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E/C.19/2009/CRP. 14 Spanish Only Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas Octavo período de sesiones Nueva York, 18 al 29 de mayo de 2009 Tema 3.b del programa provisional Pueblos Indígenas y Empresas: derechos y relaciones coloniales1 Carlos Mamani Condori “Ningún otro período de la historia ha experimentado tan grande incremento proporcional en la producción de metales preciosos como el ocurrido en los comienzos de la conquista de México y Perú. Una pequeña parte se obtuvo en las Antillas antes de 1520, pero los más descabellados sueños de los conquistadores quedaron superados al ser descubiertos las fabulosas minas del continente, en Nueva España, Perú y Nueva Granada. Derramados sobre Europa en cantidades gigantescas, el oro y la plata americanos precipitaron la revolución de los precios, la cual a su vez influyó de forma decisiva en la transformación de instituciones sociales y económicas en los dos primeros siglos de la Edad Moderna”2 El documento es un adelanto de la relatoría Pueblos Indígenas y corporaciones encargada por Foro Permanente en su 7mo período de sesiones del año 2008. El tema que trata tiene como marco la relación colonial, establecido por Occidente en los primitivos tiempos del sistema mundo capitalista, tradición que tiene continuidad en las prácticas de las corporaciones que operan en los territorios indígenas y los estados, pese a los importantes avances en el reconocimiento de sus derechos a los pueblos indígenas, no aplican al cumplimiento de dichos derechos. Con la adopción por las Naciones Unidas de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas se considera que el marco para tratar la relación Pueblos Indígenas y Corporaciones son los derechos a la libre determinación, al territorio y al consentimiento libre previo informado, para lo que se ha visto necesario hacer referencia a la significación que tiene el territorio en relación a la historia y el futuro. Madre Tierra fecunda y fructífera Los montes, valles, ríos y lagunas que se identifican con la existencia de un pueblo indígena y que le han provisto de sus medios de vida; la riqueza heredada de sus antepasados y el legado que están obligados a entregar a sus descendientes; un espacio en el que cada pequeña parte, cada manifestación de la vida, cada expresión de la naturaleza es sagrada en la memoria y en la experiencia colectiva de ese pueblo y que se comparte en íntima interrelación con el resto de los seres vivos respetando su natural evolución como única garantía del muto desenvolvimiento; el ámbito de libertad sobre el que dicho pueblo ejerce su dominio permitiéndole desarrollar sus elementos nacionales esenciales y por cuya defensa y reivindicación estará dispuesta a derramar su sangre cada miembro de ese pueblo, antes que soportar la vergüenza de tener que mirarse en los ojos de su pueblo despojado (Cherif, García, Smith 1991: 27-28) El sacerdote jesuita Giovanni Anello de Oliva que estuvo en territorio del Qullasuyu (el antiguo nombre de Bolivia) a comienzos del siglo XVII supo que la tierra era reverenciada y respetada con el nombre de Pachamama, Tierra Madre Fecunda y Fructífera3. Es el concepto que a cabalidad da cuenta de la calidad vital que comporta la tierra para los pueblos indígenas. Pacha, es en el pensamiento andino, tiempo, tiempo que transcurre en un espacio, que sacralizado adquiere la categoría de madre. En los Andes la sociedad y el Estado tenían como uno de sus principales mandatos el resguardo del espacio vital, pues siendo fuente de vida la principal preocupación de las autoridades fue el mantener relaciones de equilibrio tanto en lo social como en lo ecológico, entonces eran importantes los rituales de compartir con la madre tierra. En el pensamiento indígena éste espacio sagrado es resguardado por los antepasados, cuyos santuarios se encuentran en los sitios y parajes más importantes. Estos sitios están constituidos por monumentos arqueológicos, humedales, montañas que son asimismo hábitat de fauna silvestre. En algunos casos son santuarios ecológicos, bosques nativos que conservan la flora y la fauna, glaciares. Es el hogar compartido con los antepasados, con la fauna silvestre que éstos crían y la flora necesaria para el sostenimiento de dicha fauna. Allí están los cementerios donde desde tiempos inmemoriales descansan los restos de los antepasados y donde la presente generación y las venideras también descansarán. Ese pensamiento fue expresado por el Jefe Noah Sealth, en la carta que escribió al presidente de Estados Unidos Franklin Pierce, ante la amenaza de venta de sus territorios: “Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos por las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esa bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y así mismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia”. La tierra es de su gente, por eso la importancia para los “pieles rojas” que no olvidan ni estando muertos, pues la tierra es la garantía de realización de nuestro ser colectivo, así tenemos en la nación mapuche el nombre Ñuke Mapu, Madre Tierra, el espacio vital Wall Mapu, el territorio de la nación. En el pensamiento guaraní, el caminar hacia la Tierra sin Mal, Yaguata ivi maräevae koti encontramos la fórmula de equilibrio, que es el saber caminar, enfrentando situaciones de desequilibrio ecológico, social y económico. “Cuando el desequilibrio ya es profundo, hasta puede desaparecer la comunidad y buscar otros sitios para reinstalarse, pero tardaría mucho tiempo en restablecer los lazos familiares y de parentesco”4. Este caminar hacia la tierra sin mal ha mantenido la identidad del pueblo guaraní. El pensamiento viene de la matriz Ñande Reko, que podría traducirse como nuestro modo de ser, distinto a los otros. Este modo de ser guaraní, se traduce en tekoa, que antiguamente era teko katu «buena vida, libre», ahora su significación es la comunidad con su territorio. En la visión de la tierra sin mal teko es de localización libre, que tiene que ver con el carácter “caminante” guaraní5. El colonialismo La experiencia de los pueblos indígenas con las empresas es paralela, por no decir la misma, a la historia del colonialismo. La colonización fue obra de empresas, compañías, que tenían como objeto el “rescate”, el robo, asalto de países y estados soberanos, es el caso de las Compañías de las indias Orientales, Compañía Británica de las Indias Orientales (Honourable East India Company), las Casas de Contratación de España y Portugal. Las aventuras de Hernán Cortez en México y Francisco Pizarro en el Tawantinsuyu (Los Andes) son el ejemplo del éxito empresarial de las compañías formadas para dicho fin. Al asalto siguieron las búsquedas y los “descubrimientos” de las fuentes del oro, plata y luego de cuanto recurso era apetecido por el naciente Sistema Mundo Capitalista. Los recursos guardados y atesorados en los territorios nativos, se convirtieron en maldición para los dueños de casa, en tanto que los extranjeros se hicieron con el control y el provecho del saqueo. La empresa colonial se tradujo en un descomunal genocidio. Los pueblos nativos del continente americano, por citar el caso más paradigmático, fueron diezmados en beneficio de la satisfacción de la angurria por los metales preciosos, la pesca de perlas, etc. La población nativa se redujo dramáticamente entre el inicio de la invasión en 1492 hasta principios de 1600 (siglo XVI). Este genocidio extractivo fue permanente. La creciente necesidad por materias primas conllevó experiencias devastadoras; en la Amazonía, los pueblos de bosque tropical pagaron con su holocausto la necesidad de caucho de la moderna industria automotriz. En la actualidad, si bien no con el mismo dramatismo, los pueblos indígenas continúan sujetos a una relación colonial con las corporaciones empresariales que operan en sus territorios y causan impactos que llevan al etnocidio. Para la región Andes de la América del Sur, Potosí, habiendo sido un santuario muy importante para los pueblos que hacían parte del Tawantinsuyu (el Estado Inka), se convirtió en el lugar de las más grandes desgracias para millones de nativos que fueron obligados a trabajar en sus profundas galerías. Potosí fue conocido como el lugar más desgraciado para los indios, pero para el Sistema Mundo Capitalista “vale un Potosí” tiene resonancia universal por lo fabuloso de sus depósitos de plata con lo que como bien lo reconoce el historiador Earl J. Hamilton, determinó la “revolución de los precios” o lo que llaman también la “acumulación originaria del capital”. A la necesidad de convertir el mineral de la plata en barras de metal, todo el bosque alto andino fue talado, consecuencia que hoy se traduce en los paisajes desérticos y semidesérticos de los andes que repercutieron negativamente a los cambios climáticos. La independencia de las colonias en buena parte del mundo, conllevó el desconocimiento de acuerdos y pactos entre la potencia colonial y los pueblos indígenas. La empresa colonial fue asumido incluso con mayor rigor por los nuevos Estados, no otra cosa fueron las guerras indias llevadas a cabo por el conjunto de las repúblicas americanas. El telón de fondo de la historia es importante para establecer el marco de relaciones coloniales en las que interactúan las empresas con los pueblos indígenas. En la casi totalidad de los territorios indígenas las empresas operan en la extracción de sus recursos naturales, siendo la minería, petróleo y gas los recursos más apetecidos. Los problemas que actualmente enfrentan los pueblos indígenas que están obligados a defender su hábitat de las poderosas incursiones empresariales, constituyen la continuidad de una tradición en las lógicas estatales, muy difíciles de cambiar. Negación de Derechos La presencia de las compañías extractivas en territorios indígenas ha sido uno de los principales factores de negación de derechos, así se constata en las palabras de Rodolfo Stavenhagen6: “la negación del acceso a la tierra y el territorio [una de la muchas consecuencias de la instalación de las actividades de las compañías extractivas en territorio indígena], tal y como es reconocido por la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, es la principal preocupación de las comunidades indígenas […] y la principal fuente de los abusos a sus derechos”. Siempre, según el experto, varias pueblos indígenas en las Américas enfrentan problemas de contaminación ambiental debidas a las industrias y empresas extractivas. Esta situación de ‘invasión’ permanente se presenta también por la falta de intervención y regulación por parte de los Estados. En el Perú, en 21 de sus 26 regiones, se encuentran operaciones mineras, las empresas tendrían que ser reguladas por el Estado, mediante la supervisión del trabajo de las compañías, llevando a cabo mesas de diálogo entre las partes así como iniciativas hacia una Responsabilidad Social Corporativa (CSR) que cumpla con los derechos de los pueblos indígenas, regulándolas más estrictamente. Lo que podría ser posible porque en muchos casos hay conflicto de intereses cuando el Estado, y es muy frecuente, es a la vez regulador y beneficiario de la producción de las empresas extractivas. Las consecuencias de la explotación de los territorios indígenas son muy graves: “las concesiones petroleras y de gas, la minería, la explotación forestal, la apropiación de recursos genéticos, los intentos de privatización del agua, la reconstrucción de represas, oleoductos y gasoductos o la pesca y agricultura industriales son actividades promovidas por los Estados Nacionales que suponen una fuerte amenaza para las comunidades indígenas. Esta amenaza se traduce en la deforestación, la expulsión o desplazamiento de los indígenas de sus tierras, la acumulación de residuos, consumo y contaminación de ríos y aguas subterráneas, la apertura de caminos e instalación de enclaves industriales, y la modificación de valores y creencias de las comunidades indígenas originada en el contacto con la economía de mercado en la que generalmente se insertan en posiciones sociales y económicas subordinadas (p. 4)”7. Cuando en los Estados Nacionales no hay instrumentos jurídicos para contrarestar la explotación de las empresas los pueblos indígenas tendrían que recurrir a los acuerdos internacionales, sin embargo en sus actividades “las empresas hacen caso omiso a la legislación internacional – convenio 169 de la OIT [ahora también la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas] – y las legislaciones nacionales que reconocen la necesitad de consulta o contar con el consentimiento de las comunidades afectadas para realizar cualquier actividad en su territorio (p. 5)8” Los desastres naturales en América Latina han demostrado el impacto negativo de la extracción del petróleo, el gas y la minería en frágiles contextos sociales y medio-ambientales y las ganancias económicas son relativas y nunca distribuidas entre toda la población. La actividad extractiva conlleva un elevado impacto social, medioambiental y económico en el entorno en el cual opera, que para los pueblos indígenas no se ha determinado tanto en los niveles locales, regionales como nacionales. En la relación existente entre las empresas extractivas y los Estados receptores se ha establecido que los impactos que genera son negativos por la dependencia de su economía de los ingresos generados por la industria extractiva, el mismo que tiene un fuerte efecto negativo sobre el crecimiento económico. Este efecto negativo ha sido observado a lo largo del tiempo en países con distinto producto interno bruto, número de habitantes, tipo de gobierno y composición étnica y religiosa. En este marco de relación los pueblos indígenas enfrentan una situación de alta vulnerabilidad y riesgo, por cuanto siendo la economía del estado dependiente de los ingresos que generan las industrias extractivas, sus derechos son desconocidos, resultando en el desplazamiento de su población desde sus territorios hacia las ciudades del interior o sitios aún más lejanos. Cuáles son los impactos negativos que causan las industrias extractivas entre los pueblos indígenas? De manera preliminar hacemos una relación de dichos impactos:
Una de las causales determinantes para que ocurran éstos impactos es la escasa presencia o incluso la ausencia del Estado en los territorios donde las empresas transnacionales operan. Ausencia que combina con el desconocimiento de la legislación que resguarda los derechos de los pueblos indígenas. Esta situación pareciera ocurrir como consecuencia de acuerdos entre estados y empresas, para que éstas asuman el rol del Estado o cubran dichos vacíos. Pese a que el conjunto de países latinoamericanos son firmantes del Convenio 169 de la OIT y apoyaron la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la aplicación es muy escasa. En lo que se refiere al Convenio 169 de la OIT se alega su supuesta inaplicabilidad a la falta de un reglamento o una ley doméstica, por lo que la consulta o el consentimiento libre previo informado, no ocurren en los procesos de exploración y explotación en territorios indígenas, y menos en la firma de contratos y concesiones de predios. En su lugar como ocurren en el Perú las denominadas consultas públicas o consultas ciudadanas sirven para justificar dicha omisión o incluso se muestra como el ejemplo de las buenas prácticas empresariales, por cuanto estas se muestran como cumplidoras de una norma internacional. Este ejercicio es difundido desde las oficinas de relaciones públicas de las empresas que se esfuerzan a través de materiales de propaganda mostrar las excelentes relaciones que establecen con las poblaciones locales, aportando recursos para el desarrollo. Las empresas, en el marco de su idea de responsabilidad social empresarial, establecen fondos para el desarrollo de las comunidades de su entorno; que son administrados por fundaciones dependientes de las mismas empresas o fideicomisos en los que las comunidades son solamente beneficiarias y no tomadores de decisión, generándose relaciones de dependencia que no hacen más fortalecer prácticas coloniales. |