Las señales de los últimos tiempos introducción




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“Escatología Bíblica”

SEBAN/2002

Pastor Alex Donnelly

LAS SEÑALES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS



Introducción



Según los profetas del Antiguo Testamento, ‘los últimos tiempos’ marcaban el momento en que Dios iba a intervenir en la historia de este mundo, rescatando a Su pueblo de sus enemigos, e implantando Su reino de justicia y de paz. El problema, cuando llegamos al Nuevo Testamento, es que encontramos que aunque estos ‘últimos tiempos’ comenzaron con la primera venida de Cristo, Dios no estableció en ese momento Su reino eterno. Por ende, el Nuevo Testamento habla de los ‘últimos tiempos’ como algo que ya comenzó, pero a la vez como algo que aún no ha alcanzado su culminación.
Esto implica que cuando hablamos de las señales de los ‘últimos tiempos’, tenemos que dividir esto en dos partes: las señales del inicio de los ‘últimos tiempos’, y las señales del fin de los ‘últimos tiempos’.

1. SEÑALES RELACIONADAS CON EL INICIO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Cuando los profetas del Antiguo Testamento hablaron la los ‘últimos tiempos’, ellos describieron una serie de fenómenos asociados con la implantación del reino de Dios. Cuando Cristo vino por primera vez, muchos de estos fenómenos se cumplieron, evidenciando que los ‘últimos tiempos’ ya habían llegado. Entre estos fenómenos podríamos señalar los siguientes:

a. La Venida de ‘Elías
Una de las profecías del Antiguo Testamento, era que en los ‘últimos tiempos’ el profeta Elías iba a venir: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Mal 4:5). Cuando el ángel Gabriel anunció a Zacarías el nacimiento de su hijo, él tomó estas palabras de Malaquías, y las aplicó a su hijo, Juan: “irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos...1 (Lucas 1:17). Es interesante notar cómo Juan se vestía, y qué comía, cuando vino predicando y llamando al pueblo al arrepentimiento (Mat 3:4). A la luz de 2 Rey 1:8, muchos judíos entendieron que Juan era el profeta Elías revivido, y se emocionaron, pensando que el tiempo del fin había llegado.
Lo extraño es que cuando los líderes le preguntaron si era el profeta Elías, Juan lo negó (Juan 1:19-21). Esto se vuelve más extraño cuando consideramos que Cristo afirmó que Juan era, en un sentido, Elías: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mat 11:14). Un tiempo después, cuando los discípulos preguntaron a Cristo acerca de por qué los escribas decían que Elías tenía que venir primero (es decir, antes del Cristo y antes del fin del mundo), Cristo reiteró que esto era cierto: “A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino y no le reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron...Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mat 17:10-13).

Tres preguntas surgen aquí:

[1] ¿En qué sentido era Juan ‘Elías’?
Algunos dicen que estos pasajes confirman la doctrina de la reencarnación. Sin embargo, a la luz de Mateo 17:3, es obvio que esto no es cierto. El hecho que Elías apareciera en el monte de la transfiguración, indicaba que él aun vivía; no se había reencarnado en Juan el Bautista.
Juan era ‘Elías’ solo en un sentido típico o simbólico; es decir, Juan el Bautista vino a cumplir un ministerio parecido al de Elías. El profeta Elías apareció durante un tiempo de gran apostasía espiritual, y Dios lo usó para hacer que el pueblo vuelva a Dios otra vez. Esto fue exactamente lo que Juan el Bautista hizo. Por eso Gabriel profetizó que Dios iría delante de Juan, “con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17).

[2] ¿Por qué negó Juan ser Elías?
Esta es una pregunta que ha intrigado a los comentaristas. Hendriksen dice que lo que Juan negó fue ser literalmente el profeta Elías, como algunos judíos interpretaban Mal 4. Otros, como Barclay, afirman que Juan negó ser la clase de Elías que los judíos tenían en mente cuando hicieron la pregunta (es decir, un ‘Elías’ que iba a resolver todas las disputas entre los judíos, que iba a establecer quiénes eran verdaderos judíos, que iba a ungir el Mesías, y aun resucitar a los muertos para participar en el reino de Dios). Cuando Juan negó ser Elías, negó ser este tipo de Elías.

[3] ¿Volverá Elías (o Juan) otra vez al fin de los ‘últimos tiempos’?
Esta es una pregunta muy interesante. A la luz de lo que Cristo dijo en Marcos 9:12 (comparar Mat 17:11), muchos responden que sí, e interpretan Apo 11:3-6 a la luz de esto (notando la referencia a fuego, y a la falta de lluvia). Sin embargo, otros afirman que estas palabras en Apo 11 simplemente refieren al juicio de Dios, y no deben ser interpretadas como afirmando que Elías personalmente volverá a la tierra. Parece ser poco probable que Dios tomara a un hombre que ya está gozando la presencia de Dios, y lo haga retornar a la tierra (particularmente a la luz de lo que leemos en Lucas 16:27-31).

b. La Manifestación del Reino de Dios
Una de las profecías claras del Antiguo Testamento era que en los ‘últimos tiempos’ el Reino de Dios iba a aparecer en la tierra (ver Dan 2:44, etc). Este iba a ser un reino de paz y justicia (Is 9:6-7; 11:1-9; etc). Grau comenta:
“La expresión ‘Reino de los cielos’ en el judaísmo contemporáneo de Juan y de Jesucristo recogía

la expectativa de un futuro en que, mediante la intervención decisiva de Dios, Israel sería liberado

de sus enemigos y restaurado al lugar de prominencia entre las naciones. La venida del Reino es

la gran esperanza del futuro que vendrá con la persona misma del Mesías”2.
Por lo tanto, cuando Juan comenzó a predicar, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat 3:2), la gente entendió que lo que estaba anunciando era nada menos que un evento escatológico – por eso causó tanto interés (Mat 3:5). La predicación de Juan acerca del Reino puso el énfasis sobre el aspecto del juicio de Dios (Lucas 3:7-9) y la necesidad de vivir una vida totalmente diferente (Lucas 3:10-14).
Cristo también vino predicando el Reino de Dios; esa era la buena noticia (“evangelio”); ver Mar 1:14-15, y comparar Mat 4:12-17; Lucas 4:16-21. Es más, Él era el Mesías; el Ungido de Dios, que venía en cumplimiento de las profecías que Dios había hecho acerca de un descendiente de David. El Mesías venía para salvar a Su pueblo, y por ende el mensaje de Cristo acerca del Reino se centra en el concepto de salvación.

En el primer siglo, las expectativas mesiánicas eran fuertes, y muchos falsos ‘Cristos’ habían aparecido, diciendo que estaban implantando el Reino de Dios (ver Hch 5:34-37). Era fácil reclamar ser el Mesías; la pregunta era, ¿cómo evidenciarlo?
Cristo evidenció ser el Mesías por medio de las señales que Él hizo. Ellas eran una indicación de que el Reino de Dios realmente se había manifestado (Mat 12:28). Por eso, cuando Juan el Baiutista dudó de Cristo, y envió mensajeros para ver si realmente era el que iba a venir, Cristo le contestó: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mat 11:5). Debemos interpretar estas palabras a la luz de Lucas 4:18-19.

c. El Establecimiento del Nuevo Pacto
Otro fenómeno relacionado con los ‘últimos tiempos’ era el establecimiento de un nuevo pacto (ver Jer 31:31-34; Ezeq 36:24-28). El viejo pacto (es decir, el de Moisés) falló porque los judíos no cumplían con sus requisitos. Por ende, era necesario establecer un nuevo pacto, con nuevas promesas (ver Heb 8:6). Estas promesas incluía una, al efecto que Dios escribiría sus requisitos sobre las ‘tablas’ de sus corazones, garantizando de esta manera su cumplimiento (Jer 31:33-34).
Al establecer la Santa Cena, Cristo aludió a este Nuevo Pacto (Mat 26:27-28), y Heb 8-10 lo confirma.

d. El Derramamiento del Espíritu Santo
Una de las promesas del Nuevo Pacto era el derramamiento del Espíritu Santo (Ezeq 36:27). Joel 2:28-29 describe los fenómenos que serían relacionados con este derramamiento. Pedro reconoce que los eventos del Día de Pentecostés constituían el cumplimiento de esta profecía (Hch 2:14-18). Por ende, era obvio que ya estaban viviendo en “los postreros días”.

e. La Plena Revelación de Dios
Otra de las promesas relacionadas con los ‘últimos tiempos’ era la manifestación de Dios, en toda Su gloria (ver Is 40:3-5). Esta manifestación de Dios iba a resultar en una condición escatológica de tremenda envergadura: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Hab 2:14).

La predicación de Juan el Bautista marcó el inicio de esta revelación gloriosa de Dios. Él fue el heraldo, quien anunció la pronta manifestación de Dios, y quien preparó el camino para Su venida (Marcos 1:2-3). Poco después apareció Cristo, quien fue la última y más clara revelación de Dios, luego de todo el ministerio profético del Antiguo Testamento (Heb 1:1-3). Por ende, la venida de Cristo marcó también el inicio de “estos postreros días”.

2. SEÑALES RELACIONADAS CON EL FIN DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Cuando la gente (incluyendo los discípulos), escuchó por primera vez al Señor hablando del Reino de Dios, ellos lo tomaron como algo que se iba a establecer en su plenitud en ese momento histórico; no estaban esperando algo que se iba a demorar mucho tiempo en manifestarse. Por ende, después de Su muerte y resurrección, los discípulos preguntaron a Cristo si Él iba a restaurar ahora el Reino (Hch 1:6).
Esa pregunta muestra que ellos no habían entendido algo que Cristo trató de enseñarles durante Su ministerio terrenal. Es decir, que el Reino tendría un cumplimiento lejano. Esta enseñanza se encuentra frecuentemente durante la vida de Cristo, en muchas maneras. La tenemos, por ejemplo, en sus parábolas. Muchas de ellas hablan, implícitamente, de un cumplimiento del Reino en un futuro lejano (Mat 13:24-30, 36-43; 25:1-13, 14-30; etc). Lamentablemente, los discípulos no entendieron lo que Cristo les estaba queriendo decir.
La expectativa popular era que el Mesías iba a venir como un guerrero, y derrotar a todos los enemigos de Israel (que en ese tiempo eran, principalmente, los romanos). Es muy probable que Judas Iscariote comenzó a seguir a Cristo porque tenía esta esperanza3 (al igual que otros de Sus discípulos). Sin embargo, poco a poco Cristo empezó a hablar de Su muerte, cosa que evidentemente iba a postergar la implementación del Reino de Dios (a lo menos en su plenitud). Por eso, Cristo comenzó también a hablar más claramente de un largo tiempo de sufrimiento, antes que viniera el fin del mundo, y la plena manifestación del Reino de Dios.
Cristo enseñó a Sus discípulos a orar, por ejemplo, “Venga tu Reino” (Mat 6:10). También habló de persecuciones venideras (Mat 10:16-22). Pero el momento en que Cristo habló más claramente acerca del futuro, y dio a entender que tenía que pasar mucho tiempo antes que viniera el fin del mundo, fue cuando los discípulos le preguntaron específicamente acerca de la señal que marcaría definitivamente el fin del mundo (Mat 24:3). En Su respuesta, Cristo ofreció toda una lista de señales que tendrían que cumplirse antes del fin del mundo (Mat 24:3-14).
Antes de estudiar estas señales, hay un problema interpretativo que debemos notar. En Mat 24, ¿está el Señor hablando de la caída de Jerusalén en 70 d.C., de los sufrimientos relacionados con la Gran Tribulación (antes del milenio terrenal), o acerca del fin del mundo? Es nuestra opinión que Cristo, en v.3-14, contesta la pregunta de los discípulos en v.3. Sin embargo, en v.15-21 Él pasa a describir los eventos relacionados con la caída de Jerusalén en el año 70 d.C.; lo hace, porque la caída de Jerusalén es un ‘tipo’ del juicio de Dios que caerá sobre la Iglesia apóstata en los ‘últimos tiempos’ (además, el sufrimiento de los judíos en 70 d.C. anticipa los sufrimientos que ellos quizá volverán a sufrir cerca al fin del mundo).

a. La Manifestación de Falsos Mesías (Mat 24:5)
La primera señal que Cristo menciona es la manifestación de falsos Mesías. Cristo pone el énfasis sobre la cantidad de personas que pretenderán ser el Mesías. Estos serán pseudo Cristos o anticristos (ver 1 Juan 2:18). El peligro de estas personas es que arrastrarán tras sí a muchos seguidores, quienes dejarán la verdadera iglesia, para extraviarse tras estos ‘anticristos’, para su perdición espiritual (1 Juan 2:19).
“Cada generación tiene sus falsos Mesías, cada uno afirmando ser el mensajero especial de Dios y el libertador de la raza humana. Pero en el postrer tiempo la situación será diferente: No habrá solo unos pocos afirmando ser el gran libertador de los hombres; habrá muchos”4.

b. La Creciente Inestabilidad Política (Mat 24:6-7a)
También habrá un crecimiento en la inestabilidad política, llevando así a cada vez más guerras o advertencias de guerras. Ante esto, los creyentes podrían ser perturbados o atemorizados. Cristo exhorta a tener calma ante tal situación, la razón siendo que “es necesario que todo esto acontezca”.
Aunque estas cosas apuntan al fin del mundo, en realidad marcan simplemente el inicio del fin. En otras palabras, la situación se pondrá cada vez más difícil, y el creyente tiene que proponerse estar firme en su fe.

c. El Incremento en Desastres Naturales (Mat 24:7b)
A la par que incrementan las guerras, también incrementarán los desastres naturales – pestes, hambruna y terremotos. Aunque los científicos han logrado controlar muchas pestes, el siglo 20 ha sido caracterizado por la manifestación de nuevas enfermedades (el SIDA, etc). Hoy en día, mucho están preocupados por el impacto negativo de la ciencia – por el uso de pesticidas, insecticidas, fertilizantes, hormonas artificiales, y antibióticos. Aún más preocupante es el desarrollo de la ingeniería genética, y la producción de plantas genéticamente modificadas.
El crecimiento poblacional al nivel mundial está produciendo cada vez más y peores casos de hambruna. Hoy en día, no sólo países enteros, sino regiones del mundo, dependen de la donación de alimentos de la comunidad internacional.
Finalmente, el Señor advierte de un creciente número de terremotos, cada uno más mortal que el anterior, por el crecimiento poblacional. Muchas ciudades están sentadas, literalmente sobre una bomba de tiempo, en términos geológicos (por ejemplo, Los Ángeles).

NOTA: Aunque todas estas cosas son terribles, Cristo afirma que simplemente marcan el “principio de dolores” (v.8).

d. Una Persecución Generalizada (Mat 24:9-10)
A lo largo de los años, la Iglesia siempre ha sido perseguida por los inconversos, quienes han usado una serie de excusas para atacar a los hijos de Dios. Sin embargo, en los últimos tiempos, este proceso también sufrirá un incremento.
La gran diferencia de los ‘últimos tiempos’, según Cristo, es que la persecución se tornará generalizada: “seréis aborrecidos de todas las gentes”; es decir, en todo el mundo, al mismo tiempo, los inconversos atacarán a los creyentes.
Hoy en día hay una serie de factores que están promoviendo esta persecución general:
[1] El movimiento ecuménico.

[2] El pluralismo religioso.

[3] El relativismo ético y moral.
Estas cosas son fuertes realidades en el primer mundo, y poco a poco, por medio de la globalización, están llegando a países como el Perú.

e. El Engaño Espiritual (Mat 24:11)
Además de la manifestación de muchos falsos Mesías, los ‘últimos tiempos’ serán caracterizados por la apariencia de falsos profetas. Notemos otra vez el énfasis que Cristo pone sobre la cantidad de ellos: “muchos falsos profetas”. Los falsos profetas (al igual que los falsos Cristos) lograrán su propósito: “engañarán a muchos”. Por eso Juan exhorta a la Iglesia a probar los espíritus (1 Juan 4:1-3).

f. Una Apostasía Universal (Mat 24:12-13)
La persecución generalizada, y el crecimiento del engaño espiritual, culminarán en un tiempo de tremenda apostasía espiritual. La frase, “el amor de muchos se enfriará” debe entenderse del amor de personas hacia el verdadero Dios.
Un factor importante en la apostasía es la falsa de una verdadera enseñanza de la Palabra de Dios. Los falsos profetas y maestros, lejos de llevar a los cristianos a estudiar la Biblia, los alejan de ella. Por ende, muchos cristianos se vuelven ‘analfabetos’ espirituales, quienes son presa fácil para el desaliento espiritual.
“El espíritu y la simpatía de algunos son atenuados porque sencillamente no pueden entender por

qué Dios permite que ocurran semejantes pruebas. No hay un verdadero entendimiento del

pecado del hombre y de la muerte, de la corrupción del mundo y de su destino; de la justicia de

Dios y de la promesa de vida. Por eso hay poco contenido en el interior para despertar un amor

ferviente por Dios...”5.
Aunque la apostasía espiritual será casi universal, unos cuantos se mantendrán firme en su fe; ellos serán salvos (v.13).

g. La Evangelización del Mundo (Mat 24:14)
En medio de todo este cuadro desolador, Cristo nos anima con la promesa que a pesar de todas las dificultades, la Iglesia cumplirá con su acometido, predicando el evangelio en todo el mundo. Una vez que todas las naciones (literalmente, todas las ‘gentes’ o ‘pueblos’ o ‘grupos étnicos’) hayan tenido la oportunidad de escuchar el evangelio, entonces vendrá el fin. Por ende, la señal definitiva del fin del mundo (que era lo que los discípulos habían preguntado, en Mat 24:3) será la evangelización del mundo.

Conclusión



Todo lo que Cristo dijo en Mat 24:4-14, acerca del fin del mundo, también se dio, en miniatura, antes de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. Esto es lo que leemos en Mat 24:15-28. La explicación de esto es que los eventos relacionados con la caída de Jerusalén, en esa fecha, fueron simbólicos de lo que acontecerá al nivel mundial, en relación con la Iglesia. Otros también afirman que cosas parecidas volverán a ocurrir entre los judíos, durante la Gran Tribulación, antes del Milenio Terrenal.


1 “Malaquías describe la misión de Elías como la de hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres (v.6). La interpretación más natural de este versículo considera a los ‘padres’ como los piadosos antepasados del pueblo judío, y los ‘hijos’ como los contemporáneos del profeta. A causa de sus malas obras, los hijos necesitaban ser restaurados a la fe de sus padres” (Page H. Kelly, Malaquías: Reavivar el Fuego de la Fe, El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1987, p. 122).

2 Grau, op. cit., 128.

3 Fue cuando Judas se dio cuenta que Cristo no iba a derrotar a los romanos, sino que iba a entregar su vida en la cruz, que él se decepcionó de Cristo, y decidió traicionarlo.

4 Biblia de Bosquejos y Sermones: Tomo 2: Mateo 16:13 – 28:20 (Grand Rapids: Portavoz, 1997), p. 158.

5 Biblia de Bosquejos y Sermones, p. 161.




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