampoco una mera reacción a situaciones que generan malestar y angustia. Es un acontecimiento vital en el que están presentes componentes biológicos, psicológicos, sociológicos, culturales y filosóficos. En numerosos casos la decisión de quitarse la vida aparece como un comportamiento funcional, en tanto pone fin a situaciones de sufrimiento y tensión que se han convertido en insoportables para la persona que las padece. El tema central que se analiza en este trabajo tiene que ver con el hecho psicobiológico de mayor certeza en nuestra existencia: la muerte segura desde ese preciso momento en que iniciamos el proceso de estar vivos. Tal vez por su incuestionable certeza, por la imposibilidad de su negación definitiva, el tema en sí mismo ha sido poco estudiado por la Psicología. Desde una perspectiva humana cabe mencionar la muerte biológica que culmina en el cadáver, la psíquica (el psicótico en los límites de su autismo, la pérdida de la conciencia lúcida en la demencia senil ) o la social expresada en la reclusión carcelaria o psiquiátrica. Existen también muertes colectivas como las guerras donde las personas no mueren sino que "se les da la muerte o se dejan morir". (Thomas, 1991). La Psicología ha abordado el estudio de la muerte de maneras más indirectas que directas, aunque su existencia misma como campo de conocimiento sistemático y reflexivo se haya originado en pensamientos sobre ella; los humanos prehistóricos lograron aproximarse a una definición de la "vida mental" cuando enfrentaron la realidad del morir: el alma, el espíritu, es algo que se desprende del cuerpo. El concepto griego de PSYCHE es, en cierta medida, una elaboración acerca de eso que parte y abandona el cuerpo. La experiencia profesional y académica acumulada en los años en que hemos desarrollado nuestras investigaciones sobre Riesgo Suicida en Adolescentes Escolarizados nos ha enfrentado con la existencia de ciertos tabúes sobre el tema, en especial entre colegas adultos. Pareciera que cuando se enfrenta la certeza de su existencia surge un impulso a transformarla en un enemigo externo con el que hay que luchar en forma casi permanente hasta lograr vencerlo. (Casullo, Bonaldi, F. Liporace, 2000). Nuestra sociedad occidental, aunque es mortal, rechaza el tema de la muerte. Tal como lo afirma Thomas, en la actualidad nos enfrentamos con dos procesos frecuentes: la desocialización de la muerte y su profesionalidad y burocratización. Se verifican tanto la falta de solidaridad y el abandono del moribundo como haberla convertido en algo que incumbe a profesionales especializados, en un problema de gestión. El hombre urbano moderno nace y muere en una institución hospitalaria; ve la muerte como algo escandaloso y pone sus esperanzas en los progresos científicos que, algún día, acabarán definitivamente con ella. B) Intentos e ideaciones suicidas Entre los años 1960 y 1988, en la Argentina, la tasa de prevalencia de suicidios aumentó del 3.6 % al 11,3 % por cada cien mil habitantes entre quienes tienen quince y diecinueve años. El aumento es mucho más significativo en la población adolescente (200%) que en la población general. (Casullo, 1994). La etapa evolutiva designada como "adolescencia" (trece a dieciocho años) supone, desde una perspectiva cognitiva, que el sujeto está en posesión de habilidades que lo capacitan para las operaciones formales de pensamiento: el adolescente puede analizar posibilidades, no sólo realidades concretas, y por ello, elaborar complejos sistemas de razonamiento, reconstruyendo el universo de su infancia. En el reconocimiento de la posibilidad de "no ser" la realidad psíquica incorpora tanto lo permanente como lo transitorio, las variancias e invariancias. Morirse es, en esta etapa del ciclo vital, una metáfora potente en situaciones transicionales; el lenguaje cotidiano alude a ello tanto para referirse a sensaciones afectivas intensas (me muero de ganas) como de soledad y frustración ( me muero de aburrimiento). Kastenbaum (1986) reafirma la validez de la expresión "muero, luego existo" para esta etapa del desarrollo. La reconstrucción de la identidad, en la adolescencia, incorpora las posibilidades de fracasos, pérdidas, catástrofes y muertes. La literatura contemporánea aborda el estudio de los comportamientos suicidas desde una triple categorización: 1.- Ideaciones suicidas: se estudian distintos procesos cognitivos y afectivos que varían desde sentimientos sobre la falta de sentido del oficio de vivir, la elaboración de planes para quitarse la vida, hasta la existencia de preocupaciones sistemáticas y delirantes referidas a la autodestrucción. (Goldney y col. 1989). 2.- Parasuicidios: comprenden conductas variadas que incluyen desde gestos e intentos manipuladores hasta intentos fallidos de terminar con la vida propia. Se hace referencia a actos deliberados que no tienen un final fatal pero que provocan daños en el propio sujeto que los ejecuta; dichos actos deben ser poco habituales. Así, por ejemplo, el alcoholismo crónico o las adicciones graves no se ubican en este rubro. 3.- Suicidios: incluyen todas las muertes que son resultado directo o indirecto de comportamientos ejecutados por la propia víctima la que es consciente de la meta a lograr. Algunos autores, (Farberow, 1980 ) consideran que es importante ocuparse de los denominados "suicidios indirectos": accidentes de tránsito, huelgas de hambre, el rechazo a tomar una medicación necesaria. Para estudiar los comportamientos e ideaciones suicidas es necesario operar desde un marco teórico que integre distintos modelos. En nuestro caso lo denominamos cognitivo - mediacional - psicodinámico, pues complementa modelos teóricos. A) Se entiende al sujeto humano como integrante de un sistema familiar específico en el cual incorpora creencias, valores y significaciones determinadas en relación con la vida, la muerte, el objetivo de un proyecto de vida, que operan tanto a nivel consciente como inconsciente. B) Ese sujeto contextuado (social, cultural e históricamente) tiene experiencias diversas en el curso de su ciclo de vida, las que se interpretan y comprenden en relación con lo especificado en A) y con las posibilidades que le ofrece su subsistema neurobiológico. C) Los comportamientos concretos relacionados con el suicidio se vinculan con factores concurrentes (historia personal y social, programa neurobiológico, grado de salud mental) y precipitantes (experiencias vitales percibidas como muy estresantes, falta de estrategias adecuadas de afrontamiento, incapacidad para resolver problemas). Un estudio realizado en 1991 en EEUU por la Gallup Organization reveló que entre el 6% y 13% de los jóvenes entrevistados informaron que intentaron quitarse la vida por lo menos una vez. Sobre la base de la bibliografía consultada se pueden señalar como principales factores de riesgo: • desequilibrio en neurotransmisores (neurobiológicos) • trastornos psiquiátricos (psicopatológicos) • pobres habilidades para resolver problemas (cognitivos) • violaciones sexuales muy agresivas (experiencias vitales traumáticas) • trastornos en la identidad sexual (desarrollo personal) • acceso a armas de fuego (ambientales) • adicción a drogas (uso de substancias) • conflictos entre los padres (familiares) • desempleo, problemas laborales (psicosociales) • familias disfuncionales muy violentas (familiares). Entre 1978 y 1983 aumentó considerablemente el porcentaje de suicidios adolescentes causados por el excesivo consumo de alcohol. Brent y col. (1987). Una estimación similar la realizan Diekstra y col. (1995): en Europa el excesivo consumo de alcohol es la variable más altamente asociada con las tasas de suicidio según edad. Un estudio con una muestra de adolescentes tempranos, verifica que quienes permanecen solos, sin una supervisión adulta durante más de veinte horas semanales, están dos veces más en riesgo de uso y abuso de alcohol y drogas que aquellos sujetos con presencia efectiva de vínculos familiares. (Richardson y col. 1989) La presencia de una historia familiar con suicidios es siete veces mayor entre adolescentes que intentaron matarse que entre aquéllos que no lo hicieron.(Garfinkel y col., 1982). La investigación epidemiológica realizada (Casullo, 1994, 1998) permitió confirmar la categorización que propone Orbach. Existen tres tipos básicos de comportamientos vinculados con ideaciones e intenciones suicidas en la adolescencia. 1) Depresivo perfeccionista: hace referencia a personas con un Superyo muy rígido que se exigen altos rendimientos y se manejan con altas expectativas de logro. Evidencian necesitar mucho la aprobación social y tendencias a cumplir con las normas sociales vigentes. Son altamente vulnerables a situaciones de fracaso y de crítica. Tienden a idealizar a personas amadas que han fallecido y son altamente propensas a internalizar sentimientos agresivos y hostiles. Se muestran bastante solitarias. Es factible que se hayan criado en el núcleo de familias simbióticas muy conflictivas. 2) Impulsivo: caracteriza a personas con baja tolerancia a la frustración, incapaces de sentir afectos negativos, muy irritables , con marcadas tendencias a la actuación (acting - out) de sus conflictos. Son muy sensibles a las situaciones en las que se sienten rechazadas por otros, les cuesta resolver situaciones problemáticas de manera eficaz. Generalmente se han criado en el contexto de familias violentas. 3) Desintegrado: en las personas que pueden incluirse en esta categoría es factible encontrar estados severos de ansiedad con miedo a la pérdida de la identidad. Temen perder el auto - control e irritarse en forma desmedida, son poco asertivas y en general muy sumisas. Suelen padecer ataques de pánico o trastornos de tipo esquizofrénico. A fin de lograr una comprensión más precisa de los diversos factores vinculados con los comportamientos que estamos considerando analizaremos algunos de ellos en base a algunas de las propuestas de Orbach (1994). a) Presencia de psicopatología: diferentes trastornos psicopatológicos coexisten con los comportamientos suicidas; no puede decirse que son causa de ellos sino que su presencia aumenta la probabilidad de un suicidio. Al aludir a presencia de psicopatologías nos estamos refiriendo a regresiones importantes, empobrecimiento de las funciones yoicas, inadecuado uso de los mecanismos de defensa, todo lo cual reduce las posibilidades adaptativas así como el empleo adecuado de estrategias de afrontamiento frente a situaciones conflictivas. La depresión es sin dudas el cuadro clínico más relacionado con comportamientos suicidas. Aproximadamente un 15% de las personas con esta patología realizan inten tos suicidas; dos tercios de quienes intentaron quitarse la vida sufrían de algún malestar del tipo de una depresión primaria (Maris, 1991; Murphy, 1986). Investigaciones en las que se comparó a adolescentes que lograron suicidarse con quienes sólo lo intentaron indican que aproximadamente el 66% de los que se suicidaron y el 71% de los que lo intentaron habían sido diagnosticados con presencia de trastornos afectivos primarios. (Brent, Perper, Goldstein, Kalko, Allan, Zelenak, 1988). Estadísticas similares se han encontrado para referirse al consumo de alcohol y uso de substancias y su relación con comportamientos suicidas. Aproximadamente el 4% de las personas hospitalizadas por problemas de alcoholismo terminaron suicidándose. (Murphy, Wetzel, 1990). Más de la tercera parte de quienes completaron actos suicidas así como el 10% de quienes revelaron tener ideaciones suicidas eran consumidores excesivos de alcohol u otro tipo de drogas. Clark y Fawcett (1992) señalan que la comorbilidad de alcoholismo y depresión aumenta los riesgos de suicidio. Los trastornos de conducta también aparecen asociados con comportamientos suicidas, especialmente en la infancia y la adolescencia; investigaciones realizadas comprueban que aproximadamente el 25% de los intentos suicidas en la etapa adolescente fueron diagnosticados como problemas de conducta y, a la vez, este tipo de trastorno era una de las características más llamativas en una muestra de adolescentes suicidas. (Apter, Bleich, Plutchik, Mendelson, Tyrano, 1988). Ha sido posible verificar asociación entre esquizofrenia y suicidio; el 10% de personas con esquizofrenia crónica terminaron suicidándose. (Bleuler, 1978). Los sujetos que padecen ataques de pánico también se ubican entre quienes están en alto riesgo de cometer suicidio; Johnson, Weiisman y Klerman (1990) entrevistaron a 18.000 adultos en cinco ciudades de EEUU y encontraron que aquellas personas con historias personales en las que estaban presentes ataques de pánico tenían una probabilidad tres veces mayor de cometer suicidio que la población general estudiada. Los malestares psicopatológicos contribuyen a la génesis de comportamientos suicidas en la medda que provocan sufrimiento psicológico, disminuyen las defensas yoicas y originan sentimientos de desesperación y desesperanza. Probablemente, psicopatología y suicidio sean entidades separadas que se yuxtaponen ocasionalmente al compartir causas similares . ( Orbach, 1995). b) Estados fenomenológicos: aluden a estados emocionales muy intensos, que no pueden ser tolerados por los sujetos;al persistir, generan un deseo muy intenso de ponerles fin. ( Baumeister, 1990). La emociones intensas se estructuran como reacción a situaciones permanentes de estrés crónico y traumas, que interactúan con predisposiciones o características de personalidad, estrategias inadecuadas para afrontar tales situaciones estresantes así como con relaciones interpersonales insatisfactorias. La desesperanza es uno de los estados fenomenológicos asociados con comportamientos suicidas (Shneidman, 1985). Investigaciones concretadas por Topol y Reznicoff (1982) encontraron que la desesperanza diferenciaba entre adolescentes suicidas de aquéllos que no lo eran. Al comparar pacientes internados con y sin intentos de suicidio, Reynolds y Eaton (1986) verificaro que la ineficacia para resolver problemas y las tendencias suicidas estaban muy asociados a sentimientos de desesperanza. Casi un tercio de adultos jóvenes que completaron suicidio dejaron notas en las que expresaban sentimientos de fracaso por no poder lograr metas que se habían propuesto (Peck, 1983). El fracaso puede ser vivido por los adolescentes y jóvenes con mucha humillación; la desesperanza y el sentirse humillado originan deseos de abandonarlo todo, abatimiento, apatía y tendencias agresivas muy comunes en sujetos con ideaciones e intentos suicidas . Otros estados afectivos hacen referencia a sentimientos de vergüenza, soledad, ser muy diferente al resto, aislamiento. Comportamientos e ideaciones suicidas están positivamente correlacionados con sentimientos de culpa entre los adolescentes que cometieron suicidio (Hawton, Cole y col. 1982). Los sentimientos de culpa son también predictores de suicidios intentados o logrados. Estudios concretados en el ejército norteamericano con soldados veteranos de guerra permitieron comprobar que los que se sentían culpables por determinadas acciones concretadas en los combates tenían mucha más inclinación a pensar en quitarse la vida que los que padecían de trastornos depresivos (Hendin, Haas, 1991). La experiencia fenomenológica de pérdida del autocontrol está asociada a ideaciones suicidas; incluye sentimientos de rabia, hostilidad, irritabilidad, ansiedad y labilidad afectiva. El odio intenso a sí mismo y los demás es una de las mayores experiencias subjetivas presente en todo comportamiento suicida. |