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Tema 3: Sobre los orígenes del Estado1 Aunque se ha afirmado una y otra vez, el Estado no es una realidad moderna. Durante mucho tiempo la sociología e historia lo habían tenido como tal. Si partimos del hecho de que la centralización del poder y la institucionalización que la consagra caracterizan la forma política Estado entre las demás formas de organización del poder, la existencia de un "Estado tradicional" o "primitivo" parece fuera de toda duda. El recurso a la antropología social Los avances de la antropología social han sido particularmente decisivos para el estudio de la politología. Esta última se ha enriquecido con sus descubrimientos, particularmente en la época reciente. Así, de acuerdo con Jean William Lapierre: "Una antropología política es posible, y sólo ella puede sacar a la 'ciencia política' (o sociología política) de los límites en los que se ha detenido después que los precursores del XIX y de principios del XX habían dejado abierto el camino" (1977, p. 159). En efecto, como sucediera con la sociología política, la antropología política "apareció en el siglo XVIII como una reacción empírica a la filosofía social y política de tipo deductivo. Desde el principio, sus relaciones con la ciencia política fueron muy estrechas" (Smith, Lobera, 1979, p. 7 ) Y como bien lo observa Georges Balandier, la antropología política: "tiende a fundar una ciencia de lo político, contemplando al hombre desde el aspecto del homo politicus y buscando los rasgos comunes a todas las organizaciones políticas reconocidas dentro de su diversidad histórica y geográfica" (1969, p. 7). Por consiguiente, la antropología presupone lo político como una realidad no necesariamente vinculada a las sociedades "históricas" (no tradicionales) y en este sentido, sus proposiciones van más allá de las realidades políticas del mundo primitivo. De aquí que su vinculación con la sociología política y la politología sea muy significativa. La amplia utilización del método comparativo en sus investigaciones y el desarrollo, en su seno, de los métodos genético, funciona lista y estructuralista, han sido por demás influyentes en las últimas construcciones sociológicas y politológicas Sobre la forma política del Estado primitivo El antropólogo inglés S.F. Nadel, en su célebre trabajo sobre los Nupe de Nigeria, considera al Estado como una forma específica de organización política que se distingue de las demás por:
El modelo de Estado tradicional o tipo (en el estilo de los tipos ideales de Max Weber) no excluye ciertas formas políticas de transición en las sociedades primitivas, aunque los elementos allí señalados pueden encontrarse en una vasta gama de organizaciones sociales primitivas. El mismo tiene, sin embargo, el valor de separar las sociedades preestatales o sin Estado de los propiamente estatales. Porque la existencia del Estado en tales sociedades no es un atributo de todas las sociedades primitivas -o de toda sociedad- como lo han pretendido hacer creer ciertas versiones de la sociología política: "El Estado no es eterno -observa Pierre Clastres-, tiene en todas partes una fecha de nacimiento" (1981, p. 116) ¿En qué medida el Estado primitivo se distingue del Estado moderno que conocemos? Si bien es cierto que, como 10 afirma Georges Balandier, "el Estado tradicional no puede ser definido por un tipo (o modelo) sociológico que lo opusiera radicalmente al Estado moderno" (p 169), habría que determinan los rasgos o características espeáficas que lo distinguen del Estado que apareció en Europa con el Renacimiento. Siguiendo a Balandier, el Estado tradicional se distingue del moderno en la medida en que:
En suma, el Estado primitivo, sin ser completamente centralizado, crea una forma de institucionalidad estrechamente vinculada con lo sagrado y en la cual las posiciones de mando son fuertemente personalizadas. El Estado primitivo, tanto como el Estado moderno, responde a la necesidad de integración de una sociedad dividida (grupos, tribus, clanes, clases, etc.). Independientemente de su inestabilidad -congénita- el Estado aporta la conciencia de unidad a la sociedad frente a los peligros y amenazas de fraccionamiento que pesan sobre ella, Interna y externamente. De este modo, los cambios políticos que se producen, son ante todo respuestas del poder estatal al enemigo interno o externo. Y el recurso a la fuerza constituye un mecanismo de defensa latente en todo Estado. Porque: "El Estado existe dondequiera que haya fuerza física, en manos de miembros de la sociedad, para utilizarla o a título de amenaza contra peligros exteriores o contra las fuerzas disolventes internas" (Krader, 1972, p. 34). En la formación del Estado primitivo la función de asegurar el orden obedece fundamentalmente a la necesidad de preservar posiciones privilegiadas de una minoría dominante y estas posiciones resultan siempre de la imposición de la supremacía del centro político sobre el conjunto de la sociedad. En las sociedades primitivas este proceso se realiza no Sin grandes dificultades. De aquí el problema que confrontan las investigaciones antropológico-políticas cuando se trata de describir el proceso o de determinar el paso de las sociedades sin Estado a las sociedades estatales. Por otra parte, se ha observado cómo la base territorial en las comunidades políticas primitivas no siempre se encuentra bien definida: el trazo de las fronteras ocupa el primer plano de la vida primitiva sólo cuando estalla una guerra. De modo tal que la ausencia de definición territorial ha sido considerada por algunos autores como la diferencia más significativa con los Estados modernos y, en algunos casos, ha servido de base para que se señale la no presencia del poder estatal. Hipótesis sobre el origen del Estado Los descubrimientos de la antropología social en el campo de la polItica han aportado mayores elementos a la ya vieja discusión sobre los orígenes del Estado, Como lo han destacado dos antropólogos británicos: Por lo común (los filósofos políticos) han utilizado hipótesis sobre etapas primitivas de la sociedad humana en las que se suponía que no existían instituciones políticas o han desplegado dichas etapas en una forma muy rudimentaria, trat.ando de reconstruir el proceso mediante el cual las instituciones políticas típicas de sus propias sociedades han evolucionado a partir de las formas elementales de organización (Fortes y Evans-Pritchard, en LIohera, 1979, p. 87). En efecto, la discusión actual sobre este punto recurre al ya inmenso material etnográfico recogido a fin de sustentar diversas hipótesis no siempre conciliables. Así, encontramos tres principales series de hipótesis:
Dentro de la primera serie encontramos dos posiciones que, sin oponerse fundamentalmente, difieren en cuanto al planteamiento de la cuestión, asignando la prioridad a uno u otro criterio. Veamos: El Estado como resultado de un proceso interno de transformación. En esta serie encontramos dos principales hipótesis: la primera, funda el origen del Estado en la transformación del vínculo de parentesco en vínculo territorial. De acuerdo con ésta, la forma primigenia de la sociedaa consiste en un grupo o "tribu", integrado por personas que se creen descendientes de un solo antepasado común y que, por lo mismo, obedecen a un jefe, en la medida en que lo consideran la cabeza de la familia a la que todos pertenecen (Cf. Mair, 1977, p, p. 17). - Sir Henri Maine, el padre del derecho comparado, considera que el paso de la 'tribu', fundada en el parentesco consanguíneo, al Estado que se funda en la 'contiguidad local' constituyó en el mundo primitivo toda una revolución. (Ancient Law, 1959, p. 76. Citado en L. Mair, 1977, p.18) También el antropólogo norteamericano Lewis Morgan adhiere a esta hipótesis. En su célebre Ancient Society, Morgan se detiene a reflexionar sobre el paso del mundo bárbaro o salvaje a la civilización y su dicotomía básica societas/civitas resulta similar a la propuesta por H. Maine, aunque en sus observaciones sobre la aparición del Estado juega unl rol determinante la importancia creciente del territorio y la propiedad ( Morgan, 1975). - Por su parte, Robert Lowie funda los orígenes del Estado primitivo en el rol creciente del vínculo territorial que va desplazando al vínculo de parentesco. Así, según él: "el problema fundamental del Estado no es ese salto mortal mediante el cual los pueblos antiguos pasaron del gobierno por relaciones personales al gobierno por simple contigüidad territorial. Es preferible más bien indagar mediante qué procesos los VÍnculos locales se reforzaron, pues cabe reconocer que no son menos antiguos que los otros" (1961, p. 73. Citado en Balandier, 1969, pp, 151-152). Este reforzamiento del vínculo territorial o local obedece, en la hipótesis de Robert Lowie, a un criterio de dimensión o de escala: en un determinado estadio de la organización social, la unidad política comienza a realizarse dentro de marcos territoriales (contigüidad espacial) de manera tal que los vínculos de parentesco comienzan a afirmarse sobre bases de localización. Cuando los grupos o tribus se amplían, la organización del parentesco va perdiendo importancia. Georges Balandier retiene tres principales características en este proceso:
Apoyándose en los trabajos de G. P . Murdock, Georges Balandier cita como ejemplos de esta transición los aillu del Imperio Inca y los calpulli de los aztecas antes de la conquista española. Los primeros, eran grupos matrilineales exógamos que poco a poco fueron transformándose hasta convertirse, ya en la época de la conquista, en unidades territoriales que, reunidas, constituían las "provincias", conformando así las cuatro secciones del Imperio. Los calpulli eran, por el contrario, grupos patrilineales exógamos que pasaron a convertirse en los "distritos" territoriales (alrededor de veinte) en que estaban repartidas las cuatro secciones bajo el control de un gobierno central (pp. 152-153). El criterio territorial, como fundamento de la primera división política de las sociedades primitivas, resulta decisivo para entender la lógica del "poder centralizado" del Estado, en la medida en que, de hecho, los pueblos que se creen ligados por vínculos de parentesco carecen del tipo de estructura política que denominamos Estado" (Lucy Mair, 1977, p. 18). De este modo, el desarrollo de las sociedades primitivas no es sino el largo proceso de imposición de un centro político (territorial) que, sin lograr hacer desaparecer los vínculos anteriores (de parentesco), busca establecerse sobre bases locales. La segunda hipótesis consiste en relacionar los orígenes del Estado a un proceso de estratificación en marcha. Para el antropólogo inglés Morton H. Fried la explicación sobre los orígenes del Estado donde partir de la distinción entre lo que el denomina Estados originales y los "Estados secundarios" . Porque: de hecho, parece probable que los únicos Estados realmente originales -aquellos cuyo origen fue sui géneris, fuera de las condiciones locales y no como respuesta a las presiones surgidas de una entidad política organizada ya en sumo grado- son aquellos que se originaron en los grandes ríos de Asía y Africa, y uno o dos desarrollos comparables en el hemisferio occidental (En J.R. LIobera, p. 133). En este sentido, los "Estados secundarios" no serían sino la respuesta histórica a las presiones de los "Estados originales" o prístinos. Entre los primeros, Fried comprende a Grecia y Roma, Estados que surgieron o se formaron debido a las influencias comerciales y militares de los "Estados originales", verdaderamente antiguos. Morton H. Fried asocia la formación del Estado a la existencia de una estratificación de la sociedad. Esta última sería el resultado de un largo proceso que, arrancando en la sociedad no jerárquica (no estratificada), va a desembocar en la sociedad estatal (estratificada).
Al parecer, lo más importante para Fried ha sido la presión que sobre los recursos va profundizando la desigualdad interna. Así, a medida que al acceso a los recursos se hace más restrictivo, surgen las disputas y conflictos internos y es entonces cuando el poder político entra en juego, desplazando al parentesco en la asignación de los status más altos. A diferencia de la teoría de Morgan y Engels, Morton Fried asienta su teoría en ese "acceso diferencial a los recursos" que distingue a los grupos sociales que se van formando y, por lo mismo, en el "conflicto interno" -la guerra ocupa una etapa posterior a la formación de los Estados originales- y no en una apropiación privada de los recursos, que es más bien el resultado y no la causa de la estratificación o división de la sociedad en clases. Sin embargo, la hipótesis de Fried comparte los presupuestos teóricos de las proposiciones antropológi<:as de varios investigadores marxistas (véase Wittfogel, 1957 y Godelier, 1977). En efecto, las formas específicas de dominación en el modo de producción asiático se acercan considerablemente al modelo asociado a la estratificación. De acuerdo con M. Godelier: "no es la existencia de grandes trabajos dirigidos por un poder central lo que hará que una sociedad pertenezca al modo de producción asiático, sino la existencia de comunidades que poseen colectivamente los medios de producción esenciales, cuyo control último está en manos del Estado". Un Estado, cuyo poder: "expresa la unidad real o imaginaria de estas comunidades, controla el uso de los recursos económicos esenciales y se apropia directamente de una parte del trabajo y de la producción de las comunidades que eI domina" (1977, pp.149-150). De este modo, la división de la sociedad en clases anuncia el surgimiento del Estado, como instancia distribuidora del prestigio y de los privilegios que establecen la desigualdad. La edad de las jerarquías difiere ciertamente de uno a otro pueblo. La transición que conduce a las sociedades sin clases hacia la constitución de sociedades de clases pudo haber ocupado milenios en la historia humana, pero lo que es preciso destacar es el hecho de que el Estado no es pensable sin detenemos en la observación de las causas que provocan la dominación y explotación de unos hombres sobre los otros. Estas causas giran en tomo a la estratificación social, sustentada ésta sobre bases económicas (apropiación del excedente de la producción), políticas (organización del territorio) e ideológicas (organización del parentesco). El Estado constituyó desde el primer momento una forma de "institucionalización" de la desigualdad. El Estado como resultado de una imposición externa El hecho de la conquista como fenómeno determinante en la aparición de los primeros Estados no resulta incompatible con las hipótesis que se apoyan en las transformaciones internas. Ralph Linton, sostiene, por ejemplo, la vialidad de la combinación de los dos principales procesos de la construcción del Estado: la asociación voluntaria y la dominación impuesta por una fuerza superior proveniente del exterior, siendo ésta última la más frecuente (Cf. 1942, p. 24). Así, en el origen del gobierno primitivo encontramos siempre un conflicto entre dos o más sociedades, de modo tal que el Estado no sería otra cosa que la institución social impuesta por el grupo victorioso -conquistador- a otro vencido. Franz Oppenheimer coincide con Ludwig Gumplowitz cuando observa como: El momento en que por primera vez el conquistador se reservó a su víctima con objeto de explotarla permanentemente en un trabajo productivo fue de una importancia histórica incomparable. Con ello dió nacimiento a la nación y al Estado; al derecho y la alta economía política, con todos los desenvolvimientos y ramificaciones que se han desarrollado y que en adelante seguirán desarrollándose a partir de ellos (Citado en Service, 1984, p. 59). Y, en tal sentido: El Estado primitivo nació del pillaje. El Estado en general es una forma de organización de una clase que domina a otras clases, forma de organización clasista que es consecuencia de la conquista y el sojuzgamiento de un grupo étnico por otro (Ibid. Citado en Krader, 1972, p. 74) La posición de Oppenheimer ha sido retomada por algunos antropólogos no sin introducir ciertos matices. Morton H. Fried considera que en los orígenes de los "Estados secundarios" la conquista está siempre presente y Robert Lowie no descarta esta hipótesis en su explicación de los orígenes de la estratificación social. En efecto, la conquista no ha sido suficiente para engendrar al Estado, en la medida en que esta imposición de un grupo externo debía apoyarse en una división o estratificación interna. Lawrence Krader en sus observaciones sobre la hipótesis de la "conquista" afirma: "La migración de un pueblo belicoso a las proximidades de un pueblo pacífico o al revés, así como la posterior conquista de éste por aquél, no conduce de por sí a la estratificación de clases ni a la formación del Estado. Se necesita que antes haya existido por 10 menos un germen de estratificación social..." (1972, pp. 75-76). Piénsese en el caso del descubrimiento de América. Sociedades ligeramente estratificadas como las de los Incas en el Perú y de los aztecas en México favorecieron la implantación de contros políticos estatales que viabilizaron la dominación hispánica de América: la experiencia aborigen de las jerarquías internas hizo más fácil la imposición de la nueva jerarquía y mando del conquistador. Trátase por consiguiente de factores internos o externos. La discusión no ha terminado aún y no faltan razones para aceptar con Georges Balandier el hecho de que: lila incidencia política de los factores externos, de las relaciones orientadas hacia el exterior, se hacen más claras aún si recordamos que todo poder obedece a una necesidad, una de orden interno, otra de orden externo" (1969, p. 175). En este sentido, los factores internos resultan decisivos para la creación del Estado. Limitarse unilateralmente a los externos es insuficiente, en la medida en que la estructura de dominación en las sociedades primitivas sólo fue posible allí donde un grupo reclamó con éxito la obediencia de los deIÍ1ás: la violencia interna es anterior a la violencia de la conquista. La hipótesis engelsiana Aunque Marx había leído y comentado parcialmente el Ancient Society de Lewis Margan, fue Friedrich Engels, quien en 1884 escribía en unas pocas semanas un libro bastante relevante para la discusión sobre los orígenes del Estado (véase El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado 1970, pp. 471-613). El objetivo de Engels no era otro que el de presentar los descubrimientos antropológicos de L. Morgan completándolos con los trabajos de Marx (Cf. Maurice Godelier, 1977, p. Hobsbawm, 1979, p. 29). Engels cree entonces haber encontrado un fundamento antropológico para sus principales proposiciones científicas, elaboradas conjuntamente con Marx. Su utilización de los trabajos de Margan le resultan tan valiosos puesto que éste, como lo afirma M. Godelier: "había opuesto la historia primitiva de la humanidad, bajo formas salvajes y bárbaras, a la civilización y caracterizado esta oposición como entre sociedades sin clases organizadas según relaciones de parentesco, de una parte, y sociedades de clases dominadas por el Estado y basadas en la propiedad privada, el cambio y la acumulación de riquezas, de otra" (p. 100). Por consiguiente, la tarea que se impuso Engels desde el principio consistía en asumir las aportaciones originales de Margan como punto de apoyo para su propia investigación. En otras palabras, las elaboraciones precedentes de Marx y Engels traían implícita una antropología política que coincidía con los resultados de la investigación de Margan. Encontramos tres proposiciones básicas en lo que hemos llamado la hipótesis engelsiana:
Las contradicciones y antagonismos sociales son considerados por Engels como el producto o resultado de la creciente división social del trabajo. Así, cuando en la sociedad primitiva las tribus de pastores comienzan a destacarse del resto de la "masa de bárbaros", nos encontramos frente a la "primera gran división social del trabajo"'. La superioridad de los primeros sobre estos últimos se basa en la posesión y control de los medios de producción. De modo tal que: A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción -ganadería, agricultura, oficios manuales domésticos- la fuerza de trabajo del hombre iba haciéndose capaz de crear mas productos que los necesarios para su sostenimiento. También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada mIembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró: los prisioneros fueron transformados en esclavos. Dadas las condiciones históricas de aquel entonces, la primera gran división social del trabajo, al aumentar la productividad de éste y, por consiguiente, la riqueza, y al extender el campo de la actividad productora, tenía que traer consigo necesariamente la esclavitud. De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran escisión de la sociedad en dos clases: señores y esclavos, exploradores y explotados (Ibid, p. 598). En tal sentido, y siempre según Engels: "La esclavitud es la primera forma de la explotación, la forma propia del mundo antiguo; le suceden la servidumbre, en la Edad Media, y el trabajo asalariado en los tiempos modernos" (p. 611). Ahora bien, todo parece indicar que para Engels el origen de las clases comienza con la decadencia de la "propiedad comunal de la tierra", que caracteriza la organización de la producción en las sociedades más primitivas. Así, en una parte de su Dialéctica de la naturaleza encontramos cómo: Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después condujeron a la división de la población en clases y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada, es en el modo de producción capitalista que prevalece hoy en la europa Occidental (Obras escogidas, p. 381). El surgimiento del Estado obedece, por consiguiente, a la división de la sociedad en clases, es decir el mismo, aparece sólo allí donde existe tal grado de división social que se han formado al menos dos clases. En tales circunstancias cabe preguntarse si las clases preexisten al Estado o, por el contrario, son el resultado de una evolución posterior. Una lectura economicista de la hipótesis de Engels nos inclinaría por lo primero, de modo tal que las clases se constituyen originalmente en el campo de lo económico (apropiación del excedente) y la "clase económicamente dominante" sólo logra convertirse en "políticamente dominante" cuando ha logrado construir su propio Estado. Sin embargo, encontramos suficientes elementos para sostener que la formación de las clases (existencia de antagonismos) y la formación del Estado son dos procesos interrelacionados (simultáneos). No es que el Estado confirme la existencia de antagonismos sino que éstos adquieren realidad con la creación de un órgano de poder que organiza e "institucionaliza" la dominación y explotación. Las clases aparecen con el Estado, en el mismo proceso de organización de la dominación. De este modo, resulta inaceptable pensar unas relaciones de producción (relaciones de desigualdad) sin pensar al mismo tiempo en el instrumento o medio regulador de esa diferenciación social que funda la dominación. O, como bien lo ha observado Pierre Clastres, "no se puede pensar en una sociedad dividida sin la presencia del Estado. Reflexionar sobre el origen de la desigualdad, la división social, las clases, la dominación, implica adentrarse en el campo de la política, el poder, el Estado y no en el de la economía, la producción, etc. La economía se engendra a partir de lo político, las relaciones de producción provienen de las relaciones de poder, el Estado origina las clases": (1981, p. 176). En este punto cabe admitir que, si bien es cierto que el planteamiento de Engels resulta esclarecedor en más de un sentido, no aporta indicaciones precisas sobre los diversos procesos que dieron origen a la desigualdad. Porque si Engels inscribe su hipótesis dentro de una concepción global -general- de la sociedad y la historia, su explicación, extraída de la observación de los orígenes de las sociedades occidentales, no parece aplicable a todas las sociedades y civilizaciones. Así, si convenimos en que el principal criterio para explicar los orígenes del Estado radica en la división o escisión de la sociedad, habría también que convenir con Pierre Clastres en que: la verdadera revolución de la protohistoria de la humanidad no es la del neolítico, ya que ella puede muy bien dejar intacta la antigua organización política, es esa aparición misteriosa, irreversible/ mortal para las sociedades primitivas que conocemos con el nombre del Estado (. .. ) el único trastorno estructural, abismal, que puede tranformar la sociedad primitiva destruyéndola como tal, es el que hace surgir en su seno, o del exterior, aquél cuya misma ausencia define esta sociedad: la autoridad de la jerarquía/ la relación de poder, el sometimiento de los hombres, el Estado (1978, p. 177) - El Estado es un poder que, ubicándose por encima de la sociedad, tiende a separarse de ésta cada vez más: "A fin de que estos antagonismos -afirma Engels- estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del 'orden'. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado (p. 606). Años más tarde yen otro escrito no menos conocido, Engels agrega: "La sociedad se crea un órgano para la defensa de sus intereses comunes frente a los ataques de dentro y de fuera. este órgano es el poder del Estado. Pero, apenas creado, este órgano se independiza de la sociedad, tanto más cuanto más se va convirtiendo en órgano de una determinada clase y más directamente impone el dominio de esta clase" (Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. (En Obras Escogidas, p. 649). La discusión en torno a los orígenes del Estado primitivo ha dado base para que se cuestione el concepto mismo de Estado. En la medida en que las realidades del Estado primitivo, de las formas políticas preestatales, de las sociedades sin Estado, de los Estados modernos, reenvían a una teoría general de la sociedad, tal discusión resulta relevante para todas y cada una de las ciencias sociales. Y como veremos más abajo, la intención de reservar el termino a la estructura de dominación que aparece en el Occidente europeo en la era moderna revela las incertidumbres de una politología fragmentaria y parcial, en proceso de construcción en nuestros días. 1 Tomado de Ramos Jiménez, Alfredo (1993) Comprender El Estado. Consejo de Publicaciones. Universidad de los Andes. Mérida |